CAPÍTULO QUINCE
Después de salir de una desgarradora
cirugía, de una niña de cinco años de edad, involucrada en una colisión
frontal, cuyo corazón había sido dañado sin posibilidad de reparación, Arizona
se encontró con Callie esperándola afuera en el pasillo. Su estado de ánimo
mejoró ligeramente al ver a Callie, pero de inmediato sintió que algo andaba
mal. La mandíbula de Callie estaba tensa, sus ojos reflejaban una tormenta, su
porte de alguna manera se notaba descentrado. Se veía angustiada, convirtiendo
el estómago de Arizona en un ovillo y de inmediato se preocupó.
-Lo siento, dijo Callie. -He oído
que tú paciente no lo logró
-No, no lo hizo. Arizona, dejó a un
lado su tristeza por la niña y volvió su atención a Callie. Su estado de ánimo
oscuro no tenía nada que ver con la pérdida del paciente de Arizona. -¿Qué
pasa?
-Necesito hablar contigo acerca de
algo. A solas.
-Está bien. Arizona, levantó la
vista y miró por el pasillo, desesperada por alguna pista sobre el origen del
descontento de Callie. Todo parecía normal. Antes de que Arizona se fuera a la cirugía, había sido un buen día. Se preguntó qué podría
haber cambiado en tan sólo unas pocas horas. -¿Quieres ir a una sala de guardia
otra vez?
-Sí. Callie agarró la mano de
Arizona, tirando de ella y las condujo hacia la misma habitación donde habían estado juntas
antes. La escena tenía un aire totalmente diferente ahora. En lugar de ser
llevada a un encuentro apasionado, Arizona, se sentía como que estaba siendo
llevada a una masacre.
Al igual que antes, Callie asomó la
cabeza en el cuarto de guardia y a continuación llevó a Arizona al interior.
Arizona vio a Callie cerrar la puerta, segura de que cualquier cosa de la que Callie
quería hablar no sería tan divertido como lo que lo que las había traído allí antes.
-Vamos a sentarnos, dijo Callie
suavemente.
La garganta de Arizona se secó, su
respiración se aceleró. -Calliope, me estás asustando. Antes de la violación ella
nunca había tenido un ataque de pánico, pero ahora nada podía provocarle
angustia. El extraño comportamiento de Callie amenazaba con barrer las piernas
de Arizona debajo de ella. -Por favor, dime lo que está pasando.
Callie tomó el brazo de Arizona,
ayudándola a sentarse en el colchón. -Todo está bien. Estás a salvo. Se sentó
al lado de Arizona, acariciando con ligereza sus manos frías para calentarlas
de nuevo. -Lo siento. No estoy tratando de asustarte.
Arizona tomó una respiración
profunda y a continuación, exhaló por la boca. Tenía que calmarse. Ella estaba
haciendo el ridículo. -Lo siento. Sólo que pareces molesta, y tan preocupada.
Callie asintió lentamente. -Tengo
algo que decirte y no sé cómo hacerlo. Tengo miedo de cómo vas a reaccionar.
Un mechón de miedo se acurrucó en el
interior del intestino de Arizona. -Sólo dímelo, Por favor.
-Trajeron a un hombre a la fosa hace
unas horas, con las dos piernas gravemente fracturadas. Los policías estaban
con él. Saltó por la ventana de un
apartamento del cuarto piso, después de... después de violar a la chica que
vivía allí. Callie se encontró con la
mirada de Arizona, retorciéndose las manos. -Su hermano llegó a casa y lo atrapó
en el acto, por lo que él decidió saltar.
La lengua de Arizona se sentía
pesada, incapaz de formar palabras. La idea de la pobre muchacha, y lo que
estaba pasando en este preciso momento, le revolvía el estómago. -¿Necesitó la
cirugía para las piernas?
-Sí.
-¿Tuviste que hacerlo?
Callie tragó saliva y volvió la
cabeza, como si estuviera luchando para no vomitar. -Sí.
-Lo siento. Tenía mucho sentido que
Callie se disgustara por saber que un violador estaba en el hospital, especialmente
si ella había tenido que fijar sus piernas rotas, pero la repugnancia en el
rostro de Callie le dijo que se trataba de algo más que eso. Mucho más. -¿Qué
más?
-Cuando salí de la cirugía la Detective
Mendoza estaba en la fosa hablando con uno de los policías que llevaron al
hombre... Ella me dijo que yo debería buscar alguien más para que se hiciera
cargo de este hombre.
-No. Arizona, negó con la cabeza. De
repente, todo su cuerpo se entumeció. Y ella ya no quería oír nada más. -No lo
digas.
-Arizona, la detective Mendoza cree
que este podría ser el mismo hombre que te hizo daño. Ellos van a comparar la
muestra de su ADN en contra de la muestra recogida en tú caso. Entonces lo
sabremos con certeza. La voz de Callie
se redujo a un susurro ronco. -Sin embargo, parece bastante seguro que es él.
Sobre la base de su entrevista con la mujer que se lesionó esta noche.
Tirando de sus manos lejos de
Callie, Arizona, cruzó los brazos sobre el vientre y se inclinó en la cintura.
Las palabras de Callie la habían golpeado en el estómago, robándole su aliento.
La garganta le comenzó a temblar y por un momento ella estaba segura de que iba
a vomitar.
-Cariño. Callie le tocó el hombro
tentativamente.
Arizona se apartó sin pensar. En
estos momentos se sentía como si las paredes se estaban acercando a ella. Ella
necesitaba el espacio.
-Mi amor. La voz de Callie se
estremeció. -No sabemos todavía si es él. Yo sólo quería que tú estuvieras
consciente de que hay una posibilidad. Yo no podía ocultarte esto.
Arizona, se cubrió el rostro con las manos, meciéndose
hacia adelante y hacia atrás mientras se centraba en la respiración. -Gracias
por decírmelo.
Callie exhaló. -¿Qué estás pensando?
Encogiéndose de hombros, Arizona,
susurró: -No sé qué pensar. ¿O cómo sentirme?
