CAPÍTULO CATORCE
Arizona, se inclinó hacia delante en su asiento, mirando hacia
abajo a la sala de operaciones donde Callie estaba terminando una cirugía de reemplazo
de cartílago innovador aplicando algo de bioingeniería. La mirada de Callie
ardía de emoción mientras ella trabajaba. Era evidente que al estar a punto de
completar un procedimiento experimental que tenía todos los indicios de éxito,
sus manos se movían con seguridad y precisión. Las arrugas en las comisuras de
sus ojos dejaban ver la sonrisa hermosa que llevaba debajo de su máscara.
Bajando la voz para que nadie pudiera oírla en la galería llena de gente, Arizona, le susurró al
oído a Teddy: -Ella es tan caliente
Teddy resopló en voz baja. -Abajo, chica.
-En serio. Arizona, apretó los muslos y trató de no cambiar de
posición en su asiento. -Dime que no es el cirujano ortopédico más sexy que has
visto nunca.
-Puede ser.
Arizona le dio una mirada de soslayo a Teddy. -Ella lo es,
totalmente, y tú lo sabes
Riendo, Teddy murmuró: -¿Tú siempre te pones así cuando miras su
trabajo?
-No siempre, de vez en cuando. Ocultando una sonrisa detrás de
su mano, Arizona, se centró en Callie. Estaba cosiendo ahora, brillando con un
evidente sentido de logro. -¡Dios, yo la quiero!
Teddy se acercó más. -¿Es raro si digo que me gusta verte así?
Arizona, se echó a reír. -No. Su sonrisa se desvaneció un poco.
-A veces yo la arrastraba a una sala de guardia después de una operación así.
Hay algo acerca de verla ser impresionante que realmente provoca esto en mí.
-Entonces, ¿cuál es el veredicto para sala de guardia hoy? Ella
ha sido más que impresionante por más de cinco horas consecutivas.
Arizona estaba muy consciente de cómo las cosas no eran más así
de simples. Su relación sexual con Callie no estaba todavía al punto de lo que
habían estado antes del ataque, y todas las interacciones que tenían todavía
estaba cuidadosamente negociadas, casi como siguiendo un guión. Los encuentros
espontáneos simplemente no habían ocurrido. Desde hace varias semanas Arizona
imaginaba que tal vez eso nunca volvería a suceder. Pero esta tarde, en el filo del final de la cirugía increíble de
Callie, Arizona, no quería nada más que vivir el momento y satisfacer su
necesidad de volver a conectarse con su pareja.
Hoy era un día en que los recuerdos del ataque fueron relegados
a la periferia de su conciencia, generando sólo la felicidad que le provocaban
las breves reflexiones de lo mucho mejor
que ella se estaba sintiendo, y el alivio de tener días buenos ahora. Eso
parecía digno de celebración.
-Tal vez, murmuró en voz baja Arizona. -Sería refrescante usar
una sala de guardia para algo más que para descansar
En ese momento, Callie alzó la mirada hacia la galería y se
encontró con la de Arizona, y su mirada fue tan ardiente que hizo que las
piernas de Arizona se debilitaran por la anticipación. Teddy se aclaró la garganta, haciendo
un trabajo lamentable para cubrir una risita. -Ella definitivamente se ve que
está para eso.
Arizona, levantó una ceja y entregó a Callie la sonrisa más
alegre que pudo. -¿Tú crees? -le preguntó a Teddy.
-¿Estás bromeando?
-Tal vez, entonces, dijo Arizona, siguiendo con la mirada a
Callie mientras ella se alejaba de la mesa. -Dios sabe que ambas lo necesitamos
Teddy le dio un suave apretón en la rodilla. -Dale a Callie mis felicitaciones
cuando la veas, ¿de acuerdo? Si no la nominan para el Harper Avery este año, me
va a dar algo.
-Yo se lo diré. Cuando Callie salió de la sala de operaciones,
Arizona, se puso de pie. Era posible que ella estuviera a punto de tomar una
mala decisión. Su vida sexual había sido tan frágil últimamente que ponerla en
el lugar de trabajo parecía aún más inadecuado que de costumbre. Pero ¿qué era
más normal que jugar en una sala de guardia? En un día en que ella se sentía
tan fuerte, incluso positiva, sintiendo esa normalidad que Arizona tanto anhelaba.
Tal vez Callie también. -¿Hablamos más tarde?
-Que se diviertan, dijo Teddy.
Tomando una respiración profunda, Arizona, dijo, -Oh, lo haré.
#
Consciente de que Callie siempre se duchaba después de las
cirugías que duraban más de cuatro horas, Arizona, fue directamente al
vestuario, con la esperanza de encontrarlo vacio. Su estómago se agitaba con la
excitación nerviosa ante la perspectiva de la proposición que le haría a
Callie, incluso cuando se preparó ante la posibilidad de un rechazo. El triunfo
en una cirugía siempre ponía a Callie caliente, pero no se habían enganchado en
el hospital desde que reanudaron su relación física. Invitar a Callie a una
sala de guardia bien podría ser otro caso de Arizona, empujándolas demasiado
lejos, demasiado rápido.
