CAPÍTULO
DIECINUEVE – PRIMERA PARTE/2
Arizona pasó los días siguientes canalizando
cada pedacito de su energía en estar con Callie y observarla en cada cirugía,
mientras ella no estuviera realizando alguna o en las rondas de sus propios
pacientes. Eso significaba empujarse a sí misma desde el momento en que se
despertaba en la mañana hasta que ponía la cabeza en la almohada por la noche,
para estar plenamente presente en sus interacciones con Callie, para absorber
el amor y el apoyo que ella le ofrecía y para dedicarse por completo a sus
pacientes cuando estaba en el hospital. Pensó que cuanto más se centrara en lo
que era más importante para ella: Callie y sus pequeños humanos, menos
oportunidades habría para su mente divagara.
Se sentía intrínsecamente injusto
tener un juicio que se cernía sobre su cabeza justo cuando ella estaba asentándose finalmente en una rutina de nuevo.
Profesionalmente estaba de vuelta, y el progreso en su vida personal había
comenzado a tomar su ritmo. El regreso de su vida sexual era un hecho positivo
y curativo en casos excepcionales. Tanto es así que los recuerdos del ataque sólo
en raras ocasiones se filtraban en momentos aleatorios de algunos días.
Pero las noches eran diferentes. Por
la noche, Arizona, se venía abajo.
Dormida, no tenía defensas. Ella
soñaba. A veces eso significa volver a vivir cada momento terrible de la
violación. Más a menudo últimamente, sus sueños la llevaban al estrado de los
testigos. Las pesadillas eran testimonios, no menos aterradores que los del
ataque. Tuvo la primera después de ver a Colin Thomas en la televisión en el
bar de Joe, ella estaba en medio de su testimonio, cuando vio con horror como
el juez, los miembros del jurado y el público desaparecieron, dejándola sola
con Colin Thomas. Ella se despertó mientras él cruzaba la habitación para
castigarla por haber hablado acerca de lo que había hecho.
Aún así no se había asustado tanto
como la última vez, en la que Colin Thomas, habiendo decidido representarse a
sí mismo en el tribunal, interrogó a Arizona acerca de cada detalle explícito
de la violación con una sonrisa en su rostro. Incluso la obligó a admitir que
había estado mojada cuando la penetraba, y daba a entender que era una prueba
de consentimiento. La indignación en los rostros de los miembros del jurado
imaginarios aún permanecía con ella, días más tarde.
Lo peor de los sueños era su
incapacidad para ocultarlos de Callie. Tan difícil como era, Arizona trataba de
no molestarla, pero Callie estaba siempre allí mismo después de cada pesadilla
para abrazarla y consolarla para volver a dormir. Dejar que Callie viera su
debilidad le daba vergüenza, pero la presencia tranquilizadora de ella era
probablemente lo único que la mantenía en su sano juicio, eso y ser capaz de
confiar en la Dra. Watson, quien le aseguró que lo que sentía era normal, y que
no iba a durar para siempre.
Con esto en mente, Arizona estaba
tratando de tomar las cosas un día a la vez. Ella se centró en lo que estaba
justo en frente de ella y trató de ignorar lo que podría suceder en el futuro.
Se dijo que no tenía sentido atormentarse con pensamientos del juicio hasta que
eso se presentara sobre ella, porque aunque no podría escapar a la necesidad de
testificar, ella no tenía que dejar que la ansiedad por hacerlo arruinara su
vida, mientras tanto.
Por supuesto, eso era más fácil decirlo
que hacerlo, sobre todo ahora que Arizona, se sentó en su oficina después de
una exitosa cirugía de resección tumoral y escuchó el primero de dos mensajes
de voz en su teléfono celular. La voz masculina desconocida inmediatamente la
puso a la defensiva, sin embargo, al escucharlo la lanzó al pánico.
"Hola, soy Kent Johnson,
estoy llamando desde la Unidad de Asalto
Especial en la oficina del fiscal del condado. La Detective Janis Mendoza me
dio su número y me indicó que está dispuesta a testificar en el caso del estado
contra Colin Thomas por múltiples cargos de violación. Entiendo que las muestras
de ADN recogidas en su caso coincidieron con las del acusado, lo que sin duda
hace que su testimonio sea extremadamente relevante para el enjuiciamiento. Hay
una cierta cantidad de presión para que este caso en particular vaya a juicio
rápidamente, así que aprecio mucho si pudiéramos reunirnos a la brevedad
posible. Nuestra oficina trabajará con usted en la preparación de su
declaración y para responder a cualquier pregunta que tenga sobre el proceso.
Si usted pudiera por favor darme una llamada tan pronto como sea posible, yo
estaría muy agradecido. "
En el momento en Kent Johnson recitó
su número, Arizona, había dejado de escuchar. Ella grabó su mensaje para poder
obtener su información de contacto más tarde, estaba demasiado asustada para
encontrar un bolígrafo para apuntarlo hacia ahora.
Esto estaba sucediendo realmente.
Ella realmente iba a tener que enfrentarse a su atacante en los tribunales.
Para decirle a todos lo que había hecho.
Arizona luchó contra las ganas de
vomitar mientras el tono de su correo de voz empezó a sonar. Otra voz
masculina, también desconocida, pero este sonaba más ansioso.
"Hola. Estoy llamando para, eh,
Arizona Robbins. Mi nombre es Dan Romero y obtuve su número de la Detective
Mendoza. Bueno, en realidad, ella le dio su número a mi hermana, Sofía. La detective
dijo que usted estaba interesada en hablar, eh... a otras víctimas. Sofía la está
pasando bastante mal ahora mismo, pero finalmente accedió a que la llamara.
Creo que realmente puede ayudar si usted habla con ella. O tal vez no, no lo
sé. Pero yo no... no sé qué más hacer por ella. Si pudieras darme una llamada,
se lo agradecería. "
Arizona, buscó una pluma y escribió
los datos que Dan Romero le dio. Es obvio que tendría que atender primera
convocatoria. Ella sabía que tenía que ponerse en contacto con la oficina del
fiscal, pero quería desesperadamente evadirlo un poco. Y si Sofía Romero estaba
sufriendo y dispuesta a hablar con ella, Arizona, quería estar allí.