-Sólo puedo imaginarlo.
-Honestamente pensé que nunca iban a
encontrarlo. Que yo nunca sabría quién era él.
-Bueno, si este es el chico, estaba
en un mundo de dolor cuando entró. Eso tiene que hacerte un poco feliz.
La boca de Arizona hizo una mueca.
Ese era el lado positivo, la idea de que su violador no se hubiera alejado de
sus crímenes sin ningún tipo de consecuencia. Por otro lado, había lastimado a otra
mujer esta noche. Y Callie tenía que lidiar con el conocimiento que había atendido
sus lesiones. Mirando a los ojos de Callie, Arizona, dijo, -¿Qué estás
pensando? Tú lo viste. Tú lo tocaste
-Yo lo fijé. Callie miró hacia otro
lado. -Y estoy disgustada. Cabreada. Quiero volver a romperle las piernas.
Arizona, le tocó la rodilla a
Callie. -Lo siento.
Callie sacudió la cabeza,
aparentemente incapaz de cumplir con los ojos de Arizona. -¿Estás bien?
-No estoy segura- Encogiéndose de
hombros, Arizona soltó una risa defensiva. -No.
-¿Quieres que te lleve a casa?
Arizona, parpadeó de nuevo ante la
emoción por la tierna preocupación en la voz de Callie. -Tengo pacientes.
-Alguien puede cubrir el resto de tú
turno si no quieres quedarte. Finalmente Callie hizo contacto visual. -Todo el
mundo lo entendería si no quieres permanecer aquí
Arizona, se estremeció. -¿Quién más
sabe de esto?
-Nadie, excepto la detective
Mendoza, hasta donde yo sé. No tengo ni idea de si ella va a decirle a alguien
más, posiblemente hablará con Dereck.
Con el estómago revuelto, Arizona, se arrastró detrás
de Callie y se tendió en el colchón. Su cara daba hacia la pared, cubriendo su
estómago con una mano temblorosa. De repente, la realidad de la situación la golpeó
con toda su fuerza, inundada con una larga lista de pensamientos que cada vez generaban
más pánico. Su posible violador estaba en el hospital en ese mismo momento. En
su hospital. Él estaba bajo custodia policial. Hubo al menos una víctima, otra
mujer violada, si el hombre hubiera sido capturado después de su violación a
Arizona. Si hubiera sido capaz de proporcionar una mejor información. Pero
ahora…, y habría un juicio. Probablemente tendría que testificar.
-¿Puedo abrazarte?, murmuro Callie.
Arizona se dio cuenta de cuan
violentamente estaba temblando. -Sí.
-¿Quieres voltearte?
-No. Echando un vistazo por encima
del hombro, Arizona, reunió una sonrisa valiente. -Yo sé lo que te estoy pidiendo.
Lo necesito ahora mismo.
Callie se deslizó detrás de ella,
envolviendo su brazo alrededor de la cintura de Arizona y tirando de ella hacia
atrás, hacia la cuna de sus caderas. Extendiendo los dedos por la suave curva
del vientre de Arizona, Callie la envolvió en una profunda sensación de
seguridad, que mantuvo a Arizona en el momento, calmándola con facilidad.
-Este día ha sido una montaña rusa,
dijo en voz baja Arizona, una vez que ella pudo hablar. -Estoy agotada.
-Yo también.
Arizona puso su mano
a sus espaldas en la cadera de Callie. –Tú hiciste lo que tenías que hacer,
la fijación de él. Tú eres un cirujano. Uno grande. Sé que estás volviéndote
loca en este momento, pero no. No podrías haber hecho algo diferente. Tú no
deberías haber hecho algo diferente.
Callie apretó su boca contra el
hombro de Arizona. -Me enferma pensar en ello.
No había nada que Arizona pudiera
decir para cambiar eso. Esto era algo con lo que Callie tendría que vivir por
el resto de su vida, la terrible coincidencia de sanar al hombre que había roto
tan cruelmente a Arizona, cuyo rostro se había apoderado de la presencia de
Arizona desde hace meses. Tragó saliva. -¿Qué aspecto tiene?
-Sólo un hombre. La voz de Callie
salió dura, sin inflexión. -Sólo un chico normal.
-¿Cuál es su nombre?
Callie titubeó. -Colin Thomas.
Arizona lo consideró por un momento.
Había algo incomprensible en poner un nombre y un rostro humano a lo que le
pasó a ella. Esta era una posibilidad que había empujado casi fuera de su mente
por completo, que él iba a ser capturado. El hecho de que sería castigado. Ella
se preguntaba quién era Colin Thomas. ¿Tenía una novia? ¿Una mujer? Dios no lo
quiera, ¿niños?
El localizador de Arizona sonó.
Cerrando los ojos, se llevó el dorso de la mano a la cara para secar de golpe
las lágrimas que se le escaparon por el agotamiento. Tal vez ella quería ir a
casa. Sacó el localizador de su bolsillo y comprobó la pantalla. Otro 911.
-Esta noche se pone cada vez mejor y
mejor, dijo Arizona.
-¿Qué quieres hacer? Callie seguía estrechándola
entre sus brazos.
-Mi trabajo. Arizona, se embolsó su
buscapersonas y luego se sentó cuando
Callie soltó el abrazo. -Tenemos cinco horas más y luego podremos ir a casa. Y
dormir.
-Está bien. Callie tomó la mano de
Arizona, ayudándola a pararse. -¿Vas a estar bien?
Arizona, asintió con la cabeza, aunque
ella no estaba muy segura de sí estaba bien decirlo más. -Estoy bien.
-Si me necesitas, sólo usa tu
localizador.
-Lo haré. Agarrando a Callie por las
solapas de su bata blanca, Arizona, le dio un beso lento y prolongado. Cuando
se separaron, ella le susurró, -Gracias por estar aquí.
-Siempre.
