CAPITULO CUATRO
Cuando Callie volvió a su apartamento a empacar
algunas cosas para una estancia prolongada en casa de Arizona, fue como entrar
en otro mundo. Durante los últimos dos días, su universo entero había sido de
Arizona: su dolor, su miedo, la culpa y las sombras que estaba tratando de
ocultar tan difícilmente. Ahora, de pie en la puerta de su sala de estar,
Callie vio moverse sensualmente a Cristina Yang contra el cuerpo de Owen, ambos
se acariciaban en el sofá. La prueba de que el mundo seguía girando.
Era algo tan normal y Callie se sorprendió al sentirse
incómoda. Ella lo miró sin decir nada, no era capaz de encontrar el humor
apropiado para interrumpir. Para su alivio, Owen giró la cabeza, vio a Callie,
y de inmediato agarró la mano de Cristina antes de que pudiera completar su
viaje entre las piernas.
-Cristina. Owen estaba sin aliento.
Cristina siguió la mirada de Owen y saltó hacia atrás
como una adolescente que había sido sorprendida por su madre. -¡Oh, Callie.
Hola.
A Callie le dio una ola de vergüenza. -Hola.
-Yo no te oí entrar" Cristina se alisó la ropa
mientras Owen tomó una almohada para ponerla por encima de su regazo. -Lo
siento.
-No, lo siento. Callie entró en la habitación,
pensando en correr junto a ellos directamente a su dormitorio. -Sólo vine a
tomar un par de cosas. Voy a estar fuera en un minuto.
-Whoa. Cristina levantó la mano de Callie cuando
pasaba por allí. -Espera un minuto. Espera.
-¿Cómo está Arizona?" dijo Owen.
Callie se detuvo delante del sofá. Se volvió hacia
Owen y Cristina, armándose de valor para la conversación. Se merecían una
actualización, incluso si Arizona no estaba contenta con la idea de que se
hablara de ello. Aunque Callie no estaba segura de que sería capaz de mantenerse
fuerte si ella tenía que decir todo en voz alta. -Ella está... bien. Si lo hace bien. Ustedes saben, tan bien
como podría esperarse.
Owen asintió con la cabeza. -¿Has oído algo de la
policía todavía?
-No van a tener los resultados de la prueba de ADN sino
hasta dentro de dos a tres semanas. Y no tienen idea de quién lo hizo. Además
de Cristina y Meredith, no hubo testigos. Arizona no pudo conseguir una buena
mirada en él, tampoco. Así que no hay mucho para seguir adelante.
-Me gustaría haber sido más ayuda. Cristina frunció el
ceño. -Simplemente estaba demasiado oscuro. Para el momento que nos dimos
cuenta de que algo estaba pasando, él ya estaba corriendo.
Callie se obligó a mantener la calma, para no dejar
que su mente completara los detalles de aquella noche, como lo había estado
haciendo sin descanso desde que Arizona, contó su historia a la detective Mendoza.
Era difícil pensar en el hombre que hirió de Arizona, imaginar lo que le hizo a
ella. ¿Tenía alguna idea de la devastación que causó? ¿Había alguna parte de él
que le importara?
Probablemente no. Callie apretó los puños de sus manos
mientras luchaba con la ira que se levantó en su pecho. Que alguien hubiera
tratado la cosa más importante en su vida como si fuera basura era
incomprensible. Que Callie no pudiera hacer nada para quitar el dolor de
Arizona- era más que exasperante.
-Vamos a cruzar los dedos para que encuentren una
coincidencia para el ADN, dijo Owen. -Así la policía podría atrapar al hombre
que hizo eso.
-Y tirar la llave, murmuró Cristina.
-Sí, vamos a esperar, dijo Callie. Ella no sabía qué
iba a hacer si lo atrapaban. ¿Podría sentarse en silencio en un tribunal con el
hombre que golpeó Arizona en la cara y luego la sujetó y la violó? Era difícil
imaginar no tratar de causarle algún dolor. La prisión era demasiado buena para
él. Callie prefiería la idea de una muerte lenta. Incluso que era menos de lo
que merecía. -Bueno, yo lo haré saber lo que escuchemos.
Cristina miró a Callie con verdadera preocupación,
algo que parecía casi extraño en su cara
normalmente impasible. -Entonces, ¿cómo es ella, físicamente? Los moretones deben ser bastantes desagradables por ahora.
Yo sé que ella tiene que estar adolorida
-Del dolor etás en realidad un poco mejor hoy. Le va
mejor. Callie se encogió de hombros. O por lo menos ella está poniendo una cara
valiente. Pero los moretones... No tienes razón. Bueno.
