Tema musical de esta historia

martes, 8 de mayo de 2012

Little Earthquakes - Capítulo II


CAPITULO DOS

La Dra. Calliope Torres estaba apoyada en el mostrador de la estación de enfermeras del área quirúrgica y miraba el reloj con ansiedad. Todavía tenía el sabor de Arizona en los labios, y el recuerdo de su beso en el ascensor alimentaba la intensa excitación. Sabiendo que Arizona ya se había marchado para prepararse para su noche juntas, se le lo hizo aún más difícil permanecer en el hospital. Callie sintió la tentación de saltarse los quince minutos que faltaban e irse más temprano a casa para sentir el placer de los labios y el cuerpo de Arizona que ella le había prometido en el ascensor entre los pisos segundo y tercero.

 -Déjame adivinar. Dijo Mark Sloan mientras buscaba un archivo en el mostrador junto a ella y sonrió mientras hacía una nota en la historia clínica de su paciente. -Estás contando los minutos para irte a casa y encontrarte con la rubia.

 Callie rió y le dio un codazo en las costillas a Mark. -Lo que sea. Como si tú nunca hubieras estado apurado para tener una larga noche de Juegos Olímpicos en vivo

-Por supuesto que sí, dijo Mark. Cerró el archivo y se volvió hacia Callie, apoyándose en el mostrador de forma casual. –Pero no te verías tan patética si fuera en realidad sólo por sexo.

 -Lo que sea, dijo Callie otra vez, pero Mark tenía razón. Claro, esperaba lamer a Arizona hasta el orgasmo más tarde, pero principalmente sólo quería estar con ella otra vez. Para oler su cabello, sentir el abrazo caliente de su cuerpo contra el de ella. No se podía negar que Callie tenía la cabeza sobre los talones en el amor. Estaba enamorada.-¿Y?

 -Así que ella te ha arruinado, Torres. El rostro de Mark transmitía disgusto, pero Callie podía oír el cariño en su voz. -Ahora siempre estás sonriendo, Feliz. Mark rezongó. -Es un poco indignante, en realidad.

 Sí, sí. Sonrió Callie y miró el reloj de nuevo. -¿A qué hora crees tú que puedo salir de aquí?

¿Me estás pidiendo que te cubra?

 A Callie se le iluminó el rostro ante la oferta. -Gracias, Mark. Ella se levantó de puntillas y besó su mejilla sin afeitar, con una sonrisa que no podía ocultar su satisfacción por el gesto. -Te debo una.

 -Maldición, anda y vete. Marcos miró por encima del hombro de Callie y todo el buen humor, se retiró de su cara en un instante. -¿Qué está pasando? Preguntó al doctor que se venía acercando.

 Callie se volvió al ver a Owen Hunt detrás de ella, con un aspecto triste como ella nunca lo había visto. Y eso era decir mucho. El estómago de Callie se contrajo cuando se dio cuenta de que la expresión de Owen de tristeza y de temor iba dirigida a ella. Miró nervioso por todo lo que tenía que decir.

 -¿Qué?, dijo Callie. La mirada en los ojos de Owen le daba miedo, y ella sólo quería que él lo sacara y lo dijera. -Dime.

 -Arizona está abajo.

 Por el tono de la voz de Owen, Callie sabía que había más. Ella se preparó. -¿Qué pasó?

 La mirada de Owen revoloteaba a su izquierda, y la mirada que le dirigió Mark golpeó duro a Callie en el intestino. Antes de que pudiera gritar a Owen que acabara de escupir ya lo que tenía que decir, él volvió los ojos de nuevo a Callie, irradiando simpatía. -Ella fue atacada en el estacionamiento. Meredith y Cristina la encontraron y la trajeron de vuelta al hospital.

 “¡Atacada!”. La palabra era aterradora, sin embargo, dejaba mucho a la imaginación. Esto podría significar cualquier cosa, desde unos cuantos moretones a lesiones demasiado terribles de imaginar. Callie respiró hondo antes de hablar: -¿Está consciente?

