CAPÍTULO DIECISÉIS
Cuando el teléfono de Arizona sonó,
luego de kilómetro y medio en su recorrido diario con Teddy, su corazón ya
estaba a toda marcha. Ella se detuvo en el centro del campo y buscó el teléfono
dentro de su bolsillo, perdiendo el poco aliento que le quedaba al ver el número
de la detective Mendoza en la pantalla. Ella había estado esperando esa llamada
desde hace días, temiendo los resultados de las pruebas de ADN, que finalmente
pondrían fin al suspenso.
Después de esta llamada telefónica, ella
sabría si Colin Thomas había sido el hombre que la violó. Si así fuera, eso
significaba que su vida iba a cambiar de nuevo. Habría un juicio, sin duda
cubierto por los medios de comunicación locales. Su regreso lento pero
constante a la normalidad quedaría en suspenso al verse obligada a enfrentar el
estrés y la ansiedad de revivir su violación en una habitación llena de
extraños, incluyendo el hombre que le había hecho daño. Pero un juicio también
significaba que probablemente él sería castigado por sus crímenes, ofreciéndole
a Arizona, incluso, la posibilidad de algún tipo de cierre.
Si el ADN no pertenecía a Colin
Thomas, entonces la situación sería difícil de una manera completamente
distinta. Sin importar el miedo a la idea de enfrentarse a un juicio, Arizona
quería justicia, no sólo para la chica que Colin Thomas había violado hace
cinco días, sino también para sí misma.
Mirando el teléfono repicar, Arizona
se preparó a sí misma para cualquier noticia que la Detective Mendoza le diera.
De cualquier manera, tenía que seguir adelante.
Teddy que estaba parada a su lado,
dijo -Responde.
La palabra de Teddy, terminó de
empujar a Arizona para contestar la llamada. -Habla Arizona Robbins. Su voz
salió sin aliento y débil. Enderezando los hombros, Arizona, trató de proyectar
más confianza de la que sentía en ese momento. -Hola, detective.
Mendoza vaciló. -¿La llamé en un mal
momento?
-No. Arizona, se encontró con los
ojos de Teddy, asintiendo con la cabeza cuando Teddy la animó a seguir
caminando a lo largo del camino. -Sólo estaba trotando, haciendo mi carrera de
esta mañana.
-Ah. Mendoza se echó a reír. -Traté
de correr una vez. Eso fue todo lo que hice.
Arizona consiguió esbozar una
sonrisa, pero su corazón no estaba en ella. En los días transcurridos desde que
Colin Thomas apareciera en la sala de emergencia, ella había tratado de
imaginarse cómo podría reaccionar a cualquiera de los posibles resultados de la
prueba de ADN. Ahora que el momento de la verdad estaba aquí, ella se sentía en
el borde de un abismo oscuro, con miedo de que, sin importar lo que Mendoza
dijera, ella caería en el interior.
-¿Así que ya lo saben? .Arizona
no vio ninguna razón para andarse por las ramas. Ambas sabían por qué estaba
llamando Mendoza. -¿Fue él?
-La prueba de ADN determinó en forma
concluyente que Colin Thomas es el hombre que te violó. Sí. Mendoza hizo una
pausa, como para dar tiempo a digerir la noticia. -También pudimos conectarlo a un caso sin resolver de hace ocho
meses. Va a ser acusado de tres violaciones.
-¡Oh!. Las rodillas de Arizona se
tambalearon y Teddy de inmediato la agarró del brazo y la llevó a un banco del parque justo al lado
del camino. Ella dio a Teddy una sonrisa de agradecimiento cuando se sentaron,
a continuación, volvió su atención a lo que Mendoza había revelado. Que Colin
Thomas había hecho pasar a otras dos mujeres por el mismo trauma que había
infligido a Arizona, eso hizo que ella quisiera romper a llorar. Ella sabía
exactamente cómo las mujeres se sentían, y no le deseaba lo que les
ocurrió ni siquiera a su peor enemigo.
-¡Oh!, murmuró Arizona de nuevo.
-También quiero hacerle saber que hemos
probado al Sr. Thomas para el VIH. Los resultados fueron negativos.
Aturdida por la ola de alivio que la
invadió en la revelación, Arizona puso una mano en la frente. El flujo de
pensamientos y emociones provocadas por las palabras de la Detective Mendoza
abrumaron a Arizona, dejándola casi entumecida. -Gracias por dejarme saber.
-¿Está usted dispuesta a testificar
en contra del señor Thomas? Mendoza suavizó su voz, obviamente consciente de que
este era un tema delicado. -La evidencia de ADN es fundamental para nuestro
caso, pero el testimonio de la víctima es realmente importante para traer un
elemento humano al proceso. El ADN tiene contexto en cualquier situación, pero es
mejor si la acusación no se basa únicamente en la ciencia. Además, el informe
de un laboratorio no tiene el mismo impacto que escuchar exactamente lo que
Colin Thomas le hizo a usted, y cómo su vida se ha visto afectada por ello.
Tanto como Arizona temía la idea, en
el fondo sabía que no tenía otra opción. En su corazón ella sabía que si a
Colin Thomas no lo encerraban, continuaría violando a las mujeres. Ella no
había sido capaz de hacer nada después de su ataque para impedir que le hiciera
daño a su víctima más reciente, pero muy bien podría hacer algo ahora. -Por supuesto que voy
a declarar.
-Gracias. Mendoza sonaba aliviada. -Sé
que es difícil. Esa es una decisión muy valiente.
-No se siente mucho como una
elección. Arizona, vaciló, sin saber hasta dónde podía preguntar acerca de las otras víctimas. Pero ella tenía que saber.
-Las otras dos mujeres… estarán testificando, ¿verdad?
-Tengo la esperanza de convencer a
la chica con que atacó la semana pasada que ella tiene que presentarse y hablar
en el juicio. Su hermano es un testigo presencial, que ha dejado en claro que
está dispuesto a hacer todo lo posible para poner a este tipo tras las rejas.