No era bueno empezar a describir. Era difícil mirar a
la cara de Arizona. Estaba magullada e hinchada, casi irreconocible por los golpes
que había recibido. Lo peor eran sus ojos. Ellos estaban vacíos, increíblemente
tristes. Sabiendo que el hombre había utilizado sus manos para hacerle eso a
ella, usando su cuerpo, hacía que Callie quisiera destruir el mundo. Le daban
ganas de gritar y llorar y romperse por completo.
Pero no podía. Ella era la roca de Arizona en esta
situación. Si se permitía desmoronarse, quien estaría allí para recoger los
pedazos de Arizona? No había nada que
hacer, excepto ser fuerte.
-Daría cualquier cosa por diez minutos a solas con el
chico. La voz de Owen era áspera, y Callie parpadeó, al ver una oscuridad
detrás de su mirada que envió escalofríos por su espina dorsal. No era difícil
imaginar lo que Owen podría lograr en esos diez minutos. Agradeció el pensamiento.
-Yo también, dijo Callie. -Confía en mí. Ella miró por
el pasillo a la puerta de su habitación, haciendo un gesto torpe. -Así que de
todos modos, me quedaré en casa de Arizona por un tiempo, creo. Ella quiere
estar allí ahora mismo y yo quiero estar con ella, así que..." Callie se
aclaró la garganta. -De todos modos, ustedes pueden volver a lo que estaban
haciendo. En su dormitorio, de preferencia. Al menos hasta que me vaya.
Owen hizo una mueca. -Lo siento de nuevo.
-No. Callie se acercó a la puerta de su dormitorio. -El
sexo es una buena cosa. Una cosa sana. Así que los dejo." Sabiendo que
sonaba como un idiota, ella hizo una mueca y sacudió la cabeza. –Nos vemos
Callie se precipitó en su dormitorio, cerrando la
puerta detrás de ella. Ella estaba agradecida por el escape. Tan agradable como
fue a ver a sus amigos, hablar de Arizona fue difícil. Todo era todavíamuy
reciente, tan fresco. Y aunque Owen y Cristina le preguntaron por la
preocupación, el conocimiento de que Arizona no quería que la gente hablara de
ella lo hizo mucho más difícil para Callie. Callie no quería decir o hacer nada
que dañara a Arizona, no cuando ya estaba en tanto dolor.
Empacando su maleta más grande con la ropa y otros
artículos esenciales, Callie estaba lista para irse en menos de quince minutos.
Aunque eran unos diez minutos más de lo que había querido tomar. Estar lejos de
Arizona, era una tortura. A pesar de la insistencia de Arizona para que
recogiera sus cosas, Callie odiaba dejarla sola. Ahora que el impacto inicial
del ataque se estaba desvaneciendo, Arizona, estaba agitada. Durante las últimos
treinta y seis horas había oscilado entre un profundo silencio y el miedo
tumultuoso, la ira y la tristeza, a menudo dentro de un lapso de cinco minutos.
Era obvio que no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, y peor que
eso, culparse a sí misma por ello.
Eso es lo que realmente rompió el corazón de Callie.
Nada de lo que decía parecía aliviar la auto-recriminación de Arizona, la
aceptación sombría que ella se merecía de alguna manera lo que pasó porque ella
había caminado hasta el coche sola. No había palabras mágicas que Callie
pudiera decir, nada que pudiera hacer convencer a Arizona para perdonarse a sí
misma. La única manera que Callie sabía que podía ayudar era mantenerse cerca.
Estar allí. Y eso es lo que estaba decidida a hacer.
Cuando Callie dio un paso atrás en la sala de estar,
Owen y Cristina se habían ido. La puerta del dormitorio de Cristina estaba cerrada, y aunque Callie no
podía oír ningún ruido, se imaginó que estaban haciendo exactamente lo que ella
le había dicho que hicieran. Era una especie de consuelo, en cierto modo:
Normal. Esperanzador.
Saliendo lo más silenciosamente que pudo, Callie cerró
con llave la puerta del apartamento detrás de ella. Luego se volvió y miró con
nostalgia a la puerta de Mark. Ella realmente debería regresar. Ir a estar con Arizona. Llamar a la puerta de
Mark sería egoísta. No importa lo mucho que deseaba ver a su mejor amigo.
La culpa se deslizó en el vientre de Callie a la sola
idea de tener tiempo para sí misma lejos de Arizona. Claro, ver a Mark
probablemente haría que se sintiera mejor. Sin embargo, sus sentimientos
deberían estar en segundo lugar, por lo menos en estos momentos. Aunque Callie
sabía lo que debía hacer, aún así no fue suficiente para dar media vuelta y
marcharse.