La única manera de averiguarlo era preguntando. Arizona, se
prometió que no lo tomaría como algo personal si Callie la rechazaba. En
teoría, al menos.
Arizona, entró en el vestuario, encantada de encontrarlo solo.
El sonido del agua y el canto hermoso de Callie atrajo a Arizona hacia las
duchas. Cuando llegó a la única plaza ocupada, Arizona, se inclinó y miró
debajo de la cortina. Las uñas de los pies pintadas de color azul evidenciaban
la presencia de Callie, aunque su voz ya lo hacía.
-Calliope. Arizona, se
tapó la boca cuando Callie jadeó con fuerza por la sorpresa obvia. -Lo siento,
cariño. No fue mi intención asustarte
Callie se rió con voz temblorosa. -No, me alegro de que estés aquí.
Yo estaba pensando en ti.
Arizona, se apoyó en la pared y cruzó los brazos sobre el pecho.
Mirando hacia la cortina azul, deseando poder ver las curvas desnudas de
Callie, dijo, -¿En serio?, tú acabas de hacer algo totalmente increíble, algo
que podría definir tu carrera en el quirófano, y estabas pensando en mí? Ella negó con la cabeza a pesar de que Callie
no podía verla. -No estoy segura de que me lo pueda creer.
La cortina de la ducha se echó hacia atrás y Callie se asomó,
capturando la mirada de Arizona con una gran sonrisa. -Créelo. Vi la mirada que
me diste cuando yo estaba cosiendo. ¿Cómo podría no estar pendiente de ti por
eso?
Animada por su coquetería juguetona, Arizona acercó su rostro al
de Callie, por lo que sus labios casi se tocaron. –Me atrapaste.
-Sí, lo hice. Callie capturó la boca de Arizona en un beso
lento, profundo luego se apartó, tenía los ojos brillantes. Luego desapareció
detrás de la cortina de la ducha, dejando a Arizona con el dolor de querer más.
-Me gustó.
-Bien.
Arizona, bajó la voz en caso de que alguien más hubiera entrado
al vestuario. -Debido a que en realidad estaba esperando robarte unos minutos cuando
hayas terminado aquí… Para una consulta.
-Oh, ¿de verdad?. La voz de Callie bajó una octava. Aunque Arizona
no podía ver la cara de Callie, sabía exactamente lo que ese tono significaba.
-¿Qué tipo de consulta?
Si Arizona, lo había
dudado antes, ella definitivamente ya no lo hacía. El interés de Callie sonó
alto y claro. -La clase completa, espero… Arizona, hizo una pausa. …-Dentro de
lo razonable, por supuesto.
Callie exhaló con fuerza suficiente como para hacerse oír por
encima del golpeteo del agua. -Por supuesto,
Dra. Robbins. ¿Sería tan amable de darme un par limpio de matorrales?
Sonriendo, Arizona, se enderezó e hizo un baile privado de
alegría. Tal vez la espontaneidad no estaba fuera de su alcance. -Seguro, Dra.
Torres.
Arizona, fue al casillero de Callie, tomó un par de oscuros
matorrales azules y a continuación fue corriendo de nuevo a la cabina de la
ducha mientras Callie cerraba el agua. Sus dedos se enroscaban alrededor del
borde de la cortina de la ducha y Arizona se mordió el labio, tentada por la
idea de que sólo una fina capa de plástico la separaba de la hermosa vista de Calliope
Torres. “Plástico estúpido”.
-¿Estamos solas aquí? Callie le susurró.
-Sí.
Callie abrió la cortina de la ducha, dejando al descubierto las
curvas suaves color canela cubiertas con pequeñas gotas de agua. La vista de sus
pezones casi dolorosamente erectos, enviaron una sacudida de dolor simpático al
clítoris de Arizona. El corazón de Arizona se disparó al ver a Callie así, luego
se estabilizó cuando ella simplemente agarró los matorrales con sus manos
temblorosas.
-¿Estás bien? Callie la cubrió con una sonrisa cómplice.
-Tratando de controlarme a mí misma en el trabajo. Digamos que
tú no haces que sea fácil comportarse.
-¿Quién dijo que tienes que comportarte? Los ojos de Callie se
oscurecieron mientras barría su mirada sobre el cuerpo de Arizona. Ella se
vistió con los matorrales, claramente exagerando sus movimientos para el
beneficio de Arizona. -Nunca comportarse en el trabajo te había importado. No
hay ninguna razón para que tengas que cambiar ahora.
La cirugía había levantado el ánimo de Callie, obviamente. Estaba tan
relajada y confiada, como Arizona, no la había visto en mucho tiempo. Pero era
más que una simple subida de adrenalina post-quirúrgica. Arizona, tenía la
sensación de que su tarea en la intimidad estaba empezando a dar sus frutos.