#
Después de que Arizona saliera de la
habitación de guardia, la segunda vez esa noche, Callie no sabía a dónde ir. Su
mente daba vueltas por todo lo que había sucedido, hasta que llegado al punto, volver
a trabajar le parecía imposible. Pero tomar un descanso no se le ocurría a ella
tampoco. Eso la dejó sin nada que hacer, salvo pensar. Para recordar el cuidado
que ella había tenido para corregir las piernas de Colin Thomas, diciéndose a
sí misma que, como médico tenía que
tratar a un violador con la misma dignidad que a un niño inocente. Pero ahora
que sabía que este violador en particular, era probablemente el mismo hombre
que había robado la luz a Arizona, su adhesión al juramento hipocrático parecía
ridículo e injusto.
Esto tenía todo el potencial para volverla
loca si se lo permitía. Ella ya se sentía loca, porque todo lo que ella quería
hacer era que Colin Thomas sintiera aunque fuera una fracción del dolor en que él había puesto
a Arizona.
Sin pensar conscientemente acerca de
a dónde iba, Callie se dirigió a la computadora de la estación de las enfermeras
y buscó el registro de Colin Thomas. Él había sido trasladado de la sala de recuperación
a una habitación privada en el segundo piso. Callie cerró su archivo y se
dirigió resueltamente hacia la escalera. Ella debería dejar esto por sí solo.
No había nada que pudiera hacer para que Colin Thomas pagara, ni debería hacer
nada. Arizona necesitaba su caja fuerte en casa, no en la cárcel. Pero Callie
no podía hacer que sus pies cooperaran con el mandato de ir a la cafetería y
refrescarse. Su cuerpo tenía mente propia, y la llevaban a la habitación del
violador.
Callie salió del ascensor en el
segundo piso. El ambiente normalmente caótico del hospital se quebraba
alrededor de las once de la noche. Callie reconoció la
habitación de Colin Thomas al instante. Un policía uniformado estaba afuera,
pero él estaba prestando más atención a la charla con una enfermera atractiva
que al flujo del tráfico. Él probablemente pensaba, con razón, que Colin Thomas
no iría a ninguna parte con las dos piernas fracturadas. Callie no tenía ni
idea de si el policía había sido informado de que se suponía que ella debía
mantenerse alejada de este paciente en particular, pero sintió que podría tener
una oportunidad para deslizarse pasando desapercibida dentro de la habitación.
Sin saber lo que ella pretendía
lograr con esta visita, Callie se encaminó hacia la puerta. El policía apenas
la miró cuando ella la abrió y entró, sin duda, pensó que ella tenía todo el
derecho de estar allí a la vista de su
carnet de identificación y los matorrales que vestía. Tal como Callie se
esperaba, Colin Thomas estaba despierto. Si la mueca de su rostro era una
indicación, él estaba en un dolor insoportable.
-Doc, dijo él mientras entraba en la
habitación, cerrando la puerta detrás de ella. -Necesito analgésicos, maldita
sea.
-No, no lo creo. Callie recogió su
carta, sin leer ni una palabra. Ella no tenía idea de qué hacer ahora que estaba
aquí. No tenía ningún plan. Ella estaba tan enojada.
-Pues créelo, maldita perra. Él
inclinó la cabeza hacia atrás sobre la almohada, apretando sus manos a sus lados.
Tomando una respiración profunda, visiblemente se obligó a calmarse. -Lo
siento. No quise decir eso, ¿de acuerdo? Sólo que me duele tan jodidamente. Si
tan sólo pudiera conseguir algo…
-Seamos honestos, Colin, es probable
que usted se merezca un poco de dolor. Callie dejó su carta, dando un paso más
cerca hacia la cama. -¿Así que piensas que soy una perra de mierda?, ¿Es así
como ves a las mujeres?, ¿Como perras de
mierda?"
Colin gruñó y miró hacia otro lado.
-Cristo, le dije que lo sentía. Me estoy muriendo aquí.
-¿Eso le hace más fácil tratar a las
mujeres como basura?, Callie miró a sus ojos, en busca de una reacción a sus
palabras. La culpa. Vergüenza. Algo. -¿Es más fácil para violarlas? ¿Cuando decide
coger a las perras, de todos modos?
Pero no había nada en sus ojos
oscuros, excepto la ira. -Vete a la mierda.
-No, vete tú a la mierda.Callie
apretó sus puños a los costados, obligándose a sí misma a no acercarse a la
cama. Sólo diría lo que quería decir y saldría. Pero sin tocarlo. Con eso no se
lograría nada. –Tú no puedes haces cosas como esas ¿Entiendes? No puedes hacer eso y simplemente
marcharte.
-Lo que sea. Cerró los ojos,
apretando los dientes. -O me da las medicinas o se va a la mierda fuera de mi habitación.
-Oye, dijo Callie bruscamente,
contenta cuando él se sobresaltó y abrió los ojos, cumpliendo por fin con su
mirada. -Alguien muy importante para mí fue violada hace poco más de dos meses,
aquí, en este hospital, en el estacionamiento. ¿Sabes algo acerca de eso?
Soltando un bufido, Colin dijo: ¿Qué?,
¿la policía dice que soy un violador y de repente todos creen que cada chica en
la ciudad que consiguió un amante duro fue por mi culpa?
La sonrisa de satisfacción en su
rostro le dijo a Callie todo lo que necesitaba saber. Este era el tipo. Callie
se sentía en los huesos. El hombre que violó a Arizona, estaba justo al frente
de ella, totalmente vulnerable con dos piernas rotas. Se moría de ganas por hacerle
daño, pero dudaba que Arizona quisiera que ella
hiciera eso. Si no podía hacerlo gritar, Callie al menos quería que él
admitiera lo que había hecho. No iba a salir de la habitación hasta que él no
lo hiciera. -Es algo más que "un poco de amor duro”, imbécil. Y tú lo sabes.
¿No?
Colin puso los ojos, y luego golpeó su
mano contra el colchón. Callie sabía que él estaba montado en una nueva oleada
de agonía cuando su rostro se puso rojo y sus ojos negros brillaron con ira. Él
cubrió a Callie con una mirada rencorosa. -Si estamos hablando de aquella cirujana con el coño apretado, húmedo,
al que yo le di un respiro. Ella se lo buscó.