Aun a sabiendas de que Arizona, estaba esperando por
su regreso, Callie anhelaba el hombro de Mark. Ella sólo necesitaba unos pocos
minutos. Tiempo suficiente para hacer una broma, darle un abrazo... o cualquier
cosa de las que el hacía para hacerla sentir mejor. Desde la noche del viernes
no había hecho nada más que reprimir sus propias emociones, sabiendo que si lo
permitía, ella no sería capaz de dar a Arizona, el apoyo constante que necesitaba.
Callie sintió que Mark podría proporcionarle un alivio temporal y un poco de la
fuerza que se le estaba agotando. Tal vez incluso darle un lugar donde ella
pudiera dar rienda suelta a lo que sentía sin preocuparse por un momento por
las consecuencias.
Dejando atrás la culpa, Callie puso su maleta a la
puerta de Mark y llamó. Ella tendría suerte si él estaba allí. Más suerte si estuviera
solo. Justo cuando estaba decidiendo que había sido una mala idea intentarlo
siquiera, el bloqueo de la puerta se
desactivó.
Mark abrió la puerta sin camisa. Por supuesto. -Callie.
-Hola. La voz de Callie se rompió el puro placer de
verlo. Se aclaró la garganta, deseando no disolverseen llanto. -Oye, dijo de
nuevo, esta vez más estable. -Siempre andas sin camisa, o es que acabo de tener
suerte?
-Bueno, nunca se sabe cuando una hermosa mujer puede
llamar a tu puerta. Mark dio un paso adelante y se reunió con Callie en un
fuerte abrazo. -Me alegro de verte. ¿Cómo está Arizona?
-Whoa. Callie se desligó de los brazos de Marcos,
acariciando su pecho desnudo. -¿Y que
tal si usted se pone una camisa en primer lugar y entonces si vamos a ponernos
al día?"
Mark se encaminó a su sillón, cogiendo una camisa que
había sobre el respaldar. Él la tiró por encima de su cabeza y levantó las
manos. -Mejor?
-Mucho. Callie puso su maleta en su apartamento y la
apoyó contra la pared. Luego se sentó en el sofá y suspiró. -Siento caerte así,
sin avisar, vine a mi casa para
conseguir algunas cosas, y pensé en decir hola.
-Por supuesto. Mark vino a unirse a ella en el sofá.
-Me alegro de que estés aquí. Él inclinó la cabeza, y estudió lo ojos de
Callie. -¿Cómo lo estas llevando, Torres?
Callie abrió la boca para contestar, pero se detuvo,
horrorizada cuando sus ojos se llenaron de lágrimas y amenazaban con
extenderse.
-Que mal, ¿eh?
Callie sacudió la cabeza. Los sentimiento eran una
cosa, caerse en pedazo era otra. No había tiempo para eso ahora. Ella respiró
hondo, luego exhaló. -Estoy bien.
-No me vengas con eso. La voz de Mark era amable pero
insistente. –Tú sabes que puedes ser honesta conmigo. No es por eso que estás
aquí?
Callie soltó un bufido, dándole a Mark una mirada de
soslayo. Él la conocía muy bien así que no tenía mucho sentido pretender con
él. -Arizona estámuy dañada, Mark. Ella está herida y triste y se culpa a si misma,
y no hay nada que yo pueda hacer. Trato de conseguir que coma algo. Traigo sus
analgésicos. Mantengo su mano. Hablo con ella, pero hay tantas cosas que ella
no está me diciendo. Nunca me he sentido tan impotente en toda mi vida, lo
odio.
Marcos le tocó la rodilla a Callie. -Tengo la
sensación de que no te estas dando suficiente crédito. Tú eres una persona
increíble, Callie y tú amas a Arizona, más de lo que alguna vez has amado a
alguien. Estoy seguro de que estás ayudando. Sólo por estar allí.
-Tú deberías verla, murmuró Callie. Apretó los puños
sobre los ojos que le picaban, obligándose a darle la espalda a su emoción.
Daba miedo verla tan cerca de la orilla. Si ella se cae, alguna vez podrá encontrar
su camino de regreso? -Ella no se parece
a sí misma. No actúa como ella. Esa luz en sus ojos? Se ha ido. El se la llevó.
-Ella va a estar de vuelta.
A Callie le dolía la garganta por el esfuerzo de
retener las lágrimas. -Espero que sí.
-Ella es fuerte, Callie. Ella va a salir de esto.