Callie ya no parecía asustada a la hora de expresar su deseo. Eso hizo que
Arizona se sintiera doblemente comprometida para concentrarse en pequeños pasos
de bebé.
-Hemos avanzado mucho, pero todavía estamos haciendo lo necesario para
encontrar nuestro camino de regreso, dijo en voz baja Arizona. -No quiero
forzar demasiado, realmente no lo hago. Pero después de verte patear el culo
ahí, yo no puedo dejar de querer empujar un poco.
Callie salió de la ducha y atrajo a Arizona en sus brazos, abrazándola
con fuerza. Al pulsar un suave beso en el cuello de Arizona, le susurró: -Estoy
de acuerdo. Yo no creo que debamos hacer el amor en el hospital. No al
principio. Pero si lo que estás proponiendo es algo como acariciarnos duro en
una sala de guardia, estoy dentro.
La frase “acariciar duro” nunca había sonado tan sexy. -Sí. Eso.
-Bien, porque si no me besas pronto, voy a explotar. Callie se colocó
sus zapatos en un tiempo récord, a continuación, tomó la mano de Arizona, y la
guió para salir de los vestuarios y dirigirse hacia los atestados pasillos del
hospital
Algunos de sus colegas estudiaron
sus manos unidas a su paso, pero en ese momento a Arizona poco podría
importarle lo que ellos pensaran. Ella sólo quería estar con Callie. Cuando
llegaron a la habitación de guardia de la planta de cirugía, Arizona, dijo, -Echa un vistazo, luego
contuvo el aliento mientras Callie giraba el picaporte y asomaba la cabeza en
el interior.
-Vacío. Callie condujo a Arizona dentro de la habitación y cerró la
puerta detrás de ellas.
Arizona, agarró la parte delantera de la bata de Callie con las dos
manos y la hizo girar, empujándola contra la puerta. Dio la vuelta a la
cerradura con una mano, y la otra la acurrucó detrás del cuello de Callie para atraerla
en un beso profundo.
Callie gimió con tal fuerza que cualquier persona que pasara frente a
la puerta no tendría ninguna duda acerca de lo que estaban haciendo. Arizona,
se rió en la boca de Callie, rompiendo su beso mientras luchaba contra un ataque
repentino de risa. Junto a las cuestiones de autoridad, su lapsus ocasionales
de risa incontrolable, que se disparaban al azar era un rasgo de su
personalidad que Arizona desearía cambiar. Siempre le pareció que sucedía en
los momentos más inoportunos. Pero por alguna razón, el sonido de placer de
Callie le provocó la histeria de carácter temporal.
Después de haber arruinado un momento muy caliente, Arizona, esperó
ver la frustración en los ojos de Callie, pero el amor puro que vio en el
rostro de ella calmó sus risitas y calentó sus entrañas de la manera más
increíble. -Realmente te amo, dijo Callie con ternura, mientras atrapó de nuevo
la boca de Arizona en un beso más lento, más suave. Luego se apartó y
sonriendo, le dijo: -Eres una gran idiota
Arizona, casi se derritió con el insulto cariñoso que utilizó Callie.
No había oído nada tan bruscamente afectuoso en las últimas semanas. Eso
significaba que estaban de vuelta. Este era un momento que podrían haber tenido
docenas de veces antes de la violación. Ahora, nuevamente se sentía cómodo y no
tan cargado de tensión como en sus últimos encuentros, finalmente parecían relajadas plenamente con
la presencia de la otra. Lo que hizo que Arizona no deseara más que empujar a
Callie en la litera inferior y tomarla en ese mismo momento.
Pero eso no era lo que habían acordado.
Con la inspiración en sus sesiones de terapia, Arizona inhaló, para
ordenar sus pensamientos, y luego exhaló, dispuesta a hablar en voz alta. -La
Dra. Watson sugiere establecer límites al principio de un encuentro sexual que
tendremos que respetar. Ella dijo que es una manera de construir confianza.
Para estar seguras de que nada de lo que va a suceder no se pueda manejar
Callie le disparó con una sonrisa agradecida. -¿Tienes algunos límites
en mente?
-Los tengo. Arizona, estaba de acuerdo en que una sala de guardia no
era el lugar para ir todo el camino, pero sí no podía tocar la piel desnuda de
Callie, seguro podría estallar. Más que lista para llegar a la segunda base,
dijo, -La parte superior de los matorrales fuera. Mantener los pantalones. Tú
en la cama, abajo. Yo, arriba de ti.
Callie se quedó boquiabierta. -Esa podría ser la cosa más caliente que
he escuchado.
-Me alegra que pienses así. Arizona, caminó hacia atrás con Callie hasta
que llegaron al lado de la cama litera. -¿Eso significa que aceptas esos
términos?
En lugar de responder, Callie tiró de su bata sobre su cabeza y la
arrojó por la habitación. A la vista de los gloriosos pechos desnudos de
Callie, Arizona, dejó escapar un gemido silencioso. Y pensó que los límites no
serían nada fáciles de respetar.