 -Sí, dijo Owen, Callie comenzó a correr hacia el ascensor. Tenía que ir a verlo por sí misma. Tenía que asegurarse que Arizona, estaba bien. -Callie, espera. Owen se encontró con ella y la agarró del brazo, tirando de ella para detenerla. -Vas a necesitar estar preparada antes de verla. Por su bien

Callie tiró del brazo para apartarse y se encontró con la mirada de Owen. Su ritmo cardíaco se estrelló en las orejas, enrojecidas por la tensión, y de repente le resultaba difícil respirar. -¿Qué?

 -Ella está bastante golpeada. Una mano suave aterrizó en la espalda de Callie, y fue sólo entonces cuando se dio cuenta de que Mark todavía estaba a su lado. Owen bajó la voz. -Cristina está en el proceso de recopilación de pruebas en estos momentos. Hizo una pausa… -Con un kit de violación.

 Una oleada de náuseas le revolvió a Callie el estómago, ante las palabras de Owen. Mark envolvió su brazo alrededor de su cintura y la sujetó mientras ella se tambaleó. Ni siquiera podía imaginar lo que la mujer que amaba acababa de experimentar. No quería.

 Tomó todo lo que Callie tenía para empezar a caminar de nuevo. -Llévame a ella. Por favor.

Owen asintió con la cabeza y apretó el botón para llamar al ascensor. -Por supuesto.

 Callie no entendía cómo sus pies seguían funcionando. Cómo todavía podía seguir respirando. Entró en el ascensor después que Owen, se apoyó contra la pared del fondo junto a Mark, que la estrechaba entre sus brazos a su lado. “¿Cómo todavía podía seguir respirando?”

 Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el primer piso, los pies de Callie se movían de forma automática. Ella siguió a Owen por el pasillo hasta una la puerta de un cuarto de examen que estaba cerrada. Owen levantó la mano para llamar, luego dudó y miró a Callie.

 -Arizona quería que yo te dijera que ella está bien. Ella no quería que tú te preocuparas

Callie sintió como su propia expresión se endureció y como su estomago se revolvió de asco. -Ella no está bien. ¿Cómo iba a estar bien?

Owen no respondió. Él simplemente llamó a la ligera, dando un paso atrás cuando la puerta se abrió y Meredith Grey asomó la cabeza afuera. Callie estiró el cuello con la esperanza de echar un vistazo sobre el hombro de Meredith. Vestida con sólo una bata de hospital, Arizona yacía en la mesa de examen cubriéndose la cara con ambas manos, mientras Cristina hacia su mortal trabajó entre sus muslos.

-Déjame entrar, dijo Callie en voz baja. Ella podía sentir el dolor de Arizona a través del cuarto, necesitaba estar más cerca de ella. Tenía que hacer todo lo mejor para ella, no importa lo imposible que pareciera. -Por favor, Meredith.

 Meredith puso una mano sobre la muñeca de Callie. -Vamos.

 Callie miró por encima del hombro a Mark, que la miraba con una expresión triste. Owen se apartó de la puerta y se apoyó contra la pared al lado de ella. -¿Alguien ya ha llamado a la policía?, preguntó Callie.

 Owen asintió con la cabeza. -Lo hice.

 -Gracias. Tomando una respiración profunda, Callie siguió a Meredith dentro de la habitación. Ella trató de prepararse para su primera observación detallada de las lesiones de Arizona, pero nada podría haber evitado el horror que se apoderó de su corazón cuando ella descubrió el rostro de Arizona.

 Las características hermosas de Arizona fueron sembradas con manchas de sangre y suciedad y  hierba y lágrimas. Los moretones ya habían comenzado a formarse debajo de los ojos, y era obvio que en su nariz ya se había detenido la hemorragia. Callie no permitió que su mirada se alejara hacia más debajo del rostro hinchado de Arizona, del corte de su labio inferior, le aterrorizaba lo que iba a ver si se examinaba con su mirada el resto de su cuerpo maltrecho.

 Arizona, echó un vistazo a Callie antes de estallar en lágrimas. -Lo siento.

 Callie corrió al lado de Arizona, sentándose en el taburete a su lado y agarró la mano que Arizona le ofrecía. Sacudiendo la cabeza, trató de no dejar que Arizona viera lo aterrorizada que ella estaba al ver el estado en que ella se encontraba.