Pero ella está vacilante. Esto sigue siendo tan fresco para ella. Ni siquiera
ha sanado y ya tiene que pensar en decirle a un jurado lo que le pasó.
Arizona, trató de imaginarse hacer
frente a la idea de un juicio a menos de una semana después de su propio
ataque. Ella no hubiera tenido la fuerza. Su corazón sufría por la muchacha, y ella
deseaba tanto asegurarle que las cosas mejorarían. No era rápido, no era fácil,
pero poco a poco y con una cantidad no pequeña de lucha la vida continuaba.
Tan fácil como fue simpatizar con la
chica, Arizona, odiaba la idea de que podría ser la única dispuesta a hablar en
el tribunal. Tratando de ocultar el temblor de su voz, de Arizona, dijo, -¿Qué hay
acerca de la primera víctima?
-Sí, ella está de acuerdo en
testificar, qué es una gran cosa. Mendoza se aclaró la garganta, bajando la
voz. -Pero, francamente, estoy muy contenta de que usted está dispuesta a
contar su historia. El jurado será más favorable para usted. Usted tiene un
carácter muy fuerte que la defensa no será capaz de poner en duda.
Un problemita de preocupación agitó
el intestino de Arizona. Ella no era
totalmente ignorante acerca de cómo las víctimas de agresión sexual a menudo
son tratadas casi como si ellas fueran las llevadas a juicio, pero oír a Mendoza
verbalizarlo fue estremecedor. -¿Por
qué?, ¿Porque soy una profesional o
porque la defensa no puede sugerir que tengo un historial de promiscuidad con
los hombres?
-¿Sinceramente? Las dos cosas. El
disgusto en la voz tranquila de Mendoza dejó en claro que encontraba el tema tan
de mal gusto como lo encontraba Arizona. -En cualquier caso, usted será llamada
por la oficina del fiscal en breve. Usted va a trabajar con ellos para preparar
su testimonio para el juicio, cuya fecha debe fijarse en un par de semanas. Si tiene alguna pregunta en el ínterin, no dude
en llamarme.
Ella tenía una pregunta. -¿Estaría
bien si le ofreciera mi información de
contacto a las otras dos mujeres involucradas? Sobre todo la chica que fue
atacada la semana pasada. No sé si realmente puedo decir o hacer algo para
mejorarlo, o posiblemente para convencerla que vaya a declarar, pero ... no lo
sé. Siento como que debo tratar de hacer algo .
-Voy a ofrecerle su información de
contacto.
-Gracias.
No tenía la menor idea de lo que
esperaba lograr al hablar con los demás miembros del club poco alegre de Colin
Thomas, pero Arizona no podía dejar de
preguntarse acerca de ellas. ¿Quiénes eran?, ¿Habían sido sus ataques tan brutales?,
¿Acaso peores? Ella estaba especialmente curiosa acerca de la primera víctima.
Ocho meses después, ¿cómo se sentía? Arizona, se apoyó contra Teddy, agradecida
por su cálida presencia a su lado. -Le agradezco su llamada.
-No, gracias a usted Dra. Robbins. De verdad.
A pesar de sentir que no había hecho
nada digno para la gratitud de Mendoza, Arizona, aceptó las palabras en el
espíritu en que estaban destinadas. -Por supuesto. Voy a hablar con usted más
adelante?
-Definitivamente. Adiós por ahora.
Arizona, colgó el teléfono y se lo
metió en el bolsillo de su sudadera. Su mano estaba temblando.
Entretejiendo sus dedos, Teddy tomó
la mano de Arizona en su regazo. -¿Estás bien?
-No estoy segura. Sonriendo débilmente, Arizona, dijo, -Parece
que eso ha sido una constante últimamente.
-Han atrapado al hombre que te hizo
daño. Teddy le dio un apretón, agachando la cabeza para atrapar la mirada de
Arizona. -Esa es una muy buena noticia.
Arizona, asintió con la cabeza. No lo
podía negar. El inconveniente era la larga lista de desafíos nuevos que
superar. -Parece que voy a ser la víctima protagonista de carácter intachable. La
Detective Mendoza parecía muy aliviada al saber que voy a declarar
-Estoy orgullosa de ti, Arizona.
Sólo puedo imaginar cómo debe sentirse. Nunca informe acerca de lo de Jay y Steve, yo no quise lidiar con lo que eso
significaba. En ese momento se sentía como la decisión correcta para mí, pero
tengo que admitir, como un adulto,
mirando hacia atrás y pensar en lo que significa la búsqueda de
justicia. Teddy miró hacia abajo, con
una media sonrisa radiante, pero lamentó. -Uno de ellos o ambos pueden haber violado
a otra mujer. No me sorprendería. A veces me gustaría tener otra oportunidad como
la que tú tienes ahora.
-Pero ¿y si no es encontrado
culpable?. La idea de revivir su experiencia delante de todos, incluyendo al
hombre que la había herido, intimidaba como el infierno a Arizona, pero lo haría si eso significaba que
sería castigado. Siempre había una posibilidad de que no lo fuera. Arizona no
sabía cómo iba a vivir con eso. -¿Y si voy a un juicio y por alguna razón lo
dejan ir?
-Ellos no lo harán. Hay pruebas de
ADN. Fue capturado en el apartamento de la chica anterior, por el amor de Dios.
Teddy sacudió la cabeza. –Por supuesto que va a ser condenado, de lo que se
trata aquí en todo caso es del tipo de condena que recibirá.
-Espero que sí. Arizona, se recostó
en el banco y exhaló. La Detective Mendoza no está segura de que la chica que
atacó la semana pasada vaya a declarar.
-Lo escuché. Este debe ser un
momento muy difícil para ella como para pensar en algo así.
-Lo sé, dijo el Arizona. -No es fácil
para mí pensar en ello, meses más tarde.