Echando un vistazo al reloj,
Arizona, decidió que tenía suficiente tiempo para hacer la llamada antes de que
ella se tuviera que reunir con Alex
Karev para discutir opciones de tratamiento para un paciente con cáncer recién
diagnosticado. Cogió el teléfono y marcó el número que acababa de escribir con garabatos,
luchando contra una punzada de ansiedad porque no sabría qué decir cuando Dan
atendiera. Ella no tuvo que esperar mucho para averiguarlo.
-¿Hola?. La voz profunda y masculina
en el otro extremo de la línea sonaba vacilante, como si él tampoco estuviera
muy seguro acerca de cómo enfrentar la
conversación.
-Hola..., ella dudó un momento y luego siguió adelante
por el bien de su hermana. …-Soy Arizona
Robbins. Acabo de recibir su correo de voz... de Sofía. Así que estoy
devolviendo la llamada
-Oh. Maravilloso…, la voz de Dan sonó
emocionada, …Gracias, te lo agradezco.
-No hay problema. Me alegro de que
hayas llamado. Arizona, esperó a que él dijera algo más, pero cuando no lo
hizo, agregó, -Lamento saber que ella está teniendo un momento muy difícil
-Sí…, Dan se aclaró la garganta, sonaba
como si estuviera tratando de hablar en voz baja, …-Esto ha sido muy difícil
para ella. Bueno, obviamente. Estoy seguro de que... estoy seguro de que usted entiende. Hizo una
pausa. -Me gustaría que no fuera así, sin embargo,…
-Yo también..., Queriendo levantar
el ánimo, Arizona se obligó a aparentar un brillo que no sentía. …-Pero yo
estoy haciéndolo mejor cada día. Sofía llegará allí, también. Sólo hace falta
tiempo.
-Espero que sí. En este momento se
siente como que está rota para siempre. Nada de lo que diga o haga la hace
sentir mejor.
Arizona, escuchó el fondo de su
propio dolor, la agonía de un hermano mayor sintiéndose impotente para
solucionar este problema. -¿Cómo estás?
-Estoy bien.
-Sé que no puede ser fácil, lidiar con esto. Arizona tomó la pluma sobre
el escritorio para tener algo con que distraer sus manos. -Mi pareja realmente
ha tenido un tiempo duro con eso, también, por no ser capaz de quitarme el
dolor. Y encima de todo, ver lo que usted debe haber visto. Debe haber sido
horrible.
-Sí. Pero no es nada comparado con
lo que Sofía está pasando.
El corazón de Arizona se rompió por
ambas, y su odio por Colin Thomas creció increíblemente profundo. –
-La Detective Mendoza me dijo que va
a testificar en el juicio. Gracias.
-No me siento como si tuviera otra
opción, de verdad. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Dan bajó la voz aún más, casi
susurrando. -Honestamente, quisiera que
Sofía pudiera ir a testificar, pero no veo que eso pueda ocurrir. No en
el lugar donde ella está en este momento.
-Usted dijo que ella accedió a dejar
que me llame, pero ¿es lo que quiere?, ¿hablar conmigo?
-No creo que ella quiere hablar con
nadie acerca de lo que pasó, pero en algo tiene que ceder..., Dan sonaba como
si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras, …-Apenas duerme, y cuando
lo hace, tiene pesadillas, se que son malas pero no me dice nada acerca de
ellas, pero lo puedo oír a través de la pared. Ella casi no come, todavía va a clases, pero no me sorprendería
si sus calificaciones sufren debido a esto. Todo eso, y ella se niega a ir a
terapia. Así que no sé cómo solucionar este problema. Le rogué que me dejara llamarla
para que ella pudiera hablar con alguien, quien sea, le dije que usted tiene
una idea de lo que está pasando, y ella finalmente accedió a que la llamara.
-Bueno, no voy a ser capaz de
arreglarla…, dijo con suavidad Arizona, …-Pero si ella quiere hablar, estoy
aquí para ella.
-¿Estaría usted dispuesta a venir a
nuestra casa cuando tenga una tarde libre? Sofía llega a casa de clases a las
cinco todos los días. Él dio una risa débil.
-Su horario es de par en par.
Arizona se percató que estaba
haciendo planes para ir al apartamento de un hombre extraño, basado en su
palabra. Incluso si el fuera quien me dijo que era, Arizona no quería
arriesgarse, sin estar absolutamente segura de que no iba a ser emboscada. -Eso
estaría bien, pero ¿te importa si hablo con Sofía por un minuto? Yo confío en
ti, pero…
-Por supuesto, lo entiendo. Usted
quiere estar segura de que ella te está esperando.
-Sí. Ella también quería asegurarse
de que no iba a terminar sola con un extraño en su apartamento.
-¿Puedes esperar por un minuto?
-Por supuesto, dijo Arizona. La
línea quedó en silencio, y luego, un minuto más tarde, oyó unas voces apagadas.
Ella se esforzó en escuchar lo que Sofía le decía a su hermano, pero sus
palabras eran poco claras. Luego sólo
hubo silencio.
Cuando Arizona comenzó a preguntarse
si Sofía se negaba a hablar con ella, con voz tranquila, una mujer un poco
ronca dijo: -¿Hola?
Arizona inspiró aire, sintiéndose de
repente nerviosa. -Hola, ¿eres Sofía?
-Sí.
-Hola. Yo soy Arizona Robbins…
-Yo sé quién eres. La voz de Sofía temblaba como si estuviera
tratando de contener las lágrimas en la bahía. -Dan dijo que quería asegurarse
de que yo estaba conforme que usted viniera a hablar conmigo
-Yo no quiero hacer nada que te
moleste. Arizona, cerró los ojos,
abrumada por el dolor que ella escuchaba en cada palabra que dijo Sofía. Se
transportó de vuelta a las primeras semanas después de su propia violación,
cuando todas las emociones habían sido tan agudas y agonizantes. -Me tomó un
tiempo antes de que yo quisiera hablar de eso, también. Lo entiendo.
Más silencio. Entonces Sofía dijo,
¿Hablar realmente pueden ayudar?
-A mí me ayudó.
Sofía resopló. -No sé si pueda, dijo
con voz ronca. -Usted puede venir, pero no puedo prometer que voy a ser capaz
de hablar con usted acerca de esto.