 -No tienes nada por que pedir disculpas, dijo Callie tan uniformemente como pudo. Quería llorar, gritar, tirar cosas a su alrededor... pero eso no era lo que Arizona necesitaba en estos momentos. Arizona necesitaba la fuerza de Callie, su apoyo. Necesitaba un buen hombre en la tormenta. Callie levantó la tierra manchada de la mano de Arizona, la llevó a sus labios y le besó los nudillos. -Vamos a conseguir salir de esta, ¿Ok?, le dijo con dulzura

-Está bien, le susurró Arizona. Ella cerró los ojos y se mordió el labio, claramente incómoda.-Estamos casi listas, dijo Yang

Callie se obligó a mirar por encima de Cristina, que estaba de pie delante de una mesa en la que se colocó el espéculo que había estado usando. Justo al lado estaba colocada una bolsa de evidencia que contenía ropa de Arizona, y otra bolsa más pequeña que Callie suponía tenia algunos recortes de pelo del pubis. Su garganta estaba seca. Completaban la pequeña pila de pruebas, hisopos que fueron utilizados seguramente para tomar muestras de sangre y las muestras de semen.

 Cristina tomó una cámara digital y dirigió su mirada hacia Callie. -Sólo necesitamos conseguir unas cuantas fotos de sus lesiones, y entonces podrá ir a asearse. A menos que usted prefiera esperar unos cuantos días hasta que los golpes se vean realmente retorcidos.

Arizona tomó una respiración profunda y los ojos todavía cerrados, dijo: –Sólo hazlo

Callie soltó la mano de Arizona y retrocedió cuando Arizona con el cuerpo facilitó la tarea de Cristina. Ella vio a Cristina con una sonrisa dolorida, mientras ella subía la bata de Arizona sin haber sido invitada. Callie quería mirar a otro lado pero no lo hizo, mirando fijamente la mirada vacía de Arizona cuando Cristina tomó fotos de sus cortes y magulladuras. Podía ver que Arizona estaba luchando para mantener sus emociones bajo control, porque cada clic de la cámara era otra violación de su dignidad.

 -Listo.  Cristina puso la cámara sobre la mesa y  le entregó a Arizona, una pequeña bolsa de aseo. -Vaya por delante y tome una ducha. Cuando hayas terminado te daré antibióticos y anticonceptivos de emergencia.

 -Gracias, murmuró Arizona. Echó un vistazo a Callie, a continuación, a Meredith. -Tengo una camisa extra en mi armario

-Voy a buscarla", dijo Meredith con rapidez. Abrió la puerta del cuarto de examen y salió.

 Cristina estaba junto a la mesa organizando las pruebas que había recogido y lo hacía con esmero para evitar la mirada de ambas. Callie ayudó a Arizona a ponerse de pie, sin saber qué hacer a continuación. Ella asumió que Arizona preferiría estar sola para asearse, pero ella no quería simplemente dejarla sin preguntarle. Así que ella se mantuvo cerca, sin saber si ofrecerse sería para la comodidad física de Arizona o si ella preferiría la distancia.

 Arizona, apretó la mano de Callie. -¿Me esperas aquí afuera?"

 Callie asintió con la cabeza, deseando más que nada replegar el mechón de pelo que le caía a  Arizona sobre la cara. Pero se veía tan herida que Callie tenía miedo de acercarse. -Por supuesto.

 Arizona, arrugó la nariz, y Callie sabía que eso significaba que estaba a punto de perder su batalla contra las lágrimas. -Traté de escapar. Realmente lo intenté

-Yo sé, cariño. Callie acercó sus dedos a la cara de Arizona, a continuación, apenas rozó con ellos su mejilla. -Puedo ver eso.

 -No puedo creer lo que hizo. Arizona se balanceaba sobre sus pies, palideciendo. Callie podía ver el sudor en la frente de Arizona, y ella agarró  los hombros de Arizona, para mantenerla en sus pies. Para su sorpresa, Arizona, se desplomó en sus brazos y se aferró con fuerza. -¿Por qué me haría eso a mí?

 Callie perdió su propia lucha contra la emoción. Se acercó con su abrazo al cuerpo de Arizona y le susurró al oído. -No sé, cariño. No debería haberlo hecho. Por mucho que Callie quería decirle a Arizona, exactamente lo que quería hacer con su agresor, ella sabía que no era lo que necesitaba oír. -Pero tú estás a salvo. Te tengo a ti.

