CAPÍTULO TRECE
Callie se sentía inquieta en el
estrecho espacio entre la silla y el escritorio de la nueva terapeuta de
Arizona, la Dra. Watson, quien buscó su
mirada con una sonrisa reconfortante. Arizona vendría más tarde para su primera
sesión de terapia conjunta y Callie estaba tratando de no demostrar ansiedad.
Esta mañana Arizona recibiría los resultados de la prueba de VIH que esperaba
desde hace seis semanas atrás. Si resultaba negativa tendría que efectuarse
otras pruebas a los tres y seis meses, pero eso significaría que las
posibilidades de haber contraído el virus a raíz de su violación serían
muy bajas. Y la verdad era que Callie no
se permitía a sí misma considerar un resultado alternativo.
Pero obviamente tanto para Arizona como
para ella seguía habiendo motivos de preocupación.
La Dra. Watson abrió la boca para hablar,
pero el teléfono de Callie sonó.
-Tal vez es ella. Callie buscó el
teléfono en su bolsillo y comprobó sus mensajes de texto. “Llego en 10. Inicia
sin mí. Te quiero” -Así es. Ella estará aquí dentro de diez minutos.
-Eso está bien, dijo la Dra. Watson.
-Podemos conversar hasta que llegue.
-Está bien. Callie guardó su
teléfono de nuevo. Ella esperó a que la Dra. Watson empezara, sin saber qué
decir.
-Arizona está esperando los
resultados de su prueba de VIH, ¿verdad?
Callie se inclinó hacia adelante,
casi aliviada de que la Dra. Watson había decidido tocar el tema. Todo su
estómago era un repentino nudo de ansiedad. El texto de Arizona había sido
corto en información significativa. Era
posible que ella ya supiera los resultados, buenos o malos. Igualmente era
probable que aún siguiera pasando por la tortura de la espera. -Sí.
-¿Cómo te va con eso?
Callie no estaba segura de cómo
responder, ella tenía demasiadas emociones para resumirlas en una respuesta
simple. La prueba del VIH no había pesado demasiado en las últimas semanas, ya que ella
sabía que no era probable que resultara positiva y las heridas emocionales de
Arizona habían sido una preocupación más inmediata. Pero había sido
inquietante. La amenaza de la infección era un espectro oscuro que acechaba en los
bordes de su vida cotidiana.
-Estoy deseando llegar más allá de
la incertidumbre, dijo Callie. -Por Arizona, para traerle algo de paz a su
mente.
La Dra. Watson sostuvo la mirada.
-¿Y usted?
-Estoy aquí, no importa cuáles sean
los resultados. No sería una sentencia de muerte, necesariamente, sino que
cambiaría su vida. Complicaría su carrera. Callie apretó la garganta al pensar
en Arizona, si acaso tuviera que soportar más dolor. -Supongo que quiero un poco
de paz en mi mente, también.
-Eso es natural. Creo que es bueno
centrarse en el hecho de que un resultado positivo no es probable. Y reconocer
que tampoco sería el fin del mundo.
-Es fácil para nosotras decirlo,
supongo. Callie no tenía idea de cómo Arizona podría hacer frente con ese
diagnóstico. ¿Qué significaría para su futuro como cirujano?. Para su futuro
como pareja. -Sólo estoy rezando para que ella no tenga que lidiar con lo que
significaría algo así en su vida. Él ya ha causado bastante dolor.
-Amén a eso, dijo la Dra. Watson con
una leve sonrisa. -Vamos a aligerar el estado de ánimo un poco. Dime ¿cómo se
conocieron?
Como por arte de magia, esa pregunta
le provocó una sonrisa genuina. Esa historia nunca dejaba de poner una sonrisa
estúpida en su cara. -Ah, bueno, yo estaba abatida por una ex en el bar una
noche, después del trabajo. Arizona, me siguió al baño y se presentó. Luego procedió
a decirme que ella sabía cosas sobre mí, que ella había oído hablar a nuestros
compañeros de mí, y que las cosas que decían eran buenas, y que cuando yo
dejara de estar triste, habría gente haciendo fila por mí, yo le pedí nombres y
ella me besó.
La Dra. Watson se rió entre dientes.
-Ella es confiada.
-Oh, sí. Callie se puso un poco
seria. Esa confianza era algo que Arizona había perdido en su mayor parte. A
pesar de que la estaba recuperando lentamente, Callie se preguntó si alguna vez
realmente llegaría a ser la misma. -Ella era toda confiada. Por supuesto.
-Así que, ¿empezaron a salir,
entonces?
-Bueno, tomó un poco de mi parte
para convencerla. La invité a salir, pero cuando se dio cuenta que yo sólo
había estado con una mujer, brevemente, me llamó un recién nacido y dijo que ella
sólo salía con mujeres con más experiencia. Callie se rió con el recuerdo. -Me
las arreglé para convencerla de que tenía un montón de experiencia de vida,
aunque no tanto de experiencia lesbiana, y por suerte ella lo compró.
-Parece que ustedes dos son muy
felices.
-Lo somos. A pesar de todo lo que
había pasado, todos los desafíos que las habían traído a este lugar de la
terapia, juntas, Callie podía decir eso con
total confianza. Ella y Arizona eran felices. -Espero que podamos seguir así.
Hubo un golpe en la puerta de la
oficina. La Dra. Watson miró por encima del hombro de Callie. -¿Sí?
La puerta se abrió y Arizona asomó
la cabeza en el interior, con una
sonrisa tímida. -Siento llegar tarde.
Callie instintivamente se deslizó
sobre el sofá, dejando espacio. Arizona entró a la oficina y Callie buscó su
mirada, tratando de ver algo que le indicara si había conseguido los resultados
de la prueba de VIH
No hay problema, dijo la doctora
Watson. -Callie y yo estábamos hablando acerca de cómo la besaste en el cuarto
de baño de un bar
Arizona, se sentó junto a Callie,
levantando una ceja. Tú no le dijiste nada acerca de lo de “recién nacido”,
¿verdad?