Contigo. La mano de Mark cayó sobre su espalda y la atrajo hacia su pecho.
-Anda, déjalo salir.
Callie sacudió la cabeza, incluso mientras se
acomodaba en su regazo. -Tengo que volver.
-En primer lugar ocupate de ti, déjalo salir, dijo
Mark. Él le acarició tiernamente por la espalda. -Entonces podrás hacerse cargo
de ella.
Exhalando con voz temblorosa, Callie le susurró: -Yo
no sé cómo. Ella tiene pesadillas. No puedo tenerla en la cama sin asustarla.
Ella apenas ha comido nada desde el viernes, y no puedo... no puedo hacerlo mejor .
Mark apretó los brazos alrededor de Callie, pero no
dijo nada. Ella escuchó latidos de su corazón debajo de la oreja, agradecida
por su ritmo constante. Su sólida presencia hacía difícil recordar por qué
tenía que ser tan fuerte.
-No puedo creer que esto le haya sucedido a ella... Callie
se dio cuenta de que las lágrimas brotaban de sus ojos cuando sintió la humedad
de la camisa de Mark en contra de su cara. – …A nosotras.
-Yo sé, murmuró Mark en su pelo. -No es justo. Arizona
es la persona más dulce del mundo. Ella no se merece esto. Y tú tampoco."
La rabia y el dolor de Callie finalmente salieron y
sollozaba en el pecho de Marcos, demasiado cansada como para mantenerlas dentro
por más tiempo. Estas fueron las lágrimas que había querido liberar desde el
primer momento cuando Owen le contó lo sucedido. Las que no se había permitido.
Mark sólo la abrazaba en silencio, manteniendola a salvo, mientras las ondas de la ira y la tristeza se
derramaban en los ojos de Callie.
Cuando por fin dejó de llorar, minutos más tarde, Mark
metió un mechón de pelo detrás de la oreja. -Te sientes mejor?
Callie se sentó y se pasó el dorso de su mano por la
cara, riéndose de la gran mancha húmeda sobre el pecho de Mark. -Lo siento, te
hice poner una camisa y lo único que conseguí fue mojarla.
Mark le dio una sonrisa diabólica, un brillo familiar
en los ojos. -No sería la primera vez…
-No, dijo
Callie, pero ni siquiera trató de reprimir su sonrisa. Increíble la forma en
que él siempre se las arreglaba para aclarar su estado de ánimo. -Me siento
mejor, en realidad.
-Bien.
A pesar de la incomodidad leve en su descomposición,
Callie se dio cuenta de que sentía con unos diez kilos menos. Más importante
aún, ella estaba lista para ser fuerte para Arizona de nuevo. Callie se dio unas palmadas en los muslos y exhaló. -Wow.
Sí, eso es mucho mejor, si te digo la verdad. Ella agarró la mano de Mark y se
la apretó. -Gracias. No sé qué haría sin ti.
-Bueno, usted tendría un hombre menos devastadoramente
guapo en su vida. Mark sonrió luego se
puso serio con rapidez. -Tú va a estar bien, Callie?
-Sí. Callie exhaló. -Sí, yo voy a estar bien. Por
Arizona.
-Supongo que deberías regresar…
-Definitivamente. Callie miró su reloj. Ella había estado
con Mark poco más de diez minutos. -No me gusta dejarla sola.
-Entiendo. Marcos se levantó y le tendió la mano. Él
la atrajo hacia sus pies, dándole una palmada en la espalda. –Ve a cuidar de
ella. Asegúrate de que coma algo.
Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero las palabras le
dieron a Callie un flash de inspiración inesperada, y ella sonrió a Mark. -Lo
haré.
-Llámame, ¿de acuerdo? Si necesitas hablar?. Mark la acompañó hasta la puerta, pero le
tomó la mano antes de que pudiera abrirlo. -Cuando tengas que hablar. Cuando
sientas que necesites ventilarte, yo soy tu hombre. Incluso dejaré que me pegues si es necesario.
Ya sabes, si eso ayuda.
Callie alzó una ceja. ¿En serio?
-Bueno, no muy duro.
Riendo, Callie se inclinó y besó en la mejilla a Mark.
-Gracias, Mark.
-Como sea, se quejó Mark. Con una evidente sonrisa,
hizo rodar la maleta de Callie a la puerta y la abrió para ella. -Te veré
luego, ¿de acuerdo?
-Sí, lo harás.
#
Callie volvió al departamento de Arizona una hora y
media después de su partida. Se había tardado más de lo que pensaba, pero esperaba
que la bolsa de papel marrón en sus manos podría ganar su perdón. Si lo que
había dentro no hacía feliz a Arizona, Callie no sabía que lo haría.