Las manos de Callie derivaron hasta el dobladillo de la camisa del
matorral de Arizona. -¿Puedo?
-Más te vale. Arizona, levantó los brazos y permitió que Callie le
sacara la camisa sobre su cabeza, dejándola en un sostén blanco sedoso. La
decepción cruzó el rostro de Callie, pero se desvaneció de inmediato cuando
Arizona, llevó sus manos a la espalda y se desabrochó el sujetador, arrojándolo
al suelo.
Acercándose, Callie tomó a Arizona en sus brazos y la abrazó con
fuerza contra su pecho. Arizona, cerró los ojos ante la deliciosa sensación de
los pechos desnudos de Callie contra los suyos. Ella acarició con sus uñas toda
la longitud de la espalda de Callie, deleitándose con el escalofrío que le
recorrió el cuerpo por el toque burlón.
-Yo estaba muy orgullosa de ti allí, murmuró Arizona. Ella enlazó sus
manos en la base de la columna vertebral de Callie, presionando sus caderas
juntas. –Estuviste impresionante.
Callie acunó la nuca de Arizona, tirando de ella en un beso apasionado
que de inmediato las puso a gemir a ambas. Ya fuera por el resultado de sus
sesiones de terapia conjuntas, el establecimiento de límites, o simplemente la
adrenalina de una cirugía exitosa, Callie estaba más asertiva de lo que había
estado en las últimas semanas. Se sentía increíble.
Alejándose de la boca de Callie con un grito ahogado, Arizona, dijo,
-A la Cama. Ahora.
Callie se lanzó en la litera de abajo, rodó sobre su espalda y abrió
los brazos, invitando a Arizona. -Ven aquí. Te echo de menos.
Arizona se subió a horcajadas sobre las caderas de Callie.
Inmediatamente, bajó su boca a la curva de su seno, lamiendo todo el camino
hacia la punta. Arizona tomó el pezón erecto entre sus dientes y lo mordió
ligeramente. Jadeando, Callie se aferró a las caderas de Arizona,
manteniéndolas en su lugar mientras el placer le hizo arquear su espalda.
Liberando el pezón de Callie suavemente, Arizona, le susurró:
-¿Todavía estás bien?
-Fantástico.
Arizona dio un beso a la otra mama de Callie, reduciendo el pezón y
endureciéndolo con la palma de su lengua. La respiración de Callie se aceleró y
volvió la cabeza hacia un lado con un gemido ahogado. Esto era una tortura,
pura y simple. Arizona podía ver el placer y el dolor grabado en la cara de
Callie. Fugazmente, Arizona, se preguntó sí estarían demasiado cerca del borde
de sus límites en caso de que Callie le
hiciera lo mismo. Casi esperaba que Callie sólo lo hiciera sin haber sido
invitada.
-Joder. Callie abrió la boca y se estremeció, deslizando sus manos
sobre la espalda desnuda de Arizona. -Se siente increíble
Arizona, sonrió alrededor del pezón de Callie. Luego se sentó,
inclinándose ligeramente para no golpearse la cabeza contra la litera de
arriba. Ella sonrió con Callie, emocionada por la familiaridad entre ellas. –Tú
eres increíble
Las manos de Callie acariciaban suavemente el estómago desnudo de
Arizona. Arizona podría ver la pregunta en sus ojos, y el deseo. -¿Puedo tocar
tus senos?
Arizona, se mordió el labio inferior. -Realmente me gustaría eso.
-Eres tan hermosa, murmuró Callie, deslizando sus manos para cubrir
los pechos de Arizona. Frotó las palmas de las manos en los pezones sensibles,
con una sonrisa cuando Arizona contuvo el aliento. -¿Eso se siente bien?
Asintiendo con la cabeza, Arizona, se inclinó y remontó la punta de la
lengua por el labio inferior de Callie. Callie levantó la cabeza e inició otro beso,
apretando con suavidad a Arizona. La caricia envió una onda de choque de placer
entre las piernas de Arizona, tan fuerte que movió las caderas contra Callie en
un esfuerzo instintivo para mantenerlo en marcha. Callie cambió la posición de
sus manos, de modo que pudo acariciar con sus pulgares los pezones de Arizona,
incrementando la excitación de ella a un nivel sorprendentemente alto.
Cuando rompieron el beso, Arizona acercó sus labios a la oreja de
Callie. -Tú haces que me ponga tan caliente, Calliope. Ella movió las caderas
de nuevo, gimiendo por la fricción deliciosa que ella creó con el movimiento
sutil.
Callie levantó la pierna y presionó entre las piernas de Arizona, y
luego dejó caer las manos en las caderas de ella, apretando para animarla a
seguir presionando en su contra. -Estás caliente.
Plantando las manos a ambos lados de la cabeza de Callie, Arizona, se
quedó mirando sus ojos oscuros y ardientes mientras subía en el muslo de
Callie. Ella debería dejarlo, pero se sentía demasiado bien. De pronto sus
límites parecieron tontos y arbitrarios, y tan condenadamente incómodos.
