CAPITULO QUINTO
A sólo dos
horas de haber regresado a su primer día de trabajo, Arizona tenía miedo de que
quizás Callie estuviera en lo cierto. Tal vez ella debería haber tenido más
tiempo libre. Tal vez había estado demasiado ansiosa por fingir que todo estaba
normal. Debido a que la verdad era que no se sentía normal nunca más. Sin hacer
rondas, sin hablar con sus pacientes, y ciertamente sin enfrentar el interrogatorio que veía en la mirada de los
fabricantes de pequeños humanos y sus colegas cuando vieron las heridas que su
maquillaje no podía cubrir. A pesar de que llevaba su mejor sonrisa alegre,
Arizona, no creía que ella estaba engañando a nadie. Seguramente podrían ver cuán
dañada y sacudida estaba, como desconectada de sí misma.
Incluso sus
jóvenes pacientes notaban que algo andaba mal. Gracie Williams, de cuatro años, había dado un vistazo antes de preguntar de
dónde sacó sus moretones, ante el horror evidente de sus padres. Después de
ingeniárselas, Arizona fue capaz de
inventar una historia sobre la lucha contra un dragón que ella ganó,
manteniendo una sonrisa radiante firmemente plantada en su cara. Dentro de ella
se estaba muriendo, la certeza de que los padres de Gracie sabían la verdad, que podían verlo escrito en
cada movimiento que hacía, en cada palabra que decía.
Arizona, odiaba mostrar debilidad. Odiaba llorar durante
su conflicto con las figuras de autoridad, tanto que a veces no podía contener
sus emociones de rabia. Es por eso que ella siempre trató de mantenerse lo más
positiva posible en cada situación. Actuando como si fuera siempre feliz en
realidad quería decir que estaba feliz por lo general-y aun cuando ella no lo estuviera,
nadie tenía que saber a menos que ella eligiera para decirles.
A Arizona no
le gustaba mostrar sus grietas. Se suponía que debía ser fuerte, la persona que
su padre le enseñó ser. Un buen hombre en la tormenta.
Eso
significaba que lo más probable era que Callie estaba en lo correcto.
Probablemente era demasiado pronto para estar de vuelta, porque su sonrisa no
la estaba ayudando. Arizona no estaba feliz, y actuar como si lo fuera, no parecía
estar engañando a nadie. Podía sentir las miradas sobre ella dondequiera que iba. Se sentía como si
todo el mundo sabía lo que había pasado, y que podían ver lo que estaba
luchando, y ese dolor era demasiado personal para compartir.
Pero eso no
significaba que Arizona iba a aceptar la derrota. Ella estaba decidida a pasar
el día. Luego se levantaría por la mañana y lo haría de nuevo. Porque ¿qué otra
opción tenía?
Así que
tenía que hacer su mejor trabajo. Si ayudar a los niños moribundos no podía
alejar su mente de su propio problema, algo que parecía pálido en comparación, de
verdad, entonces no sabía que lo haría. Y como ella le había dicho a Callie, no
podía abandonar a sus pacientes. Ellos la necesitan, sin importar lo que había
sucedido en su vida personal.
Exhausta
después de hacer rondas, Arizona decidió que una ruptura de la interacción
humana estaba bien. Ella encontró una cama vacía en un pasillo vacío y se
sentó. Sacando su teléfono inteligente de su bolsillo, dio unos golpecitos en
el icono para comprobar su correo electrónico. Cinco días sin haberlo
revisado implicaba sin duda que había un
montón de mensajes para ponerse al día.
Como sospechaba,
tenía setenta y tres e-mails no leídos desde la noche del viernes. Arizona
comenzó a desplazarse a través de ellos, escribiendo respuestas breves cuando
era necesario, hasta que llegó a un mensaje urgente enviado el sábado por la
mañana a todo el personal del hospital. De: Jefe Derek Shepherd. Asunto: Alerta
de seguridad. La garganta se le secó a Arizona al abrir el correo electrónico y
leer el mensaje en silencio.
Las frases
saltaron sobre ella. “Un empleado del hospital fue asaltado sexualmente en el estacionamiento
del personal. Por la seguridad de todo el personal, estamos pidiendo que nadie vaya
a pie a su coche solo por la noche...” Pero lo peor para Arizona era el final, “…Los agentes de seguridad estarán a su
disposición para acompañar a los empleados a sus coches bajo petición”.
Arizona
cerró el mensaje con una mano temblorosa. Luego guardó su teléfono y trató de
mantener la calma.