-Lo hice. Callie serpenteó un brazo
alrededor de la cintura de Arizona y la atrajo hacia sí. -Pero tú estabas
bastante equivocada acerca de mí. ¿No?
Con una sonrisa autocrítica dirigida
a la Dra. Watson, Arizona, dijo, -Lo
estaba. Entonces mirando a los ojos de Callie como si fueran las únicas dos
personas en la habitación, agregó. –El resultado del examen fue negativo.
Callie pasó el otro brazo alrededor
de Arizona, y la atrajo en un fuerte
abrazo. -Bien. Cuando Callie se echó hacia atrás, Arizona capturó la boca de
Callie en un beso breve. Consciente de su público, pero también aliviada por la
noticia y deseando algo más que un simple cepillado de una fracción de segundo en
los labios, Callie profundizó el beso un poco, acunando el rostro de Arizona más
cerca de nuevo. Luego la soltó, sonriendo con timidez. -Muy bueno.
-Felicitaciones, dijo la doctora
Watson. -Eso debe ser un alivio.
-Estadísticamente hay una
posibilidad de que podría conseguir un resultado diferente a los tres meses,
pero no es probable. Arizona se volvió hacia la doctora Watson, pero puso su
mano sobre el muslo de Callie, manteniendo la conexión. -Así que aún sabiendo
que tengo dos exámenes más por delante, me siento como si me hubiera quitado un
peso de encima.
-Ahora usted puede cambiar su
enfoque a otros asuntos, dijo la Dra. Watson mientras se reclinaba en su silla
sonriendo. -En ese sentido, ¿qué quiere hablar con Callie hoy, Arizona?
Arizona, asintió con la cabeza,
claramente preparada para lo que estaba a punto de decir. Callie le dio lo que
esperaba fuera una sonrisa alentadora, pero estaba nerviosa, porque sabía que
estaban a punto de empezar a adentrase en los temas de su intimidad como
pareja. Esta era su primera vez en un terapia de pareja y ella no tenía idea de
cómo se sentiría acerca de tratar los asuntos de su relación frente a un
extraño.
-Nada de lo que no hemos hablado
antes. Arizona, apretó el muslo de Callie, mostrando sus hoyuelos. -Sólo la
forma de seguir adelante con la intimidad de una manera que no asuste a
cualquiera de nosotras.
Callie lanzó su mirada hacia la
doctora Watson. No había duda que Arizona ya la había contado acerca de lo
ocurrido cuando quisieron hacer el mor y sus posteriores sesiones de auto-placer
mutuamente satisfactorias. -Creo que desaceleración ha sido algo bueno, dijo
Callie
-Yo también. La fuerza tranquila de
la voz de Arizona llamó la atención de Callie y se miraron a los ojos de nuevo.
-Pero realmente quiero seguir avanzando, aunque sea a un ritmo lento
-Yo se que eso es lo que tú quieres,
dijo Callie en voz baja.
-¿Y qué hay acerca de ti, Callie? El
tono de la doctora Watson era amable y se mantenía sin rastro de juicio. -¿Qué
quieres?
Callie tomó la mano libre de
Arizona, incapaz de mantener el contacto visual. -Yo quiero lo mismo.
-¿Pero?, dijo la Dra. Watson.
Levantando la mano de Arizona,
Callie le besó los nudillos. -Pero me preocupa que ella se deje llevar. Y vaya
demasiado rápido.
Arizona le dio una sonrisa
cautelosa. ¿Tú no confías en mí, piensas no puedo controlarme a mí misma?
Encogiéndose de hombros, Callie,
dijo, -No es eso.
-Siento que hemos hecho algunos progresos
desde aquella primera vez, dijo Arizona. -Somos como un poco más sabias ahora. ¿No?
-Absolutamente, sí. El hecho de que
habían estado haciendo progresos desde esa noche desastrosa hace casi dos
semanas atrás era innegable. Pero Callie se había mostrado reacia a dejar que
las cosas aumentaran más allá de masturbarse juntas, no obstante, si habían
estado haciendo otras actividades siempre que no implicaran el contacto con Arizona, con sus manos, ni
acercarse a su vagina en absoluto. -Ha habido un claro progreso.
-¿Qué teme que ocurrirá si las dos
se dejan llevar?, preguntó la Dra. Watson con amabilidad.
-Yo no quiero disparar un
flash-back". Callie apretó la mano de Arizona. Eso me mató la última vez.
Es fácil dejarse arrastrar por el deseo, me da miedo lo que haría y que algo
así suceda de nuevo.
Arizona, bajó la mirada, parpadeando
rápidamente. -No puedo prometer que yo no voy a tener momentos de miedo. No
estoy segura de que alguna vez seré capaz de prometer eso.
-Lo sé. Callie no estaba segura acerca de que tendría
que suceder antes para que ella decidiera dar un paso adelante de forma segura.
Lo único que sabía era que sentía que aún era demasiado pronto. -No estoy
pidiendo promesas.
-Pero se siente como lo estuvieras,
dijo Arizona. -Cuando tú dices que no quieres tener relaciones íntimas porque
no me quieres disparar un flashback, estas poniendo un enorme peso sobre mis hombros. Al igual que el
futuro de nuestra vida sexual está descansando en mi capacidad de no dejar que a
mi me afecta la violación en la cama. Y eso es una tarea imposible. Como dándose
cuenta de lo mucho que había dicho, Arizona tragó saliva y ofreció a Callie una
sonrisa trémula. -Por lo menos parece imposible en estos momentos.
Callie miró a la doctora Watson en
busca de ayuda. -No estoy tratando de mantener nuestra vida sexual como
rehenes. Yo sólo no me quiero sentir como el malo de la película.
Poniendo su mano sobre la mejilla de
Callie, Arizona, volvió el rostro hasta que sus ojos se encontraron. -Tú no
eres el malo de la película. Nunca.
-Callie, usted está tratando con preocupaciones
muy válidas. Amas a Arizona. Usted quiere protegerla. Usted quiere que las
cosas que haces con ella le den placer, no dolor, dijo la Dra. Watson, luego
cambiando su enfoque hacia Arizona, agregó -Pero Arizona tiene razón. Ella no puede
ofrecer ninguna garantía.