-Vas a estar bien. Teddy acarició el pulgar sobre el lado de la mano de
Arizona, ofreciendo una gran comodidad, manteniendo una distancia respetuosa.
Era casi como si supiera el espacio que Arizona requería. -Callie estará contigo. Y una vez que esto
haya terminado, ustedes podrán seguir
adelante. Al ver que el hombre sea castigado con suerte les dará un sentido de
cierre.
-Ojalá. Aunque Colin Thomas fuera a la cárcel, sus
acciones no podrían ser deshechas. El cierre verdadero era probablemente
imposible, porque había robado algo de Arizona que nunca volvería. Él la había
cambiado para siempre. Lo que hacía que
la búsqueda de la justicia incluso fuera más importante, aunque el proceso la asustara
de muerte. Al exhalar, Arizona, dijo, -Tienes razón. Yo puedo hacer esto y voy
a estar bien. Lo sé. Es sólo que... no me gusta.
-Yo no te culpo. No me gusta,
tampoco. Teddy le dio una palmada con cuidado en la rodilla. -¿Hay algo
que pueda hacer para ayudar?
-Tú ya lo estás haciendo. Dejando
caer la mano de Teddy, Arizona le dio un rápido abrazo. -Gracias.
-¿Quieres llamar a Callie?
Arizona, hizo caso omiso de la
sugerencia. Necesitaba tiempo para recoger sus emociones antes de compartir la
noticia con Callie. -Voy a hablar con ella cuando llegue al hospital. No es
necesario que la interrumpa cuando está trabajando.
-De alguna manera no creo que le
importaría. Teddy escudriñó el rostro de Arizona, haciendo un mal trabajo al
tratar de disimular su interés en evaluarla. -No te alejes de ella ahora. No
después de todo lo que han pasado juntas.
Apartarse de Callie era lo último
que Arizona querría hacer. Pero no llamarla en este momento no era lo mismo que
alejarse de ella. No quería dejar que el arresto y la anticipación de un juicio
la arrastrara de nuevo a un estado emocional que había luchado tan duro por
superar. A pesar de que seguiría siendo abierta con Callie sobre cómo se
sentía, Arizona se negaba a hacer una llamada de teléfono especial para
hacerlo. No era gran cosa.
-Confía en mí, vamos a hablar de
esto... Y hablar... Y entonces, probablemente… hablaremos un poco más. Hacemos
toda clase de cosas acerca de “hablar” en estos días. Arizona consiguió esbozar una
sonrisa. -Esto no es un “Yo no voy a hablar de eso”, lo voy a hacer, pero puedo esperar hasta verla
en el trabajo. Te lo prometo.
-Está bien. Teddy no parecía muy
convencida, pero tuvo la amabilidad de no decir nada más al respecto. -¿Quieres
saltarte el resto de nuestra carrera e ir directamente a la tienda de donuts?
La barbilla de Arizona comenzó a
temblar, pero se apresuró a retroceder
su emoción. De ninguna manera iba a conseguir todas las donas por parecer más
débil y llorosa. Pero la idea le sonó bien, y le encantó la oferta de Teddy.
-Desesperadamente, sí.
Teddy se levantó y animó a Arizona a
pararse. –Entonces vamos, yo invito.
#
Dos horas más tarde, Arizona,
encontró a Callie en el salón estudiando detenidamente el expediente de un
paciente común, un niño de 12 años de edad, que Arizona había diagnosticado
recientemente con cáncer de hueso. Por mucho que odiaba recomendar la
amputación de un paciente tan joven, sobre todo uno que había ido a la Serie
Mundial de Pequeñas Ligas hace apenas dos meses, por desgracia, ese parecía ser
el curso del tratamiento obvio para Paul Ott. Ella había pedido a Callie que
mirara por encima su expediente, como el último esfuerzo para salvar su pierna,
y también para obtener su opinión sobre las posibles prótesis.
Desde la mirada del rostro de
Callie, Arizona, sabía que el pronóstico no era bueno. Eso hizo de un día ya difícil, uno aún peor. Pablo era un niño dulce
que se merecía algo mejor que la enfermedad, y el padre furioso la vida le
había dado.
-Yo no quiero una mala noticia.
Arizona se acercó a la mesa redonda en la esquina de la habitación y se sentó
frente a Callie, obligándose a una sonrisa que deseaba fervientemente que la
hiciera sentirse mejor. -No me vengas con malas noticias sobre la pierna de Paul
Ott, porque yo no puedo con una mala noticia ahora mismo. Puedes decirme: “Necesito
más tiempo para hacer una evaluación adecuada", eso lo puedo manejar, pero
“No hay manera de salvar la pierna”, no
puedo.
Callie se inclinó sobre la mesa,
colocando su mano sobre la de Arizona. -Yo no necesito más tiempo. ¿Quieres
saber ahora o quieres esperar?
Arizona, suspiró. -No podemos salvar
la pierna, ¿verdad?
-No, no podemos. Sin embargo, él es
un excelente candidato para una prótesis altamente funcional, Tú has dicho que
él es un Atleta, pues bien, no creo que él tenga que dejar el béisbol. Callie frunció el ceño y buscó los ojos de
Arizona. Al instante el estado de ánimo cambió de profesional a personal. -¿Qué
está pasando?
Era evidente que Callie podía ver más
allá de la tímida sonrisa de Arizona. A veces, la naturaleza cada vez más
perceptiva de Callie le encantaba a Arizona y el pensamiento de que alguien en
el mundo se preocupaba lo suficiente para ver realmente dentro de ella era sin
duda embriagador, pero ahora mismo, Arizona deseaba que Callie pudiera dejar en su puesto la
fachada. Especialmente cuando se encontraban en el trabajo.
-La Detective Mendoza llamó durante
mi carrera. Mentir nunca pasó por la mente de Arizona. Callie supo que ella
estaba ocultando algo, y ella no permitiría que cosas como esas ocurrieran
nunca más. Además, Arizona no quería que Callie siguiera en la oscuridad, evitando
con ello que Callie tuviera que hacer llamadas
innecesarias al teléfono de Mendoza. -El ADN coincidió. Colin Thomas
está siendo acusado de tres violaciones, incluida la mía.