-Y eso está bien. Arizona, levantó la vista hacia el sonido de
un golpe en la puerta de su oficina, mostrando una pequeña sonrisa cuando
Callie asomó la cabeza en el interior. -Usted no tiene que hablar. Yo puedo ser
la que hable. O no lo hablamos. Lo que tú quieras.
Callie le lanzó una mirada burlona,
y le hizo señas de Arizona entrando de puntillas en la habitación, se sentó
frente a Arizona, y colocó una magdalena de color rosa en el centro de su
escritorio. Luego se acomodó con una sonrisa satisfecha de sí misma.
Sofia exhaló con voz temblorosa,
llamando la atención de Arizona de nuevo a la conversación. -Muy bien. Gracias.
-Por supuesto…, Sofía?
-¿Sí?
-Tengo una idea de cómo te sientes
en este momento, y es agobiante. Realmente, es una mierda. Pero se pone mejor,
te lo prometo. Frunciendo el ceño, Callie se inclinó sobre la mesa y tomó la
mano de Arizona quien le devolvió el gesto con una sonrisa de agradecimiento.
-¿Mañana por la noche está bien para ti?, ¡Alrededor de las siete, tal vez?
Sofía dio una risa hueca. -Sí, voy a
estar aquí.
-Bueno, bueno. Tengo una pluma si quieres
me das tu dirección. Arizona anotó la dirección de Sofía y luego dijo: -Te veré
mañana. Trate de conseguir algo de sueño esta noche.
-Voy a intentarlo.
-Yo sé que es más fácil decirlo que
hacerlo. Hasta pronto.
-Adiós. Sofía colgó, dejando el corazón
de Arizona adolorido.
Arizona, puso su teléfono celular en
su escritorio, tomó una respiración para estabilizarse, miró los tiernos ojos marrones de Callie y le dio una
suave apretón con la mano. -Gracias por la magdalena.
-¿Quién dice que es para ti?
Se relajó en la burla cariñosa de
Callie, feliz de caer en las bromas familiares. -Tú no eres lo suficientemente
cruel para burlarse de mí con algo como eso y luego no dármelo.
Una mirada malvada cruzó por la cara
de Callie, que rápidamente fue sustituida por una sonrisa más neutral. -Yo la
vi en la sala de enfermeras. A pesar de su curiosidad obvia acerca de la llamada
telefónica de Arizona, Callie parecía dispuesta a permitir extenderse en un tema
más ligero, por el momento. -Es de color rosa. Y dulce. Me recordó a ti
Ante el calentamiento por el tono coqueto de Callie, Arizona, sonrió con
mucha más facilidad de lo que hubiera esperado. -¿Quieres compartirlo conmigo?
-Si tú insistes
Arizona, se rió entre dientes y
desenvolvió el pastelito, rompiéndolo por la mitad aproximadamente. Dejó que
Callie eligiera, sonriendo cuando ella tomó la porción un poco más pequeña con
un gemido de felicidad.
-No he comido durante horas. No me
han dejado ni sentarme en todo el día. Callie le dio un mordisco y se echó
hacia atrás, luego de forma incidental preguntó: -¿Cómo está tu día?
Consciente de que Callie quería
saber acerca de la llamada que había interrumpido, Arizona, dijo, -El hermano
de la última niña que Colin Thomas atacó me dejó un mensaje de voz para pedirme
que por favor fuera a hablar con ella. Ella la está pasando muy mal, no quiere
ir a terapia, y sonaba bastante desesperado para que ella hablara con alguien.
Yo quería asegurarme de que estaba bien para ella, en el momento en que tú
entraste, así que hablamos por un minuto.
-Sonaba como si estuviera de
acuerdo.
-Ella no está segura de poder hablar
de ello. Pero de todos modos veremos. Arizona, parpadeó y miró la magdalena en
la mano. Ella le dio un mordisco pequeño, con la esperanza de que ayudará a
calmar su emoción en aumento. -El nombre de su hermano es Dan.
Callie le tocó el brazo de Arizona, exudando
la comprensión silenciosa. -Parece un buen tipo.
Arizona, asintió con la cabeza,
parpadeando con rapidez para obligar a suprimir sus lágrimas mientras una ola
de dolor fresco la golpeó en el pecho, provocada por el recuerdo de su propio
hermano. Desde que el murió, ocurría cada vez menos, pero de vez en cuando, un
pensamiento o la memoria perdida podría desencadenar el dolor de la pérdida
abrumadora de nuevo. -Hablar con él me recordó lo mucho que extraño a mi Tim.
-Lo siento mucho, cariño.
Acariciando con su pulgar la muñeca de Arizona, Callie tomó el último pedazo de
su magdalena y se desplazó más cerca. -¿Puedo ir contigo mañana?
-Oh, tú no tienes que hacerlo.
-Lo sé, pero yo quiero. Yo entiendo
que ella no me quiera cuando hables con ella, puedo esperar en el coche o algo
así. Pero esto será muy intenso, y yo quiero estar allí para ti.
Arizona podía ver que Callie había
tomado una decisión, y sinceramente, no quería rechazar. Ella prefería a Callie
con ella, y no sólo porque todavía la ponía nerviosa salir sola de noche.
Hablar con Sofía Romero, estar tan cerca de tanto dolor, sin duda iba a ser
algo muy intenso. En su corazón, Arizona, sabía que necesitaría a Callie
mañana.
-Muy bien. Gracias, Calliope.
Reuniendo una sonrisa valiente, Arizona, dio otro mordisco a su magdalena.
Entonces se acordó de su primer mensaje de correo de voz y perdió toda esperanza
de disfrutar de su dulce.
Callie tuvo que haber visto algo en
los ojos, porque frunció el seño y dijo: -¿Hay otra cosa, cariño?
Arizona ingirió. -Yo tuve otro
correo de voz desde la oficina del fiscal. Ellos quieren que yo llame para que
podamos empezar a preparar mi testimonio.
-Chica popular hoy, dijo Callie.
-Parece que te traje la magdalena, justo a tiempo.
A pesar de que la magdalena no había
hecho exactamente todo lo mejor, Arizona, asintió con la cabeza. -Creo que es
más porque te trajo a ti justo a tiempo, pero sí. Tú lo hiciste.