Se oyó un golpe en la puerta del cuarto de examen. Arizona salió del abrazo de Callie y se aclaró la garganta. -¿Sí?

 Owen abrió la puerta y asomó la cabeza. -El detective está aquí.

 Arizona, se puso rígida y se cruzó de brazos sobre el pecho. Sintiendo su angustia, Callie se volvió y dirigió la mirada hacia Owen. -Ella va a la ducha en estos momentos. Meredith y Cristina pueden dar sus primeras declaraciones.

-Entendido. Owen se echó hacia atrás fuera de la sala de examen y cerró la puerta.

 Gracias, dijo en voz baja Arizona. -Voy a tratar de que sea rápido.

 -Tómate  tu tiempo. Callie se encontró con la mirada de Arizona, pero no trató de tocarla. Reconoció los brazos cruzados como una postura defensiva, y no quería que Arizona se sintiera atacada de nuevo. -El detective puede esperar.

 Arizona, asintió con la cabeza, luego respiró hondo y se fue cojeando hacia la puerta del cuarto de baño adjunto. El corazón de Callie amenazaba con explotar al ver la marcha dolorosa de Arizona. Ella se volvió y cortó una respiración profunda, atrapando la mirada de Cristina cuando Arizona cerró la puerta del baño detrás de ella.

 A solas con Cristina, Callie secó las lágrimas de sus ojos,  decidida a mantenerse fuerte. Cayendo a pedazos no ayudaría a Arizona. -¿Ustedes la encontraron?

 -Sí, dijo Cristina con voz tensa. -Lamentablemente, no lo suficientemente pronto.

 Callie vio cómo Cristina reunía el montón de evidencias que serían entregados a la policía. -Esa es su camisa favorita, comentó Callie, sin saber qué más decir.

 Cristina miró a la bolsa que contenía las pruebas con la ropa de Arizona, sopesando en su mano. -Ya no es así, supongo.

 Callie tragó la bilis que se fue a su garganta con el comentario de Cristina. -Vamos a ir a hablar con el detective, dijo Callie

Asintiendo con la cabeza, Cristina llevó las pruebas recogidas a la puerta, que Callie abrió para ambas. Justo al salir, vió a Meredith  mientras hablaba en voz baja con una morena alta que  escuchaba con atención lo que estaba diciendo. A medida que salió de la habitación, la mujer se volvió y le dio Cristina una mirada rápida.

 -¿Dra. Yang?

-Deducción fácil, dijo Cristina. -Usted debe ser la detective.

 Con lo inadecuado que pudiera ser, Callie sintió un tirón de sonrisa en sus labios. A veces ella adoraba positivamente a Cristina Yang.

 La mujer salvó una breve sonrisa. -Soy la detective Janis Mendoza. Su mirada se deslizó a Callie, luego de vuelta a Cristina. -¿Usted estaba con la Dra. Grey en el estacionamiento cuando la Dra. Robbins fue atacada?"

 -Nosotras interrumpimos el ataque, sí.

 Callie se apoyó en la pared. No se había dado cuenta que Meredith y Cristina se habían visto con el atacante de Arizona. Que con su presencia se había detenido, probablemente las cosas hubieran ido más lejos. Sus rodillas se ablandaron, pensando en lo que podría haber sucedido si  Meredith y Cristina no hubieran ido a sus coches cuando lo hicieron.

La detective Mendoza dirigió su atención a Callie. -¿Y usted es?

 Callie automáticamente le tendió la mano en señal de saludo. Estaba temblando. -Callie Torres. Soy la pareja de Arizona.

 La mirada de Mendoza se suavizó al estrechar la mano de Callie. -Lo siento. ¿Cómo está?

¿Cómo cree usted que está? Callie no estaba tratando de ser grosera, pero sus nervios deshilachados la traicionaban. Y era una pregunta ridícula.

 Mendoza no parecía haberse ofendido. -Te prometo que esto no va a ser muy largo. Una vez que consiga su declaración, usted será capaz de llevarla a casa

-Si, estoy consciente de eso, murmuró Callie, echándose hacia atrás y cruzando los brazos sobre el vientre. -Gracias.