Ella
comprendió por qué Derek había enviado el correo electrónico. Él tenía que
hacerlo. Para seguridad de todos, para cubrir las espaldas del hospital. Pero
ahora, incluso si existía la posibilidad de que alguien en el edificio no lo
sabía, ahora si sabían que era de ella a quien se refería el correo. La que había
caminado hasta el coche sola. Era obvio: Arizona había desaparecido durante
varios días, vuelve con moretones en su cara. Y la gente hablaba. Una gran
cantidad.
“Mierda”.
Arizona,
cerró los ojos y trajo sus rodillas contra el pecho, envolviendo sus brazos con
fuerza alrededor de ellos. Todo el mundo sabía lo que el hombre le había hecho
a ella. Todos sabían que se caía a pedazos. El estómago de Arizona se revolvió
y exhaló lentamente. Tratando de no perder el magro desayuno que había comido.
Ella sólo
quería ser impresionante otra vez.
#
-Demonios. Dijo Callie al leer el correo
electrónico de Derek Shepherd, se le hundió el corazón. -Mierda.
-¿Malas
noticias? Meredith Grey, dijo detrás de
Callie.
Callie cerró
la sesión de su cuenta de correo electrónico y se alejó de la computadora. Al no
saber cómo responder, dijo, -¿Has visto a Arizona?
La mirada de
Meredith se suavizó. -No en un par de horas, lo siento. La última vez que la
vi, ella estaba con su paciente con la anomalía de Ebstein.
-Oh.
Gracias. Callie suspiró, tratando de decidir si debía ir a buscar a su pareja o
no. Tenía la sensación de que cuando Arizona viera la "Alerta de
Seguridad" en el e-mail, ella se molestaría. No importaba que Derek
hubiera guardado los detalles, que no hubiera mencionado nombres. Arizona
sabría tan bien como Callie que cualquier esperanza de que la noticia de su
ataque no se había extendido por el hospital como reguero de pólvora era
prácticamente imposible con ese mensaje.
El primer instinto
de Callie era advertir a Arizona sobre el correo electrónico para que no la
tomara por sorpresa. Si no lo había
leído ya. Sin embargo, dudó, no quería que Arizona sintiera que la estaba
manejando con guantes de seda. Desde la noche que Arizona se había quedado
dormida en sus brazos en el sofá, Callie había percibido un sutil cambio en su
estado de ánimo. Menos reacia a mostrar sus emociones, un poco más lejos de pretender
que todo estaba bien. Callie sabía que si intentaba estar allí para Arizona por
cada pequeña cosa, corría el riesgo de ser acusada de ser sobre protectora. Arizona estaba decidida a recuperarse de su
ataque como si fuera el tipo de cosa que sólo podría dejar de lado y olvidar, y
a Callie le preocupaba que si ella expresaba su preocupación, Arizona se
molestaría.
En cuanto a
Meredith, Callie pensó que tenía la oportunidad perfecta para medir el clima en
el hospital. Nadie estaba más profundamente aprovechada para el chisme en el
Seattle Grace Mercy West que Meredith Grey. -¿La gente está hablando? Acerca de
ella?
Meredith
parpadeó, y luego tomó el brazo de Callie y la condujo a un rincón tranquilo de
la estación de la enfermera. -¿Qué?
-No van a
hablar delante de mí, dijo Callie. -Ellos saben que no pueden hablar delante de
mí. Pero... bueno, tú que siempre pareces tener el dedo en el pulso de este
lugar. -¿Todo el mundo sabe, están hablando?
Se mordió el
labio, Meredith vaciló un momento y luego dijo: -Más o menos. Sí.
-Mierda,
murmuró Callie de nuevo. -Eso es lo que ella no quería. Ella no necesita eso.
-Lo sé.
Meredith le dio un gesto de desesperanza. -Algunas personas nos vieron traerla
aquí después... después. Entonces una vez que todo el mundo se enteró de que
alguien fue atacado el viernes por la noche…
-Sí, la
gente no es estúpida. La mirada de Callie se lanzó por encima del hombro de
Meredith, a una enfermera que estaba tratando de no hacer obvio el hecho de que
ella estaba mirando a Callie. -¿Qué? Callie dijo en voz alta, satisfecha cuando
la enfermera rápidamente se cubrió el rostro en un gráfico.
-Ellos no
quieren hacer ningún daño."Meredith bajó la voz a un murmullo. -Es sólo
que a todos les gusta Arizona. Ellos se preocupan por ella. Y, por supuesto, la
gente se asustó. Eso ocurrió en el estacionamiento, el mismo por el que todos
hemos caminado cientos de veces.
-Yo lo
entiendo. Callie se cruzó de brazos sobre el pecho, buscando la corriente de constante
movimiento de personas detrás de Meredith para detectar cualquier signo de
Arizona. Si ella se encontraba con Arizona, sería más fácil. Ella realmente
quería ver cómo estaba, para saber que estaba bien. -Yo lo entiendo.