Callie le dirigió una sonrisa
tímida. –Trata de decirte a ti misma que
entrar en contacto con la oficina del fiscal significa dar un paso más
cerca de Barcelona. Y eso va a ser grande. ¿De acuerdo?
Arizona, trató de internalizar el
sentimiento, aunque no lo estaba sintiendo totalmente. -Está bien. Pero no voy a
volver a llamar esta tarde. Lo mantendré hasta mañana.
-Sí, dijo Callie suavemente. -No lo
hagas
-En ese sentido, se supone que debo
reunirme con Alex, ¡oh!, hace cinco minutos.
Callie asintió con la cabeza,
devorando el último bocado de su magdalena y se puso de pie. -¿Te veré más
tarde?
Arizona, caminó alrededor del
escritorio y se apretó a Callie en un fuerte abrazo, sorprendida por la forma
en que su tensión drena en el refugio de sus brazos amorosos. -Te adoro, le dijo
a Callie suavemente, besando justo debajo del lóbulo de la oreja para acentuar
el sentimiento. -Y no sólo por tus entregas de la magdalena.
Apretando su abrazo, Callie dijo: -La
magdalena es parte de ella, sin embargo.
En ese momento, Arizona sintió que
amaba a Calliope Torres más de lo que jamás hubiera esperado a amar a nadie.
Así que ella dijo, con sinceridad, -Pero sólo una pequeña parte.
#
Llamar a la puerta del apartamento
de Sofía Romero, la noche siguiente fue aún más aterrador de lo que Arizona había
anticipado, dio las gracias al universo de que Callie había insistido en ir con
ella. Sus piernas, literalmente temblaban mientras esperaba a que alguien
abriera la puerta. No se le había ocurrido a ella hasta la noche anterior que
esta sería la primera vez que hablaría con otro sobreviviente, cuya experiencia
era más fresca que la suya. Esa no era exactamente lo que había compartido,
junto con Lauren, y quería desesperadamente ser más fuertes para Sofía.
Por desgracia, en ese momento sentía
sus nervios destrozados por completo. Ella había estado preocupada durante todo
el día, y el hecho de que aún no había devuelto la llamada a la oficina del
fiscal sólo empeoró las cosas. Había tenido muchas oportunidades, pero no había
sido capaz de armarse de valor.
Como si percibiera su ansiedad,
Callie puso su mano en la parte baja de la espalda de Arizona. -Vas a ser
grande.
Antes de que Arizona pudiera
responder, se escuchó el desbloqueo de la puerta y esta se abrió la puerta,
ella sonrió por instinto al hombre con el pelo oscuro que las saludaba con una
sonrisa tensa. -¿Dan?
-Sí, dijo Dan, mirando a Arizona y
luego a Callie para volver de nuevo su vista hacia Arizona. -¿Tú eres Arizona?
-Yo soy. Es un placer conocerte. Arizona, señaló a
Callie, quien ofreció su mano. -Ella es mi pareja, Calliope Torres.
-Oh. Dan vaciló un momento antes de estrechar la
mano de Callie. -Es muy bueno conocerlas a los dos. Estoy muy contento de que hayas
venido. Dio un paso hacia atrás en su apartamento, haciendo un gesto para invitarlas
a entrar. -Sofía está en su habitación. Estaba a punto de poner algo en la
televisión, Calliope, si quieres quedarte aquí conmigo mientras hablan.
-Por supuesto. Y me puedes llamar
Callie. Arizona es la única que no lo hace.
Riendo, Dan dijo: -Bueno, Callie.
¿Quieres una cerveza o algo así? Voy a
tomar una para mí después que le muestre a Arizona la habitación de Sofía. Dan
metió las manos en los bolsillos y se balanceó sobre los talones. …¿O una lata
de refresco?
-Agua estaría bien. Callie apretó la
muñeca de Arizona, y luego se apartó. -Voy a esperar aquí.
-Gracias, dijo Arizona, y luego
reunió su coraje y se encontró con la mirada de Dan. -¿Cómo está hoy?
Su rostro se ensombreció. -No está
bien. Ella está nerviosa acerca de tu visita. Ella apenas dijo dos palabras
para mí.
-Te prometo que no se sentirá
intimidada... Arizona, forzó un poco la alegría normal en su voz, con la
esperanza de tranquilizarlo. …-Ella se dará cuenta rápidamente de que no hay razón
para estar nerviosa acerca de mí.
Asintiendo con la cabeza, Dan dijo:
-Me siento un poco responsable. Yo soy el que quería que hablara con usted. Tal
vez ella no esté realmente preparada
-Confía en mí cuando digo que ella lo
está. Mantener todo eso en su interior es tóxico. Nunca es demasiado pronto
para empezar la curación… Arizona, miró por el pasillo delante de ellos. …¿Está
su habitación ahí abajo?
-Sí. Dan pasó a su lado. -Voy a
hacerle saber que estás aquí.
Arizona, lo vio caminar hasta la puerta
al final del pasillo cuando la llamo en voz baja. Un momento después se abrió
una grieta y asomó la cabeza, hablando en voz baja. Luego dio un paso atrás y
le hizo una seña a Arizona para que se acercara.
Acercándose a la puerta con el
corazón palpitante, Arizona, se asomó en el interior y se encontró con la
mirada asustada de una niña de pelo oscuro que no podía tener la edad
suficiente para comprarse una bebida en Joe. Aturdida tanto por su juventud y como
por el agotamiento marcado por escrito en su rostro, al principio de Arizona
sólo pudo darle una débil onda. -Hola, Sofía.
-Hola. Sentada con las piernas cruzadas a los pies
de su cama, Sofía se recogió en su edredón y evitó los ojos de Arizona.
Arizona detectó la ira y la tristeza
en el sonido de la pequeña Sofía, la voz asustada, luego le dio un guiño a Dan
resuelta. -Vamos a estar bien.
-Está bien. Dan miró de nuevo a
Sofía. -Voy a estar en la sala de estar si me necesitas.
-Yo sé, murmuró Sofía. -Estoy bien.
-Ok. Mirando como si no estuviera
seguro de querer alejarse, Dan dijo: -Así que voy a ir a hacerle compañía a
Callie.
