Tema musical de esta historia

martes, 5 de junio de 2012

"Little Earthquakes" - Capítulo VI


CAPITULO VI

Arizona, se escondió en un rincón de la cafetería del hospital el viernes por la mañana, estaba preocupada por  la  apendicetomía laparoscópica que tenía que realizar en poco más de una hora. Hacía mucho tiempo que algo tan rutinario como una apendicetomía le causaba ansiedad, así que ella se sentó con su malestar mordiendo sus labios en silencio y trató de entender a dónde se había ido toda la confianza en sí misma.

Ella sabía el procedimiento. Ella era la estrella de rock auto-proclamada de pediatría,  apendicetomías laparoscópicas, incluidas. Hoy ella estaría enseñando al Dr. Jackson Avery quien la asistiría en la operación, una oportunidad que normalmente habría disfrutado. Debería haber sido algo bueno, exactamente lo que quería, volver a trabajar en su sentido más puro.

Sin embargo, esta sería su primera cirugía desde el ataque. No parecía posible que sólo habían pasado siete días desde la última vez que le operó a un ser humano pequeño, pero al mismo tiempo, le parecía toda una eternidad. Arizona, apenas recordaba cómo se sentía tener el control, sentirse segura de sí misma.

Sentirse así por qué algo tan simple como una apendicetomía era desalentador. Hace siete días todo el sentido de sí misma había sido robado. No era sólo por haber sido  golpeada y violada. Tampoco se trataba simplemente de la constatación de que ella era tan vulnerable a la violencia al azar y sin sentido como cualquier otra persona. La peor parte de lo que pasó, lo que le torció el estómago en nudos cuando pensaba en coger un bisturí,  era que ella había perdido la seguridad de que podía manejar cualquier cosa, sin importa lo difícil que fuera. Durante su carrera  había realizado cirugías que no habían tenido éxito, había salvado a niños que otros médicos habían desahuciado. Pero cuando Arizona más necesitó rescatarse a sí misma, había sido impotente.

Ahora ella no tenía el poder. Incluso ahora, con las pesadillas, la depresión y la ansiedad, sentía que se caía a pedazos y no había nada que pudiera hacer para evitar que sucediera. Sólo estaba fingiendo que estaba bien, lo cual no era cierto. Lo único que estaba haciendo era tratar de reprimir el miedo y la ira, cuando los olores y el contacto inesperado y al azar amenazaban con desencadenar el pánico en cualquier momento, Arizona ya no creía en su capacidad para enfrentar en cualquier situación y tener éxito.

Eso era algo que un cirujano no debe sentir.

Arizona, sabía que no podía controlar todos los factores en cada cirugía, y que el riesgo de perder a un  paciente siempre estaba latente, pero sabía como cirujano, que más allá de sus habilidades,  lo único que tenía era el control sobre su actitud. Necesitaba confianza, algo que nunca le había faltado…  hasta ahora. Sentir de pronto su pérdida era duro y terrible.

Hoy ella tenía que cortar a un pequeño niño y extirpar su apéndice infectado. Algo que había hecho tantas veces antes, pero cada cirugía era diferente. Cada una lleva a un cierto grado de riesgo. Sin la misma facilidad y confianza que ya no tenía fuera de la sala de operaciones, se preguntó cómo podría desempeñarse dentro de una.

Tal vez Callie estaba en lo cierto. Tal vez ella se estaba forzando demasiado.

-Arizona?

Sorprendida, Arizona se llevó una mano al pecho, sintiendo como su corazón se aceleró debajo de su palma y la adrenalina inundó su cuerpo. Es evidente que el instinto de lucha que le había fallado en el estacionamiento estaba ahora a toda marcha. Mirando hacia arriba, forzó una sonrisa a Teddy Altman, que estaba junto a la mesa con una taza de café en la mano.

-Lo siento. Los ojos de Teddy brillaron con pesar. -Pensé que me habías visto.

-Oye, dijo de Arizona en su brillante voz. Supuso que Teddy ya sabía lo que había sucedido, pero ella se condenaría si dejaba que su inquietud se notara. -Bienvenida de nuevo.

Además de Callie, Teddy era su mejor amiga en el hospital. Ella se había ido la semana pasada, para asistir a una conferencia en San Francisco. Técnicamente Teddy había vuelto ayer, pero Arizona había evitado activamente la socialización desde que había regresó al trabajo dos días antes, así que no había buscado a Teddy, incluso sabiendo que ella estaba en el edificio. Ella no había querido descubrir la misma mirada en los ojos de Teddy que había visto en todos los demás. Ella no creía que pudiera soportarlo.