-Entonces,
¿cómo está?. La preocupación en la voz tranquila de Meredith enfocó a Callie para
volver a su conversación.
-Ella está...,
Callie se apagó. Fue una pregunta tonta,
y ella de verdad estaba cansada de responder a ella. -No sé.
-No he
podido dejar de... pensar en ella, preocuparme. Meredith echó su mirada al
suelo, y luego miró a los ojos de Callie con un gesto de vergüenza. -No es nada
comparado con lo que debe estar sintiendo, estoy segura.
-Gracias por
estar ahí para ella esa noche, dijo Callie en voz baja. Quería decirle antes.
Porque eso ayudó. Sin duda ayudó
-Sólo
desearía que Cristina y yo hubiéramos llegado hasta allí diez minutos antes...
Diez
minutos. Eso es todo el tiempo que había tomado para que el hombre cambiara sus
vidas al revés. Hacer daño a la mujer que amaba tan terriblemente que Callie no
sabía si volvería a ser la misma. Callie sacudió la cabeza, cortando el resto del
pensamiento de Meredith.
Callie dijo:
-Todos tenemos remordimientos, las cosas que nos hubiera gustado haber hecho de
otra manera. No era sólo el profundo sentimiento
de culpa de Arizona por caminar hasta el coche sola. ¿Cuántas veces en los
últimos cinco días Callie en silencio se amonestó a sí misma por no escoltar a
Arizona a su coche? Ella podría haberlo hecho. No era que había estado atada en una cirugía. Había
estado soñando despierta en la estación de las enfermeras mientras que a
Arizona la estaban sosteniendo en el suelo y la violaron. Pero Callie sabía que
ese tipo de pensamientos era para volverse loco, y todo lo que podía hacer era
perdonarse a sí misma por no ser capaz de ver el futuro, y entonces seguir
adelante. -Lo que pasó, pasó. Ahora sólo tenemos que lidiar con eso.
La charla
fue tanto para ella como para Meredith. Callie
logró una sonrisa incómoda cuando Meredith asintió con la cabeza. -Tienes
razón. ¿Quiere que le diga a Arizona tú las estás buscando para ella, si la
veo?
Callie intentó
decidir su mejor jugada. Ella dudó y luego dijo: -Si tú puedes encontrar una
manera de hablarle donde estoy... y tratar de conseguir que ella me
busque... pero sin que ella sepa que yo estaba
buscándola...
Meredith
sonrió con simpatía. -No quieres que piense que estás husmeando.
-¿Crees que
estoy husmeando?
-No. Meredith
movió la cabeza para dar énfasis. -No, creo que estás preocupada. Y tú la estas
cuidando. ¿Acaso ella piensa que tú estás husmeando?
-Yo no lo
creo. Callie pensó en los últimos días. A Arizona, definitivamente le gustaba
tenerla cerca, y ella había buscado la comodidad física más de una vez. Pero,
al mismo tiempo, sintió que Arizona no deseaba descargar completamente todo lo
que llevaba en el interior con Callie. Arizona quería hacer pensar a Callie que
ella era fuerte. Más que eso, Arizona, quería ser fuerte. Así que haber pensar
a Arizona que Callie la podía percibir como débil es lo peor que Callie podía
imaginar. -Quiero que ella sepa que yo sé que ella es fuerte. Pero también
quiero protegerla.
-Ella tiene
suerte de tenerte. Y voy a dejar caer pistas si la veo. Meredith apretó el
brazo de Callie brevemente, dando un paso hacia atrás. -Debo volver a mi
paciente. Lo van a llevar al quirófano en un par de horas.
Callie
saludó a Meredith a distancia. -Por supuesto. Ve. Cuando Meredith se volvió
para irse, Callie añadió, --Y, gracias.
Asintiendo
con la cabeza, Meredith dijo, -Quiero saber si tú necesitas cualquier otra
cosa.
-Por
supuesto. Suspirando, Callie vio a
Meredith irse. Había trabajo que hacer, pero era duro mantener su mente en sus
pacientes sabiendo que Arizona estaba en
el edificio en algún lugar, muy posiblemente molesta. O a punto de estar molesta,
una vez que ella viera el correo electrónico.