La delgada voluntad que Callie tenía
para su control se rompió y ella se lanzó hacia la cama antes de tener la
oportunidad de pensar. Ella vio cuando los dedos de Colin se fueron de golpe el
botón de llamada, claramente anticipando lo que iba a venir, pero a ella no le
importaba. Callie tomó una de sus piernas, que todavía no estaban en un molde
duro, y hundió sus dedos en el área donde se acordó que la piel había sido
perforada. Colin echó la cabeza hacia atrás y gritó de dolor.
La puerta de la habitación se abrió
de golpe, pero Callie no se movió. Mantuvo los ojos en la cara roja, retorcida
frente a ella, el corazón palpitante, cuando retorció sus dedos pulgares,
cavando más profundo en el músculo
dañado.
-¡Sáquenme a esta puta de mierda de
encima!, ¡Yo le dije que no le había hecho daño a su amiga!.
Un par de manos fuertes agarraron a
Callie por los hombros, mientras que otro par de manos alejaron sus dedos de la
pierna lesionada de Colin Thomas. Callie luchaba en contra de ser arrastrada
por la fuerza lejos de la cama, decepcionada cuando el rostro de Colin aflojó
en relieve. Quería hacerle daño otra vez. Para hacerlo gritar. Para que él, tuviera
una pista de la tormenta en que había puesto a Arizona.
-¡Dra. Torres!
Callie volvió la cabeza, de pronto
consciente de que uno de los hombres que se lo impedía era Derek Shepherd. La
realidad de que su jefe acababa de ser testigo de la perdida de su control hizo
que Callie se pusiera sobria de nuevo y ella dejó de luchar en contra de su agarre.
Derek le dio una aguda inclinación de cabeza, aunque su mirada era puramente
simpática. El agente que la apartó de la pierna de Colin estaba jadeando a su
lado, mirando entre Callie y el hombre que maldecía con los ojos muy abiertos.
Colin parecía reponerse, dándole una
sonrisa enferma. -No sea celosa, Dra. Torres. Me gustan las chicas grandes,
también.
Derek soltó el agarre, como si él
hubiera decidido permitirle tomar otra foto. Pero cuando Callie se tambaleó
hacia delante para atacarlo de nuevo, Derek tiró de ella hacia la puerta.
-¡Dra. Torres!, dijo Derek en un
tono que no admitía discusión. -En mi oficina. Ahora.
-Te voy a demandar, perra. Colin
Thomas se burló de ella desde su cama. -Por asalto.
-Bueno, yo no vi ningún asalto.
Derek empujó a Callie fuera de la habitación, agarrándole un brazo a través de
la puerta de entrada para evitar que ella volviera a entrar. Él habló con el
oficial que seguía parado al lado de la cama de Colin Thomas, levantando una
ceja. -¿Usted vio algo? Tú eres el encargado de verlo.
-Sólo unos gritos, dijo el oficial, disparándole a Colin una
mirada de disgusto. -Eso es todo. No ha pasado nada.
Asintiendo con la cabeza, Dereck
apretó el brazo de Callie y por la fuerza la condujo por el pasillo. Bajo su
aliento, murmuró: -Espero que el infierno que le causaste no haya dejado ningún
daño permanente. Por causa de ti.
Callie frunció el ceño. -No dejé
ninguna marca
-Bien.
-¡Calliope!
Callie se detuvo en seco, al igual
que Shepherd. Girando lentamente, se le constriño el corazón al ver correr a Arizona a su encuentro. Callie miró hacia
atrás, hacia la habitación de Colin Thomas, aliviada al ver que la puerta había
sido cerrada.
-Arizona, dijo Callie en voz baja. De
repente se sintió estúpida. No había querido perder el control de esa manera.
No tenía la menor idea de cómo se sentiría Arizona, cuando ella supiera lo que
acababa de hacer.
-¿Qué pasó? Arizona, corrió hasta
detenerse frente a ellos, mirando a Callie y a Derek y viceversa. -Escuché
gritos.
-La Dra. Torres se enfrentó a un
paciente de quien se le dijo que se mantuviera alejada, dijo Dereck, bajando la
voz para que nadie oyera. -Y ahora vamos a mi oficina. ¿Te gustaría unirte a nosotros?
Arizona, se puso pálida. Le tendió
una mano temblorosa y Callie la tomó, dándole un apretón de disculpa. -Lo
siento, susurró Callie. -Yo sólo... yo no pude evitarlo.
Arizona, miró a Shepherd. -Sí. Vamos
Derek miró a Callie, al parecer
satisfecho de que la presencia de Arizona le impediría dar la vuelta e ir corriendo
de nuevo a la habitación de Colin Thomas. Y, en efecto, tener a Arizona cerca
hizo que Callie se calmara. También la convenció más que nunca que ella había
hecho lo correcto. Tal vez fue algo pequeño, tal vez fue una estupidez, pero Callie se alegraba de haber logrado
que el maldito hombre sufriera, aunque fuera sólo por unos momentos.
Cuando llegaron a la oficina, Dereck, abrió la puerta e invitó a Callie y
Arizona para que entraran. Callie se dejó caer en una de las sillas en frente
de su escritorio, totalmente agotada. Ella no tenía idea de qué podría esperar.
¿Una reprimenda?, ¿Una suspensión?,
¿Preguntarle en qué demonios había estado pensando? Callie lanzó una
mirada de reojo a Arizona, que ocupaba el asiento a su lado, aliviada por la falta de rabia en los ojos de ella. Mientras
que Arizona no estuviera molesta por lo que había hecho, a Callie no podría
importarle más lo que dijera Dereck.
Abriendo el cajón de su escritorio,
Derek retiró dos vasos y una botella de tequila. Cogió un vaso y levantó una
ceja hacia Arizona, pero ella negó con la cabeza. Derek sirvió una generosa cantidad en el vaso y se
lo entregó a través del escritorio a Callie. Al parecer, se dio cuenta que no tenía
necesidad de preguntarle si ella lo quería.