-Ella te lo agradecerá. Arizona, tenía la esperanza de que tal vez quisieran
hablar. Estaba segura de que tenían algunas cosas muy importantes en común.
-Nos vemos en un rato.
Después de Dan estaba fuera del
alcance del oído, Sofía dijo: -Puedes entrar
-Gracias. Arizona dio un paso dentro
de su dormitorio, tratando de no mirar a su alrededor. Aquí fue donde Sofía
había sido atacada. Arizona no podía imaginarse tratar de llevar a cabo su vida
en un lugar donde los recuerdos podían ser provocados por absolutamente todo a
su alrededor. No se había estacionado, incluso en el lado este del lote desde
su violación, completamente incapaz de hacer frente a volver a visitar el lugar
donde había ocurrido. Pero vivir allí cada día estaba más allá de lo
imaginable.
-¿Puedo cerrar la puerta de la
habitación?
-Claro. Haciendo retroceder los
pensamientos de lo que Colin Thomas había hecho, Arizona cerró la puerta, y se
puso de pie torpemente, mientras trataba de decidir dónde sentarse. El único
mobiliario de la pequeña habitación era la cama, una mesita de noche, y una
cómoda, y Arizona no estaba segura de cómo iba a reaccionar Sofía, si ella
sentía invadido su espacio.
Sofía se deslizó hacia su cabecera,
dando lugar a Arizona. -Usted puede sentarse si lo desea.
-Gracias. Arizona se acercó a los
pies de la cama y se sentó en el borde, y luego
dirigió su cuerpo hacia Sofía.
Sintiendo que Sofía no iba a iniciar ningún tipo de conversación real, Arizona decidió que sería ella, sin embargo, no
tenía ni idea de qué hacer a continuación.
Sofía, la sorprendió al romper el
hielo. -Eres muy bonita.
Cogida por sorpresa, Arizona se
sonrojó ante el cumplido. Era algo que había oído antes, que había creído,
incluso, pero ahora que lo recibió la hizo darse cuenta de que no se había
sentido así durante meses. En realidad
no. Sin embargo, Sofía fue claramente sincera. Hubo una leve admiración en su
mirada tímida que hizo que Arizona se sintiera aún más desequilibrada.
-Y tú eres muy amable. Arizona,
trató de no hacer obvio que Sofía le dio una mirada rápida una vez más. Tenía círculos oscuros debajo de sus ojos y su piel
bronceada parecía pálida. A pesar de que Arizona supuso que no tendría más de
veinte años, el agotamiento y la desnutrición estaban claramente tomando un
peaje. -Tuve un largo día de trabajo, así que no me estoy sintiendo así en este
momento.
Sofía se echó hacia atrás y hacia
adelante un poco, como si estuviera tomando el valor para hablar. -Usted
trabaja en el Seattle Grace Mercy West?
-Sí.
Evitando el contacto con los ojos,
Sofía dijo: -Ellos dijeron en las noticias que había atacado una empleada del
hospital. Me preguntaba si eras tú.
-Soy yo. Soy la chica con suerte que
salió al estacionamiento sola esa noche. Sin importar cuán frágil Arizona se sintió de pronto, ella sabía que la
mejor manera de animar a Sofía para hablar era tomar la iniciativa y hacerlo
con honestidad. -El ataque duró unos diez minutos en total, probablemente
menos, pero eso cambió completamente mi vida.
La garganta de Sofía se movió. -¿Y
luego te dejó ir?
Arizona, trató de decidir que tanto
podía decir. Ella quería ser sencilla, pero no a costa de molestar a Sofía.
-No. Él había terminado... y yo estaba esperando que él se fuera, pero se quedó
encima de mí. Otras dos cirujanas estaban caminando a sus coches y lo
interrumpieron justo cuando estaba empezando a darme cuenta de que iba a
empezar nuevo.
Sofía se derrumbó, disolvió en
lágrimas con tal rapidez que alarmó a Arizona. Mirando profundamente
avergonzada, se frotó la cara como si quisiera ahuyentar su emoción. -Lo siento.
-No, lo siento, murmuró Arizona,
colocando su mano sobre el edredón entre ellas. Hubiera querido tranquilizar a
Sofía de alguna manera, pero no estaba del todo segura de lo que podía decir. O
cómo calmarla. -No necesitamos hablar de esto, si es demasiado.
Sofía negó con la cabeza, secándose
los ojos con las manos temblorosas. -Me he estado preparando psicológicamente
para esto todo el día. Ayer por la noche cuando no podía dormir, pensaba en lo
que usted dijo en el teléfono, acerca de cómo se pone mejor y cómo le ayudó a
hablar. Y te ves mejor que yo. Soy un desastre. No puedo seguir así, y me
imaginé que con nadie iba a ser más fácil hablar que contigo.
Arizona, intentó sin éxito poner su
mirada. -¿Así que quieres hablar?
-Sí, dijo Sofía, luego se cubrió la
boca cuando un sollozo escapó. Ella inhaló antes de volver a hablar. -No sé
cuánto pueda decir en voz alta, pero tengo que intentarlo.
-Tú no tienes que decirme lo que te
hizo. No tienes que hablar de algo que no quieras hablar.
Sofía, inclinó la cabeza y cerró los
ojos, como si se concentrara en sus pensamientos. Después de un minuto
tranquila, ella dijo: -Me violó durante casi tres horas antes de que Dan
llegara a casa. Pensé que me iba a matar cuando lo hizo, y me hubiera gustado
casi... exhalando, Sofía bajó la voz casi hasta un susurro. …-En un momento
dado yo sólo quería que lo hiciera, que me matara, porque con eso se detendría.
“Tres horas”. La realidad de lo que
Sofía había experimentado golpeó profundamente en el intestino a Arizona,
deteniendo su respiración. Sintió náuseas, mientras trataba de comprender sus
propios diez minutos de dolor y el terror que se extendía a lo largo de un
período tan largo de tiempo. El pensamiento casi le desencadenó un flashback,
pero ante el reconocimiento de los signos, ella se centró en la respiración y
en los ejercicios de pensamiento que la Doctora Watson le aconsejó para mantenerse
a sí misma en el momento. Apenas.