Tomó todo lo
que Callie tenía para no correr por los pasillos del Seattle Grace Mercy West
en busca de Arizona. Necesitaba abrazarla, escuchar su voz, para saber que
estaba bien. Lo único que la detuvo fue el recuerdo de Arizona, acunando en sus
brazos hace dos noches, escuchando la declaración insistente de Arizona acerca
de su fuerza: “Yo no soy frágil”. Cuando Arizona decidió algo, pegado a ella, y
ella había decidido que podía manejar a volver a trabajar hoy. Callie sólo
tenía que confiar en que ella sabía lo que estaba haciendo. Por encima de todo,
ella tenía que confiar en que si Arizona la necesitaba, ella se lo haría saber.
Es más fácil
decirlo que hacerlo.
#
Arizona
abrió su casillero con las manos temblorosas. Metió la mano en la parte de
atrás y agarró el paquete de cigarrillos sin abrir que había comprado un par de
meses atrás, durante una cirugía particularmente riesgosa de un bebé de siete
meses de edad. Por suerte, el bebé había sobrevivido y ella nunca había tenido
que caer en el hábito. Los cigarrillos eran el último recurso de Arizona en los
momentos difíciles, y hoy era un momento muy difícil.
Deslizándose
el paquete y un encendedor en sus pantalones de matorral, Arizona dejó el
vestuario y corrió hacia el aislado balcón del tercer piso, donde no conocía a
nadie que pudiera interrumpirla. Ella no quería que nadie supiera que fumaba.
Incluso si se tratara de un solo cigarrillo. Y realmente, realmente lo
necesitaba.
Arizona,
suspiró de alivio cuando vio el balcón vacío. Ella salió y abrió la puerta que cerró
tras ella, y luego caminó hasta la esquina de los afloramientos pequeños, donde
no se puede ver desde el interior del edificio. Con los dedos temblorosos, sacó
el paquete de cigarrillos y retiró el envoltorio. Le tomó un minuto más o
menos, pero finalmente fue capaz de desenvolver y abrir la caja.
Le temblaban
las manos. Se suponía que ella era un cirujano de primera clase.
Con una
sonrisa triste, Arizona, logró producir una llama con su encendedor en el
primer intento. Eso la hizo sentirse un poco mejor, por lo menos. Dejó el cigarrillo
en la boca y lo aspiró detrás de su mano ahuecada, esperando sentir la emoción
de alivio, la euforia que la primera calada produce generalmente.
En lugar de
eso fue golpeada por una ola de la memoria, provocada por el olor del
cigarrillo entre los labios. En primer lugar la sensación visceral de ser
penetrada fuerte y rápido, se abría en la manera más dolorosa posible. A
continuación, un flash de la sofocante mano del hombre presionado la boca,
apestando a tabaco, amortiguando sus gritos.
Arizona,
dejó caer el cigarrillo de su boca y se dobló por la cintura, agarrándose a la
barandilla delante de ella mientras ella luchaba por no perder el conocimiento.
Ella cerró los ojos por un momento, pero eso fue peor. Con los ojos cerrados, no
podía estar segura de que ella estaba a salvo, que era la mitad del día, que
estaba en el balcón del ala este. Así que Arizona abrió los ojos y se quedó
mirando el cigarrillo encendido al lado de su pie, preguntándose cómo demonios
alguna vez regresaría a la habitación y fingir estar bien ahora. Poniéndo una
mano en su estómago, ella apagó el cigarrillo con el zapato para que no pudiera
olerlo más.
Por lo menos
la violación le había quitado su peor vicio. Dudaba que a Callie le partiera el
corazón este efecto secundario en particular.
El sonido de
la abertura de la puerta del balcón sacudió de Arizona en posición vertical. Su
corazón se aceleró al ver a un hombre invadir su santuario, a continuación, su
estómago se retorció cuando se dio cuenta que era Alex Karev. Perfecto.
Karev la vio
enseguida. -Hola. Se detuvo y parpadeó. En lugar de sonreír o de fruncir el
ceño, las dos únicas expresiones que parecía tener a su disposición, le dio una
especie de mirada simpática. Esa mirada.
-¿Está bien, doctora Robbins?
Arizona, sabía
que iba a encajar un instante antes que ella. Demasiado tarde para detenerse.
-Vete a la mierda, Karev.
Karev fue
claramente derribado por el lenguaje de Arizona, no es que ella pudiera
culparlo. Era completa y absolutamente impropio de ella hablar con alguien así,
en particular con alguien cuya única trasgresión fue mostrar preocupación. Pero
Arizona no quería la preocupación de Alex Karev. O su piedad. Ella no quería que
él fuera amable con ella. El no era así, y ella no podía soportar que Karev de todas
las personas cambiara su forma de tratarla.
-No quise
interrumpirla, dijo Karev, levantando una mano y retrocediendo. -Voy a dejarte
en paz.