Arizona estaba todavía sentada en el sofá, donde
Callie le había dejado, viendo algo en la televisión. Incluso desde la puerta,
Callie podía ver la mente de Arizona trabajando. Odiaba imaginar lo que su pareja estaba
pensando. No quería imaginar, pero no pudo
evitar que su mente le suministrara una larga lista de posibilidades. Desde el
ceño levemente fruncido en el rostro maltrecho de Arizona, Callie sabía que era
algo pesado.
Con la esperanza de rescatar a Arizona de cualquier
tormento que ella estuviera pasando, Callie dijo: -Hola, cariño.
Arizona se sorprendió un poco. -Oh. Ella se iluminó.
-Calliope.
Fue breve, sólo duró un instante, pero el corazón de
Callie se disparó al ver la verdadera alegría en los ojos de Arizona. -Lo
siento, me tomó tanto tiempo. Pero te he traído un regalo.
Arizona, negó con la cabeza, chequeando en la muñeca
el reloj que Callie sabía que todavía estaba en su mesita de noche. Ella no
había vestido o salido desde la noche del viernes. -No, está muy bien. No pasó
mucho tiempo en absoluto. Intermitente, como si volviera después de un largo viaje mental, Arizona
silenciando la televisión con un clic del control remoto, dijo: -Todo va bien?
-Sí. Callie se encogió de hombros, se quitó la
chaqueta y después fue a sentarse en el sofá al lado de Arizona. Puso la bolsa
de papel sobre la mesa. -Hablé con Owen y Cristina por un par de minutos.
Cristina quería saber cómo estabas, le dije que el dolor fue mejor hoy.
-Así es.
Callie decidió pasar por alto el resto de la
conversación. No quería traer a colación el tema de la policía o el atacante de
Arizona. No cuando estaba a punto de introducir la idea de la cena. Hablar de
la violación mataría cualquier apetito que Arizona pudiera tener. -Entonces me
detuve a ver a Mark durante diez minutos. Callie comprobó la reacción de
Arizona. -Yo odiaba estar lejos de ti más tiempo, pero fue bueno verlo.
Arizona, asintió con la cabeza, buscando los ojos de
Callie antes de levantar la mano para trazar la línea de la mandíbula de
Callie. -Me alegro de que lo hayas hecho. ¿Te ayudó?
Un poco avergonzada de admitir exactamente lo mal que
había tenido que llorar las cosas, Callie se encogió de hombros. -Fue bueno. No
hablamos mucho.
Arizona, dejó caer su mano y su mirada, recogiendola
en la rodilla al fondo de su pijama. -Yo sé que dije que no quiero que la gente
habla de mí, dijo, "y así es, pero…, Ella se encogió de hombros. -Tú puedes
hablar, Calliope. Tú tienes que hablar, y yo confío en ti para saber lo que
está bien decir. Y a quién decírselo.
-Sé que Mark no es precisamente tu persona favorita. Callie apoyó la cabeza en la parte de atrás
del sofá. Con cuidado, levantó la mano y acarició un mechón del cabello rubio
de Arizona. -Lo siento por eso.
Arizona, negó con la cabeza. -Él es tu mejor amigo. No
me gusta que haya dormido contigo, y él puede ser... bueno, Mark, pero… Otro
encogimiento de hombros. -Yo sé lo valiente que estás tratando de ser para mí.
¿Tienes alguna idea de lo mucho que aprecio eso?"
-Un montón? Callie vio la oportunidad de que ella
pudiera acercarse al lado juguetón de Arizona, y bateó sus pestañas
delicadamente. -Racimos?
-Precisamente. Racimos. Arizona se acercó más, acurrucándose contra el
pecho de Callie. Callie la envolvió en un abrazo suave, feliz de tenerla tan
cerca. -Yo soy patética si admito cuánto me alegro de que estés de vuelta?
-No por lo que a mí respecta. Besando el pelo de
Arizona, Callie echó un vistazo a la televisión y sonrió. -Las chicas de oro,
¿eh?
-Es la sopa de pollo.
El corazón de Callie estaba tan lleno de amor que sentía
como que podría estallar. -Lo sé. Funciona?
Arizona inhaló, luego dudó. Volvió el rostro y besó en
la pendiente de la mama de Callie a través de su camiseta. El contacto fue
inocente, simplemente Arizona lo hizo en busca de una conexión, Callie,
simplemente apretó su abrazo.