Apretando los dientes, Arizona calmó su cuerpo. Ella respiró hondo
para calmarse y trató de fundamentar. Callie contaba con ella para mantener su
palabra. Las cosas eran todavía provisionales como para que Arizona tuviera la
idea de nuevo de ir demasiado lejos.
Callie frunció el ceño. -¿Qué pasa?
-Estoy bastante segura de que me vendría si sigo haciendo eso.
Ablandando la expresión de su rostro, Callie flexionó los dedos en las
caderas de Arizona. -¿Por qué?, ¿sería eso algo malo?
-Pensé que sería una violación de nuestros límites previamente
acordados. Arizona, sonrió brillantemente, con cuidado para no dejar que Callie
viera lo difícil que le resultaba detenerse
en realidad. -Al ver que yo fui quien puso en primer lugar nuestros
límites para este encuentro.
Callie sacudió la cabeza, tocando la mejilla de Arizona. Luego comenzó
a jugar con un mechón del cabello de Arizona con ternura, como si probara su
reacción. -Si piensas que puedes venir, quiero que lo hagas. Quiero sentirte.
Emocionada por el amor en los ojos de Callie, Arizona, se sentó en sus
antebrazos, enmarcando la cara de Callie con las manos. -¿En serio?
Callie volvió a las caderas de Arizona, tirando con fuerza contra su
muslo en alto. –Justo como esto... Levantando la cabeza, ella capturó la boca
de Arizona en un beso caliente. Arizona se separó para susurrar: -No te
detengas.
Teniendo en cuenta el permiso, el ardor de Arizona aumentó. Ella apretó
con sus puños las sábanas al lado de la cabeza de Callie, desesperada por
encontrar el ritmo mientras volvió a su movimiento de balanceo. Moverse de esa
manera la hacía sentir como una adolescente en celo. Ella no estaba segura de
que alguna vez hubiera llegado al orgasmo así, simplemente por desgaste en contra
de una mujer antes, pero había algo tan decadente, tan delicioso en la idea de usar
el cuerpo de Callie así, que el solo pensamiento casi la empujó sobre el borde.
Callie rompió el beso, mordisqueando la parte baja de la mandíbula de
Arizona. Sus manos bajaban para acariciar a la ligera la parte inferior de
Arizona. -Te amo tanto.
-Te amo, gimió Arizona. Quería cerrar los ojos pero no lo hizo,
decidida a no romper su mirada compartida. Mirando fijamente el rostro de
Callie, Arizona, jadeaba ferozmente por la necesidad inesperada enroscada en lo
profundo de su vientre. Con un sobresalto, se dio cuenta de lo mucho que ella
ansiaba los dedos de Callie en su interior. Era la primera vez desde la
violación que ella había deseado realmente la penetración y la fuerza del deseo
de Callie en su interior, le envió una sacudida eléctrica que fue directamente
hacía su núcleo. No tenía idea de cómo iba a reaccionar cuando diera ese paso,
pero el sólo hecho de saber que ella lo quería provocó un oleaje de emoción
dentro de su pecho.
Callie sacudió la cabeza. -No llores.
-Lagrimas felices. Arizona, besó de nuevo a Callie, acelerando el
paso. Podía sentir los pezones erectos de Callie apremiantes en sus propios pechos
sensibles, y esa estimulación fue suficiente para enviar a Arizona al temblor, y
con el, al orgasmo. Enhebrando sus dedos por el cabello oscuro de Callie,
Arizona, la sostuvo mientras sacudió sus caderas contra el muslo de Callie,
aprovechando hasta el último bit de placer posible.
Cuando se calmó, Arizona, se derrumbó sobre Callie, respirando con
dificultad. Callie rodeó sus brazos alrededor de Arizona y la abrazó con
fuerza, murmurando dulcemente frases en español en su oído. Arizona no entendía
ni una palabra, pero no lo necesitaba.
-¿Estás bien?. Callie le susurró.
-Estoy impresionante. Eso fue un eufemismo. Arizona, se sentía sin
hueso, totalmente ligera. Lo cual no quería decir que ella no iba a querer
dejar de jugar. Alzó la cabeza y se encontró con la mirada de Callie con una
sonrisa seductora. -¿Cómo estás?
-Excitada... Callie se echó a reír, …-Y algo más.
Arizona abrió la boca para responder cuando el ruido terrible del
pitido de su localizador cortó la quietud del momento. -No, dijo Arizona con
firmeza. -De ninguna manera.
-Cuéntame. Callie le dio una palmadita suave a Arizona en el trasero.
-Mira quién es.
Quejándose, Arizona, salió de Callie y buscó en la pila de ropa en el
suelo hasta llegar a su ruidoso buscapersonas. Era un 911. En la fosa. Por
supuesto. -Maldita sea.
-¿Te tienes que ir?
Sonriendo en tono de disculpa, Arizona, dijo: -Sí. Lo siento mucho.