Los ojos de
Arizona se llenaron de lágrimas. Horrorizada, no sólo por su reacción
exagerada, sino también por la emoción que sabía que ya no sería capaz de
ocultar, Arizona, corrió hacia la puerta. Ella se sintió aliviada cuando Karev
se apartó para no tener que tropezarse con él al volver a entrar.
-Lo siento,
murmuró Arizona, entrando al edificio. Sin esperar una respuesta, corrió por el
pasillo antes de que ella comenzara a llorar delante de él. Ella se negó a
dejar que nadie viera las lágrimas que sentía por llegar. Sin romper su paso,
Arizona mantuvo la cabeza gacha y se apresuró a la habitación de guardia más
cercana.
Ella necesitaba
diez minutos para desmoronarse. Entonces ella misma se unificaría para volver a
intentarlo.
#
-Usted puede
tener más analgésicos en una hora. Callie levantó una ceja cuando el chico de
la fraternidad, su paciente operado de la rodilla abrió la boca para protestar,
moviendo la cabeza para cortarle el paso. -En serio, en una hora. Usted esta
apenas lúcido ahora
-Usted esta
apenas lúcido ahora, repitió el muchacho con una sonrisa de ebriedad. -Y en
caliente.
Callie puso
los ojos. Sí, él no necesitaba nada más. -Voy a venir de nuevo para hablar del
procedimiento a las tres. Trate de controlar sus hormonas hasta entonces.
-Tengo algo
para que usted pueda controlar, masculló el muchacho de la fraternidad, a
continuación, se rió para sus adentros. Callie sacudió la cabeza y salió de su
habitación, casi corriendo hacia Mark.
-Hola.
Callie se puso a caminar junto a Mark, feliz de dejar atrás el coqueteo. Normalmente,
ella se divertía como esa falta de inhibición. Pero hoy con todo su estrés, era
difícil reunir su sentido del humor. -¿Cómo te va?
-Óyete a ti
misma, dijo Mark. Se detuvo cerca de los ascensores, apoyándose contra la pared
para hacer frente a Callie. -Muy bien. ¿Y tú?
Callie se encogió de hombros. –Bueno, ya sabes.
Callie se encogió de hombros. –Bueno, ya sabes.
-¿De vuelta
con Arizona en el trabajo hoy?
-Sí. Desde
la mirada en los ojos de Mark, Callie sabía que no estaba haciendo un buen
trabajo para ocultar su disgusto con ese hecho. -Yo no la he visto toda la
mañana. Quiero ir a verla, pero sin que, ya sabes... sin piense que la estoy chequeando.
-¿Crees qué
ella se molestaría?
-No estoy
segura, dijo Callie. -Tal vez no moleste, pero yo sé que ella quiere demostrar
algo hoy en día. Y si ella piensa que yo no creo que ella puede hacerlo..."
-¿No hablas
con ella en un día normal?
Callie se
detuvo y pensó en la pregunta de Mark, que parecía dar lugar exactamente a la
conclusión que ella quería. -Bueno, sí.
-Así que
sería realmente tan terrible, si la buscas para hablar con ella hoy?
-Por
supuesto que no. Yo esperaba encontrarme con ella…"
Mark negó
con la cabeza. -Vamos, Torres. Ella no se va a enojar si tú vas a saludarla.
Así que decir hola. Por ambas.
Aliviada por
la lógica de Mark, Callie asintió con la cabeza. -Sí, tienes razón. Cuanto más pensaba en ello, mejor sonaba la idea. -Probablemente a ella le dolería si
la ignoró durante todo el día de todos modos.
-Seguro que
lo haría, dijo Mark. -Deja de pensar demasiado. Ve a ver a tu mujer.
Incluso a
pesar de su estrés y la preocupación, Callie no pudo evitar sonreír ante las
palabras de Mark. “Su mujer”. Si Arizona lo escuchara, sin duda le gustaría el
sonido de eso. -Ahora sólo tengo que averiguar dónde se encuentra sin tener que
recurrir a llamarla por el beeper..."
Como si en
el momento justo, Alex Karev apareció de repente a su lado. Habló en voz baja,
para que nadie fuera de su pequeño círculo pudiera oír. -Hey, tu novia se
asustó totalmente al verme
Callie
frunció el ceño, tratando de leer la expresión de Karev. A pesar de su elección
de palabras, parecía muy amable, y sin duda estaba preocupado. -¿Qué hiciste?-
-Nada-.
Karev se encogió de hombros. –Sólo le pregunté si estaba bien.
Mostrando
una sensibilidad inusual, impropia de Karev, Callie podía imaginar cómo debe
haber parecido. ¡Alex Karev, amable!. Para Arizona, esa era la prueba de que
estaba siendo tratada de manera diferente. -Maldita sea, Karev.
