CAPITULO VIII
Arizona, entró
en su apartamento con las piernas de goma, pasándose una mano por su cabello
humedecido de sudor con una media sonrisa en su rostro. ¿Quién hubiera pensado
alguna vez que iba a salir a correr? Y sobrevivir? Mientras que Teddy había
sido lo suficientemente amable para intercalar su trote de una hora de
duración, con algunas interrupciones para caminar, Arizona, quedó aún más
impresionada con ella misma. Había superado sus propias expectativas.
Adolorida, Arizona, con la sensación de que
ella podía haber saltado unos cuantos pasos por extralimitar sus carreras tan
pronto después del ataque, pero este era un dolor bueno, un dolor sano. Así que
dio la bienvenida a ellos, sobre todo porque parecía anular gran parte de la
ansiedad que había sentido durante las últimas dos semanas. Teddy tenía razón
acerca de las endorfinas. Se sentía tan suave como no se había sentido en mucho
tiempo.
-Estoy de
vuelta, gritó Arizona desde el vestíbulo, lanzando sus zapatos a continuación,
peleando con los calcetines de los pies.
-Y estoy sudando.
-Me encanta Arizona
sudorosa, fue la respuesta más profunda de Callie en el interior del
apartamento.
Sonriendo,
Arizona entró en la sala para encontrar a Callie reclinada en el sofá con un
libro grueso. Este había sido uno de los secretos mejor guardados de Callie: la
mujer era un lector. No de revistas médicas ni de revistas tampoco, sino de
novelas de misterio, policiales, incluso algunas de romance, ocasionalmente. A
pesar de que rara vez tenía tiempo para dedicarse a lo que Arizona sabía que Callie
había considerado como un placer culpable, cuando surgió la oportunidad Callie la
agarró con ambas manos. En cuanto a Arizona, estaba preocupada, había algo muy
sexy en su ratón de biblioteca.
Arizona se
dobló hacia abajo, jadeando en busca de aire, poniendo sus manos sobre las
caderas, ella se detuvo y fingió no darse cuenta de la forma en que Callie se
quedó mirando su pecho.
-¿Teddy se dio
un plazo para su dinero? Callie esbozó una sonrisa tonta con su propia broma.
-Por así decirlo.
Arizona, puso
los ojos, inclinándose para besar la frente de Callie. -Ella trató de tomarlo
con calma para mí, aunque tú no lo creas.
-¿Te sientes
bien?
-En realidad,
sí. Muy bien
Callie sonrió.
-Eso es super
Arizona le dio
a Callie un leve toque en las costillas. “Súper” era una palabra que Callie no
utilizaba a menos que quisiera burlarse de Arizona. Emocionada de que finalmente
estaban llegando a un punto donde las bromas se sentían naturales, Arizona no pudo evitar besar a Callie de
nuevo. En la mejilla, esta vez. -Sí, lo fue, “super”.
Callie arrugó
la nariz, -Sí, definitivamente estar sudorosa
Riendo,
Arizona, se apartó. -Sugerencia tomada. Voy a la ducha.
-Probablemente será
mejor.
Arizona, le
sacó la lengua, después vio su teléfono celular en la mesa de café. Lo había
dejado en casa durante su carrera, apagado para que no molestara a Callie.
Normalmente, ella estaba accesible en todo momento del día, pero por una vez
había querido una hora sin interrupciones externas, sin recordatorios de la
vida real.
Y sabía que si
alguien realmente la necesitaba, podía llamar
a Callie, quién a su vez llamaría a Teddy. Aún así, la ilusión de una
ruptura había sido agradable.
Una vez
encendido el teléfono, Arizona, vio que tenía un nuevo mensaje de voz. Esperaba
que la llamada no hubiera sido del hospital, porque quería desesperadamente
terminar su sábado de relax en el sofá con Callie. Tal vez incluso con un poco
de mimos.
El corazón de
Arizona saltó a la garganta cuando empezó a escuchar y escuchó la voz de la
detective Mendoza. “Este mensaje es para Arizona Robbins. Es la detective Janis
Mendoza del Departamento de Policía de Seattle llamando para informarle que no
hubo coincidencias con los resultados de la prueba de ADN en la muestra de
semen que nos proporcionó en el hospital. Por desgracia, no hemos podido
encontrar un mach contra la base de datos estatal o nacional. Eso significa que
estamos en esencia en el mismo punto con nuestra investigación. Sé que puede no
ser la noticia que quería escuchar y lo siento por eso. Por favor, sepa que su
caso sigue siendo una prioridad y si algo más surge, yo se lo haré saber
inmediatamente. Mientras tanto, no dude en llamarme si tiene alguna pregunta. O
si recuerda algo más que pudiera ayudar. Le deseo un buen fin de semana. Hasta
luego".
Arizona, colgó
el teléfono. En el espacio de un minuto, su estado de ánimo se había ido,
pasando de la alegría al vacío frío. No estaba segura de cómo se sentía acerca
de la noticia, todo lo que sabía con certeza es que no era bueno. Arizona se sorprendió
cuando Callie se acercó para pararse frente a ella, luego se apartó cuando vio
que con su mano le iba a tocar el brazo.
Callie se
apartó rápidamente. -¿Qué pasa?