-Hey, yo lo entiendo. Callie cruzó sus brazos bajo la cabeza y vio
como Arizona, se colocaba su ropa de nuevo. -No te preocupes, no puede haber
llegado, pero estoy completamente satisfecha.
-¿Sí? Arizona, se inclinó sobre Callie, dándole un rápido beso en los
labios. -Yo también. Completamente.
-Esto continuará?
-Absolutamente.
-Bien. Callie se sentó y agarró el corpiño del bolsillo de sus
pantalones de matorral, atrayéndola hacia ella. -Ven a verme cuando hayas
terminado. Tal vez podamos tomar una copa, si las estrellas se alinean y
nuestros horarios lo permiten.
Encontrar oportunidades para conectarse en el trabajo era siempre un
reto, pero Arizona estaba decidida a tomar a Callie en eso. Ambos habían tomado
largos turnos extras de trabajo para esa noche y no serían capaces de volver a
casa durante por lo menos las próximas diez horas. -Lo haré.
-Te veré más tarde?
-Más tarde. Colocándose los zapatos, Arizona, caminó hacia la puerta y
saludó. -Adiós.
#
Callie se dirigía hacia la fosa después que Arizona se había ido, y
sonrió cuando vio a Mark tomando notas en una historia en la estación de las
enfermeras. Ella se le acercó y miró por encima del hombro, no tanto porque
quería ver lo que estaba escribiendo, sino porque sabía que él lo odiaba.
Molestar a Mark era siempre muy divertido cuando estaba de buen humor.
-Torres, dijo Mark graciosamente. Luego de cerrar la historia miró
hacia ella, con los ojos muy abiertos. –Es evidente que te ves de suerte hoy.
Sorprendida de que podía leerla tan bien, sobre todo teniendo en
cuenta que ella estaba todavía firmemente apretada por la energía sexual
acumulada, Callie resopló y sacudió la cabeza. -Cállate.
Cristina se acercó al mostrador, depositando una historia a lado de
Callie. –Sea por lo que sea, él tiene razón. Se encontró con la mirada de
Callie, esbozando una sonrisa que duró el tiempo suficiente para que Callie
pudiera detectarla antes de que se extinguiera. -Por lo general yo diría algo
despectivo o insultante, pero hoy sólo voy a decir felicitaciones.
Callie se movió incómoda. De una manera simpática, Cristina siempre lograba
hacer sentir un poco incómoda a Callie. -Ok.
Marcos golpeó el hombro de Callie. –Yo secundo eso.
Sin querer confirmar o negar, Callie dijo: -Lo que sea.
-Creo que Robbins tenía un poco
de arrogancia en su paso justo ahora. Marcos le dio una amplia sonrisa. -Bien
por ti.
Callie miró a su alrededor, con la esperanza de echar un vistazo de
esa arrogancia.
-Ella estaba trasladando a un niño para cirugía. Accidente de coche. Cristina
hizo una mueca. –Mala cosa.
No era exactamente la mejor manera de pasar su resplandor, pero Arizona
era un profesional. Callie se aclaró la garganta, decidida a concentrar su
mente de nuevo en el trabajo también. -¿Tienes algo que pueda mirar?
Como si convocados por sus palabras, las puertas de emergencia donde
llegaban las ambulancias se abrieron y Owen Hunt entró corriendo en el interior
empujando una camilla cuyo ocupante rugía de dolor. Owen realizó una búsqueda
con sus ojos en el área hasta que su mirada se posó en Callie. -Torres. Tengo
dos piernas rotas aquí en mal estado.
Callie se echó a correr para reunirse con Owen, igualando su ritmo a
medida que ruedas de la camilla se dirigían hacia una sala de examen. El
paciente era un hombre que parecía tener unos treinta y tantos años, vestido
con pantalones vaqueros rasgados, con sangre y sin camisa. Las piernas en “mal
estado” era un eufemismo. El hueso blanco astillado sobresalía a través de un
desgarro en el dril de algodón que cubría la pierna izquierda del hombre, en la
rodilla. La pierna derecha estaba doblada en un ángulo antinatural, los
pantalones empapados de sangre en la parte más alta del muslo. El hombre
inclinó la cabeza hacia atrás en una horrible mueca, apretando sus dientes entre sí por el dolor. El sudor resbalaba por
su cara pálida.
Todo lo demás se escabulló cuando Callie entró en el modo de cirujano.
Ella cortó el resto de sus pantalones vaqueros, deseosa de examinar la gravedad
de la ruptura. Aunque se necesitarían los rayos X para confirmar, el instinto le
decía a Callie que iba a requerir una cirugía extensa para reparar y fijar sus
piernas. Callie miró a Owen y se dio cuenta de los hombres de policía
uniformados parados al fondo, viéndolos trabajar.
-¿Qué pasó?, Callie le preguntó a uno de los policías.