-¿Qué? Karev
miró a Mark, presumiblemente para buscar un respaldo. -Trato de ser amable y me
dice que me vaya a la mierda.
Mark asomó
la risa, pero fue sofocada por la aguda
mirada de Callie. -¿Ella realmente ha dicho eso? “Vete a la mierda”?
Karev se
movió incómodo. -Sí.
-Bueno, es probable que te lo merecías, dijo Mark. -Pero a viniendo de Arizona?, Ouch
-Bueno, es probable que te lo merecías, dijo Mark. -Pero a viniendo de Arizona?, Ouch
-¿Dónde
está? Callie agitó la mano frente al rostro de Karev, atrayendo su atención
hacia ella. -¿Adónde se fue?
-La vi
entrar a la habitación de guardia del tercer piso. Karev frunció el ceño a
Callie, pero ella sabía que ella había hecho eso para cubrir su vergüenza.
-Dile que lo siento, ¿Ok? No quise interrumpirla. Incluso, yo no tenía idea de que
ella fumaba
Callie
arrugó la nariz brevemente, y luego se obligó a regresar a su pensamiento por
la estrategia para enfrentar a Arizona. Si Arizona fue a fumar a las once de la
mañana, sin duda era un día difícil. Y Callie necesitaba buscarla para
encontrarla. En ese instante.
-Gracias,
Karev. Callie le dio una palmada en el hombro. -No fue tu culpa. Tú no has
hecho nada malo.
-Seguro que
no, murmuró Karev, pero parecía aliviado.
Callie casi
corrió hasta la habitación de guardia del tercer piso, con la esperanza de
atrapar a Arizona, cuando ella aún estaba en un lugar privado. Era obvio que
ella estaba herida. Cuando Callie llegó allí, la puerta estaba cerrada. Llamó a
la puerta rápidamente, conteniendo la respiración mientras esperaba una
respuesta.
-Esta
habitación está ocupada.
Era la voz
de Arizona. Y ella estaba llorando. Con el corazón roto, Callie respondió en
voz baja. -Soy yo, cariño. Abre.
Para alivio
de Callie, la puerta se desbloqueo y Arizona abrió la puerta dejando sólo una grieta.
Como ella no dijo nada más, Callie entró a la habitación y cerró con llave la
puerta tras ella.
Arizona,
estaba de espaldas a Callie, la cabeza hacia abajo. Vestida con una bata de
color azul con el pelo rubio suelto cayendo sobre sus hombros, parecía igual
que tantas otras veces que se había encontrado con ella luego de una llamada a
la habitación para un polvo rápido durante una pausa en sus largas jornadas de
trabajo. Callie quería tocarla pero no lo hizo, tenía que ver la cara de
Arizona para tener una idea de su estado de ánimo actual.
-Esto es
duro, dijo en voz baja Arizona. Al exhalar, se giró para hacer frente a Callie,
levantando la cara para revelar los ojos enrojecidos y el maquillaje que
necesitaba retoque por el efecto de las lágrimas sobre el. -Yo sabía que no iba
a ser fácil pero yo no sabía que sería así de difícil.
Callie dio
un paso más cerca, pero mantuvo sus manos cerca de sí misma, a la espera de
Arizona, para iniciar el contacto. -¿Quieres hablar de ello?
Arizona, negó
con la cabeza, pero dijo: -¿Has visto el correo electrónico?
-¿El que
envió Shepherd? Callie le preguntó, aunque sabía que era exactamente el mismo.
-Sí. Estaba preocupada porque pensé que podría molestarte.
-Entiendo por
qué lo ha enviado. Arizona, puso una mano sobre su estómago, y luego fue a sentarse
en el borde de la cama. -Pero todo el mundo lo sabe, Calliope. Todo el día la
gente me ha mirado, y luego Alex Karev es amable conmigo…
-Él dijo que
él está arrepentido de eso.
Arizona,
levantó la cabeza, mirando a los ojos de Callie. -¿Has hablado con Karev?
-Creo que lo
sorprendiste. Callie permitió una
sonrisa tirar de sus labios. –Lo enviaste a la mierda
Con la cara
enrojecida, Arizona se miró los zapatos. -Eso fue en serio.
-Él lo puede
soportar, dijo Callie a la ligera. Alex Karev se recuperará. No quería golpear
a Arizona más de lo que ya estaba. -Ese el segundo nombre de Karev,
¿verdad?"
Arizona,
negó con la cabeza. -Me sorprendió, es todo. Mal momento.
Callie se
acercó a la cama y se sentó al lado de Arizona, cuidando de darle su espacio.