Haciendo un
esfuerzo para hablar, dijo, -Era un mensaje de la detective Mendoza. Los
resultados de ADN llegaron, pero no fueron capaces de encontrar una
coincidencia con la base de datos de la policía. Arizona, se encogió de
hombros. -Así que supongo que sólo tienen que esperar que él viole a otra
mujer. Tal vez ella pueda ser capaz de dar una mejor descripción.
La mandíbula de
Callie se tensó. -No es tu culpa, Arizona. Él le atacó por detrás.
No había nada
que Callie pudiera decirle para hacerla sentir mejor. En este momento ella sólo
quería estar sola, para decidir lo que estaba sintiendo. Sacudiendo la cabeza,
Arizona, dijo: -Voy a tomar esa ducha ahora.
-Oye, murmuró
Callie, -¿Estás bien?
La semana pasada
se había demostrado que hablar con Callie la ayudaba, pero en estos momentos
Arizona no tenía nada que decir. -No sé cómo me siento todavía, sólo quiero ir
a bañarme y estar a solas durante unos minutos.
-Está bien. Callie
dio un paso atrás, pero sin romper el contacto visual. -Voy a estar aquí si
quieres hablar.
-Tal vez
podamos ver una película o algo así después que yo me bañe
Callie le
dirigió una sonrisa con cuidado. -Eso estaría bien.
La vieja
Arizona, probablemente habría invitado a Callie a unirse a ella en la ducha. La
nueva Arizona se sentía demasiado vulnerable estar desnuda frente a Callie en estos momentos. Todo lo que quería
hacer era retirarse a la soledad y lamerse las heridas. -Estaré de vuelta en
pocos minutos.
-Tómate tu
tiempo.
Arizona, entró
en el cuarto de baño con la cara de piedra. Cerró la puerta y abrió la ducha, con
la mente casi en blanco, mientras trataba de asimilar la noticia. No había
cambiado nada, en realidad. Cinco minutos antes, no se sabía nada del hombre
que le había cambiado para siempre. Ella todavía no lo sabía. ¿Entonces por qué
se sentía como si el mundo se estuviera desmoronando a su alrededor?
Despojándose de
sus ropas, Arizona se metió en la ducha, exhalando cuando el agua caliente
golpeó contra sus músculos flojos. Deseó poder recuperar el equilibrio y la
satisfacción que había sentido tan sólo unos
minutos antes, pero se había ido. A medida que el adormecimiento en su mente se
desvaneció, un derroche de emociones en conflicto comenzaron a luchar por el
dominio.
Por un lado,
estaba asustada. Su violador estaba todavía ahí, tal vez incluso en busca de su
próxima víctima. Las posibilidades de que la atacara de nuevo eran escasas,
pero el saber que él estaba en las calles la hacia sentir insegura. Ansiosa, se
dio cuenta de que había una parte de ella que había contado realmente con la idea
de que la prueba de ADN podría conducir a su captura.
Luego hubo
frustración. Debido a que no había sido capaz de proporcionar una descripción
detallada a los policías, el ADN había sido su única esperanza real de que
pudieran hacer un arresto. Ninguna coincidencia significaba que no estaba en el
sistema, pero ciertamente no quería decir que no violaría de nuevo. Arizona, se
acordó de su ira, el placer enfermizo en su voz cuando él la tocó, y no tenía
ninguna duda de eso no había cambiado. Un hombre así no cambia. Especialmente
si piensa que ha salido impune con su crimen.
Otra mujer podría
ser lastimada, así como ella. Si Arizona hubiera podido conseguir una mejor
visión de él, si ella sólo se había centrado en sus rasgos de esos breves
momentos que él la tenía en la espalda, tal vez ella podría haber dado algo a
la policía para seguir adelante. Ahora era casi seguro que necesitaban que él atacara
a otra mujer para poder tener alguna posibilidad de atraparlo. La sola idea le
dio ganas de vomitar, provocado por un sentimiento de culpa intenso e incapacitante.
Debajo de todo
eso, Arizona, sentía algo más, un insignificante alivio. Tal vez esto
significaba que no tendría que soportar un juicio. Un arresto significaría
declarar, volver a contar su historia a una sala llena de extraños. Si la policía atrapaba al hombre ella que
sabía que tendría que hacerlo. No sólo para sí misma, sino para todas las
mujeres que podría perjudicar si no estaba encerrado. Pero si la policía no lo
capturaba, era sólo una violación más que ella no tendría que sufrir. Uno de
los retos que ella no tendría que enfrentar.
Arizona, alzó
una mano temblorosa y limpió su rostro, las lágrimas calientes se mezclaban con
agua aún más caliente. Se concentró, tratando de llorar en silencio, no quería
que Callie la escuchara. Sabía que su
cuerpo simplemente necesitaba una manera de liberar todos los sentimientos que
se agitaban en su interior, y por una vez ella no quiso detener el llanto. La
decisión de que iba a darse un minuto para llorar, era buena. Arizona, presionó
las palmas de sus manos contra la pared de la ducha, bajó la cabeza y se
disolvió en silenciosos sollozos.
Era muy posible
que su violador se fuera de esta experiencia ileso, él sólo seguiría adelante
con su vida. Mientras tanto, Arizona, había sido destrozada, y cada día era una
lucha para seguir adelante, para recuperar lo que había perdido, para
encontrarse a sí misma de nuevo.
“¡Ese hijo de
puta de mierda!”.