-Yo entiendo eso, dijo Callie. -No
me di cuenta que mi miedo la hiciera sentir de esa manera.
-Parte del truco aquí es no permitirte
a ti misma anticipar todas las cosas malas
que podrían suceder, dijo la doctora Watson. -Sí, Arizona podría tener miedo, sin
embargo, si usted entra en un momento íntimo esperando que algo malo suceda,
entonces usted no está totalmente a su disposición. Trate de enfocarse en lo
que está pasando entre ustedes en ese momento, no lo que podría suceder.
-Yo no quiero hacer nada que nos
haga retroceder. Callie permitió que Arizona se
acercara más a ella, sonriendo tristemente cuando Arizona besó la
coronilla de su cabeza. Ella debía ser para Arizona su consuelo, no al
revés.-Ha sido un camino tan difícil para llegar a este punto. Y yo puedo
esperar para tener relaciones sexuales. Realmente puedo. No vale la pena
arriesgar todo lo que Arizona ha alcanzado ya.
-La recuperación no significa nada
si no me trae de vuelta a quién era yo, murmuró Arizona. -Y lo que más me gusta
es estar contigo, experimentar con confianza
la intimidad contigo, es todo para mí. Es muy importante, de muchas maneras.
Para ti también, creo.
-¿No tienen ustedes dos una palabra
de seguridad?, preguntó la Dra. Watson.
-Más o menos. Arizona, se rió, y
cuando Callie se acordó de la palabra que habían elegido durante una breve
incursión en juego la esclavitud / sumisión, se unió a la risa.
-Unicornio. Callie hizo un gesto a
Arizona con el pulgar. –Es fácil adivinar quien eligió esa palabra
-Así que esa es una de las herramientas
a su disposición, si alguna de ustedes sienten que quizás las cosas han ido
demasiado lejos. La Dra. Watson sonrió a
Callie. -Tal vez hay cosas que podrían hacer que no se sientan tan amenazantes,
por lo menos al principio. Su forma de trabajar para hacer el amor.
Callie exhaló. -Me gustan los pasos
de bebé.
-De acuerdo. Entonces, ¿qué siente
demasiado para usted ahora mismo? Lo que no está dispuesta a hacer?, preguntó
la Dra. Watson.
Dando una mirada de soslayo a Arizona,
Callie titubeó. No quería herir sus sentimientos, pero no estaba segura de cómo
evitarlo.
Arizona hizo un gesto dándole aliento. -Está bien. Dime.
-Tengo miedo de... usar mi mano…
para tocarte. Sabiendo que el violador
de Arizona la había acariciado se le
hacia difícil a Callie usar sus dedos, ya sea para frotar o penetrar. Eso
era algo que necesitaba superar, algo que ambas necesitaban superar, pero por
ahora Callie, quería desesperadamente evitar hacer cualquier cosa que pudiera
hacer que Arizona pensara en él. -No es que yo no lo quiera hacer. Yo sólo...
sé que no fue fácil para ti la última vez.
-Fue extraño al principio, dijo en
voz baja Arizona. -Pero eso no fue lo que me provocó el flashback. Y,
honestamente, cuando nosotras lo intentamos yo ni siquiera me había tocado a mí
misma todavía. Ahora que lo he hecho, me siento más cómoda con ese tipo de
contacto.
-Bueno, vamos a estar de acuerdo en
que tocar con tus manos a Arizona está fuera de los límites, por ahora. La Dra.
Watson inclinó la cabeza, estudiando el rostro de Callie. -¿Por qué no me dan
algunas ideas de cosas que ustedes dos podrían intentar que se sintieran menos
amenazantes? Pero que aún así representarían un paso adelante?
-Eso suena bien para mí. Arizona,
tocó la cara de Callie, obligándola a hacer contacto visual. -Sé que esto no se
trata de que no quieras tocarme, Calliope. Lo sé. Yo realmente puedo entender
de dónde viene todo eso.
A Callie se le hizo un nudo en la
garganta. Ella podía ver y oír la necesidad de Arizona con tanta claridad, pero
sin embargo, ella creía que Arizona realmente no entendía sus propios límites.
Y Callie no los quería presionar, sin embargo, meditando en sus próximas
palabras, dijo: -Yo no quiero castigarte por las reacciones que no puedes
controlar. Tú has sido totalmente honesta conmigo, me dijiste, todo, y lo menos
que puedo hacer es ser tan valiente como tú estás siendo.
Arizona le dio una mirada que le
hizo ver a Callie que se las había
arreglado para decir exactamente lo correcto. -Bien, entonces.
-Está bien. Callie movió las cejas, con
la esperanza de inyectar un poco de ligereza en el momento, entonces le
preguntó a Arizona -¿Qué crees que debamos intentar?
-Bueno. Arizona, echó un vistazo a la
Dra. Watson, y a Callie le dio la sensación de que habían ensayado esa parte de
antemano. Sólo se había reunido con la Dra. Watson en dos ocasiones, pero
estaba claro que Arizona ya había establecido un poco de confianza con su nueva
terapeuta. -Realmente disfruté ir abajo de ti la última vez. Tal vez podríamos
hacerlo de nuevo.
Sofocada, Callie echó la mirada
hacia la doctora Watson, cuya expresión era profesionalmente neutral. Miró de
nuevo a Arizona. -¿Quieres probar el sexo oral?
-Definitivamente quiero ir abajo en
ti otra vez, pronto. Arizona, le dedicó una sonrisa simpática, cuando se dio
cuenta que sus palabras sofocaron aún más a Callie. -Y tal vez ese sea un buen
lugar para que tú puedas comenzar a tocarme otra vez. No tienes que usar las manos.
Porque nada de eso sucedió... con él... no espero tener un momento
particularmente difícil al permitirte usar tu boca en mí.
El deseo de Callie hacia Arizona se
hizo evidente. La idea de lamerla hizo que a Callie se le debilitaran las
rodillas, por lo cual asintió con la cabeza a pesar de su vacilación
instintiva. -Me gustaría eso, pronto.