Callie tomó la copa y bebió un sorbo
grande, encantada con la quemadura cuando el líquido se deslizó por su
garganta. -Lo siento, jefe.
Derek negó con la cabeza, sus ojos brillaban
con compasión. -He solicitado que el Sr. Thomas sea transferido fuera del Seattle Grace Mercy West, tan pronto
como sea posible. La Detective Mendoza me puso al corriente del… Dereck lanzó
una mirada cautelosa a Arizona. …-conflicto de intereses potencial. Creo que
sería lo mejor para todos, incluyendo para el Sr. Thomas, si él no permanece aquí más de
tiempo absolutamente necesario.
Arizona, asintió con la cabeza, mirando
hacia abajo en su regazo. -Te lo agradezco.
Callie tomó otro sorbo a
continuación, colocando su vaso sobre la mesa de Dereck. -Lo que hice fue
completamente inapropiado. No fue profesional. Lo siento.
-Deja de pedir perdón, Dra. Torres,
dijo Dereck con suavidad. -Es mejor que sepas que si Meredith hubiera sido
lastimada, yo habría hecho exactamente lo mismo.
El corazón de Arizona se
constriñó, al ver a Callie bajando la
cabeza, claramente incómoda. Dereck se aclaró la garganta luego se dirigió a la
puerta. -Tengo un paciente que necesito verificar. Cuando haya terminado su
bebida, Dra. Torres, quiero que se vaya a casa con la Doctora Robbins. Ha sido
una noche muy larga, y se que ambas necesitan un descanso.
Arizona abrió la boca, con la
intensión de elevar una protesta. Callie habló antes de que ella pudiera.
–Pero…
-Nada de peros. Usted ha tenido un
poco para beber, Torres, por lo que no deberá estar trabajando por el resto de
la noche. Y con respecto a usted Dra. Robbins, no me importa si eres capaz de
permanecer o no, yo no la quiero en el edificio con ese hombre. Es mi decisión,
no la suya.
El labio inferior de Arizona temblaba,
probablemente como reacción al tono de la voz autorizada de Dereck. -Sí, señor.
-Esto no es un castigo, es un
indulto. Dereck abrió la puerta y se detuvo antes de marcharse -Ir a cuidarse la
una a la otra. Las veré no antes de dieciocho horas a partir de ahora.
-Está bien, dijo Callie en voz baja.
No tenía la menor idea de cómo se sentiría Arizona sobre el tiempo fuera. O
incluso si estaría enfadada por lo que ella había hecho. -Gracias.
Derek asintió con la cabeza
bruscamente y salió de la oficina, mientras cerró la puerta detrás de él.
Callie miró con nostalgia el vaso de tequila en la mesa de Derek. Ella ansiaba
otro trago. En lugar de mirar a Arizona, ella que se quedó mirando el suelo.
-Cariño…, Arizona, levantó la cara, revelando
las lágrimas que bajaban por sus mejillas. …-¿Qué pasó?
-Una vez que te fuiste a atender el 911,
yo no sabía qué hacer. Así que averigüé en que habitación estaba él y… no sé en
qué estaba pensando. Yo... yo tenía que verlo.
-¿Qué dijo?
La cara de Callie se calentó al
recordar su intercambio con Colin Thomas. –El quería analgésicos. Le dije que
no. Él me llamó por algunos nombres. Le dije que alguien muy importante para mí
había sido atacada aquí en el hospital y le pregunté si sabía algo acerca de eso.
Cuando más o menos admitió que lo hizo, me espetó. Yo sabía exactamente dónde
presionar para lastimarlo hasta hacerlo gritar de dolor
Lo que parecía satisfacción pasó por
el rostro de Arizona, rápidamente la cambió a favor de una expresión neutra.
-¿Él lo admitió?
Callie se estremeció por las
palabras crudas de Colin que se reproducían en su cabeza. -No directamente, y
él lo negó tan pronto como la policía entró en la habitación, pero sí. Él sabía
quién eras tú.
-¿Qué dijo?
No había manera que Callie repitiera
lo que él había dicho. -No importa.
-Quiero saber.
-No, dijo Callie, mirando fijamente
a los ojos de Arizona. –Tú no lo harás
La garganta de Arizona se movió
convulsivamente. Sintiendo el goteo de las lágrimas a punto de convertirse en
una inundación, Callie se movió de su silla y se arrodilló en la alfombra a los
pies de Arizona, tomando sus dos manos entre las suyas. Arizona se encontró con
los ojos de Callie, sollozando y le dijo: -Yo no quiero que vayas a cualquier
lugar cerca de él de nuevo. ¿De acuerdo? No me gusta la idea de que estés a
solas con él.
-No creo que me dejen estar cerca de
él una vez más, de todos modos, dijo Callie forzando una pequeña sonrisa, con la
esperanza de empujar a Arizona a sonreír también.
Arizona, se inclinó y apoyó la
frente contra la de Callie. -No deberías haber hecho eso. Sin embargo, gracias.
Ella retiró sus manos de Callie, envolviéndola en un fuerte abrazo. -En
realidad nunca he tenido un protector antes.
Las palabras tranquilas de Arizona
enviaron una punzada al corazón de Callie. Ella deseó haber podido hacer más
por Arizona que enfrentarse a su violador, después de los hechos. Pero por lo
menos Arizona no estaba enojada con ella
por lo que había pasado esta noche. -Ahora sí.
Arizona, se echó hacia atrás,
secándose los ojos. -Creo que será mejor que nos vayamos.
-Lo siento, dijo Callie en voz baja.
–Quiero decir, que te enviaran a casa
Sacudiendo la cabeza, Arizona tocó
el hombro de Callie. -No, no, es bueno.
Creo que tengo que salir de aquí, de verdad.
-Yo también. Callie se levantó y
ayudó a Arizona a pararse. Entonces ella tiró de Arizona en un abrazo suave. -Él
va a la cárcel, Arizona. No se saldrá con la suya con lo que hizo.