No había nada
de justo en esto. Él era el que había cometido un delito, y Arizona estaba
pagando el precio. Físicamente, mentalmente, emocionalmente. ¡Sexualmente!.
Arizona no podía escapar de las repercusiones de las acciones de ese hombre, mientras
que al mismo tiempo, él no sufriría las consecuencias en absoluto.
Arizona, se
enderezó, obligándose a detener sus
lágrimas. Frotándose la cara con fuerza con ambas manos, agarró una botella de
gel de baño y roció una porción generosa en sus manos. Ella se pasó una esponja
con espuma por su cuerpo: brazos, pecho,
estómago. Arizona, dudó un momento, luchando con la simple tarea de limpiar entre
sus piernas. Desde la violación, realmente no se había tocado allí, por miedo
al dolor que pudiera sentir si lo hacía. No era miedo a la incomodidad física
sino al malestar psicológico de explorar el lugar donde habían ocurrido las más
violentas lesiones invasivas y eso era demasiado difícil de manejar para ella.
Era como sí su
vagina ya no le perteneciera. Algo que le había traído tanto placer en el pasado
ahora parecía intrínsecamente ligado a lo peor, al momento más humillante de su
vida. Había dejado su huella en ella, incluso después de que los moretones se
desvanecieron y sanaron los cortes. Nadie podía verlo, pero eso no quería decir
que no estaba allí. Y cerró su cuerpo a todo, incluso a ella misma.
Una sacudida
inesperada de ira se apoderó de Arizona. No era justo. Más que eso, que no era
correcto. ¿Si ese hombre podría salir de esta ileso, por qué no iba a hacerlo
ella?
Arizona tomó
una respiración profunda y deslizó su mano por su abdomen, llegando a su tope
cuando las puntas de sus dedos rozaron la parte superior de sus rizos adornados.
Ella tenía una opción aquí: recuperar su cuerpo o dejárselo a él. Para el miedo
y la vergüenza.
La vieja Arizona había amado su vida, su carrera, a Callie,
su perspectiva de un día soleado y la pasión por nuevas experiencias. Ella
había soñado con viajar. Cosas tontas como gatitos podían alegrar su día. Ella
iba a bailar con sus amigos. Pero lo que más amaba se estaba quedando con
Callie, dejando de pasar horas disfrutando de sus cuerpos. Desde la violación,
ninguna de estas cosas eran verdad hoy. Pero ella quería que fueran. Quería
volver a ser la vieja Arizona.
Si ese hombre
iba a salir de esta, por lo que lo haría ella. Arizona no podía cambiar lo que
pasó, siempre sería una parte de ella, pero podría muy bien exigir su vida de
regreso. El fuego que avivó Teddy al hablar con ella, estalló en la intensidad
adecuada.
Arizona no le
permitiría ganar. Ella no podía.
Deslizando su
mano entre sus piernas, Arizona, se tocó con ternura. Casi sorprendida que los
suaves pliegues se sintieran tan familiares, poco a poco se relajó cuando el
contacto no suscitó ningún dolor. Ella apretó los pies separados en el piso de
la ducha y trazó sus dedos sobre sus labios. Los puntos de sutura habían
comenzado a disolverse, y ya no dolían para caminar o para orinar. Ella
ciertamente no estaba preparada para cualquier tipo de penetración, pero el
toque suave de sus propios dedos era totalmente tolerable.
Es curioso cómo
algo tan simple se sintiera tan parecido a una victoria. Arizona, se lavó a sí
misma lentamente, tomándose el tiempo para reconectar su mente con su cuerpo.
Dado que la violación había producido una desconexión casi total. Antes, ella
había amado a su cuerpo. Se había tocado a menudo por placer. Callie la había
alentado a hacerlo. Ese sentimiento de ser dueña de su cuerpo y su sexualidad
había hecho de Arizona un ser confiado y en control de su placer. Este era el
primer paso para encontrar su camino de regreso a un lugar donde el hombre no
tenía un control sobre ella.
Después de un
par de minutos de explorar con calma, Arizona, agarró una botella de champú y
se lavó el cabello. Estaba lista para salir y volver a Callie, extrañamente
excitada por la conclusión de sus pensamientos. Ese hombre no acabaría con
ella. Simplemente no lo haría.
Cuando salió de
la ducha, Arizona se secaba con la toalla, resistiendo la tentación de alejarse
del espejo de cuerpo entero que colgaba en la parte de atrás de la puerta del
baño. Ella había evitado deliberadamente la visión de su desnudez desde la
noche del ataque. Ya no. Dejando caer la toalla, Arizona tuvo a la vista su
cuerpo desnudo. Decidida a mantener el control de sus reacciones, se concentró
en tomar respiraciones lentas, incluso mientras miraba su reflejo.
Era difícil ver
sus pechos desnudos sin recordar la aprehensión, el dolor opresivo de aquellas
manos sobre ellos. O los golpes que sus dedos habían dejado, que apenas se habían
desvanecido. Pero estos eran los mismos pechos que siempre había considerado
sus mayores activos físicos, los pechos de Callie no había sido capaz de dejar
en paz la primera vez que hicieron el amor. Se podían asociar con tanto placer,
y sólo una instancia de dolor. Enderezando por la espalda, Arizona pasó la mano
por la curva de uno, luego el otro. Este era su cuerpo.