-Danny me salvó, así que nunca
sabremos si él me hubiera matado o no. Pero no puedo dejar de preguntarme... Sofía,
por fin abrió los ojos. …-Supongo que en realidad no importa. Estoy viva, ¿verdad?
Eso es lo que importa.
-Todo el tiempo, al principio he
jugado el juego del “¿qué hubiera pasado si?. ¿Qué hubiera pasado si Meredith y
Cristina no se hubieran dirigido a sus coches cuando lo hicieron? Me pregunté
si él me hubiera matado, también… Arizona, se estremeció. …-Él no mató a la
primera mujer que violó. Sólo la dejó en un callejón, con una paliza, pero
viva.
Sofía se estremeció ligeramente. -¿Has
hablado con ella, también?
-Sí. Su ataque fue más parecido al
mío. Ella se dirigía a la parada de autobús después de salir del trabajo. Sacando
fuerzas para tratar de recordar su
conversación con Lauren, Arizona, se enderezó. -Es una mujer muy agradable. Muy
fuerte. Te gustaría.
Por primera vez desde que entró en
la habitación, Sofía la miró a los ojos.
-Usted dijo que llegaron un par de cirujanas
¿Es usted un cirujano?
-Lo soy. A diferencia de su
conversación con Laura, esta vez la admisión la llenó de orgullo. Ella pudo ver
la aprobación en la mirada de Sofía, y mejor que eso, la confianza.
-Estoy en pre-medicina. Las mejillas
de Sofía se volvieron color de rosa. -Quiero decir, yo sólo soy una estudiante
de segundo año en la Universidad de Washington. Pero yo planeaba ir a la
escuela de medicina
-Bien por ti. ¿Qué tipo de médico?
-Yo quería ser pediatra.
Arizona no pudo evitar sonreír con
eso. -Rock. Soy cirujana pediátrica.
Con los ojos muy abiertos, Sofía
dijo: -Eso es realmente genial.
-Yo creo que sí. Sofía repitió las
palabras en su cabeza, Arizona, frunció el ceño. -¿Por qué hablas de la escuela
de medicina como algo del pasado?
Sofía se mordió el labio inferior, abriendo
sus fosas nasales. Su negativa a sucumbir a llorar de nuevo quedó escrita por
toda la cara. La agonía de Sofía de mantener a raya todas sus emociones se
apoderaron del interior de Arizona, torciéndole la tripa en simpatía.
-Sofía…, murmuró Arizona. -Si
sientes ganas de llorar, entonces llora. No te imaginas lo mucho que he llorado
en los últimos cuatro meses. No hay vergüenza en expresar todos esos sentimientos
negativos hacia fuera.
Una lágrima se escapó y siguió su
camino por la mejilla izquierda de Sofía, y su barbilla empezó a temblar. -Tiempo
pasado, porque ahora ni siquiera puedo manejar ir a clases. Me presento, pero
no estoy realmente allí. Y ni siquiera parece que me importa, porque yo no
quiero nada más. Pienso en mi futuro y se siente sin esperanza. Al igual que no
hay nada para mí ahora. Él robó mi pasión, mi unidad de disco, mi motivación. Y
está robando mi mente, mi cordura. Tengo miedo todo el tiempo. Las cosas más
estúpidas me envían a un estado de pánico total. No me puedo concentrar.
-Oh, cariño… Tragando saliva,
Arizona luchaba contra sus propias lágrimas. Oía lo que Sofía estaba diciendo,
comprendía sus emociones, pero sabía que no era el final de la historia. -Date
tiempo para sanar. Confía en mí, al principio me sentí como que me había
perdido por completo. Me preguntaba si alguna vez volvería a ser, si podría pasar
un día sin tener un ataque de pánico, sí podría yo querer tener relaciones
sexuales otra vez. Todo parecía imposible. Pero no lo es. Te lo prometo,
realmente no lo es…
Sofía se mostró escéptica. -Fui a
una conferencia de ayer de bioquímica y un hombre se sentó junto a mí. Un hombre
adulto. Me senté allí durante toda una hora, paralizada. Con miedo de moverse,
repitiendo lo que ese hombre me hizo, una y otra vez. Yo no podía tomar notas,
no escuché ni una palabra de lo que dijo el profesor. Las lágrimas se
derramaban de los ojos de Sofía ahora, pero ella no se molestó en borrarlas.
Arizona no estaba segura ni siquiera de si ella sabía que estaba llorando. ¿Cómo
hiciste para que tus ataques de pánico se detuvieran?
Arizona, a pesar de que continuaba
flotando en el borde ahora, el dolor de Sofía era tan enorme, que desató un
sinfín de emociones que hicieron que Arizona se sintiera culpable. Recordó el
día en que la detective Mendoza le dijo que su análisis del kit violación no se
había dado con ningún sospechoso, y su momento de alivio en conflicto en la
ducha. En ese momento, la idea de no tener que testificar había templado su
preocupación de que su violador podría lastimar a otra mujer. Ahora se sintió
enferma por su instinto egoísta.
-¿Cómo?
Arizona, se obligó a alejarse de su
sentimiento de culpa. En este momento ella tenía que centrarse en una chica rota.
-Honestamente, la terapia me ayudó mucho. Tengo una terapeuta maravillosa que
me enseñó un montón de habilidades cuando se trata de evitar retrocesos y como
tratarlos cuando se desencadenan.
Sofía dijo con la mandíbula
apretada: -No quiero ir a la terapia.
-Yo tampoco quería ir
-Un terapeuta me haría hablar de lo
ocurrido. ¿No es cierto?
-La Doctora Watson nunca me ha
obligado a hablar. Lo gracioso acerca de la terapia, sin embargo, es que en
realidad me percaté que quería decirle todas las cosas que no podía decirle a
nadie más. No pensé que algo así iba a suceder… Arizona, hizo una pausa y luego
dijo: …-Yo era muy resistente a la idea de la terapia. Me tomó un tiempo para
que yo decidiera ir.
-¿Por qué lo hiciste?