Pero Arizona se acercó más y se acurrucó contra el costado de Callie tan pronto
como se estableció. Callie pasó el brazo alrededor de la cintura de Arizona, y
la besó en la parte superior de la cabeza.
-Después de
leer el correo electrónico decidí fumar un cigarrillo. Arizona, levantó una
mano como si quisiera evitar la reacción de Callie. -Lo sé, lo sé. Pero...
pensé que podría calmarme.
-Lo hizo?
Arizona, se
estremeció. Todo su cuerpo temblaba, y Callie la atrajo más cerca para tratar
de mantenerla dentro de su círculo cálido y seguro. -Su mano olía a tabaco. Al
entrar en mí me gritó y puso su mano sobre mi boca para que nadie escuchara. Y
él... él olía a tabaco.
-Fumar te
recuerda a él. Callie sacudió la cabeza, luchando por contener las lágrimas de
rabia y frustración. No porque los cigarrillos fueran un hábito que ella quería
que Arizona mantuviera, sino porque sabía que era su refugio, su compañero de
último recurso, e incluso eso se vio empañado ahora.
-Creo que
fue un retroceso, dijo Arizona. -Debido a que se sentía tan real, casi como si
estuviera ocurriendo otra vez. Pensé que me iba a desmayar. Y Alex Karev salió
al balcón y me preguntó si yo estaba bien y me rompí....
Apretando
con cuidado a Arizona, Callie acarició moviendo su mano arriba y abajo a su
lado. -Siento lo que pasó. Debe haber sido aterrador.
-Bueno, tú no
tienes que preocuparse por mí por fumar nunca más. La voz de Arizona salió sin
sentido del humor. -Así que por lo menos algo bueno salió de este lío.
Callie trató
de tranquilizar a Arizona, meciéndola suavemente, cuando el temblor comenzó de
nuevo.-Preferiría que tú fumaras un paquete al día que pasar por esto. Créeme
Arizona
comenzó a jugar con el cuello de la bata de Callie, moviendo su dedo por debajo
del borde de la tela. -¿Recuerdas la última vez que nos encerramos en esta habitación?
Callie cerró los ojos contra una ola de
recuerdo agridulce. Arizona acostada boca arriba en la estrecha cama debajo de
ella, retorciéndose bajo su lengua. Sus piernas firmes echadas sobre los
hombros de Callie, dedos delgados enredados en el pelo de Callie, para
mantenerla en la tarea. -Por supuesto que sí, dijo Callie, apretando su brazo
alrededor de Arizona.
Arizona,
levantó la cara y encontró la boca de Callie con la suya. El beso fue suave, una
suave presión de los labios de Arizona, pero el corazón le latía con fuerza a
Callie, como si Arizona acabara de tirarla en la cama. Era lo más cerca que
había llegado al contacto sexual desde el ataque. Arizona no hizo ningún
movimiento para profundizar el beso, pero ella lo sostuvo durante mucho tiempo.
Cuando
Arizona finalmente se echó hacia atrás, Callie exhaló. -Eso estuvo bien.
-Sí, lo fue.
Arizona, acarició la mejilla de Callie, dándole una sonrisa genuina. -Me sentí
normal.
-¿Sí? Callie
sabía lo que Arizona estaba tratando de decir. El beso no había provocado nada
desagradable. Una ola de relajación se extendió por el cuerpo de Callie,
dejándola con una sonrisa. -Eso es bueno.
Arizona
remontando el pulgar por el labio inferior de Callie, le respondió -Es muy
bueno.
Sintiendo
que el estado de ánimo de Arizona había mejorado, Callie se arriesgó y dijo:
-Tal vez tú deberías tomar el resto de la semana de descanso. Comienza de nuevo
el lunes.
Arizona,
negó con la cabeza. -No va a ser más fácil el lunes. Y mis pacientes…
-Yo sé, dijo
Callie, después de haberlo escuchado más de una vez en los últimos días. -…Ellos
te necesitan. Cuando Arizona frunció el ceño, Callie forzó una sonrisa
brillante. -Claro, por supuesto que sí. Porque eres increíble. Y súper. Y todos
esos otros adjetivos que nunca había utilizado antes de conocerte…
Arizona le
dio una sonrisa cansada. -Bueno, aunque yo ya no soy esas cosas, yo soy su cirujano.
Y tengo que estar aquí
-Tú eres
todas esas cosas. Callie metió un mechón de pelo de Arizona detrás de la oreja,
sin darse cuenta de que había quedado atrapado en su dedo cuando se lo tiró
suavemente. Arizona, se estremeció, pero no dijo nada. La máscara que
inmediatamente cayó sobre su rostro era un mensaje claro a Callie para no
preguntar. -¿Vas a estar bien?