Arizona, dejó
caer la mirada hacia el plano liso del estómago, el parche de cabello recortado
entre sus muslos. Ella iba a pelear por esto. Ella aceptó que no vendría al
instante o fácilmente, pero iba a pelear por eso, definitivamente.
Cualquier otro
resultado significaría dejarle ganar.
Durante su
carrera, Arizona, había pensado más acerca de cómo empezar poco a poco. Ahora
tenía una idea, y estaba segura de que no habría mejor momento. Agarrando un
cepillo y un par de cintas para el cabello, Arizona, se envolvió en una toalla
y fue en busca de algo que ponerse, nerviosa pero emocionada por la posibilidad
real de comenzar a sanar.
#
Callie se sentó
en el sofá mirando sin ver su libro, tratando de no hacer obvio el hecho de que
su atención estaba pegada a la puerta del baño. Ella había dejado de leer veinte
minutos antes, casi inmediatamente después de recoger su libro. Ella sabía que Arizona
estaba molesta, probablemente sufriendo
a solas en la ducha, ya pesar de que Callie estaba decidida a darle su espacio,
eso no significaba que no iba a preocuparse por su cada segundo que estaban
separadas.
Cuando oyó el
sonido de la apertura de la puerta del baño, Callie alzó la vista y vio a
Arizona de puntillas envuelta sólo en una toalla. No queriendo ser pillada
mirando, ella bajó la mirada rápidamente y no se movió otra vez hasta que vio a
Arizona entrar en la habitación y cerrar la puerta detrás de ella. Callie
exhaló, cambiando toda su atención a la puerta del dormitorio. Lo único que
podía hacer era esperar y ver si Arizona realmente tenía la intención de
incorporarse al sofá para ver una película.
A pesar de que
había pasado la mayor parte de los últimos veinte minutos preocupándose por
Arizona, Callie también se había tomado su tiempo para sentir la emoción propia
del correo de voz la detective Mendoza. Era muy simple. Estaba enojada,
cabreada, enfurecida. No sólo por que la no coincidencia de ADN significaba que
violador de Arizona era libre para disfrutar de su vida y muy posiblemente para
violar a otras mujeres, sino también por poner a Arizona en una posición en la
que se culpaba por no ser capaz de describir mejor al hombre que la había
herido.
Callie no podía
imaginar lo difícil que habría sido obtener una visión clara de un hombre que
repetidamente le daba puñetazos en la cabeza, en la oscuridad, antes de empujar
la cara en la hierba y cometer la violación. Que Arizona se hubiera dado cuenta
de detalles como su raza y el hecho de que él tenía la cabeza llena de cabello
era notable. Callie no sabía lo que ella hubiera sido capaz de deducir si
hubiera tenido miedo por su vida de esa manera.
Pensar en lo
que Arizona había vivido sólo alimentó la ira de Callie. Ese hombre podía irse
sin un rasguño después de hacer lo que había hecho, entonces la fe de Callie se
estremeció-su fe en la justicia, en lo que era justo y correcto, su fe en Dios.
La puerta del
dormitorio se abrió y Arizona salió al pasillo, mostrando más piel de la que
Callie había visto en las últimas semanas. Callie respiró hondo, sorprendida
por la elección de vestimenta de Arizona. Desde el ataque Arizona sólo había
usado las camisas de manga larga y los pantalones de pijama, con el cuerpo
cubierto en todo momento. Ahora llevaba una camiseta y calzoncillos de color
rosa, que revelaron la longitud de sus piernas desnudas. Luchando por actuar
con normalidad, Callie le dio la sonrisa más tranquila de la que fue capaz.
-Hola. La voz
de Callie salió de tono alto, cualquier cosa menos tranquila.
-Hola.
Sonriendo tímidamente, Arizona, se acercó al sofá y se dejó caer junto a Callie
con un suspiro de tranquilidad. -No sudorosa más.
-Oh. Callie no estaba segura de cómo responder.
Todo lo que le vino a la mente parecía demasiado coqueto o simplemente tonto.
-Bien.
-Estoy bien,
Calliope, en serio. Arizona, sonrió, cerrando la distancia entre ellas para darle
a Callie un suave beso en los labios. –El baño ayudó.
Preocupada de
que ella estuviera simplemente volviendo a tocar el tema de “Estoy bien”,
Callie se echó hacia atrás y buscó la cara de Arizona. -¿Estás segura?
Arizona,
asintió con la cabeza. Había un fuego en sus ojos que Callie no había visto y
que parecía ser para siempre. –Estoy siendo positiva. He decidida a no permitir
que ese hijo de puta gane.
-Está bien que
te hayas molestado por el correo de voz, dijo Callie tentativamente. A pesar de
que Arizona parecía manejar las noticias de la Detective Mendoza mejor de lo
que Callie había esperado, quería ser prudente con sus palabras, para dar a
Arizona el permiso para desahogarse, para trabajar a través de la misma rabia y
frustración que Callie sentía. -Es decepcionante.
-Así es, tienes
razón. Una sombra cruzó el rostro de Arizona por un instante antes de que
Callie viera como voluntariamente se la
quitaba de encima. -No me gusta la idea que pueda salirse con la suya, y me
gusta menos aún que el debe estar
pensando que puede hacérselo a otra persona. Pero esas son cosas no las puedo
controlar. Lo que sí puedo hacer es asegurarme de que salir de esto también:
intacta.