Pensando en la semana previa a la
toma de decisiones y la llamada telefónica con su padre, casi se deshizo de
Arizona de nuevo. -Mi padre me convenció. Y mi pareja Callie quería que yo
fuera. Al igual que tú, yo sabía que algo tenía que cambiar. Yo estaba teniendo
problemas. La gente que se preocupaba por mí me decía que yo necesitaba ayuda,
y yo quería esa ayuda, tanto como odiaba la idea de hablar con un profesional,
pensé que no podía hacer daño. Yo estaba tratando de hacer frente a todo eso por
mi cuenta, y estaba fracasando estrepitosamente.
-¿Tú
pareja? Sofía se sonrojó, mirando con timidez. ¿Quieres decir, una
novia?
-Su nombre es Calliope. Arizona,
podía sentir como se ablandaba su expresión con la sola idea de Callie (como
siempre), y se alegró de ver contracción en la boca Sofía en una sonrisa de
respuesta momentánea. -Callie. Ella está viendo la televisión con tu hermano en
estos momentos. Ella sabía que yo estaría nerviosa esta noche, por lo que
insistió en venir conmigo.
-Oh. Sofía miró la puerta cerrada
del dormitorio, y luego a Arizona. Una expresión de anhelo triste capturó su
rostro, dándole un aspecto aún más perdido del que ella tenía antes. -Suena
como una buena compañera.
-Ella lo es. Arizona, dudó y luego
dijo: -¿Tienes a alguien?
Haciendo un aleteo nasal, Sofía susurró:
-No, yo no lo creo. Quiero decir, no.
-No pareces muy segura de eso.
Esa situación provocó una nueva
ronda de lágrimas. -Bueno, yo tengo un novio. Más o menos. Hemos estado juntos
desde el verano después de graduarnos en la secundaria. Fue bastante intenso,
pero... Sofía se mordió el labio con tanta fuerza de Arizona esperaba ver
sangre. …-Yo no sé cómo estar con él. Danny le llamó esa noche y él llegó al
hospital, pero cuando llegó cerca de mí... una expresión de asco pasó por el
rostro de Sofía. -Son de la misma altura. Mismo color de pelo. Sé que Ben nunca
me haría daño, pero ahora mismo no puedo estar cerca de él. O de nadie, pero de
él especialmente.
-Eso es difícil. Si Callie hubiera
sido un hombre, especialmente uno que se parecía a su violador, Arizona, no
sabía cómo iba a haber negociado el restablecimiento de la intimidad. -Incluso
con Callie, con una mujer que no me recuerdan a él en nada, tomó tiempo antes
de que me sintiera cómoda dejándola entrar en mi espacio. Eso es normal, te lo
prometo.
-Ben me dijo que me esperaría, que
él está en esto para el largo plazo, pero no me parece justo para él. La
tristeza en la voz de Sofía le dijo a Arizona que ella realmente amaba a su
novio. Probablemente, incluso pensaba que estaba haciendo lo mejor para ambos.
-No estoy segura de que vaya a querer tener relaciones sexuales con él. No
puedo ni siquiera imaginarlo. No después de lo que ese hombre me hizo a mí.
-No resulta ser así, dijo Arizona.
-Tal vez acabes sorprendiéndote a ti misma. Puede tomar un tiempo, pero en
cierto punto creo que tú decides que quieres recuperar tu cuerpo, y eso es
parte de ello. A pesar de que parece imposible ahora, el amor y la intimidad con alguien de confianza no tiene
que desaparecer para siempre.
Sofía le dedicó una sonrisa llorosa.
-Creo que debe haber sido más fácil bajar la guardia con otra mujer.
-Probablemente, admitió Arizona. -Pero
aún así, nos tomó tiempo tener intimidad de nuevo, y tuvimos un fallo muy
grande en el camino. La terapia fue lo que más me ayudó, sin duda.
Sofía apretó la mandíbula, y Arizona
podía ver su esfuerzo para tener el valor de decir algo difícil. Le llevó el
lapso de unas cuantas respiraciones. "-res horas es mucho tiempo. Me hizo
hacer todo, y la idea de hacer cualquiera de esas cosas otra vez de buen grado,
incluso con mi novio... Ella sostuvo su estómago como si estuviera enferma.
…-No puedo. Yo no quiero.
Sofía Romero tenía que ir a terapia.
Eso era evidente. Arizona no podía imaginar cómo iba a sanar de otra manera. -Déjame
que te dé el número de la doctora
Watson. Ella es mi terapeuta, y ella…
Sofía levantó la cabeza. -No
puedo."
-Sí, puedes hacerlo, dijo Arizona,
pero levantó la mano en un gesto tranquilizador. -Yo sólo voy a darte su
información. No tienes que llamar hasta que estés lista. Pero, por favor, ¿de
acuerdo? Puedo ver que estás tratando con tanto, tanto, y te prometo que hablar
con ella ayudará. Ella es muy bonita, y no da miedo en absoluto.
Envolviendo sus brazos alrededor de
sus rodillas, Sofía parecía a un niño pequeño que desesperadamente quería
protegerse a sí misma. -¿Ha tenidos pesadillas, también?
-Sí, todavía las tengo
-Yo estaba dormida cuando llegó encima
de mí. Él me despertó. Ahora tengo miedo de acostarme, porque cada vez que me
duermo, sueño que está aquí de nuevo. El temblor de las manos de Sofía se
intensificó, deteniendo su discurso. Ella entrelazó los dedos juntos en una
clara lucha para detener la reacción instintiva de su cuerpo al temor que
suscitaron sus palabras.
-No te dejes volver a esa noche,
dijo en voz baja Arizona, haciéndose eco de los consejos que había
internalizado en ese aspecto. -Eso se acabó. Ahora estás a salvo aquí conmigo.
Y entiendo mucho lo que se siente, realmente lo sé. Está bien.
Una de las manos de Sofía salió
disparada y agarró a Arizona, donde todavía yacía en el edredón entre ellas.
Sorprendida por el toque repentino, Arizona, respiró hondo para calmarse, y
luego apretó los dedos alrededor de Sofía para aumentar su conexión. Durante todo
este tiempo había querido consolar a Sofía, y ahora que le habían dado permiso,
su tacto parecía ayudar a Sofía relajarse. Cuando la mano de Sofía dejó de temblar,
Arizona tomó la otra y las mantuvo apretadas.