-Estoy teniendo un tiempo difícil para no pensar,
Arizona dijo por fin-. -Acerca de las ETS, el VIH, el embarazo. Cómo todavía me
duele al orinar.
Callie cerró los ojos. Fue una cosa muy buena que ella
había dejado todas sus lágrimas en casa de Mark. Esto la habría roto con
seguridad. -El anticonceptivo de emergencia hace que el embarazo no sea un
problema. Tú estás tomando antibióticos, el análisis de sangre inicial, parecía
limpio. Vamos a cruzar el puente del VIH cuando lleguemos a él en seis semanas,
pero ambas sabemos que la posibilidad de infección es mínima. Al abrir los ojos, Callie la miró y le dio a
Arizona una sonrisa tranquilizadora. -Estás bien. Vamos a pasar por todo lo que
viene juntas. Pero tú estás bien.
Arizona, le devolvió la sonrisa a medias. Señaló en la
bolsa de papel marrón. -¿Qué tienes ahí?
-Oh. Callie vio la cara de Arizona. -La cena. ¿Tienes
hambre?
Suspirando, Arizona asintió con seriedad. -Voy a comer
algo.
Callie se liberó de Arizona y se inclinó hacia
adelante, agarrando la bolsa. Ella sacó un recipiente de plástico y la puso
sobre la mesa de café. Entonces ella se echó hacia atrás y estudió la reacción
de Arizona.
La boca de Arizona hizo una mueca. -¿Es eso lo que yo
creo que es?
-Si usted piensa que es su favorito de hummus de pimiento
rojo asado, entonces sí. Callie reveló la bolsa de pan integral de pita que
completó el bocado más querido de Arizona. -¿Le interesa?
En lugar de ver la sonrisa que había querido sacar,
Callie vio con horror como los ojos de Arizona se llenaron de lágrimas. -Te
amo, Calliope.
-Esto se supone que te hace feliz, dijo Callie,
acunando el rostro magullado de Arizona en sus manos. -No para provocar
lágrimas.
-Son lágrimas de felicidad, dijo Arizona, a pesar de que
la mirada de gran intensidad emocional en su rostro apenas sugería alegría. -Me
siento tan afortunada de tenerte.
-Es sólo el hummus.
-No, no lo es. Arizona tomó el recipiente de plástico, finalmente
esbozando una sonrisa. -Es todo.
Sintiendo que esta era su oportunidad de conseguir que
Arizona comiera algo, Callie abrió la bolsa de pan de pita y pescó uno. -¿Quieres
que caliente esto para ti?
Arizona, negó con la cabeza, tomando el pan de Callie.
-Está bien así.
Callie observó en silencio como Arizona resquebrajó el
recipiente de hummus y recogió un poco con el pan de pita. Ella lo metió en la
boca y masticó lentamente, y luego cerró los ojos con una sonrisa de
satisfacción. Incluso negro y azul, su rostro era la viva imagen de la
satisfacción.
-Oh, esto es bueno.
Arizona inspiró y rápidamente arrancó otro pedazo de pan de pita, para
sumergirlo en el hummus con entusiasmo. -Esto es perfecto.
-¿Sí?
-Sí. Arizona, se tomó un descanso y le dijo a Callie
señalando hacia el recipente del hummus. -Toma un poco.
-En un minuto, dijo Callie. En este momento ella simplemente
quería ver a Arizona disfrutando de algo. Ya habían pasado dos días desde que
vio por última vez a Arizona tan feliz, pero bien podría haber sido para
siempre. A Callie se le hinchó el
corazón. -Me alegro de que esto haya sido una buena opción.
-Tú me conoces bien. Dijo Arizona sonriendo, luego
hizo una mueca. Ella levantó la mano para tocarse el corte en el labio inferior.
-Será bueno cuando sonreír deje de doler.
-Sí, así será. Callie sonrió a pesar de la punzada en
el pecho al ver el dolor de Arizona. Ella quería mantener el estado de ánimo
mientras fuera posible. -Tú tienes una hermosa sonrisa.
Inclinando la cabeza, Arizona, se sonrojó y tímidamente le tocó su cara. -No por el momento.
Inclinando la cabeza, Arizona, se sonrojó y tímidamente le tocó su cara. -No por el momento.
-Tú no podrías ser más impresionante, Arizona. Callie arrancó
un pedazo de pan de pita y le dio un mordisco saludable al hummus, con la
esperanza de animar a Arizona para seguir comiendo. -Incluso cubierta de
hematomas, eres la cosa más hermosa que he visto nunca.
-Estás tratando de hacerme feliz otra vez.
-¿Está funcionando?