Callie
parpadeó, animada por la fuerza y la honestidad en la voz de Arizona. Levantada
por su determinación obvia, a la vez su propia ira se disipó, y fue reemplazada
por un sentido muy real de orgullo hacía Arizona. -Eres increíble, dijo Callie
en voz baja. -¿Tú sabes que lo eres, verdad?
Arizona,
sonrió, mientras sus mejillas se sonrojaron -Cállate.
-No, tú lo eres.
Entre su fiera actitud nueva y la relativa falta de ropa, tomó todo de la
voluntad de Callie para no darle un beso a Arizona que fuera más allá de los
picotazos provisionales que habían compartido durante las últimas dos semanas.
-Espero que no suene condescendiente decir que estoy orgullosa de ti.
-No, en
absoluto. Arizona, sonrió. –Estoy sintiendo una especie de orgulloso por mí
misma, también.
-Bien. Callie
se echó hacia atrás, devolviéndole la sonrisa a Arizona. -¿Quieres elegir una
película?
-En realidad,
pensé que tal vez podríamos hacer algo más.
Curiosa acerca
de lo que Arizona tenía en mente, Callie alzó una ceja. -Está bien. Lo que tú
quieras.
Arizona, levantó
un cepillo y dos cintas para el cabello. -¿Quiero trenzas?
Callie tragó
saliva, sorprendida de que su garganta pudiera estar tan seca, tan rápidamente.
Sus pensamientos estaban mezclados, por lo cual era difícil para ella saber
cómo reaccionar. Arizona, se veía tan bonita en trenzas, y la idea de verla de
nuevo hacía que el corazón de Callie se emocionara con anticipación. Pero hacerle trenzas significaba
tocar su cabello, incluso tirar de el y ese era el número uno en la lista de
activación de Arizona. Durante la semana pasada Callie había tenido cuidado
hasta el punto de paranoia de no tocar el cabello de Arizona y ciertamente
mucho menos tirar de él.
Callie se dio
cuenta de que Arizona le frotaba el brazo, con los ojos azules llenos de
compasión. -No entres en pánico, Calliope. Yo sé lo que te estoy pidiendo que
hagas. Teddy me dijo que debía empezar poco a poco. Con el tiempo vamos a
querer hacer el amor. Trenzar mi pelo es empezar poco a poco.
Si Callie pensó
que era difícil respirar antes, ahora se sentía casi imposible. No podía creer
que Arizona acababa de mencionar el sexo. Era tan pronto. Demasiado pronto.
-Relájate,
cariño, dijo Arizona, apretando el brazo de Callie suavemente. -Y confía en mí.
No puedo prometer que no me voy a asustar, pero puedo prometerte que me voy a
comunicar. Si es demasiado, te lo diré. Vamos a trabajar en esto juntas.
Asintiendo con
la cabeza, Callie intentó recordar lo que Addison había dicho acerca de lo que
debía hacer para ayudar a Arizona a permanecer en el momento: “Habla con ella.
Comunícate”. Callie trató de disminuir su ansiedad, exhalando lentamente. Era
ella la que debía ayudar a Arizona a través de esto, no al revés. No podía
permitir que el miedo de asustarla, le impidiera hacer lo que Arizona le pedía
que hiciera. No cuando ella estaba claramente decidida a enfrentarse a uno de
sus desencadenantes.
-Yo puedo hacer
eso. Callie trató de mostrar lo que
esperaba fuera una sonrisa tranquilizadora. -Me encantaría hacer eso.
-Bien. Arizona,
entregó a Callie el cepillo y los lazos para el cabello, luego le dio una sonrisa
de anticipación nerviosa. -Sólo tienes que hablar conmigo, ¿ok? Te quiero aquí
conmigo.
-Lo haré.
Callie intentó sonar más segura de lo que ella misma se sentía. -Eres adorable
en trenzas. Estoy emocionada de volver a verlas.
-Yo también.
Tomando una respiración profunda, Arizona se volteó y se puso de espaldas a
Callie. Luego miró por encima del hombro, a los ojos de Callie, y entonces se
volteó de nuevo. -Mi mamá me trenzaba el cabello todo el tiempo cuando yo era
una niña. Me encantaba
Callie no pudo
evitar sonreír al pensar en la pequeña Arizona con su cabello trenzado. -No
estoy segura de que puedo entender ese nivel de ternura. ¿Tienes alguna foto?
-A lo mejor. La
sonrisa de Arizona llegó a través de su voz. -Hazlo bien y yo la busco para
enseñartela
Echando un
vistazo al cepillo para el cabello por un momento, Callie levantó la mano y
luego vaciló. -Yo voy a cepillar tú cabello, ¿de acuerdo?
Arizona,
asintió con la cabeza. -Gracias por la advertencia.
Cuando Callie
tocó con el cepillo el cabello de Arizona, las palabras comenzaron a burbujear
en su garganta. Ella sabía que tenía que seguir hablando, así que le dijo: -Mi
mamá me trenzaba el cabello también,
pero yo lo odiaba, no porque no me gustaba trenzas. Yo odiaba estar sentada
durante tanto tiempo, solía sentir que tardaba una eternidad.
Entre risas,
Arizona, dijo, -Ya me puedo imaginar a una traviesa e inquieta Calliope.
Posiblemente, hiciste de la vida de tú madre un infierno con todas tus
travesuras ¿no?"