Arizona, hundió la cara en el cuello
de Callie. -Eso espero, dijo, y luego exhaló con voz temblorosa. -Voy a tener
que declarar, ¿verdad?
-No sé. Callie apretó la mano plana
contra el centro de la espalda de Arizona, retomando su puesta a tierra de sí
misma en su relación. Arizona pareció fundirse contra su cuerpo. -Si lo haces,
voy a estar allí todo el tiempo.
Enderezándose, Arizona, salió de los
brazos de Callie y forzó una sonrisa que no llegó a sus ojos. -Vamos a casa.
#
Cuando Callie se despertó temprano a
la mañana siguiente, el cielo estaba suficientemente iluminado para revelar la
ausencia de Arizona en la cama. Callie tocó el lado de Arizona del colchón para
encontrar las sábanas frías. Perdida en un sueño oscuro, sin sueños, Callie ni
siquiera había sentido su ausencia. El sonido apagado de la televisión se
filtraba desde la sala, obligando a Callie a salir del capullo cálido de la
colcha para comprobar a Arizona.
Las vistas y sonidos familiares de
multijugador de Halo hicieron sonreír a Callie mientras entraba a la sala de estar. Arizona,
estaba sentada con las piernas cruzadas sobre el cojín del sofá, agarrando un
control del Xbox y mirando fijamente a la televisión. Callie vio la acción en
pantalla cuando doblaba la esquina del sofá.
-Hola, cariño.
Sorprendida, Arizona miró a Callie a
continuación, mientras su personaje era cortado en una ráfaga de disparos. -Me
asustaste.
-Lo siento. Callie se sentó al lado
de Arizona, cuidando de darle su espacio. Halo temprano en la mañana significaba
que Arizona tenía la mente trabajando en algo. -No oí cuando te levantaste
El personaje de Arizona estaba ataviado
con una armadura de color rosa corriendo detrás de un enemigo y lo mató con un
golpe en la parte posterior de la cabeza. Una mueca de dolor, Callie pasó la
mirada de arriba a abajo por el cuerpo de Arizona en una evaluación de reojo
sutil. Había algo tan caliente sobre la despiadada “Arizona jugadora”.
-Tuve una pesadilla, dijo Arizona,
sin apartar los ojos de la pantalla. Ella sonrió cuando mató a otro rival con
un disparo de escopeta en el pecho. -No pude volver a dormir. Pensé que un poco
de violencia digital sin sentido podría ayudar.
-¿Lo hizo?
Arizona, lanzó una granada que lanzó
dos cuerpos en el aire, luego bombeó el puño victorioso. -El primer lugar de
nuevo. Soy el rock.
-Voy a tomar eso como un sí. Callie
se sentó de lado y se enfrentó a Arizona, apoyando la cabeza contra el respaldo
del sofá. -¿Por qué no me despertaste? Yo podría haber tratado de ayudarte
Se acabó el juego, Arizona dejó el
mando y miró a Callie. –Tú estas agotada Calliope. Necesitas dormir.
Sabiendo que era mejor no insistir
en el tema, Callie murmuró, -¿Estás bien?
-Lo estoy ahora. Arizona consiguió
esbozar una sonrisa valiente, pero Callie sintió que el mal sueño la había
sacudido. -Fue uno nuevo. No me gusta.
-¿Quieres contarme?
La garganta de Arizona se movió y sus
ojos se llenaron de emoción. -Él te estaba haciendo daño. Estábamos en la cama
y ustedes yacían junto a mí, pero yo no podía ver ni podía moverme. Todo lo que
podía hacer era... escuchar.
Aturdida, Callie tomó las manos de
Arizona y las sostuvo con fuerza. La culpa le torció el estómago al pensar que
su decisión de enfrentar a Colin Thomas había hecho que Arizona sintiera temor
por la seguridad de Callie. -Estoy bien, querida. Y tú también. Mientras que
Colin Thomas pasó una larga y dolorosa noche en el hospital antes de ser
llevado a la cárcel.
-Lo sé. Arizona exhaló. -Estoy tan
enojada en este momento, yo no sé ni qué hacer. Se siente como si todo lo que
estaba empezando a mejorar volviera al principio otra vez. Ahora Colin Thomas tuvo que ir y herir a otra
mujer. Tuvo que aparecer en mi hospital, y que mi pareja tuviera que hacer su
cirugía, y, básicamente, echarlo todo a perder justo cuando estaba empezando a
ser feliz de nuevo.
Callie acarició el pulgar sobre los
nudillos de Arizona. -Él no ha echado todo a perder.
-Van a llevarlo a juicio. Incluso con
las pruebas de ADN, probablemente querrán que vaya a testificar. Tendré que
declarar. Y eso significa volver a revivir todo ese de nuevo, y estoy tan
cansada, Calliope. Estoy tan cansada de tener que recordar. Todo lo que quiero
es olvidar lo que ha pasado, pero no puedo, no con los interrogatorios
policiales, y las pesadillas, y los flashbacks al azar, y la jodida y horrible
manera en que ese hombre se las ha arreglado para invadir mi mente cuando estoy
en la cama con la mujer que amo.
Callie no sabía qué decir para
calmar la ansiedad de Arizona. Ella estaba en lo cierto, un juicio sería
difícil, sobre todo tener que volver a contar la historia de su asalto, una vez
más. Esta vez estaría frente a una multitud de personas, incluyendo
probablemente el propio Colin Thomas. La idea de que Arizona casi seguro se
tendría que enfrentar cara a cara con su agresor en el juzgado aterrorizaba a
Callie. No tenía la menor idea de cómo Arizona iba a reaccionar.
-Todo va a estar bien. Esa frase
parecía la repetición de un mantra que era simplista pero Callie tenía que
creerlo. –Es realidad la idea de un juicio puede ser algo aterradora, sin duda,
pero lo que vas a decir será para asegurarse que el hombre sea castigado por lo
que te hizo a ti y a la otra chica, y quien sabe a cuantas mujeres más.