La Dra. Watson se aclaró la
garganta, atrayendo la atención hacia ella. -Mientras tanto, tengo una tarea
para ustedes dos.
Callie arrugó la nariz: –Tarea,
Genial.
Arizona, aplaudió con entusiasmo.
-Me encantan los deberes.
-Mascota de la maestra, murmuró
Callie en voz baja, con cariño.
La Dra. Watson se echó a reír. -Esta
asignación se trata de encontrar una posición cómoda en la que se puedan tocar una a la otra de nuevo. Compartir sus cuerpos. Se trata de utilizar las manos. Pero no significa
que termine en sexo.
Nerviosa por lo que la Dra. Watson
tenía en mente, Callie apretó los dedos en la mano de Arizona, mientra que
ella, pasó un brazo alrededor de Callie, para acercarse más.
-Está bien, dijo Arizona.
Callie inspiró aire, -Muy bien.
-La próxima vez que tengan una tarde
juntas, dedíquese una hora o más para intercambiar masajes. Quítense la ropa,
pongan algo de música si eso las hace sentir más cómodas, y simplemente pasar
un rato tocándose entre sí en una forma que no sea abiertamente sexual. La Dra.
Watson comprobó la reacción de Callie, luego prosiguió: No hay contacto
genital. Sólo la creación de un espacio seguro donde puedan tener intimidad de
nuevo.
-Me gustaría eso. Arizona, escudriñó el rostro de Callie. -Estoy
feliz de empezar por ahí. ¿Qué te parece?
Sonaba menos intimidante que el sexo
oral, así que Callie asintió con vehemencia. –Empezar por ahí me parece bueno.
-Ahora, el hecho de que no sea algo sexual
no quiere decir que no sea intenso, dijo la Dra. Watson. Utilicen su palabra de
seguridad, si es necesario. Háblense mutuamente. Comuníquense. Y traten de no
tener miedo de los inevitables momentos de incertidumbre. Dijo esto último
mirándolas a las dos pero Callie sabía que eso último era dirigido a ella. -Es
perfectamente natural que haya una lucha
para regresar de nuevo a las cosas que antes solían ser fáciles, después de
algo como esto. Si eso ocurre, sólo manténgase allí la una para la otra. Lo
importante es que ustedes están enamoradas y son una pareja comprometida donde
ambas están decididas a trabajar juntas a través de esto, ¿verdad?
.Correcto, dijo Callie. Esa parte
nunca estuvo en duda.
-¿Ustedes nunca se harían daño la
una a la otra intencionalmente? Arizona, ¿tú confías en las intenciones de
Callie?, ¿correcto?
-Absolutamente.
Callie podía escuchar el trasfondo
del significado detrás de las suaves palabras de Arizona. Arizona, confiaba en
ella, dentro y fuera de la habitación. -Y yo confío en ti, le dijo Callie a
Arizona. -Esto va a ser bueno. Nuestra tarea.
-Yo también lo creo. Arizona se
movió con entusiasmo. -¡Yay!
Incluso a pesar de los nervios,
Callie tuvo que sonreír. No había nada mejor que ver a Arizona feliz. "Yay".
-Excelente, dijo la Dra. Watson. -Ustedes
me pueden decir cómo les ha ido la próxima vez que nos encontremos.
-Vamos a hacer eso. La forma en que
Arizona miró a Callie la hizo sentirse positivamente adoraba. Y de repente se
sintió entusiasmada con su tarea también.
#
Tres noches más tarde se las
arreglaron para llegar a casa a las nueve de la noche, y con la mirada que Arizona le dio, al entrar por la puerta,
Callie adivinó que la tarea estaba en su mente. La noche anterior, Arizona,
había llegado completamente agotada después de una cirugía de emergencia de
diez horas, pero incluso entonces Callie había sentido su deseo nostálgico por
la forma en que ella luchaba por mantener los ojos abiertos el tiempo
suficiente para hablar de su día durante diez minutos antes de quedarse
dormida.
Pero esta noche Arizona parecía despierta. Y sin preocupaciones
en una forma en que no la había visto desde hace mucho tiempo, sin duda ayudado
por la cirugía que acababa de realizar en la que salvó a un niño de diez meses
de edad, y el levantamiento de la posible cadena perpetua que había estado
temiendo desde hace un mes y medio.
Esa frescura natural de Arizona agitó
las emociones de Callie. La tarea era
probablemente una buena idea. Ella quería estar cerca de Arizona, esta noche,
para demostrarle que estaba lista para seguir adelante. Un paso a la vez.
Callie señaló hacia la cocina. -¿Qué
tal si nos servimos un poco de vino?
-Eso suena adorable. Los ojos de
Arizona brillaban en la forma que siempre hacía revolotear el estómago de
Callie. -¿Nos vemos en el sofá?
-Ya voy para allá
Tomando una botella de vino blanco
de la nevera, Callie lo destapó y sirvió una copa para cada una lo suficiente
como para aflojarse, pero no para ir en detrimento de su juicio. Tomó un sorbo
de ella, y dejó la botella en la nevera de nuevo. Desde su sesión de terapia
Callie tenía muy presente que lo más importante era ayudar a curar a Arizona.
Eso significaba que tenía que ser su pareja en todos los sentidos, emocional y
sexualmente. Si Arizona había sido lo suficientemente valiente como para
empezar a reconstruir su intimidad, no había excusa para que Callie no mostrara
un poco de su propio coraje. Eran más sabias ahora, porque a pesar de lo que
había ocurrido aquella noche en que intentaron hacer el amor y que las hizo
sentir incómodas a ambas, por lo menos no había secretos entre ellas nunca más.
Cuando Callie volvió a entrar a la
sala de estar, Arizona, la saludó con un gesto feliz. -He estado esperando esta
parte todo el día. La parte del relax con Calliope.
-Yo también. Callie se sentó y le
dio a Arizona a su copa de vino. -Felicitaciones por la cirugía. Teddy dijo que
fue increíble.