-Lo hice. Pero
sin importar lo que yo hiciera, para mis padres yo siempre era su pequeña
princesa. Callie pasó el cepillo por el cabello de Arizona con suavidad,
haciendo una mueca cuando ella quedó atrapada en una maraña pequeña. -Lo siento.
Arizona exhaló.
-Está bien. Callie la vio apretar las manos en puños y luego relajarse. -Me
encantaba tener mi pelo trenzado, ese era el único tiempo madre-hija que
compartía con mi mamá. No es que yo fuera una chica muy femenina, porque yo no lo
era. Pasaba la mayor parte de mi tiempo corriendo afuera con Timothy, trepando
a los árboles y recolectando insectos.
Callie arrugó
la nariz. -¿Bichos? ¡Buahh!.
-Los bichos
eran “cool". Arizona, se detuvo un momento y luego se corrigió: -Menos las
arañas. Las arañas no son muy cool.
-De acuerdo. Callie
sacó el cepillo del cabello y se mordió el labio mientras pensaba en su próximo
paso. -Voy a empezar una trenza ahora. Suavemente, le tocó el brazo izquierdo a
Arizona. -De este lado. ¿De acuerdo?
-Está bien.
Arizona, se volteó a medias, casi como si ella fuera a mirar por encima del
hombro de nuevo. Luego, a mirando había adelante con una exhalación temblorosa,
preguntó: -¿Estoy haciendo todo bien?
-Tú estás
enfrentando dos cosas a la vez aquí, dijo Callie en voz baja. -El cabello, y
tener a alguien detrás de ti.
-Yo sé que tú no
me harás daño.
-Tienes razón.
Callie puso la mano en el hombro izquierdo de Arizona, sintiéndola un poco
tensa, luego Arizona se movió para que ella pudiera reunir una sección gruesa
de su cabello rubio. Entonces Callie comenzó a decir: -Cuando yo era niña,
solía pensar en la persona con quien iba a casarme. Yo siempre supuse que sería
un hombre, por supuesto. Pero cuando pensé en esta persona, nunca se trató de
género. Se trataba de todas las cosas que quería que esta persona fuera.
-¿Cómo qué? La
voz de Arizona salió un poco sin aliento, ella no quería que Callie parara de
hablar, entonces Callie prosiguió:
-Algo así como
fuerte, valiente… -Y divertido. Sin duda necesitaba a alguien divertido. Callie
sonrió cuando notó que los hombros de Arizona se relajaron y ella se inclinó un
poco hacia atrás como si quisiera estar más cerca. Torciendo el cabello de
Arizona en una trenza floja, Callie se tomó un momento para recordar el marido
ideal con él que había fantaseado en su niñez. -Esta persona me haría sentir
hermosa con sólo mirarme. Me haría sentir cálida, segura y amada todo el
tiempo, y el se sentiría feliz por el hecho de saber que yo estaba en su vida.
-Él suena bien.
El humor de Arizona llegó a través de su tono ligero, facilitando los
pensamientos de Callie. Lo que a Arizona le había estado preocupando momentos
antes parecía haber pasado, hecho que fue notorio cuando ella agregó: -Y si alguna vez lo encuentro,
le daré una patada en el culo aún si te llega a mirar de lado.
Callie casi
tiró el cabello de Arizona en respuesta lúdica, algo que solía hacer todo el
tiempo. Deteniéndose a sí misma justo
antes de dar un paso en falso, Callie rió en su lugar. –Pero sí eres tú. Tú eres
todo lo que siempre quise. Además de un montón de cosas que yo ni siquiera
sabía que quería.
¿Cosas como
alegre?
-Exactamente
como alegre. Callie se rió entre dientes y se trasladó al otro lado de la
cabeza de Arizona sin avisar primero. Ella se sintió complacida cuando Arizona
no reaccionó en absoluto con el cambio súbito en la posición. -Yo no podría
haber imaginado a alguien como tú cuando yo estaba soñando con esta alma
gemela perfecta. Y sin embargo, la encontré de todos modos.
Arizona, agachó
un poco la cabeza, pero Callie sintió que no era porque se sintiera incómoda,
ella intuyó que su compañera estaba luchando con una sonrisa de satisfacción. -Yo
sólo quería encontrar a una chica con grandes tetas.
Callie rió,
sorprendida. -¿Qué? ¿En serio?
-Me gustan
mucho: tetas.
-Bonito, dijo Callie,
sacudiendo la cabeza, riendo ante la confesión inesperada de Arizona. -Bueno,
¿cuando apilan para arriba?
-Son increíbles.
Arizona llegó a un nuevo cambio, encrespando sus dedos alrededor de los pies de
Callie y dándoles un apretón. -Pero tú eres más que tetas para mí, Calliope.
Callie se
disolvió en una risa impotente. Toda la emoción de las últimos dos semanas de
clase se desbordó en la diversión histérica al ver el giro que la conversación
había tomado. Eso era sinceramente lo último que esperaba oír de Arizona en ese
momento. -Espero que sí.
-Tu culo es tan
espectacular. Arizona, vaciló un
instante, como si esperara que el repique de la risa fresca de Callie
fuera a apagarse. -Así como tus grandes
ojos marrones. Y tú sonrisa. Tu corazón. La forma en que me amas. La forma en
que me haces sentir, sobre mí, sobre mi futuro, acerca de la vida en general.
Callie se
estremeció al escuchar esas palabras. En ese momento Callie terminó la segunda
trenza y la ató. Entonces puso su mano sobre el hombro de Arizona y susurró:
-Todo listo.