Arizona, se estremeció. -Lo sé. Poniéndose
más cerca, ella se inclinó sobre el cuerpo de Callie, acurrucándose, mientras
que Callie le permitió introducirse en un abrazo suave. -Estoy nerviosa y avergonzada
y enojada. Yo sólo… Suspiró. -Sólo
quiero ir de vacaciones.
Sonriendo, Callie besó la coronilla
de la cabeza de Arizona. Su cabello rubio todavía olía ligeramente a champú, y
Callie inhaló profundamente, disfrutando
de su aroma. -¿A dónde debemos ir?
-España, murmuró Arizona. -Durante
dos semanas, como mínimo. Quiero estar en la playa con una copa de sangría y
admirar tu hermoso cuerpo en un bikini escandalosamente sexy. Quiero pasar cada
noche haciendo el amor. Y yo no quiero pensar en Colin Thomas, o en lo que lo
hizo, ni una sola vez… Levantando la mirada hacia Callie, Arizona, sonrió
débilmente. …-¿Es eso mucho pedir?
Callie sacudió la cabeza. -Vamos a
empezar a hacer planes.
Arizona, se animó un poco. -¿Sí?
-Por supuesto. Eso suena perfecto.
Envolviendo sus brazos alrededor de la
cintura de Callie, Arizona, la abrazó con fuerza. -Tal vez podamos ir después
del juicio. Algo así como una recompensa por haber pasado por todo eso.
Callie apretó los labios en la
frente de Arizona, odiando la preocupación que emanaba de cada poro de su
cuerpo. Hubiera dado cualquier cosa para evitarle todo esto a Arizona, haría
cualquier cosa para salvar a Arizona de tener que pasar por el trauma del
sistema de justicia. Pero todo lo que podía hacer era proporcionar apoyo emocional.
Era lo mejor para Arizona, aunque a veces se sentía como un ser indefenso.
-Me gusta la idea, dijo Callie en
voz baja. -Creo que vamos a necesitar tiempo fuera, una vez que consigamos superar
la siguiente parte.
Los dedos de Arizona jugaban con el
pecho de Callie, en el corte bajo de su camisola de color marrón. -Tenemos que
vivir juntas.
Tomada por sorpresa por el cambio de
tema, a Callie sólo le sorprendió el hecho de que había pasado bastante tiempo para
tener esa conversación. Ellas habían estado viviendo en el apartamento de
Arizona por más de dos meses, aunque Callie seguía pagando el alquiler de su
apartamento con Cristina, en el que rara vez estaba. Era sólo cuestión de
tiempo antes de que ambas reconocieran lo que había sucedido, naturalmente, por
su propia cuenta. Sonriendo con facilidad, Callie, dijo, -¿No lo estamos
haciendo ya?
-Bueno, sí. Siguiendo con la punta
de su dedo sobre la parte superior de un seno, luego el otro, Arizona, provocó
que el corazón de Callie se disparara. La caricia era ligera y sensualmente dolorosa.
-Pero vamos a hacerlo oficial. Y así dejarás de pagar el alquiler en dos
lugares cuando sólo estas viviendo en uno de ellos.
-Oficial es bueno, dijo Callie. -Así
se ahorra dinero.
-Bien. La sonrisa de Arizona parecía
venir más fácil ahora. Besó a Callie a la ligera, deslizando la punta de la
lengua por el labio inferior de Callie. -Así que eso está arreglado.
Callie sabía que Arizona estaba
tratando de encenderla. Y estaba funcionando. -Voy a hablar con Cristina.
Parece que Owen quiere irse a vivir con ella, de todos modos.
-Perfecto. Arizona, serpenteaba un
camino con el dedo en el centro del pecho de Callie, rodeando su pezón erecto.
-Ahora vamos a hablar de lo que quiero hacer antes de nuestras vacaciones.
Luchando por mantener la voz firme,
Callie murmuró: -¿Qué estás haciendo? Sorprendida por el contacto
descaradamente sexual después de una noche con las secuelas de la pesadilla de
Arizona, Callie se debatía entre apartarse o simplemente saborear el hecho de
que Arizona todavía quería estar cerca. Hace unos momentos no hubiera pensado
que podía conseguir encenderse con todo lo que había sucedido en las últimas doce
horas, pero todo lo que estaba haciendo eran unas caricias divertidas para
reducir su enfoque sólo a ellas dos.
-Te voy a tocar, dijo en voz baja
Arizona. -Yo no tengo que esperar llegar a España para admirar tú cuerpo
magnífico, ¿verdad?
-No. Callie buscó la cara de
Arizona, tratando de decidir si era peligroso permitirle su deseo de escalar.
Quería confiar en Arizona para conocer sus límites, pero sabía que el trauma de
ver a su violador aparecer de repente podía conducirla a un comportamiento
imprudente. -Por supuesto que no.
-No voy a hacer cualquier cosa que
hubiera evitado antes de que el hombre aterrizara en la sala de emergencias. Y
no voy a permitir que eso nos aleje. No de nuevo. Sonriendo, Arizona tomó el
pezón de Callie entre sus dedos y le dio un suave apretón. No había ninguna
duda en su rostro, sólo la determinación y la calma. -Además, te debo una
después de la última noche.
Era difícil pensar en una razón por
la cual no debería dejar que Arizona continuara. Si ella no quería dejar que Colin
Thomas la afectara de nuevo, ¿por qué Callie lo haría? Callie cerró los ojos
mientras el placer que salía de su pecho iba directamente a su clítoris. -Justo
lo suficiente.
-Me encanta la forma en que tú culo
se ve en ellos. Los ojos de Callie se abrieron de golpe, cuando sintió que Arizona, pasaba la mano por la parte
posterior de su muslo con los dedos en el borde de sus boyshorts. Disparando a
Callie una sonrisa juguetona, Arizona alisó el contacto a lo largo de la curva
de su parte inferior, acercándose peligrosamente a su centro. -No es posible
que puedas esperar que resista esto, independientemente de lo que ha ocurrido.