Arizona, puso los ojos, pero Callie
pudo ver el orgullo detrás de su modestia. -Fue una buena cirugía. Tuvimos unos
momentos en el medio que casi me hicieron sudar, pero yo estaba realmente en el
punto hoy. Hoy fue un día súper. Arizona tomó un sorbo de su vino, y luego
sonriendo, dijo. -¡Sí!.
-Para mí, también. Comencé a
hacer cartílago para un paciente. Va a
ser una operación increíble. Callie no
podía esperar. Ser una reconocida profesional
era tan satisfactorio como el buen sexo. Sus dos cosas favoritas.
Evidentemente entusiasmada, Arizona,
dijo: -¿Cuando tú lo vas a hacer?, ¿Puedo mirar?
Callie sonrió. No había nada como
estar con alguien que entendiera lo que este trabajo puede hacerte sentir. -El
lunes. Y me encantaría ver tú cara sonriente en la galería.
-Es una cita, dijo de Arizona. -Salvo
las situaciones de emergencia, por supuesto.
-Por supuesto. Callie tomó un sorbo
de vino, entonces dejó la copa y agarró los pies descalzos de Arizona, tirando
de ellos en su regazo. Le acarició la parte superior de un pie, emocionada
cuando Arizona inclinó hacia atrás la cabeza y gimió.
-Yo realmente te amo. Arizona, levantó la cabeza lo suficiente como
para atrapar la mirada de Callie, dándole una sonrisa perezosa. -Es una
sensación increíble.
-Eso es porque no soy sólo un
kick-ass (pateador de culo) cirujano ortopédico, sino que también soy hábil con
mis manos.
-Muy cierto. Arizona levantó
ligeramente sus caderas, lo que evidenciaba su excitación. -Estoy de acuerdo
con esa evaluación al cien por ciento.
Era doloroso saber que ese coqueteo
fácil podría llevarlas a un territorio complicado. No era la primera vez
que Callie extrañaba la espontaneidad y
la facilidad de su vida sexual de antes. Pero por otro lado, ahora conocía a Arizona
en un nivel mucho más profundo que antes de la violación. No había barreras
entre ellas, excepto los temores para continuar la reconquista de lo que habían
perdido. La comunicación entre ellas, nunca había estado mejor, y el amor que
Callie sentía ahora por Arizona era mucho más intenso de lo que jamás se hubiera
imaginado que fuera posible.
-¿Deberíamos irnos a la habitación?
Callie preguntó en voz baja.
Arizona se iluminó. .Y yo que
pensaba que iba a tener que hablar en eso.
Callie permitió que toda la fuerza
de su atracción se reflejara en su rostro. -No es una casualidad.
Arizona, inspiró y dijo: -Bueno, me
encantaría hacer frente a nuestra tarea. Estoy tan contenta de que quieras
hacerlo, también.
-Estar cerca de ti nunca es una mala
cosa, cariño.
Arizona, se levantó del sofá,
invitando a Callie con su mano libre. -Vamos, entonces.
Callie dejó que Arizona la llevara
al dormitorio. Cada uno de ellas colocó su copa de vino en sus mesas de noche respectivas,
luego se volvieron para mirarse mutuamente a través del espacio de la cama.
-Ok, masajes comerciales, dijo Arizona
en voz baja, luego agregó con una sonrisa tímida. -Masajes desnudas.
Callie asintió con la cabeza con
valentía. -Pero la intención no es terminar en sexo.
La mirada de Arizona se suavizó en una
mirada de simpatía cálida. -Nada de sexo. Sólo tocarnos.
-Está bien. Callie sacó su camisa
sobre la cabeza, y sonrió al ver que los ojos de Arizona le hacían seguimiento
a todos sus movimientos. -Me encanta la forma en que me miras
-No estoy mirando, protestó
débilmente de Arizona. Ella apartó la atención de los pechos de Callie para
aliviar su propia camisa sobre su cabeza, tirándola al suelo. -Y es que no
puedo evitarlo. Tú eres puro sexo.
Callie no podía dejar de hacer
alarde de sus movimientos mientras se bajaba las bragas por encima de sus
caderas. Sólida, donde otras tantas mujeres eran delgadas, Callie siempre había
tenido una relación complicada con su cuerpo. Pero Arizona la hizo sentir
perfecta. La forma en que ella reaccionaba ante la vista de su piel desnuda,
silenciosa y reverente, cada vez que se desnudaba la calentaba desde adentro
hacia afuera.
Por su parte, al ver el cuerpo de
Arizona, Callie siempre se preguntaba cómo podría no haber tenido ni idea de su
atracción por las mujeres durante tanto tiempo. La suave piel pálida de
Arizona, sus suaves curvas, el rosa de sus pezones y el dominio exquisito de
sus caderas, le quitaba el aliento a Callie cada vez. Y, francamente, la idea de no tener relaciones sexuales le
pareció casi imposible.
-Eres hermosa, murmuró Callie. -Cada
vez que te veo es como la primera vez. Hay un momento de shock en que me
asombro de estar con alguien como tú.
Arizona, se sonrojó, pero Callie
pudo ver que sus palabras eran muy bienvenidos. -Qué coincidencia. Yo estaba
pensando en algo muy similar.
Callie hizo un gesto hacia la cama.
-¿Quién quieres para el masaje en primer lugar? Callie quería que Arizona estableciera
las reglas y esperaba que ella lo entendiera.
-¿Tú primero? Desnuda, Arizona, se
arrodilló a los pies del colchón. -Acuéstate.
Arrastrándose a la mitad de la cama,
Callie se posó sobre su estómago. Ella cruzó los brazos bajo la cabeza,
volviendo la cara hacia un lado para poder mirar hacia atrás a Arizona. Callie
vio pasar la tormenta de emociones sobre el rostro de Arizona, mientras
contemplaba en toda su extensión el cuerpo tendido de Callie.
-Está todo bien? Por la forma en que
Arizona se sobresaltó al oír el sonido de su voz, Callie sabía que su mente se
había ido a otra parte.
-Simplemente se me ocurrió que
podría ser difícil para mí entrar en esa posición otra vez.
Por un momento, Callie no estaba
segura de lo que quería decir. Entonces preguntó. -¿Quieres decir, sobre tú estómago?"