-¿Sí? Arizona
se volvió hacia Callie, dándole una sonrisa brillante que le recordó a Callie,
aquella que Arizona le dedicó la primera vez que se conocieron, provocando un
dolor en su pecho. -¿Cómo se ven?
-Te ves preciosa.
Callie se mordió el labio y tocó la mejilla de Arizona con la palma de su mano.
-Te amo tanto, Arizona. Lo hiciste muy bien.
-Tú también, lo
hiciste muy bien. Arizona, parecía verdaderamente radiante en una forma que simplemente había estado presente
desde la violación. -Y te amo, también.
Con miedo a
romper el hechizo, Callie acarició el
pulgar sobre el labio inferior de Arizona. -Lo digo en serio, ya sabes. Tú eres
lo mejor que me ha pasado en toda mi vida, incluso mejor que la cirugía.
-Stop, susurró
en voz baja Arizona y le besó la punta
del pulgar a Callie. Arizona tenía los ojos brillantes.
-No, es cierto.
Si tuviera que elegir entre tú y la cirugía, te elegiría a ti, siempre.
Arizona, puso
una mano sobre el corazón Callie, llamando su atención con un ligero toque
entre el pliegue de sus senos. -¿Sabes qué? Yo también.
Con esfuerzo,
Callie arrastró su mirada de nuevo a la cara de Arizona. Ambas coincidieron en
una sonrisa de complicidad. -Supongo que esto es real, entonces. Nosotras.
-Supongo que
sí. Arizona se acercó más, tomando las manos libres de Callie y entrecruzando
sus dedos. -¿Sabes qué extraño?
-¿Qué? Callie
se lamió los labios, casi con miedo a la respuesta. El calor en la mirada de
Arizona le dio a entender a Callie lo que estaba sintiendo, sin embargo, ella
no estaba segura de que estuvieran
preparadas para hacerle frente todavía.
-Besarnos.
Callie, tragó
saliva y movió su mirada desde los ojos brillantes de Arizona a su boca, y
después la miró de nuevo a los ojos. -Yo también. Pero…
Arizona, llevó
los dedos a los labios de Callie, para detener su protesta. -¿Por favor?
¿Estás segura?.
Callie buscó en la cara de Arizona cualquier
atisbo de malestar. Tenía miedo de que Arizona se estuviera presionando
demasiado lejos, demasiado rápido. Trenzar el pelo había salido bien, pero no
había sido, sin reductores de velocidad. Besos profundos llevarían la intimidad a un nivel completamente nuevo.
-Eso podría ser... un montón.
-¿Para que?
Callie quería
decirlo con honestidad, pero no lo hizo. Lo último que quería era que Arizona pensara
que no la deseaba. Debido a que ella la deseaba. Desesperadamente. Ella no
quería hacer nada para asustar a Arizona o borrar cualquiera de los progresos que
habían hecho hasta el momento. -Para nosotras dos.
Arizona, llevó
la mano a ambos lados y acunó la cara de Callie, mirándola fijamente a los
ojos. -Me comprometo a comunicarme contigo. No voy a hacer nada que yo no esté
dispuesta a hacer. Pero si no empiezo a besarte ahora mismo, Calliope, creo que
podría explotar.
La cuestión era
que Callie sabía exactamente lo que quería decir. Después de la intensa
experiencia de comenzar a recuperar la confianza de Arizona, con ese amor
profundo corriendo a través de su cuerpo, le estaba tomando a Callie toda su
fuerza de voluntad para no tomar a Arizona contra el sofá y besarla
apasionadamente. Si Arizona no quería resistir el deseo cada vez mayor entre
ellas, por qué seguir luchando en contra?
-Está bien,
dijo Callie. -Pero tú me dirás si tienes que parar. Y vamos a hacerlo bien y
despacio. Y…
Arizona, se
inclinó hacia delante y capturó la boca de Callie en un beso ardiente. Jadeando
por la sorpresa, Callie abrió los labios, luego gimió cuando Arizona introdujo
su lengua adentro. El gemido fue sucedido por otro más cuando Callie sintiendo el
sabor familiar de Arizona, vibró ante la presión caliente del cuerpo de Arizona
contra el suyo. Callie flexionó sus manos a los costados, y rápidamente se
sentó sobre ellos, no confiaba en los dedos para no ir vagando sobre las curvas
de Arizona.
Rompiendo el
beso brevemente, Arizona murmuró: -Esto es bueno, y luego continuó, en otra
serie de besos vertiginosos.
Fue bueno. De
hecho, era mejor que bueno. Fue alucinante. Consciente de que las cosas
parecían ir en aumento rápidamente, pero demasiado lejos para tratar de frenar
a Arizona, Callie cayó hacia atrás contra los cojines del sofá cuando Arizona
empujó su pecho con ambas manos. Antes de que se diera cuenta Arizona estaba en
la cima de ella, besándola sin aliento.
Entonces la
mano de Arizona se coló en el borde de la camiseta de Callie, deslizándola
sobre el vientre para cubrir su pecho. Callie gimió en la boca de Arizona,
incapaz de creer lo bien que se sentía al ser tocada. Arizona, apenas dudó
antes de dejar caer sus dedos dentro de la copa de sujetador de Callie,
acariciando la piel desnuda de su pecho hasta que la punta se endureció
dolorosamente. Aprovechando el pezón de Callie entre sus dedos, Arizona, se
quejó en voz baja y retorció la carne de una manera que envió un rayo de placer
directamente al clítoris de Callie.