-Voy a estar
bien. Arizona, se enderezó y echó hacia atrás los hombros, secándose los ojos.
-¿Cómo me veo?
-Puedo
arreglar tu maquillaje. Callie cogió un pañuelo de papel de la pequeña mesa
junto a la cama y lo acercó a la cara de Arizona. -Si tú quieres.
Asintiendo
con la cabeza, Arizona, se inclinó y miró fijamente a la pared mientras Callie
hizo todo lo posible para borrar toda evidencia de sus lágrimas. –Yo desearía
que nadie lo supiera
Callie se
estremeció, encontrándose con la mirada de Arizona, le dijo. -Lo siento.
Arizona, se
encogió de hombros. -Es lo que es, supongo.
-Tus pacientes
no saben. Sus padres no lo saben…
-Ellos saben
que algo anda mal. Incluso un niño de cuatro años de edad puede verlo. Arizona
tocó debajo de su ojo, donde los moretones eran de color morado oscuro. -¿Cómo
no podrían ver esto?
-Hola.
Callie interrumpió el maquillaje de Arizona, tomándola de la barbilla para
captar su mirada –Tú no debes preocuparse por lo que la gente piense. No hay
nada de lo que tengas que avergonzarte. Un hombre te atacó. Él te hizo daño. Tú
no has hecho nada malo.
-Lo sé. La respuesta
de Arizona era automática, y Callie podía ver que ella no creía lo que estaba
diciendo.
-No, dijo
Callie con fuerza. Sosteniendo a Arizona por los hombros con tanta suavidad
como pudo, Callie la miró profundamente a los ojos. –Tú no hiciste nada malo. ¿Me
comprendes?
Arizona,
asintió con la cabeza, la barbilla temblorosa.
-¿Sabes
cuántas veces he caminado a mi coche sola?" Callie agachó la cabeza,
obligando a Arizona a mantener el contacto visual, incluso mientras trataba de
mirar hacia otro lado. -Nunca le he pedido a nadie de seguridad que me
acompañara. Ni una sola vez. Si hubiera sido yo por ahí en la noche del
viernes, si ese hombre me hubiera violado, ¿te parece que me lo merecía? Que yo
había hecho algo malo?"
Arizona se
estremeció y su rostro se puso pálido. -No. Por supuesto que no. Dios,
Calliope, ni siquiera quiero imaginarme que algo así te suceda.
-Nadie cree
que esto fue tu culpa. Callie se negó a mirar hacia otro lado, mirando a
Arizona reaccionar a sus palabras. Ella sabía que estaba siendo intensa, pero era
necesario para establecer a Arizona en lo correcto de una vez y para siempre. -Todos
hemos salido al estacionamiento solos en algún momento, querida. Tú no eres la
única. Tú sólo fuiste..." Callie inhaló. "la que tuvo mala
suerte".
Frotándose
la frente con el dorso de la mano, Arizona exhaló con voz temblorosa. -Tú me
haces llorar de nuevo.
-Yo no
quiero hacer eso. Callie rozó la mano de Arizona y terminó de retocar su
maquillaje lo mejor que pudo. -Es posible que desees volver a aplicar, pero
creo que me he librado de la mayor parte de la evidencia.
-Tú eres una
salvavidas. La fachada alegre de Arizona cayó en su lugar. -Debo volver al
trabajo.
-Por
supuesto, dijo Callie. Reconociendo la necesidad de Arizona para reconstruir
sus defensas antes de aventurarse entre sus compañeros de trabajo, Callie se
levantó y tiró el pañuelo a la basura. Luego le ofreció la mano a Arizona y la
acercó hacia ella. -Página a mí sí me necesitas. Voy a dejar lo que estoy
haciendo.
Arizona dio
unas palmaditas en el pecho de Callie sobre su corazón. -Te amo.
-Te amo,
también.
-¿Nos vemos
en el almuerzo?
Aliviada por
la idea de ser capaz de ver de nuevo a Arizona, a sólo un par de horas, Callie
asintió con la cabeza vigorosamente. -Es una cita.
Arizona,
sonrió, cerrando la distancia entre ellas y subiendo de puntillas para besar la
mejilla de Callie. -Voy a estar bien.
-Sé que lo
harás, dijo Callie. Se aseguró de poner su mejor sonrisa, para que Arizona la
viera, con una onda informal. Tan pronto como Arizona cerró la puerta de la
sala de guardia detrás de ella, la sonrisa se deslizó de la cara de Callie y
ella se dejó caer sobre la cama.
Y empezó a
temblar.
Esta historia continuará...
Capítulo publicado originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/1373.html
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