Arizona, asintió con la cabeza,
mordiéndose el labio.
-Bueno, tú no tienes que hacerlo,
dijo Callie, rodando sobre su lado para que ella pudiera llegar a bajar y
agarrar el pie de Arizona. Se alegró que Arizona hubiera compartido esa
inquietud. Al sacar el tema, por lo menos Callie era consciente de que se
trataba de un posible desencadenante. -Hay un montón de maneras de masaje.
-¿Te importaría estar su tú estómago?
Sacudiendo la cabeza, Callie volvió
a su posición. Apoyó la cabeza en sus brazos de nuevo con un suspiro relajado.
Ella no quería hacer una gran cosa de este tema. Lo mejor que podía hacer era
mantener la calma y seguir el ejemplo de Arizona. -Estoy bien. Hay loción en mi
mesita de noche.
Arizona, se inclinó sobre sus pechos
desnudos rozando contra la parte posterior de Callie, y hurgó en el cajón
brevemente antes de retirarse. Callie exhaló temblando cuando su calidez
desapareció, extrañándola, luego soltó una bocanada de aire y se sobresaltó cuando
las manos de Arizona comenzaron a frotar la loción en los músculos tensos de
sus hombros.
-Maldita sea, bebé. Excavando, Arizona
acarició con firmeza y Callie se derritió en su tacto. -Creo que necesitabas
esto.
-Definitivamente sí, murmuró Callie
en su almohada. Sus párpados se dejaron caer en el placer al ritmo de las suaves
manos de Arizona. Luego Arizona se sentó a horcajadas sobre las caderas de
Callie, presionando su centro tibio
contra el culo de ella, y los ojos de Callie se abrieron por la sorpresa.
-¿Está bien? Arizona preguntó,
meciendo sus caderas suavemente contra la parte inferior de Callie. -Es más
fácil para llegar a esos nudos que tienes desde esta posición.
Callie se encendió tan rápidamente que
tomó toda su fuerza de voluntad no voltearse para tomar a Arizona entre sus
brazos. -Eso es perfecto.
Arizona, trabajó en silencio durante
algún tiempo, metódicamente acariciando desde la parte superior de la espalda
de Callie y recorrer toda la espalda hasta que los pulgares amasaron la parte
superior de sus nalgas. Luego se sentó sobre los muslos de Callie, y se quedó masajeando
la base de la columna vertebral de
Callie durante mucho tiempo.
Al darse cuenta que Arizona podría
estar esperando su permiso, Callie dijo: -Tócame donde quieras. Todo se siente
bien.
Con eso a Arizona se le hizo más
fácil, entonces comenzó a amasar y acariciar una nalga con cada mano. Callie se
concentró en su respiración, tratando de no soltar el gemido desenfrenado que
amenazaba con soltarse de su garganta. Oyó a Arizona luchando muy duro para
mantener sus reacciones bajo control.
Haciendo su camino por las piernas
de Callie, Arizona terminó con un masaje de pies, que dejó a Callie incapaz de
reprimir un gemido de puro placer. Cuando sus manos dejaron el cuerpo de
Callie, Callie frunció el ceño, sintiendo un frío insoportable por su ausencia.
-Date la vuelta. La voz gutural de
Arizona envió un escalofrío por el cuerpo de Callie. -Ahora tu frente.
Callie obedeció. Inmediatamente Arizona
arrastró su mirada por la longitud del cuerpo de Callie, provocando que sus
pezones se endurecieran dolorosamente.
La lengua de Arizona se asomó y se
humedeció los labios. -Me gusta tu frente.
-¿En parte por toda esa cosa de
querer chicas con tetas grandes?, ¿verdad?.
-Exactamente. Moviendo sus manos
recién humedecidas con la loción, y colocándolas para descansar sobre los
hombros de Callie, Arizona, la tocó suavemente, poco a poco haciendo su camino
pora trazar la pendiente de los pechos de Callie con los dedos. -¿Puedo tocar?
-Sí. Callie arqueó la espalda por el
contacto de las manos de Arizona, quien llenó sus palmas con los montículos de
de la carne. Se sentía tan bien que la tocaran de esa manera. Su piel era sumamente
sensible, y pronto sus pezones erectos
estaban doloridos por debajo de las palmas de Arizona.
-Nada de sexo, le susurró Arizona,
como si ella quisiera recordarlo para sí misma.
Callie asintió con la cabeza, sin
pronunciar una sola palabra. El toque de Arizona se sentía tan increíble que
ella anhelaba cerrar los ojos y tapar todo, excepto la sensación de su tacto
suave, pero eso significaría no mirar el rostro de Arizona. El amor y la
confianza en los ojos de Arizona eran la mejor parte de toda la experiencia y
Callie no quería perdérselo por nada.
Por último Arizona, se movió más abajo,
rozando sus manos a través de la curva del vientre de Callie. Su boca se torció
en una sonrisa cuando ella trazó la forma de ombligo de Callie con su dedo.
-Probablemente debería detenerme aquí. O si no podría meterse en problemas.
Exhalando, Callie sabía que probablemente
era una decisión sabia. -¿Ahora te toca, entonces?
-Mi turno. Arizona se trasladó a
otro de Callie, lo que le permitió sentarse.
Callie pudo ver la indecisión de
Arizona, mientras trataba de decidir qué hacer a continuación. -¿Quieres empezar
en su frente?
Arizona, se sonrojó. -No, eso está
bien.
-Tú puedes simplemente sentarte y yo
me siento detrás de ti. Callie le puso una mano sobre el hombro de Arizona,
empujando suavemente. –Ponte delante de mí, mientras yo doy la vuelta
-No. Tomando una respiración profunda,
Arizona, puso su rostro con esa expresión familiar de obstinada determinación.
-No, yo quiero que me frotes la espalda. Y quiero que te acuestes sobre mí para
ello. Ella volvió a respirar, esta vez más inestable. -¿Puedes colocarte a mi
lado por un minuto? Vamos a ver cómo me siento antes de empezar?"