Levantando las
caderas en la búsqueda inconsciente de una mayor fricción, Callie llevó las manos a la cara de Arizona y tomó el
control del beso sin pensar. Luego las llevó a un lado a descansar en la parte
alta del pecho de Arizona, de modo que la palma apenas tocó el suave oleaje de
un seno.
Arizona
inhaló rápidamente y rompió el beso.
Sintiendo el cambio en el estado de ánimo inmediatamente, Callie apartó las
manos y las levantó por encima de su cabeza para que no tocar nada de Arizona.
Claramente avergonzada, Arizona quitó la mano del sostén de Callie, y la sacó
debajo de su camiseta con una disculpa murmurada.
-No, lo siento.
Callie se maldijo por haber perdido la pista de lo que estaba haciendo.
-Demasiado, demasiado pronto.
Arizona, negó
con la cabeza, presionando la frente contra la de Callie. -Yo soy la que se
dejó llevar. Su voz estaba llena de vergüenza. -Yo quería más de lo estaba
preparada realmente. No era mi intención llevarte a eso.
-Hola. Callie
inclinó la cabeza, esperando que
Arizona se echara hacia atrás para poder
mirarla a los ojos. ---No me llevaste. Y ni se te ocurra pedir disculpas por
tener que detenerte. He disfrutado cada segundo de eso.
Con la cara
roja, Arizona le dio una sonrisa tímida. -Yo también. Excepto tal vez el último
segundo o dos.
-¿Qué pasó?.
Callie se incorporó cuando Arizona se sentó aliviada hacia atrás, dando a ambas
un pequeño respiro. -¿Te asustaste?
Arizona, negó
con la cabeza. -No. No se. Me di cuenta de lo rápido que se estaban moviendo
las cosas y me di cuenta... Ella suspiró profundamente, claramente molesta. -Yo
sabía que no estaba lista para más.
-Esta bien
amor, yo no espero que tú estés lista en estos momentos. Callie le dirigió una
sonrisa con cuidado. -Honestamente, me sorprendió que querías hacerme lo que
hiciste.
Una esquina de
la boca de Arizona se levantó en una sonrisa medio tonta. -No te sorprendas
nunca de cuanto te deseo. Yo siempre te deseo.
-¿Sí? Es
asombroso cómo escuchar esas palabras sencillas, dulces de Arizona, la hacían
sentir tan bien.
-Oh, sí. De
repente teniendo problemas para cumplir con los ojos de Callie, Arizona se
pellizcó ligeramente la rodilla con su uña. -¿Tú... todavía me deseas?
Sabía la
respuesta sin pensar, pero queriendo elegir sus palabras cuidadosamente, Callie
titubeó y luego dijo: -Oh, Dios, nena. Sí. Siempre. Siempre.
Arizona,
parpadeó rápidamente, se limpió los ojos brillantes con una mano temblorosa, y
luego se encontró con la mirada de Callie, con una sonrisa acuosa. -Está bien.
¿Quieres ver esa película ahora?
-Absolutamente,
respondió Callie
-¿Y puedo
elegir?
Algo en el tono
de Arizona hizo que Callie se preguntara si había cometido un error en la
oferta. –Ummm... seguro
-Annie.
Callie puso los
ojos. -¿Cuántas veces has visto esa película, cariño?
-Al menos una
vez menos de lo que se necesita. Arizona, rebotó hacia arriba y hacia abajo un
poco y Callie sonrió, encantada de ver su recuperación tan rápida de un momento
en el que fácilmente se podría haber descarrilado su estado de ánimo. La semana
pasada, probablemente lo habría hecho. Un signo inequívoco de progreso. -Vamos...
chicos lindos, grandes canciones, Carol
Burnett, y un perro de color marrón, peludo. Eso es más o menos todos los
ingredientes necesarios para la mejor película musical de todos los tiempos.
Callie no podía
fingir no estar encantada por el entusiasmo de Arizona. -Como he dicho, es tu
elección. Eso sí, no trates de hacerme cantar durante toda la película, ¿de
acuerdo?
Arizona se
burló. -Lo que sea. Vamos a ver si puedes tratar de resistir.
-Game On.
-Hola. La cara
de Arizona se suavizó cuando se inclinó para envolver sus brazos alrededor de
Callie con fuerza. Callie llevó las manos y las colocó en la parte posterior de
Arizona, cuidando de mantener un toque de luz y de no ser amenazante. -Gracias
por hoy, murmuró Arizona en su oído. -Sé
que esto requiere valentía de tú parte, también.
Encogiéndose de
hombros, Callie le dio un beso en la mejilla. -Cueste lo que cueste. Ella se
apartó, pero no rompió el contacto visual, quería que Arizona pudiera ver lo mucho que significaba lo que decía. –Yo
haría y haré cualquier cosa por ti.
Y eso era una
promesa que Callie tenía toda la intención de mantener.
Esta historia continuará…
Me encanta esta historia. Gracias por traducirla. Saludos!
ResponderEliminarEs una belleza de historia. Muchas Gracias por tu comentario y por seguir este maravilloso relato. De verdad es un placer para mi tener poder traducirla. Saludos y Gracias de nuevo
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