Callie rozó a Arizona con su dedo del pie. -Un poco?
-Sí. Arizona,
miró el pan en la mano, luego,
lentamente, le dio otro mordisco. -No me di cuenta del hambre que tenía hasta
que empecé a comer esto.
Aliviada, Callie se permitió caer en un cómodo
silencio mientras comían. Esperó a que Arizona hubiera comido lo suficiente
para llenarse antes de volver a hablar.
–Algo más que te levanta además de las chicas de oro? Callie miró a la
televisión, asombrada de cómo el espectáculo siempre parecía estar en el.
-Porque yo sé que sí
-Derek Shepherd llamó mientras estabas fuera, dijo en
voz baja Arizona. Se secó las manos y
luego se sentó contra los cojines del sofá, buscando la mirada de Callie. -Me
animó a tomar un tiempo libre, si lo necesito.
-¿Qué le dijiste?.
Callie sabía que Arizona quería volver a trabajar, pero personalmente
pensaba que era demasiado pronto. Más aún porque Arizona quería mantener su
vida privada, y en este momento su aparición lo que lograría sería alimentar
los rumores. No había suficiente maquillaje en el mundo para cubrir los cortes
y las contusiones en su rostro. Y el dolor era aún evidente en cada paso que
daba.Sin saber exactamente cómo, todo el mundo vería que estaba herida. -Tal
vez tomar una o dos semanas no sería una mala idea.
Arizona le dio una mirada que no dejó ninguna duda
acerca de su deseo de regresarse a sí misma a una rutina normal. -Le dije que
estaría en la mañana del miércoles.
Esos eran dos días menos de lo que Callie había
pensado que Arizona debería manterse alejada. Todavía no era tiempo suficiente,
en opinión de Callie, pero estaba contenta de saber que Arizona no tenía
intención de volver al día siguiente. -Oh. Bueno! Voy a dar una llamada a Derek
y decirle que voy a estar fuera hasta el miércoles, también.
Arizona, negó
con la cabeza. -Tú no tienes que hacer eso. En serio.
La reacción inicial de Callie fue sentirse herida.
¿Acaso Arizona no la quería cerca? -¿Qué?
-Yo puedo ser yo misma. No hay necesidad que tú
permanezcas conmigo.
-¿No me quieres aquí?. Callie se preparó para la respuesta de
Arizona. Desde ese momento en la sala de examen, cuando Arizona no estaba
segura de que quería a Callie para pasar la entrevista de la policía, Callie casi
había estado esperando que Arizona la rechazara. Hasta el momento, Arizona se
había inclinado sobre ella sin falta. Pero eso no significaba que podía
suceder. "Si no quieres, esta bien. Puedo ir a trabajar. Pero pensé...
Los ojos azules de Arizona se habían ampliado, y
Callie supo que Arizona había visto más en sus palabras de lo que Callie tenía
la intención de revelar. -Te quiero conmigo, Calliope. Es que odio que tomes
tiempo libre en mi cuenta.
Frunciendo el ceño, Callie intentó dar sentido a eso.
-¿Por qué? Tú eres la mejor razón para tomar tiempo libre, en cualquier
circunstancia.
-Bueno, esto no es exactamente un viaje de fin de
semana a Napa, por lo que…
-Hola. Callie interrumpió a Arizona, levantando sus
manos y llevándolas a los labios para colocar un suave beso en
los nudillos. -Esto es realmente una de las situaciones de “en las buenas y en
las malas” para mi. Nosotras, quiero decir. No estoy aquí sólo para fines de
semana en Napa. Quiero estar todos los días contigo. No importa lo que traigan
esos días.
Arizona, parpadeó, mientras una lágrima se asomaba
cayendo de cada ojo. -Maldita sea, susurró mientras se secaba la cara con el
dorso de su brazo. -Lo siento.
Callie sacudió la cabeza. Estas eran lágrimas de
felicidad, definitivamente. Era evidente por la luz que se vislumbraba en la mirada
de Arizona. –Si tú todavía no lo sabes, lo estoy diciendo ahora. Estoy aquí. Yo no me voy a ir a ninguna
parte. Y yo haría cualquier cosa por ti.
-Yo lo sé. Yo sólo estoy... aún acostumbrándome a eso,
murmuró Arizona. -Estoy bastante segura de que nunca he estado con una mujer
que se habría quedado conmigo a través de algo como esto antes.
-Tus ex novias
eran estúpidas. Yo se conservar algo que vale la pena cuando lo veo.
Arizona, se
echó a reír. Inclinándose, ella le dio un pequeño beso en la mejilla a Callie.