 Mendoza cambió su enfoque de regreso a Cristina. -¿Me puedes decir rápidamente lo que has visto?"

 Cristina miró a Callie, claramente incómoda al hablar delante de ella. -Meredith y yo estábamos caminando a nuestros coches, hablando. Meredith pensó que había oído algo, así que se detuvo y escuchó. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de un movimiento en el suelo más allá del borde este del estacionamiento. La luz por alguna razón estaba apagada, por lo que no puedo decir lo que estábamos viendo. Meredith gritó y, de repente, este hombre se levanta y sale corriendo. Nos dimos cuenta de que había dejado a alguien detrás, así que fuimos a ayudar.

 -¿En qué condiciones estaba la doctora Robbins cuando ustedes la encontraron?"

 -Ella estaba en shock, dijo Cristina. –Desnuda de la cintura para abajo. Estaba sangrando.

 -¿Tiene usted alguna idea de cuánto tiempo duró el ataque?

 Ante la mirada en blanco de Cristina, Callie se obligó a hablar. -Ella salió del edificio poco después de las nueve.

 -La encontramos a más tardar a la nueve y cuarto," dijo Cristina. -No mucho tiempo.

 -¿Me  puedes dar una breve descripción de sus heridas?

 Cristina hizo una mueca, mirando a Callie de nuevo. -Está es la historia clínica.

 Mendoza asintió con la cabeza. -Entiendo.

Cristina apretó la mandíbula y trató de no mirar a los ojos de Callie, mientras le decía a Mendoza: -La Dra. Robbins: sufrió abrasiones y contusiones múltiples en la cara, espalda y muslos. Ella fue penetrada vaginalmente y requirió dos puntos de sutura para reparar un pequeño desgarro. Según ella, no hubo penetración oral o anal

-Necesito sentarme, murmuró Callie, y de la nada apareció Mark para agarrarle el brazo y ayudarla a sentarse. Se dejó caer sobre un banco y dejó caer la cabeza en sus manos, al respirar profundamente. Callie dijo: No entiendo", dijo con voz ronca. -¿Por qué sucedió esto?

 Ella no esperaba una respuesta y Mark no ofreció una. Se quedó sentado en silencio a su lado, frotando círculos suaves sobre su espalda. Callie estaba agradecida por su presencia. A pesar de sus propias decisiones cuestionables a la hora de su vida personal, él siempre había sido un verdadero amigo.

 Unos minutos más tarde, la mano de Mark dejó de moverse. -Callie.

 Callie alzó la vista y vio a Arizona cojeando fuera de la sala de examen con Meredith Grey en la espalda. Era obvio que Arizona estaba adolorida. Ella daba pasos pequeños y apretaba la mandíbula en cada uno. Llevaba una camiseta y unos pantalones de matorral, y su cabello caía en mechones húmedos. Aunque su rostro ahora estaba limpio, el corazón de Callie se contrajo cuando la vio. Su piel estaba pálida y cetrina, por lo que sus heridas se destacaban en relieve.

 Callie saltó y se reunió con el pequeño grupo de médicos al mismo tiempo que Arizona llegó a ellos. La detective Mendoza le dio a Arizona una sonrisa tranquilizadora, que Arizona sólo regresó a medias.

 -Dra. Robbins , dijo Mendoza. -Le prometí a la doctora Torres que no esto no durará mucho tiempo. ¿Se siente cómoda para darme su declaración ahora? "

Arizona, asintió con la cabeza, mirando hacia abajo a sus pies.

 -¿Le gustaría hablar en la sala de examen, o hay algún otro sitio al que prefiera ir?"

 Encogiéndose de hombros, Arizona, dijo: -Allí está bien.

 -Perfecto. Mendoza abrió la puerta del cuarto de examen e hizo un gesto de Arizona para que entrara. –Después de usted Dra. Robbins.

 Arizona, miró a Callie, había pánico en sus ojos. Ella abrió la boca para hablar luego dudó, echando una mirada consciente de sí misma a todo el apretado grupo de médicos que les rodeaban. Como si entendieran la incomodidad del momento: Meredith, Cristina, Owen y Mark  se alejaron un poco, dejando a Arizona y a Callie a solas con la detective.

 -¿Qué pasa, cariño?", le dijo Callie en voz baja. -Si no tiene ganas de hacer esto ahora mismo, nadie te va criticar por ello.