Callie apretó los dedos de manera
casi imperceptible en la mano de Arizona. Una sombra pasó por encima de su
cara. -¿Tres?
-El primero ocurrió hace unos ocho
meses. Sin resolver hasta que se encontró una coincidencia con el ADN de Colin
Thomas y las pruebas recogidas en ese caso.
Callie le sostuvo la mirada. -¿Cómo
estás?
-Estoy bien. Arizona se encogió de
hombros y apartó la mirada. El contacto directo con los ojos era muy difícil de
controlar, sobre todo con Callie. Esos profundos ojos marrones parecían mirar directamente
dentro de su alma. -Sabíamos eso ya, ¿verdad? Que él era el hombre.
-No era seguro.
-Bueno, ahora lo sabemos con
certeza. Arizona, vaciló, en medir el estado de ánimo de Callie. Ella no estaba
tratando de ocultar su tormentoso estado emocional, y Arizona no estaba segura
de que debía decir nada más mientras estaban en el hospital. Sólo el
conocimiento de que callarse ahora podría resultar perjudicial, persuadió a Arizona
para agregar: -La Detective Mendoza preguntó si yo estaría
dispuesta a declarar y dije que sí. Al parecer, la primera víctima también ha
accedido a comparecer ante el tribunal, pero Mendoza cree que el jurado será
más simpático conmigo. No tengo ni idea lo que eso significa. Y la chica de cuya
ventana él saltó, está teniendo un momento difícil. Por el momento no se sabe
si se podrá contar su testimonio.
-Esto es mucho, querida. Callie bajó
la voz a pesar de que estaban solas en el salón. Sus ojos recorrieron la cara
de Arizona, como si esperara que ella se disolviera. -Está bien tener miedo. La perspectiva de ir a un juicio es una cosa
de miedo.
Arizona no quería sentir la emoción
instintiva de ira que las palabras de Callie habían provocado, pero la invadió
antes de que ella pudiera evitarlo. Ella se había comenzado a sentir como algo
más que un caso perdido, y con Callie esperando que ella se quebrara, no era
exactamente el voto de confianza que Arizona quería. Permitir que la
perspectiva de un juicio pudiera enviarla de vuelta a sus días más oscuros de
miedo y vergüenza no era una opción. Independientemente de lo que Callie
pensara.
Por otra parte, Callie era la que
parecía asustada. Aterrorizada, la verdad.
Desesperada por tranquilizar a las
dos, Arizona, dijo, -No estoy asustada, Calliope. Estoy ansiosa. Sólo quiero acabar
de una vez, para que podemos dejarlo atrás. Quiero ver a Colin Thomas en la
cárcel. Esbozando una sonrisa rápida a Callie a continuación dijo: -Y yo quiero
no hablar más sobre eso ahora mismo. Cuando estamos en el trabajo, quiero
centrarme en las cosas de trabajo, y en este momento tenemos la pierna de Paul.
-Está bien. Es evidente que sin
estar convencida, Callie siguió evaluando la cara de Arizona. El escrutinio
sólo agudizó la irritación de Arizona. -Yo no estaba tratando de molestarte
-No lo hiciste. Esta vez la sonrisa
forzada de Arizona se sentía más como una mueca. -Te lo dije, estoy bien.
-Ok. Callie cerró el archivo de Paul
y tocando el borde de la mesa se puso de pie. -Tenemos que ir a hablar con el
padre. Cuanto más pronto solucionemos lo de la pierna, mejor.
Arizona, asintió con la cabeza.
Teniendo en cuenta lo enojado que el padre de Paul había reaccionado ante el
diagnóstico de su hijo y el tratamiento hasta el momento, sintió que esta sería
una conversación difícil. De hecho, hablar con Steve Ott era la última cosa en
el mundo que quería hacer, ahora que ya estaba en el borde. Pero la única
manera de demostrar que estaba bien, era estar bien. Arizona siempre había sido
buena con el manejo de los padres difíciles. Hoy sería como cualquier otro día
que podía hacer eso.
-Sólo una advertencia anticipada…,
dijo Arizona a la ligera, al salir de la sala de estar, …- el padre de Paul es
un tipo emocional. Está luchando con el diagnóstico de su hijo, y ha estado muy
preocupado por la capacidad de él para continuar jugando béisbol. No estará
feliz.
-La cirugía salvará la vida de su
hijo… Callie levantó una ceja. …-Sin duda, eso es lo más importante.
-Vamos a ver.
Callie le dio una mirada de soslayo,
que Arizona prefirió ignorar. La inquietud persistente que podía sentir que
emanaba de Callie le puso la piel de gallina. Independientemente de que la
preocupación de Callie provenía de un lugar de puro amor y devoción, Arizona,
desesperadamente quería hacer el resto de su turno sin sentir como si estuviera
bajo un microscopio, y Callie la apuntaba con un lente gigante con esa mirada
sutil.
Decidida a mantenerse fuerte,
Arizona, marchó a la habitación de Paul Ott y saludó a Steve, que
estaba sentado mirando un iPod mientras su hijo dormía. Steve se apresuró a
salir de la habitación para unirse a ellas en el pasillo, lanzando su mirada de
Arizona a Callie y viceversa. -No te ves como si estuvieras a punto de decirme
lo que quiero oír.
Arizona le dio una sacudida
simpática a su cabeza. -Señor Ott, la Dra. Torres ha examinado el expediente de
su hijo y, por desgracia, hemos acordado que el único curso de acción en este
momento es amputar la pierna de Paul justo debajo de la cadera. El cáncer se ha
diseminado desde el hueso que rodea a la los vasos sanguíneos, por lo que
simplemente no hay manera de salvar la extremidad Hizo una pausa, para permitir que sus palabras
fueran asimiladas, sin embargo la cara de Steve se mantuvo inusitadamente
tranquila, casi como si él no estuviera registrando lo que se le dijo. -Lo
siento mucho. Me gustaría que tuviéramos más opciones, pero el cáncer es
demasiado agresivo.