-Fue tan malo para mí. Sofía, habló
en voz baja, como si no pudiera soportar escuchar sus propias palabras. -Me
llamó por nombres feos todo el tiempo. Cuando por fin dejé de llorar en un
momento dado, él me dio una bofetada en la cara y me tiró del cabello hasta que
empecé de nuevo. Me di cuenta que mi miedo a realmente lo entusiasmaba
-Yo pensé lo mismo. Él me dio un
puñetazo en la cara, me golpeó, me tiró del pelo. Fue muy violento"
Arizona, observó el rostro de Sofía mientras hablaba, porque no quería
molestarla de nuevo. -Estoy totalmente segura que él disfrutaba mi dolor.
-¿Quién hace algo así? Sofía miró
con tanta tristeza que el corazón de Arizona se encogió.
-Realmente no lo sé. Abrumada por el
dolor de Sofía, Arizona escaneó su entorno, por primera vez. No había nada en
la habitación para decirle quién era
Sofía. No había cuadros en las paredes, ni adornos, ni nada que hiciera alusión
a sus intereses.
-Esta solía ser la habitación de
Danny. El afecto se deslizó en la voz de Sofía. -Insistió en hacer el cambio conmigo.
No podemos darnos el lujo de romper el contrato y yo no podía permanecer en el
lugar donde... donde ese hombre me…
-Danny parece ser un gran hermano
-Es impresionante. La sonrisa de
Sofia se desvaneció. -Ha sido un gran apoyo.
-Me alegro de tener a alguien. Eso
hace toda la diferencia. Arizona vio oscurecer la cara de Sofía, sin saber lo
que había cambiado el estado de ánimo. -Si yo no tuviera a Callie y a mi mejor
amiga Teddy, no sé lo que hubiera hecho.
Sofia ahogó un sollozo. -Honestamente,
es difícil estar en la misma habitación con Danny en este momento. Estoy tan
avergonzada de lo que vio, de lo que pasó.
-Tú no tienes ninguna razón para sentirte
avergonzada. No hiciste nada malo. Arizona, apretó las manos de Sofía. -Él lo
hizo. ¿De acuerdo?
Sofía volvió la cara y cerró los
ojos. -Me siento como todos al mirarme pueden ver lo que hizo. Soy un asco.
Arizona sintió su estómago revuelto
por el auto-odio que percibió en la voz de Sofía, se sentía muy familiar. Ella
sabía que no importaba lo que ella dijera, ella simplemente no podía dejar que
Sofía se quedara con la sensación de esa manera. Lo único que podía hacer era
sentir empatía.
Tomando una respiración profunda,
Arizona, se dio permiso para volver a su propia terrible noche, sólo por un
momento. -Las mujeres que se dieron cuenta de mi ataque, yo trabajo con ellas casi
todos los días. Una de ellas es buena amigo de Callie. Me tuvieron que ayudar a
caminar de regreso al interior del hospital, nuestro lugar de trabajo, para que
me pudieran examinar y reunir pruebas. Otro colega, un hombre, fue a buscar a
Callie, él también trabaja en el hospital conmigo, y, básicamente, dentro de
los veinte minutos de haber sido atacada, la mayoría de mis amigos no sólo
sabían lo que pasó, sino que también me vieron antes de que yo pudiera
limpiarme. Parecía que todo el hospital sabía que yo había sido violada. Tuve
que ir a trabajar y ver la piedad y curiosidad en los ojos de todos, día tras
día. Así que entiendo lo que es sentir vergüenza, realmente lo creo. Pero
Danny, el te ama y no pensará menos de ti. Y no importa cómo te puedas sentir,
nadie sabe lo que pasó sólo con mirarte a ti, te lo prometo. No funciona de esa
manera.
Sin abrir los ojos, Sofía le
susurró: -Él me hizo venir. Con la boca. Cuando él empezó a lamer, pensé que no
había manera, que no había manera de que pudiera hacer que mi cuerpo se iba a entregar.
Él ya me había violado una vez, y me hizo usar mi boca en él, así que estaba
asustada y en el dolor y yo sólo quería que se detuviera. Pero fue tan suave,
tan paciente y era obvio que él no iba a renunciar hasta que llegué. Y una vez
que lo hizo, él me golpeó y me llamó... me llamó...
-Me llamó nombres, también. Arizona,
apretó las manos de Sofía, con ganas de detenerla antes de que ella dijera más.
Ella Sinceramente, no estaba segura de que podía manejar oír los insultos de Colin
Thomas saliendo de la boca de Sofía. -El cuerpo humano reacciona a la
estimulación. Los dos sabemos que no querías lo que te hizo.
Sofía abrió los ojos enrojecidos,
apareciendo completamente derrotada. -Estoy exhausta, Arizona, y no sé cómo
seguir adelante. Yo ni siquiera sé si quiero.
Horrorizado por la falta de
esperanza que escuchaba en las palabras duras, Arizona, lanzó las manos de
Sofía y abrió los brazos. Sofía se desplomó en sus brazos, aferrándose a
Arizona con una fuerza sorprendente. Su cuerpo se lanzó cuando ella se disolvió
en sollozos. El instinto se hizo cargo cuando Arizona acarició la espalda de
Sofía de ida y vuelta, abrazándola.
-Vas a salir de esto, murmuró al
oído Arizona. -Él no llega a ganar, ¿de acuerdo? Va a ser castigado por lo que hizo,
por lo que te hizo a ti, a mí y a Lauren... vamos a estar bien, todas nosotras.
Te lo prometo.
Sofía logró un movimiento de cabeza
casi imperceptible, escondida en la seguridad dentro del círculo de los brazos
de Arizona. -Lo siento que estoy siendo un bebé.
Besando la coronilla de la cabeza de
Sofía, Arizona, le susurró: -No lo eres.
-¿Arizona?
-¿Sí? Arizona amainó su mecedora,
luego se detuvo.
-¿Tú me puedes abrazar así un poco
más? La vulnerabilidad en la voz de Sofía hizo su sonido aún más joven que sus
años. -Ayuda.
Arizona, apoyó la mejilla en el pelo
oscuro de Sofía y empezó a mecerse de nuevo, estable y sin prisas. –Todo el
tiempo que lo necesites…
Esta historia continuará…
Capítulo publicado
originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/5381.html
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