 -Lo sé. Arizona cruzó los brazos sobre el pecho de nuevo, lanzando su mirada hacia la detective. ¿Tiene usted, eh... Ella se fue apagando.

 La detective Mendoza se aclaró la garganta. -¿Qué tal si les doy a las dos un minuto a solas?.  Ella dio un paso lejos de la puerta. -Sólo asómense a la puerta cuando este lista para comenzar.

 Visiblemente aliviado, Arizona, se retiró a la sala de examen. Callie le dio las gracias a la detective Mendoza, a continuación, siguió a Arizona al interior y cerró la puerta.

 -En serio, tu no tienes que hacer esto esta noche. Nadie te culpará. Callie vio a Arizona al pie de la mesa de examen, a continuación hizo una pausa, y se sentó en el taburete de al lado. -Si quieres ir a casa, sólo tienes que decirlo. Yo te llevaré a casa.

Arizona, negó con la cabeza. -No, quiero acabar con esto de una vez. Ella miró hacia abajo hacia sus manos, claramente algún pensamiento le pesaba en la cabeza. Callie se mordió el labio y le dio tiempo a Arizona para que dijera lo que le preocupaba. Cuando Arizona finalmente levantó la mirada e hizo contacto visual, Callie vio la angustia en su rostro de nuevo. -No puedo decidir si quiero que te quedes conmigo para esta parte.

 Callie tragó un nudo que se levantó en su garganta. No era nada personal. Ella lo sabía. Y para ser honesta, ella no estaba segura de querer oír los detalles gráficos. Pero Arizona estaba, obviamente, luchando, y una parte de Callie necesitaba desesperadamente que Arizona acudiera a ella para que Callie pudiera apoyarla.

 -Quiero hacer lo que sea más cómodo para ti, dijo Callie en voz baja. -Sea lo que sea.

 -Cómodo, murmuró en voz baja de Arizona. Por un momento, pareció como si estuviera a punto de romper a llorar de nuevo, pero se enderezó la espalda y, finalmente, encontró los ojos de Callie. -Tengo miedo de lo que tú puedas pensar. ¿Qué sentirás?, si... sabes lo que me pasó.

-Nada puede cambiar lo que siento por ti. Callie dio un paso más cerca de Arizona, deseando poder tomar su mano otra vez. Para realizar una conexión, para tranquilizarla y hacerle saber que su vínculo con ella se mantenía firme. -¿Me oyes? Esto no cambia nada.

 Un sollozo silencioso estalló en Arizona a continuación, y se llevó la mano a la boca como si a la fuerza tratara de contener sus emociones en su interior. Le tomó mucho tiempo a Arizona bajar su mano, incluso más tiempo antes de que ella hablara por fin.

 -Eso no es cierto. Arizona buscó la mirada de Callie y le dijo: -Esto lo cambia todo.

 Callie tragó saliva, sin saber cómo estar en desacuerdo. -No vas a herir mis sentimientos, si lo prefieres te espero afuera. Pero si quieres que me quede, me quedaré. Y yo te amaré igual después de la entrevista tal como lo hago ahora mismo, lo cuál es aún más de lo que te amé esta mañana. No tanto como te amaré mañana, seguro, pero para eso, dame tiempo.

 Arizona asomó una sombra de su radiante sonrisa familiar. -Te amo, Calliope.

 Callie cruzó la habitación en tres zancadas, y de rodillas en frente al taburete de Arizona, le dijo:   -Te amo. Siempre te amaré. No importa lo que pase

Arizona, estudió el rostro de Callie, y luego se inclinó y le rozó los labios con cuidado sobre Callie. El beso fue tan suave que Callie apenas lo sintió, pero Arizona respiró hondo y se retiró.

 -¡Ay!, susurró Arizona, tocando el corte inferior de sus labios con los dedos.

 -Lo siento. Callie tomó las manos de Arizona, juntándolas entre las suyas. -¿Estás lista para el detective?"

 Arizona, asintió con la cabeza. Tomó el control sobre la mano de Callie y la apretó, entonces le preguntó: -¿Te quedarás conmigo?

 -Absolutamente.


Esta historia continuará…

Capítulo publicado originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/601.html