-No. Steve negó con la cabeza, cruzando
los brazos sobre el pecho. -Quiero una segunda opinión.
-Le aseguro, la Dra. Torres es uno
de los mejores cirujanos ortopédicos en el país. No sólo eso, ella es su
segunda opinión. Si hubiera una manera de salvar la pierna de Paul, ella sería
la que lo hiciera. Lo siento, pero el pronóstico no va a cambiar a pesar de los
muchos cirujanos que usted consulte.
-¿Crees que te voy a permitir cortar
la pierna de mi hijo? Cuando él ha estado en el equipo de All-Star de Pequeñas Ligas? Con
el futuro que tiene en el béisbol?. Con la cara roja, Steve casi gritó la
última parte a Arizona. -Si usted piensa que yo sólo voy a aceptar esto, estás
jodidamente loca.
Callie se aclaró la garganta.
-Señor, si no amputamos, su hijo no tendrá un futuro, en nada. El cáncer es un
fenómeno generalizado y está avanzando rápidamente. Usted es libre de obtener
una segunda opinión, una tercera, y
hasta una cuarta, pero mientras tanto, su hijo está atravesando un tremendo
dolor. Su vida está en peligro. Créame, si hubiera alguna manera de salvar la
pierna, lo haría en un santiamén. En este punto, lo que queremos es salvar la
vida de su hijo.
Steve parpadeó y desvió la mirada,
de nuevo a la habitación donde su hijo seguía durmiendo. En lugar de relajarse al
mirar a su hijo dormido, él se puso tenso, obviamente, a punto de perder el
control por completo.
No queriendo hacer una escena en
donde Paul pudiera oír, Arizona mantuvo su voz baja y tranquila. -Esto no tiene
por qué ser el final de béisbol para Paul. Las prótesis que se hacen hoy en día,
la tecnología utilizada, lo dejarán boquiabierto. Con la terapia física
adecuada, Paul va a correr y saltar, y fildear como cualquier otro niño.
La cara de Steve enrojeció. -Pero no
será como los otros niños. Será un cojo maldito.
Arizona, haciendo un intento por
aliviar su frustración, trato de se suavizar aún más su tono: -La cirugía de
amputación no es particularmente arriesgada, pero es muy difícil
psicológicamente. Paul necesitará de su apoyo y su optimismo. Tiene que
asegurarle que su futuro seguirá siendo brillante.
Steve tomó a Arizona, de repente, sujetando
con su mano alrededor de su muñeca y empujándola contra la pared con tal
violencia que la obligó a emitir un gemido de sorpresa desde su garganta. En el
momento en que la empujó, la memoria de Arizona se metió brutalmente en los
recuerdos caóticos: el dolor terrible de ser golpeada en la cara, su impotencia
ante la fuerza superior de un hombre, la humillación de ser desnudada y
penetrada en contra de su voluntad. Vagamente, Arizona oyó a Steve Ott gruñir
con ira diciéndole que ella no sabía lo que su hijo necesitaba, que si ella
fuera un mejor médico no sería necesario convertir a niños en lisiados, pero
las palabras apenas llegaban a su mente. Su conciencia entera se centró en el
terror de lo que podría suceder a continuación.
Entonces Callie empujó a Steve a
distancia, lo que demostró más fuerza bruta de lo que Arizona hubiera podido
imaginarse que fuera posible. -¿Qué diablos te pasa? Es evidente que no
contenta con haber simplemente alejado a Steve, Callie le dio un fuerte empujón
sobre sus hombros, que le hicieron perder el equilibrio y caer hacia atrás en
el piso. -Nunca, jamás toques a una mujer así. ¿Me entiendes? ¡Nunca!.
Tomando una bocanada de aire,
Arizona, se enderezó y miró por encima del hombro de Callie a la habitación de
Paul. El niño se sentó en la cama, con las lágrimas de sus ojos grandes y
asustados. Arizona no tenía idea de lo que había visto, por no hablar de lo que
había oído, pero el pánico en el rostro del muchacho la llevó totalmente al
presente. Ella se apartó de la pared mientras un guardia de seguridad corrió a
ayudar a Steve Ott a ponerse de pie.
-Señor, vamos a dar un paseo. El
guardia miró con aire de culpabilidad a Arizona. -¿Esta usted bien doctora
Robbins?"
Arizona evitó la mirada del guardia,
mortificada con la idea de que había sido testigo de su flashback. -Estoy bien.
-¡No voy a dar un paseo de mierda! .Steve
dio un tirón del brazo de las manos del guardia, sólo para lograr que un
segundo guardia lo agarrara por la espalda. -¡Ese es mi hijo allí. No te voy a
dejar a solas con él! Usted quiere cortar la pierna de mierda.
Arizona, hizo una mueca y miró hacia
atrás a la habitación. Por un momento Paul pareció sorprendido, y luego se echó
a llorar. En cuanto a los guardias, Arizona, dijo: -Sáquenlo de aquí. Ahora. Él
puede volver cuando se haya calmado.
Callie le tocó el hombro, cuando los
guardias escoltaron a Steve Ott quien todavía seguía gritando por el pasillo.
-Arizona
-Ahora no. Encogiéndose de
hombros, alejándose bruscamente de la mano
de Callie, Arizona, dijo, -Tengo un niño muy molesto en este momento
-Pero es que tú…
-He dicho que estoy bien, espetó
Arizona. -Ahora voy a hacer mi maldito trabajo.
Callie se estremeció. Luego tomó un
paso hacia atrás, poniendo distancia física entre ellas. -Pido disculpas, Dra.
Robbins. Yo estaba haciendo mi trabajo.