Callie tragó saliva. -Yo sabía que
me gustaba usar estos por alguna razón.
Arizona, raspó las uñas en la
entrepierna de los boyshorts, sonriendo por la inhalación rápida de Callie. -Ellos
me dan ganas de poner mis dedos dentro de ti. Callie cerró los ojos cuando Arizona, frotó lentamente con sus dedos arriba y abajo
de su longitud, empapando la tela en la excitación de Callie. Tú estás mojada
Una Arizona ardiente era la última
persona que Callie había esperado ver esta mañana. Sus palabras francas
hicieron arder a Callie. -Sí, lo estoy
Arizona, sostuvo la mirada de Callie
mientras sacaba el material empapado a un lado y arrastró los dedos por los
pliegues lisos por debajo. -Y ardiente.
Callie apretó los puños a los
costados y le dio cuerpo a Arizona. Dejando que sus muslos se abrieran un poco,
miró a Arizona mientras ella
comenzó a acariciarle los labios antes
de que poco a poco introdujera dos dedos en su interior. Los delgados dedos de
Arizona, comenzaron a moverse rítmicamente dentro de su abertura arrancando un
gemido de la garganta de Callie y enviando un escalofrío de placer que hizo
estremecer todo su cuerpo. Después de meses, Callie estaba muy consciente de lo
mucho que había anhelado la penetración.
-Quítate la parte superior. Arizona
empujó más profundo, pescando con sus dedos para frotar con fuerza contra el
punto en la pared frontal que siempre llevaba a Callie a un estado salvaje.
-Por favor.
Callie se sacó la camiseta sobre su
cabeza, tirándola al suelo, luego se acostó hacía atrás para facilitar que Arizona pudiera acostarse boca abajo en el
sofá, arriba de ella sin detener el movimiento de sus dedos. Arizona comenzó a chupar
el pezón de Callie en la boca y luego lo mordisqueaba suavemente. A fin de lograr
una mayor conexión, Callie puso la mano en los omóplatos de Arizona.
Arizona, sonrió contra su pecho. -Se
siente tan bien alrededor de mis dedos, Calliope.
-Por favor no te detengas. Callie
puso un pie en el borde superior del sofá, para facilitar el anclaje de sí
misma en contra de la creciente fuerza de los empujes de Arizona. A Callie le
encantaba duro y rápido, y Arizona no se detenía. Cerrando los ojos, Callie se
aferró a los hombros de Arizona y luchó contra el clímax porque ella no estaba dispuesta
a darle la bienvenida todavía. Tener tan cerca a Arizona, tan cerca como era
humanamente posible, era demasiado valioso como para rendirse tan pronto.
-Vamos a ir, mi amor, murmuró
Arizona, alrededor del pezón de Callie. Ella deslizó su lengua en el valle
entre sus pechos antes de tomar el otro pico erecto entre sus dientes. Su
pulgar buscó el clítoris de Callie y frotó círculos rápidos al mismo tiempo que
continuaba sus golpes profundos. -Dámelo.
Gimiendo, Callie apretó los dedos de
los pies y trató de evitar la construcción de la deliciosa presión entre sus
muslos. Pero Arizona sabía exactamente dónde tocar, precisamente la forma de
follarla y derribar todas sus defensas. Callie perdió su batalla con un grito
gutural, arqueando la espalda cuando un orgasmo demoledor a través de ella la
estremeció. Arizona, la abrazó, y continuó el movimiento de su mano hasta que
Callie se agachó y la detuvo con un gemido silencioso. Cuando Arizona se dispuso
a retirar sus dedos, Callie la apretó en una súplica muda para que Arizona se
quedara donde estaba.
Arizona, la besó desde el pecho
hacía arriba hasta el cuello de Callie, lentamente. -Gracias.
Callie soltó un bufido, envolviendo
sus brazos alrededor de Arizona y abrazándola con fuerza. Suspiró ante la sensación
de unos labios suaves besándola justo detrás de la oreja. -Uh, gracias.
-No hay de qué. Arizona, apareció ante
sus ojos y la besó en los labios, de pronto alegre. Un poco demasiado alegre. -¿Podemos
comer panqueques para el desayuno?, ¿Esos de arándanos que tú haces?
Callie parpadeó ante el cambio
rápido en el estado de ánimo. Un minuto antes estaba tomando el sol en el
resplandor, y en el siguiente, era una cocinera de comida rápida. -¿No me digas
que todo esto era una estratagema para conseguir que te haga el desayuno?.
-Por supuesto que no, tonta. Pero sí
para abrir el apetito. Y tú tienes toda la razón del mundo en este momento para
querer mimarme.
Eso era cierto, por supuesto. Pero
no tenía nada que ver con los orgasmos. -Estoy feliz de poder mimarte en
exceso. Callie permitió que Arizona retirara sus dedos y luego se sentó, y
colocó el cojín al lado de Arizona.
-Hacer que te sientas bien es su
propia recompensa. Los ojos de Arizona brillaban. -Las crepes son sólo un bono
delicioso.
La verdad era que Callie se alegró de
que Arizona hubiera pedido el desayuno en lugar de la reciprocidad. No importa
lo bien que la había pasado, la idea de tocar a Arizona esta mañana, a Callie le
daba un miedo de muerte. Sin embargo, los panqueques, era algo que podía hacer.
Colocándose su franelilla y enderezando
su ropa, Callie besó la mejilla de Arizona. -Te amo.
Arizona se puso un poco seria, capturando
los labios de Callie en un tierno beso. -Te amo, también.
-Cool. Callie entregó a Arizona el
control del Xbox y se levantó. -Juega otro juego. Voy a llamarte cuando estén
listos.
-Pareja del año, dijo Arizona
sonriendo.
A pesar de que a Callie la sonrisa
de Arizona le pareció familiar y alegre, ella no podía dejar de preocuparse,
porque sabía que esta era la calma que precede a la tormenta.
Esta historia continuará…
Capítulo publicado
originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/4085.html
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