-Por supuesto. Callie estaba de su
lado, plantando un codo para sostener la cabeza. -Tómate tu tiempo.
Con cautela, Arizona, se sentó en el
colchón. Ella rodó sobre su estómago, cruzando los brazos por debajo de su
almohada y apoyando la mejilla en su contra. Frente a Callie, ella tragó
saliva, el pánico intermitente en sus ojos.
-No te dejes volver allí, dijo
Callie en voz baja. Ella no tocó a Arizona, simplemente se colocó de tal
forma que sus rostros quedaron a
pulgadas de distancia. -Ahora estás a salvo. Estás conmigo. Y nadie va a hacer
nada que tú no quieres. Te lo prometo.
Intermitente, Arizona susurró: -Yo
sé.
-Dime cuando estés lista para que te
toque. Si quieres probar otra cosa, me lo puedes decir también. Esto se supone
que es para hacerte sentir bien. Eso es todo lo que yo quiero hacerte hacen
sentir bien.
Arizona, cerró los ojos brevemente y
luego los abrió. -Usa tu mano para tocar mi espalda. Sólo un poco al principio.
Sin cambiar de posición, Callie
roció un poco de loción en la palma de su mano con cuidado lo colocó en el centro
de la espalda de Arizona. La frotó con círculos lentos, observando el rostro de
Arizona para detectar cualquier signo de malestar. Todo lo que veía era placer
y confort. -¿Te gusta eso? Callie murmuró, en aras de la comunicación.
-Oh, sí. Arizona, se retorció un
poco bajo su tacto. Trata ahora con las dos manos.
Callie se sentó con las piernas
cruzadas al lado de Arizona, torciendo la parte superior del cuerpo para poder
cubrir la extensión de la espalda delgada de Arizona con las dos manos.
Extendiendo los dedos hacia fuera, mantuvo el contacto suave y viendo en todo
momento la cara de Arizona y el cuerpo para comprobar su reacción. Arizona
exhalaba, la mirada clavada en el rostro de Callie.
-Esto se siente maravilloso. Los
hombros de Arizona se relajaron visiblemente. -No puedo recordar la última vez
que me has tocado así.
Tampoco podía Callie. Aumentó la
presión de sus manos, pasando los pulgares suavemente en la espalda de Arizona
y lo que provocó un sonido de placer que hizo temblar a Callie. Lo he extrañado
-Al igual que yo. Arizona movió las
caderas muy ligeramente mientras se acomodaba en la cama. –Tú puedes ir más
bajo. Estoy bien.
Callie dejó sus manos a la deriva por
la parte inferior, sin cambiar de posición. Ella no creía que fuera una buena
idea ir a horcajadas sobre Arizona y
hacer que se sintiera atrapada de alguna forma. Esperaba que Arizona estuviera
de acuerdo y que ella no le pidiera empujar
ese límite en particular. -La forma femenina realmente pone al hombre en
vergüenza, dijo Callie mientras trazaba la curva de las caderas de Arizona con
la punta de los dedos. -No estoy segura de que alguna vez me hubiera dado
cuanta, hasta la primera vez que te vi desnuda.
-Tú me haces feliz, Calliope. Y, en
efecto, Callie podía oír la sonrisa en su voz.
-Bueno. Me gusta hacer eso. Renuente
a ir más al sur, sin embargo, Callie alisó sus manos por los lados de Arizona,
apenas acariciando la curva de sus pechos. Callie se quedó inmóvil de inmediato
y se alejó. -Lo siento, dijo Callie a toda prisa. -Yo no estaba pensando.
Cuando Arizona había compartido su
historia la otra noche, Callie había escuchado tanto como su pareja y como mujer
y no podía imaginar el sufrimiento de este tipo de violación. La idea de estar
atrapada boca abajo, mientras que sus pechos eran manoseados horrorizaba a
Callie, la imagen era tan degradante que no podía creer que Arizona no recordara
su reacción visceral al haberla tocado de esa manera. Sabiendo que acababa de
hacer la cosa equivocada en el momento equivocado, Callie esperó la lluvia radiactiva.
Ventanas de la nariz de Arizona
estallaron cuando ella exhaló lentamente. -Estoy bien ahora. Te lo prometo.
-¿Quieres seguir adelante?. Callie
tomó una respiración profunda. Sabiendo que hacerle demasiado caso a este lapso
pequeño, sólo empeoraría las cosas. Si Arizona no quería que ella se detuviera,
ella no lo haría. -Dime qué hacer.
Asintiendo con la cabeza, Arizona,
murmuró, -Sólo tienes que ir a un lugar diferente. Baja.
Callie roció más loción en sus
manos, frotándolas para calentar su piel antes de colocar las palmas justo por
encima de culo firme de Arizona. Vacilante, ella se deslizó hacia abajo con
mucha cautela hasta que tuvo una nalga en la palma de cada mano. Esta era sin
duda una de las más audaces caricias que ella había dado a Arizona desde la
violación. La sensación de la suave piel de Arizona, inflamó su lujuria y agitó
nerviosamente una ansiedad profunda en
el estómago de Callie.
Arizona, se quejó. -Eso es bueno.
Así que Callie siguió su camino,
frotando y apretando los músculos tensos, trazando la forma femenina de Arizona
con los dedos. Mientras Arizona se relajaba separando sus muslos, aliviada.
Callie luchaba por ignorar la mirada ocasional a los labios de color rosa
negra, el embriagador aroma de la excitación evidente de Arizona. Pero dentro
de ella se emocionó al saber que Arizona estaba encendida. A pesar de que
significaba que tenía que trabajar más duro para no conectar este masaje con el
sexo, también era un claro indicio de que Arizona ya no se sentía incómoda con
su posición postrada.
Después de pasar unos minutos escuchando
los gemidos satisfechos de la garganta de Arizona, Callie se trasladó hasta las
pantorrillas. Ella se aseguró de golpear todos los grupos musculares,
terminando con un masaje de pies más profundo de lo que había sido capaz de
entregar en el sofá. Una vez terminado, se sentó y miró la cara de Arizona por
alguna señal de que quería seguir adelante.