-Y algo más. El sonido de los
sollozos de Paul Ott obligó a alejar la preocupación de Arizona lejos de
Callie, lejos del dolor en sus ojos y de la alarma que se cruzó por su cara
bonita. A Arizona no le importaba nada más en este momento más allá del niño
que acababa de oír una noticia horrorosa de la peor manera posible. Inmediatamente
después de ver a su padre caerse de culo. -Vete. Ya has hecho suficiente.
La mandíbula de Callie se tensó.
-Adiós.
Arizona, dio media vuelta sin mirar atrás.
#
Con una copa de vino en la mano,
Callie se sentó en el sofá de Arizona y se preparó para su regreso a casa.
Anteriormente, Arizona le había enviado un mensaje de texto que decía que iba a
tomar un paseo con Teddy. Su turno había terminado hace veinte minutos, por lo
que Callie la esperaba en cualquier momento. No habían hablado desde el
altercado en el pasillo con Steve Ott, hace casi siete horas, y Callie no tenía
idea de cómo serían las cosas cuando Arizona entrara por la puerta principal.
Arizona se había enojado con ella, y
Callie lo sabía, pero ¿por qué?, ella no
estaba del todo segura. Tan horrible como había sido para un niño averiguar que
su pierna tenía que ser amputada en una pelea a gritos entre su padre y sus
médicos, Steve Ott fue el responsable de
causar esa escena. Todo lo que Callie
había hecho era responder a la vista de una persona que puso sus manos sobre Arizona.
Incluso si ella no hubiera reconocido el flash de terror en los ojos de
Arizona, Callie habría reaccionado de la misma manera. El conocimiento de que las
acciones de Steve Ott obligaron a Arizona a revivir emociones y sensaciones de
su violación sólo afilaron el instinto de protección de Callie, no a crearlos.
Callie suspiró. ¡Qué terrible
coincidencia que lo que había sucedido hoy, disparara todos esos malos
recuerdos, justo cuando Arizona estaba tratando de luchar para continuar de
forma normal después de la bomba de un arresto y la perspectiva de un juicio!.
No importa lo mucho que trató de ocultarlo, Callie podía ver el miedo de
Arizona.
El sonido de las llaves de Arizona
en la puerta de la calle, provocó que Callie se
sentara derecha tratando de reflejar un aire casual. No iba a propiciar
una pelea, pero sí tenían que hablar. Había sido un día duro para las dos, y
Callie anhelaba saber por lo menos dónde estaba Arizona mentalmente. Más que
eso, ella deseaba asegurarse que Arizona estaba bien.
Arizona abrió la puerta, vio a
Callie en el sofá, y asintiendo con la cabeza, cansada cruzó la habitación.
-Estoy exhausta, Cal. Si no te importa, creo que voy a tomar un baño rápido e irme
a la cama.
Callie cogió el segundo vaso de vino
y se levantó. -¿Quieres que te sirva una copa de vino?
-Oh. Arizona, se detuvo y miró a
Callie con cautela. -Gracias.
Callie cerró la distancia entre ellas,
sosteniendo la mirada de Arizona. Se aseguró a rozar los dedos de Arizona con
los propios al pasarla la copa de cristal.-¿Vamos a hablar de lo ocurrido
antes?
Arizona rompió el contacto visual y
tomó un sorbo del vino. -Tenía la esperanza de evitarlo, en realidad. La
sonrisa forzada que llevaba dejó claro que era sólo medio en broma. -Oye, fue
una mala situación. Fue una reacción exagerada y respondiste fuera de
proporción con la situación, pero sé que tú corazón estaba en el lugar
correcto. Vamos a estar de acuerdo que en el futuro, que puedo cuidar de mí
misma.
-¿Yo una reacción exagerada? Callie
mantuvo su voz tranquila, no quería que Arizona supiera cuán rápidamente la
leve reprimenda levantó sus pelos de punta a la defensiva. -El hombre puso sus
manos sobre ti, Arizona. Estaba tratando de protegerte.
-Tú has estado haciendo mucho
últimamente, Calliope, y yo lo aprecio. Pero no siempre puedes protegerme.
-¿Crees que no me he dado cuenta de
eso? Las lágrimas picaron los ojos de Callie y tomó un trago rápido, con la
esperanza de Arizona no vieran lo mal que sus palabras le hicieron doler el
corazón. -No, no siempre puedo protegerte. Pero yo hoy pude y por eso lo hice.
-Yo no tenía necesidad de que me
protegieras
La garganta de Callie se tensó. -No
me importa lo digas ahora, Arizona. Él te asustó. Tú... te fuiste por un
momento.
-Tal vez, pero tengo que hacer
frente a momentos como ese. Eso es lo que la terapia ha hecho por mí. Es por
eso que he ido, ¿verdad? Para aprender a manejar la vida de nuevo? El cuerpo de
Arizona se tensó mientras luchaba con claridad para no molestarse. -Él no fue
el primer padre enojado al que me he enfrentado. La forma en que saltaste allí,
me avergüenza. Actuando como si yo no podía manejar la situación. Como si yo
fuera algo débil, que hay que defender.
Herida, Callie dijo: -El padre de un
paciente atacó físicamente a un doctor justo delante de mí. No hubiera
importado si ese médico hubiera sido Cristina, o Bailey, o incluso Alex Karev.
Yo habría hecho exactamente lo mismo para cualquier de ellos.
-¿Eso incluye gritarle al padre
acerca de no tocar a una mujer de esa manera? Arizona, se pellizcó el puente de
la nariz. Era obvio que ella no había exagerado al hablar de su agotamiento. -Acéptalo,
cariño. Esto tuvo mucho que ver con lo que me pasó, y tiene que parar. Sobre
todo cuando estamos en el trabajo.
Callie apretó la mandíbula. -Yo no
creo que pueda hacerte ninguna promesa al respecto. Alguien te ataca, incluso
alguien le asusta y no lo voy a permitir. Tú puedes enojarte conmigo todo lo que quieras. Eso es lo que soy. Yo te
amo y te defenderé.