El oficial dio un paso adelante, un joven moreno con ojos grandes. -La
licencia de conducir dice que su nombre es Colin Thomas. Parece que entró al
apartamento de una niña y luego saltó por la ventana del cuarto piso, según las
declaraciones tomadas en el lugar de los hechos, el sujeto cayó de la ventana
de una habitación donde estaba violando a una chica, cuando el hermano de la
chica llegó al apartamento y lo descubrió, parece que Colin Thomas decidió
probar suerte con el pavimento en lugar de enfrentar el hermano
comprensiblemente enojado.
Las manos de Callie dejaron de moverse cuando ella reaccionó a las
palabras del policía. Quién era este hombre, lo que había hecho, no podía
importarle. No como su médico. Ella había tomado un juramento y eso significaba
que tenía el deber de preservar la vida humana siempre que fuera posible. Que
él era un violador, que había tomado a una pobre chica tal como alguien había
tomado a Arizona, no debería impedirle tratarlo. No podía
Pero eso era más fácil decirlo que hacerlo.
-Torres. Hunt no la había mirado a los ojos. ¿Lo vas a limpiar?
Tomando una respiración profunda, Callie se centró a sí misma y se enfocó en la tarea que tenía al frente.
Dos piernas rotas. Sangrando. ¿Y quién sabía qué otra cosa más?
Callie asintió con la cabeza. -Sí.
#
Dos horas más tarde, Callie salió de la sala de operaciones completamente
agotada. La cirugía que había realizado no era técnicamente demasiado compleja,
pero emocionalmente, había sido una de las cosas más difíciles que había hecho
nunca. Después de su trabajo de reparación a fondo, no tenía dudas de que su
paciente estaría bien. Él volvería a caminar. Probablemente incluso violaría de
nuevo, si se le presentaba la oportunidad
No importa lo mucho que lo intentara, eso era todo lo que Callie podía
ver cuando ella estaba trabajando en él. Un violador. Físicamente imponente,
capaz de lastimar a las mujeres de la manera más devastadora. Ahora que Callie
sabía de primera mano la cantidad de dolor que un hombre como él podía hacer,
se ponía enferma con sólo mirarlo. Era un tipo bastante guapo, un poco
desaliñado pero con un rostro humilde, casi infantil que ciertamente no sugería
los maldad que albergaba en su interior.
Todo eso la ponía enferma.
Owen le dio una tentativa palmadita en la espalda cuando salió de la
sala de aseo. -Buen trabajo allí, Torres.
Callie soltó un gruñido. -Nunca he estado menos satisfecha con la fijación
de alguien en mi vida.
-Lo sé. Owen giró la cabeza. -Pero lo hiciste de todos modos. Eres un
buen médico.
Encogiéndose de hombros, Callie puso su mano en el cuello. -Creo que
me voy a ir a la cafetería para tomar algo. Necesito un descanso.
-Cuídate. Te veré más tarde?
Callie abrió la boca para responder pero se detuvo cuando vio una cara
familiar que hablaba con el policía
uniformado que le había dado el resumen de su paciente antes. “¡Detective
Mendoza!”. Bueno, tenía mucho sentido, Mendoza trabajaba en delitos sexuales,
por lo que se deducía que ella sería, naturalmente, parte de la investigación
de este caso. Pero cuando Mendoza miró hacia Callie y se quedó inmóvil,
claramente sorprendida, Callie percibió una extraña sensación en la boca de su
estómago. En lugar de ir a la cafetería, ella caminó hacia Mendoza, quien levantó
una mano para silenciar al oficial al ver a Callie acercarse a ella.
-Dra. Torres, dijo. Mendoza mientras dio al oficial con una sonrisa
cortés. -Oficial Washington, me pondré al día con usted en un momento
-Sí, señora. Él asintió con la cabeza a Callie. -Doctora.
Una vez que se alejó, Callie dijo: ¿Ustedes están aquí por el hombre
con las piernas rotas?
Mendoza buscó la cara de Callie. -Me dijeron que tuvo que realizar la
cirugía.
-Tenía múltiples fracturas severas. Él tiene una larga recuperación
por delante de él. Callie inspiró aire para tratar de aliviar la repugnancia
que se levantó en su garganta al pensar en lo que había sido sorprendido
haciendo, Callie dijo: -Cómo la mujer que él lesionó esta noche, sólo que ella
seguro no se merecía esto.
La mandíbula de Mendoza se tensó. Sin lugar a dudas, ella estaba muy
tensa. Parecía que había algo que tenía que decir, pero no sabía cómo podría
reaccionar Callie. -Dra. Torres
-¿Qué?. A Callie se retorció el estómago en un nudo. De repente, ella
sabía exactamente lo que se avecinaba. La bilis subió por su garganta. Si la
detective Mendoza decía que lo que Callie pensó que podría, Callie no sabía
cómo podría no vomitar.
-Creo que sería mejor si alguien más maneja la atención del Sr. Thomas
por el resto de su estancia en el Seattle Grace Mercy West."
-¿Por qué? Su voz salió como un graznido ronco.