-Yo también
Callie inspiró, rodeada por el olor de Arizona y le
encantó. Quemaba en deseos para envolver sus brazos alrededor de Arizona, pero
vaciló, no quería asustarla. -¿Puedo abrazarte?
-Más te vale.
Callie serpenteó sus brazos alrededor de la cintura de
Arizona, sosteniéndola con ternura. Ella apretó los labios en el cabello de
Arizona y cerró los ojos. -Esto es bueno.
Arizona, entregada en el abrazo de Callie. -Sí, lo es.
Su dedo trazó las letras en el frente de la camiseta de Callie. -Eres tan cuidadosa conmigo.
Era difícil de leer el tono de Arizona. Callie pensó
por un momento y luego preguntó: -¿Es eso algo malo?
-No, es dulce. Agradable. Arizona, acarició con su
mano un lado del pecho de Callie, y Callie inhaló en silencio, esperando que
Arizona no se diera cuenta como esa pequeña caricia la afectó. -Espero que no
dure mucho tiempo, sin embargo.
Callie se apoyó en los cojines, tirando a Arizona con
ella. -Esto dura mientras dura. Vamos a tu ritmo.
Descansando la palma de su mano plana sobre el pecho
de Callie, Arizona, dijo: -Yo no quiero ser frágil.
-Lo sé.
-Yo no soy frágil.
-Lo sé. Callie
besó la parte superior de la cabeza de Arizona. –Tú no debes preocuparse por
eso ahora mismo. Sólo han pasado dos días. Ni siquiera has sanado todavía.
-Sólo quiero volver a la normalidad, murmuró Arizona,
recogiendo sus rodillas hacia arriba. -Estoy cansada de sentirme así.
-Entiendo. Pero sé paciente contigo misma, ¿de
acuerdo?. Callie enlazó sus dedos con
los de Arizona, manteniendo sus manos sobre el corazón de Callie. -Algo te
sucedió a ti. Algo aterrador y doloroso y traumático. Está bien que necesites
tiempo para recuperarte. Está bien ser frágil por un tiempo.
Arizona no dijo nada, se limitó a mirar sus manos
juntas y mantuvo la respiración. Callie podía sentir su mente trabajando. Deseó
poder apagarlo por sólo una noche, para dar a Arizona, un descanso de sus
pensamientos.
En todo el tiempo que habían estado juntas, Callie
nunca había visto a Arizona volverse para adentro. Ella sabía que ahora había
cosas que Arizona guardaba para si misma, recuerdos o preocupaciones que
Arizona consideraba demasiado privadas para compartir. Callie también sabía que
era un privilegio que ella la dejara entrar. Así que ella no quería empujar.
Más que nada, Callie quería que Arizona pudiera
confiarle a ella todos sus demonios. Sea lo que fuera que no quería decir en
voz alta. Peor que los golpes, incluso peor que el vacío en los ojos de Arizona,
era el conocimiento de que Arizona había elegido sufrir sola. Que había partes
que ella no quería compartir con Callie. Las cosas que ella pensaba que eran
demasiado terribles para que Callie las conociera, así que en vez de
compartirlos decidió cargar con el peso de esos secretos por su cuenta.
No queriendo arriesgarse a destruir el estado de ánimo
de Arizona, Callie no dijo nada. Hacía sólo dos días, y no quería forzar a
Arizona para hablar. Así no era cómo iba a ganarse la confianza de Arizona.
Callie acarició el brazo de Arizona con su mano libre,
disfrutando de la cercanía de sus cuerpos. Esto era lo más íntimo que habían
compartido desde el ataque. Callie casi contuvo el aliento en un esfuerzo por
permanecer inmóvil, temerosa de moverse para que no provocar el pánico o el malestar.
Ella no quería que el momento llegara a su final.
Después de un par de minutos, la respiración de
Arizona se hizo más lenta y más profunda, evidenciando que se había quedado
dormida. Callie no se sorprendió. El sueño de Arizona en las últimas dos noches
había sido irregular a lo sumo, así que ahora que su estómago estaba lleno era lógico
que finalmente sucumbiera a su
agotamiento. Otro de los éxitos. La cena y el sueño. Callie no podía haber
pedido un mejor final para el día de Arizona.
Los ojos de Callie veian que ahora ella era capaz de
relajarse por primera vez ese día. Moviéndose lentamente para no despertar a
Arizona, tomó el control de la televisión que estaba muda y pusó el volumen muy
bajo, lista para su propia dosis de sopa de pollo.
Esta historia
continuará…
Capítulo en inglés publicado
originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/1169.html
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