Intermitente, Arizona apretó con los
nudillos un ojo y luego el otro. -Podemos seguir esta conversación mientras
estoy en la bañera, si lo deseas, pero estoy lista para ese baño ahora. Lo
necesito.
La vulnerabilidad en la voz de
Arizona, suavizó de inmediato a Callie. Ella no podía perder de vista el hecho
de que Arizona acababa de soportar un infierno de día. Por mucho que lamentaba
haber sido tomada a la tarea de defender a la mujer que amaba, aferrarse a su
frustración no era bueno para ninguna de las dos. La mejor cosa que podía hacer
era cuidar de Arizona, en cualquier forma que ella se lo permitiera.
-Está bien, dijo Callie. -Voy a dejar
correr el agua por ti. ¿Burbujas?
Arizona le dio una sonrisa. -Por
favor.
Callie fue al cuarto de baño, colocó
su copa de vino en el borde de la bañera, y abrió la llave del agua. Ajustando
la temperatura del agua bien caliente, tal como a Arizona más le gustaba,
Callie consideró las palabras de Arizona. Así que tal vez era un poco
sobreprotectora. ¿Era realmente algo tan terrible?
En voz baja, Callie dijo: -¿Sabes?,
yo no tire a Steve Ott lejos de ti, o no lo empujé para tirarlo al suelo, porque
pensara que no podías manejarte. Realmente no tenía nada que ver con pensar que
estabas indefensa… Callie se puso de pie y se volvió de inmediato evitando la
visión de un glorioso desnudo de Arizona pateando las bragas por el suelo. …-No
eres más que... mi chica. Y estoy bastante segura de que tú harías lo mismo por
mí.
Callie se apartó cuando Arizona se
acercó a la bañera y sumergió su mano en
el agua para comprobar la temperatura. Incluso ahora, Callie no podía mantener
la mirada itinerante por la extensión de la piel desnuda de Arizona. Mientras
Arizona bajó su cuerpo en el agua hirviendo con un suspiro de satisfacción,
Callie cogió el vino y tomó un largo trago para acabar con él.
-Tienes razón. Arizona, dio un sorbo
a su propio vino, sin mirar a los ojos de Callie. -Tienes razón, yo haría lo
mismo por ti.
Exhalando, Callie se sentó en el
borde de la bañera. Ella sintió un debilitamiento en el tono de Arizona y
decidió aprovechar. -Yo sólo quiero saber cómo te sientes. En serio. Ya sea que
quieras admitirlo o no, un juicio es una gran cosa, y yo sé que estás ansiosa.
Así que podrías hacerme el favor de hablar conmigo?
La garganta de Arizona se
convulsionó. -Ustedes siguen preguntando, y yo sigo diciendo que estoy bien.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no al punto de llorar. -Si estás
esperando a que me desmorone en mil pedazos, siento decepcionarte. He estado
allí y he hecho eso, y una detención y un juicio no me va a enviar de vuelta a
ese lugar no importa que todo el mundo espere que así sea.
No me esperaba esto para limpiar toda
la sanación que has hecho,… dijo Callie con cuidado. …-Pero yo te conozco lo
suficientemente bien como para saber cuándo algo te esta haciendo daño. Tú estás
nerviosa acerca de dar testimonio, no hay vergüenza en ello. Sólo quiero que
sigamos siendo honestas la una con otra. No estoy esperando ni las lágrimas ni
la histeria. Sólo quiero la comunicación.
-Bueno, ¿cómo te sientes? Arizona, escudriñó
el rostro de Callie. -Tú eres el que trató al tipo. La que habló con él. ¿Cómo te
hace sentir todo esto?.
A lo largo de las secuelas de la
violación de Arizona, Callie siempre había dudado en ser completamente honesta
acerca de sus propias emociones. Se había dicho a sí misma que ella no quería
ser una carga para Arizona. No quería cambiar el enfoque de Arizona hacía sí
misma, porque nunca se sintió bien. Pero eso ya no era una opción, ya que
Arizona directamente le acaba de preguntar como se sentía, así que si ella
siempre insistió en que Arizona se abriera sobre los pensamientos y sentimientos
que prefería mantener ocultos, lo menos que merecía era un quid pro quo.
Aclarándose la garganta, Callie,
dijo, -Me siento impotente. Estoy viendo a la persona que amo más que a nadie
en el mundo, superar un trauma
inimaginable, todo por su cuenta, y no hay nada que yo pueda hacer para mejorar
las cosas. No puedo deshacer lo que pasó, no puedo alejar el dolor que te ha
causado. Y ahora no puedo ni siquiera salvarte de tener que contar esa historia
una vez más ante un jurado, o de tener que responder a las preguntas de un
abogado defensor de mierda. Callie
arremolinaba la punta de los dedos sobre la superficie del agua caliente,
tratando de no mirar la curva de la cadera bien formada de Arizona muy por
debajo de su mano. -Si hubiera alguna manera de poder evitarte el tener que
declarar, lo haría. Haría cualquier cosa para que tú pudieras ser capaz de
poner todo esto detrás de ti y nunca más tener que pensar en ello de nuevo.
Pero no se puede, dijo en voz baja
Arizona. -Nadie puede
Las palabras, pronunciadas sin
resentimiento, provocaron que le columna vertebral de Callie se pusiera rígida.
-No me gusta eso.
-Eso no significa que tú no hayas hecho
nada para mejorar las cosas. Arizona capturó la mano de Callie, tirando de ella
por debajo de la superficie del agua y manteniéndola firmemente. -Y te equivocas, no he tenido que
hacer nada por mi cuenta. Tú has estado conmigo todo el tiempo.
-Sabes lo que quiero decir. Callie
levantó la mano libre hacia el cabello de Arizona, metiendo un mechón detrás de
su oreja. -No puedo solucionar este problema. Me gusta arreglar las cosas.