-¿Te importaría ponerte de frente para
mi ahora?
El corazón de Callie fue golpeado
con una alegría nerviosa. -Eso sería genial.
Arizona, dio la vuelta, revelando
los pezones duros como piedras y su recortada mata de vello púbico, Callie
pensó en silencio. Hasta el momento, incluso con un par de posibles momentos de
disparo, esto había ido bien. Arizona parecía tan prudente, al no presionarla
demasiado. Pero el propósito de este ejercicio era recuperar la comodidad con
el cuerpo del otro. Callie se preguntó si Arizona querría que ella le tocara los
pechos. Ella no lo había hecho desde la violación.
-¿Por dónde debo empezar? Callie se
frotó otra porción de crema entre sus manos.
Arizona, agarró a Callie por las
muñecas y colocó las manos de ella sobre
sus hombros. Callie acarició con los dedos pulgares los músculos de Arizona,
sonriendo a los ojos azules que tanto le gustaban. Coincidiendo en su sonrisa,
Arizona repentinamente arrastró las manos de Callie hacia abajo hasta que cubrió
los pechos. Callie se quedó inmóvil, buscando la cara de Arizona, para adivinar sí existía algún vestigio de
ansiedad.
-Toca, dijo Arizona. Ella quitó sus
manos, dejando a Callie por su cuenta. Los pezones turgentes se asomaron en el
centro de la palma de la mano de Callie, sin duda dolorosamente sensibles, y Callie
con mucho cuidado pasó las yemas de los dedos arriba y luego por las laderas de
los pechos de Arizona.
-¿Te gusta? Callie deslizó ambos
pulgares alrededor de la curva inferior de los senos de Arizona, mientras
sentía a su propio corazón palpitar dentro de sus pecho. -Tú recordarás decir “unicornio”
si quieres que me detenga, ¿verdad?
Arizona se echó a reír, aliviando
los temores de Callie. -Voy a recordarlo. He echado de menos tener tus manos
sobre mí, Calliope. No tienes idea de cuánto.
Callie mantuvo sus manos sobre los
pechos de Arizona, manteniendo su contacto no sexual tanto como fuera posible,
pero sin rehuirle, al mismo tiempo, el deseo que sentía por su pareja. -Vamos a
tener que hacer esto más a menudo, entonces.
Sonriendo brillantemente, Arizona,
dijo: -Sí, por favor.
No queriendo quedarse demasiado
tiempo en una zona erógena, obviamente, Callie pronto se llevó las manos a la
curva ligera del estómago de Arizona. Sus ojos se perdieron entre las piernas
de Arizona, admirando una buena visión de su vagina.
-Quizá la próxima vez puedas besarme
ahí, murmuró Arizona ronca. Se pasó una mano entre sus piernas, riéndose cuando
la mandíbula de Callie se tensó.
Callie echó su mirada para
encontrarse con Arizona. -Tal vez. Ella se sentó sobre los talones, de acuerdo
con la evaluación anterior de Arizona ese era
un punto de parada seguro. -Probablemente sea bueno parar ahora.
Arizona, le dirigió una sonrisa con
hoyuelos. -Mujer inteligente.
-Eso me han dicho. Callie se acostó
al lado de Arizona, completamente a
gusto con la idea de permanecer desnuda durante un tiempo. Tal vez incluso toda
la noche, si Arizona lo queria. -¿Cuanto quieres apostar que vamos a obtener
una A en esa tarea?
-A-plus, dijo Arizona. -Esta fue una
buena manera de pasar una noche.
-Estoy de acuerdo. Callie suspiró
con satisfacción.
-Fue mejor que el sexo no estuviera
sobre la mesa, creo. Arizona remontó el pulgar por el labio inferior de Callie.
–Ha hecho que sea más fácil relajarse y dejar que las cosas sucedan.
-Yo también lo creo.
-Y fue bueno... meterme en esa
posición otra vez, y sentirme tan en control de lo que estaba pasando. Saber
que nada malo iba a pasar si yo me entregaba a ti. Arizona, con los ojos
brillantes, disminuyó la distancia entre ellas y besó el lugar donde el pulgar
había estado. –Facilita el hacerme vulnerable, para disfrutar de tus manos, y
no tener miedo de lo que está por venir.
-Siempre estarás a salvo conmigo,
cariño. Mi trabajo es protegerte. Callie besó una vez más a Arizona, barriendo con
su lengua la boca de ella, suficiente para dar a conocer su deseo, pero sin
iniciar nada más. -Y estoy feliz de darte un masaje en cualquier momento.
Simplemente pregunta.
-Lo recordaré. Arizona se mordió el
labio, vaciló un momento y luego rodó sobre su costado para quedar a espaldas a
Callie. Acercándose hacia atrás, Arizona, apretó la parte inferior en la
entrepierna de Callie. Luego llegó a la espalda y capturó su muñeca, tirando de
su brazo alrededor de la cintura, alentando a Callie a estrecharla con fuerza.
Esta era la primera vez que habían adoptado
esa posición desde la noche de la violación. Era difícil creer que había pasado
tanto tiempo, pero Callie sabía que era verdad aunque sólo fuera porque abrazar
a Arizona de esta manera se sentía extraño ahora. Después de la primera mala reacción de Arizona, parecía no
querer volver a intentarlo, tal vez simplemente por no querer hacer algo que sabía
que podría causar molestias, mientras trabajaba para reconstruir la confianza.
Cualquiera fuera la razón, Callie contuvo el aliento y esperó a ver cómo iba a
reaccionar Arizona ahora, ante el abrazo familiar.
Arizona, sollozó, y luego los
hombros empezaron a temblar. Antes de que Callie pudiera retroceder, Arizona,
la cogió del brazo con fuerza, como para impedirle hacer nada precipitado.
-Estas son lágrimas de felicidad, susurró Arizona. -No te atrevas a moverte.
Confiando en la alegría que escuchó
en la voz de Arizona, Callie extendió sus dedos sobre el estómago desnudo de
Arizona y la acunó cerca. -Yo no voy a ninguna parte.
Esta historia continuará…
Capítulo publicado originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/3561.html