La Detective Mendoza tomó la mano de Callie. Sorprendida a sí misma,
Callie dejó que la agarrarara. De repente, el toque compasivo se sentía como la
única cosa que la mantuviera en pie. -Tenemos razones para creer que Colin
Thomas puede ser el mismo hombre que atacó a la Dra. Robbins. Por supuesto que
no podemos estar seguros hasta que no comparemos su muestra de ADN, pero ...
Creo que hay una buena probabilidad de que él sea el tipo que estamos buscando .
Callie cerró los ojos cuando la habitación empezó a girar. Había
demasiados pensamientos y emociones que se arremolinaban dentro de ella para
empezar a clasificar todos ellos. Quería vomitar. Quería gritar. Lanzarse a la sala
de recuperación post-quirúrgica donde se encontraba Colin Thomas y envolver sus
manos alrededor de su cuello hasta que dejara de respirar. No queriendo hacer
una escena, Callie se obligó a calmarse. Entonces abrió los ojos y se encontró
con la mirada de la detective Mendoza.
-¿Puedo preguntar por qué piensas eso? Porque sabemos que este tipo es
un violador? ¿O hay algo más?"
Mendoza cambió su peso, incómoda. -Realmente no puedo compartir los
detalles en este momento de la investigación, dijo en voz baja. -Todo lo que
puedo decir es que acabo de terminar de entrevistar a la mujer a la que él atacó
esta noche y hay ciertas similitudes... entre las cosas que dijo a esta chica, y
a las que la Dra. Robbins informó que le dijo durante su ataque.
Adicionalmente, él se ajusta en general a su descripción física... "
En la sala de operaciones Callie había tratado de evitar mirar a la
cara de Colin Thomas, tanto como fue posible. No sólo la había hecho sentir ira
al contemplar su rostro relajado, inconsciente y pacífico en el sueño, incluso
si sufriera después al despertar. Pero ahora, al recordar detalles, de pronto
parecieron significativos, su espesor,
la cabeza llena de cabello, la nuca facial con la necesidad desesperada de un
afeitado. Callie pensó en la vista de sus manos cuando Owen lo llevaba al
quirófano de emergencia, en puños mientras luchaba contra el dolor de sus
heridas.
Podrían ser las manos que perforaron la cara de Arizona. Sus ojos
ennegrecidos. Las manos con las que la obligó a separar sus piernas, para
tocarle sus lugares íntimos, la mano que le tapó la boca para ahogar sus gritos.
Si él era el que había herido a Arizona, eso significaba que Callie acababa de
ayudar a salvar la vida del hombre que había cambiado para siempre la vida de
Arizona y la suya propia.
Lo ojos de Callie se abrieron de golpe. -Creo que voy a vomitar
La Detective Mendoza soltó la mano de Callie y dio un paso al costado.
-Vamos a saberlo pronto. Así, por ahora, lo mejor sería que usted mantenga su
distancia de Thomas. ¿De acuerdo?
Asintiendo con la cabeza frenéticamente, Callie se abrió paso entre
Mendoza y corrió al baño. Ella empujó para abrir la puerta, se lanzó en el
primer puesto, y cayó de rodillas. Plantando las manos en sus muslos, Callie se
balanceó hacia atrás y hacia adelante, luchando para no vomitar.
Si ese era el violador de Arizona, todo estaba a punto de cambiar.
Habría un juicio. Arizona posiblemente tendría
que testificar y revivir su asalto frente a una sala llena de extraños. ¿Quién
sabía cómo iba a reaccionar a eso? Esto era el infierno, ¿Cómo iba a reaccionar
ante el conocimiento de que el hombre que la violó en el mismo edificio fue el
mismo que Callie había curado cuidadosamente al fijarle las piernas rotas.
¿A dónde demonios se irían todos los progresos que habían hecho?
Tambaleándose, Callie se lanzó hacia delante, y vació su estómago en
el inodoro. Ella dejó escapar todo hasta que su garganta le dolió mientras un
sudor frío corría por su rostro. Entonces ella se sonrojó y se paró lentamente, abriéndose paso a la pileta con
las piernas temblorosas.
Es asombroso cómo un buen día podía resultar mal con tanta rapidez.
Callie exhaló. Tenía que sobreponerse. No tenía ni idea de si Arizona todavía
estaba la cirugía o no, pero Callie necesitaba estar allí y ser fuerte cuando
ella saliera. Sabía que no podía mantener esto en secreto de Arizona, no
importa lo asustada que ella se pusiera al conocer la verdad.
Ellas ya habían pasado por tanto. Arizona tendría que pasar por esto también.
Tal vez incluso se hiciera justicia. Eso era algo que valía la pena. Callie
bajó la cabeza y se echó agua fría en la cara. Luego se miró en el espejo,
armándose de valor para lo que vendría después.
Esto sería un desafío más para ellas, algo que enfrentarían juntas.
Esta historia continuará…
Capítulo publicado
originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/3805.html
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