Arizona, asintió con la cabeza. -Sí,
lo entiendo. Ella soltó la mano de
Callie y la deslizó por la parte delantera de la bañera. -¿Quieres venir
conmigo?
Callie no podía pensar en cualquier
cosa que ella quisiera más. -Siempre y cuando no te importe
-No, en absoluto. Arizona, vació el
resto del vino de su copa, mientras Callie se levantó para quitarse su ropa. -Suena
como que tú necesitas esto, también.
-Así es. Desnuda, Callie se deslizó
en la bañera detrás de Arizona. Ella abrió las piernas para que Arizona pudiera
sentarse entre ellas, y luego se recostó en la porcelana fría y exhaló. Arizona
se relajó contra el pecho de Callie, y después de una breve vacilación, Callie
la envolvió en un abrazo suelto.
-Unnnmmum, Arizona murmuró: -Esto se
siente bien.
-Maravilloso. Callie hundió la nariz
en el pelo de Arizona y e inhaló. La combinación del agua caliente y el ligero aroma
floral de Arizona, lograron un efecto inmediato en Callie: sus músculos se
aflojaron y su cuerpo de inmediato drenó
la tensión que había estado cargando durante los últimos días. Todo su malestar
se desvaneció en la alegría de la cercanía de Arizona con ese abrazo íntimo. -Tú
eres mucho más fuerte ahora de lo que eras hace unos meses. Lo sé, y lo más
importante, es que tú lo sabes. Estoy preocupada por lo que estas pasando porque
te amo, no porque no crea que puedas manejar lo que se avecina. Tú puedes
manejar cualquier cosa, Arizona. Tú ya has demostrado eso.
Arizona, volvió la cabeza y apretó
su mejilla contra la ladera del seno de Callie. -Tal vez me temo que no puedo
manejar esto. No quiero volver a tener miedo todos los días, apenas capaz de
funcionar. Me preocupa que si me concentro demasiado en Colin Thomas, que fue arrestado, si hablo de cómo la idea
de un juicio me hace sentir... bueno, que todo lo que hemos logrado se vaya por
la ventana. Porque tengo miedo de mi mente, Calliope. Realmente así me siento
Callie apretó su abrazo. -Lo sé.
-No quiero dar testimonio.
-Lo sé.
-Pero tengo que hacerlo. Si hay
alguna posibilidad de que al hacerlo, eso impida que lastime a otra mujer,
tengo que hacer mi parte.
Besando el lado de la garganta de
Arizona, Callie le susurró: -Yo sé.
-Tengo miedo de verlo. Incluso en
una sala de audiencias, con los guardias y la gente y todo lo demás. Me hirió
tanto. Él me humilló. Yo no quiero mirarlo a la cara, no quiero que él vea la
mía.
Callie no sabía qué decir. Se
imaginó que ella podría sentirse de la
misma manera, si los papeles se invirtieran. Después de haber visto la cara del
hombre, Callie odiaba la idea de compartir el mismo aire de nuevo con él. -Yo
no te culpo. No me gustaría hacerlo.
-Y... La voz de Arizona vaciló y se
detuvo, sollozando. -Y me temo que esto pudiera alejarnos. Hemos llegado tan
lejos, físicamente, pero no estamos allí todavía. No puedo soportar la idea de
que esto podría hacernos retroceder.
-No quiero perder lo que tenemos,
tampoco. Teniendo la oportunidad, Callie pasó el dedo por toda la longitud del
brazo desnudo de Arizona. Ella mantuvo el toque ligero, pero sensual, y Arizona
se estremeció en respuesta. -Voy a luchar para proteger esto, también. Te lo
prometo.
Arizona se volteó de medio lado, fundiéndose
en el abrazo de Callie. Hundió la cara en su cuello y aspiró profundamente.
-Gracias
-Mis motivos no son puramente
altruistas, te lo aseguro.
Callie pudo sentir la sonrisa de Arizona
en contra de su garganta. -Bueno, murmuró Arizona. Trazó sus dedos sobre la
curva de la cadera de Callie. -¿Puedo pedirte un favor?
Ahora era el turno de Callie para
temblar. -Cualquier cosa.
-Si me comprometo a no ocultar lo
que siento, ya sabes, cuando me sienta mal ¿podrías ayudarme a mantener mi
mente lejos todo el asunto? Un juicio no va a suceder durante la noche. No voy
a fingir que esto se no es gran cosa, pero no puedo obsesionarme con ella
tampoco. No puedo hablar de ello constantemente. No, si quiero mantener la
curación... Arizona, levantó la cabeza y
le dio una expresión cautelosa a Callie, para garantizar un acuerdo reflexivo
de su parte. …-¿Está bien?
-Trato hecho. Callie se inclinó y
besó la punta de la nariz de Arizona. -No puedo resistirme a esa cara.
-Excelente. Sonriendo con cansancio,
Arizona, dijo: -Vamos a mantenerlo de esa manera.
-No creo que vaya a ser un problema,
los hoyuelos, esos ojos azules, azules...,
Callie le devolvió la sonrisa...-ellos consiguen todo de mí, siempre.
Arizona, levantó la cabeza y besó a Callie
en la boca, dulcemente, con tanto amor que todo el cuerpo de Callie se
estremeció. -¿Podemos ir a la cama? Estoy seriamente dispuesta a perder el
conocimiento.
-Claro. Callie le dio libertad a Arizona
y la ayudó a ponerse de pie. Ella se aseguró de no apartar la mirada de la
desnudez de Arizona en esta ocasión. Las cosas eran diferentes ahora, a pesar
de esta última réplica, Callie todavía se sentía cómoda expresando su deseo, y
ella quería que Arizona pudiera verlo. -¿Quieres dormir desnudas?
La satisfacción en los ojos de
Arizona a la pregunta, hizo que Callie se alegrara de haber preguntado. -La
mejor idea que he oído durante todo el día.
Esta historia continuará…
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