Sin embargo, el aspecto de Teddy era diferente. Percibió empatía en lugar de simpatía. Teddy señaló  la silla frente a Arizona. -Parece que no quieres ser molestada, pero ¿puedo?

Arizona, asintió con la cabeza. Ahora era obvio que Teddy sabía. Estaba escrito en su rostro. Pero no le molestó con Teddy, como le pasó con los demás. Y de repente, Arizona, estaba feliz de tener a su amiga en el pueblo.

Teddy sacó la silla y se sentó. Entonces abrió la boca para hablar, vaciló y dio a Arizona, una sonrisa tensa, incómoda.

-Veo que has tenido tiempo para ponerte al día con los chismes. Arizona, le devolvió la sonrisa, pero era débil y ella lo sabía. Así que dejó que se desvaneciera. -Estoy bien.

Teddy sacudió la cabeza y dejó la taza de café sobre la mesa. -Lo siento mucho, Arizona.

-Sí. Arizona, pasó la uña en el borde de su propia taza, rompiendo el contacto visual. -Yo también.

La mano de Teddy aterrizó en la mesa contigua a la suya. Hizo una pausa, y luego apretó los dedos alrededor de la muñeca de Arizona, suavemente. Teddy murmuró: -Yo te prometo que hace más fácil.

Arizona, parpadeó con fuerza, maldiciendo en voz baja cuando una lágrima se deslizó por un ojo. Odiaba la implicación de la declaración de Teddy, incluso más de lo que odiaba ponerse tan emocional antes de la cirugía. Limpiándose la cara con una servilleta, Arizona se encontró con la mirada de Teddy. -Me hubiera gustado que no supieras lo que se siente.

-Sí, bueno... fue hace mucho tiempo.

Arizona, bajó la mirada hacia la mano de Teddy en la muñeca. -No puedo hablar de esto ahora mismo, Teddy. Realizaré una cirugía en cuarenta y cinco minutos.

-Entiendo. Sólo quería que supieras que si tú necesitas hablar, estoy aquí para ti. Tengo una idea de lo que estás pasando, y... es una mierda.

Teddy la estaba haciendo flaquear. La última cosa que Arizona necesita ahora era comenzar a llorar. Realmente, estoy bien. Estoy mejor. Los moretones se curan, el dolor más o menos ha ido. Estoy bien.

-Puedo ver que no estás bien, Arizona, lo cual es totalmente normal. Y tú tendrás que hablar de ello, en algún momento.

-Ahora no. Arizona le dio una mirada suplicante a Teddy. Si ella no dejaba esto así , Arizona, se disolvería. allí mismo, en el acto. ¿Y cómo iba a enfrentar a su paciente, entonces?.  - ¿Por favor?

-Por supuesto.  Teddy le sonrió un poco. -Lo siento, yo nunca quise molestarte. Esto es sólo yo tratando de cumplir con mi parte de esta cosa de la amistad en conjunto.

-Te lo agradezco. Arizona, deseando obtener la parte alegre de su voz. -En verdad...

-Hey, chicas.

Arizona, se enderezó en la silla ante el sonido de la voz de Callie, retirando su mano de la Teddy y secándose los ojos con rapidez. No quería que Callie viera lo mal que estaba. En este momento ella necesitaba desesperadamente transmitir fuerza, no sólo para ella sino también para su paciente y sus padres. La gente contaba con ella para ser el cirujano capaz, el cirujano “kickass” que era, y eso significaba que no podía dejar que eso se revirtiera. Si Callie se percataba que ella estaba fuera de balance, sería todo. Ocultar sus sentimientos a Callie, era prácticamente imposible.
-Oye, Calliope, dijo Arizona. Pudo ver que Callie estaba preocupada por lo que había interrumpido, tal vez incluso un poco indecisa, pero Arizona estaba feliz por el cambio de enfoque. Queriendo demostrar a Teddy cuán bien estaba, Arizona tomó la parte delantera de la camisa de aseo personal de Callie y tiró de ella hacia abajo para un beso largo y persistente. Callie plantó una mano en la mesa, presumiblemente para mantener el equilibrio. Cuando Arizona se apartó, ella se aseguró de mostrar a Callie sus hoyuelos. -Te extrañé.

La mirada de Callie se lanzó a la cara de Teddy y luego a Arizona. -Yo también te extrañé. ¿Todo bien?

Tanto insistir en que se encontraba bien la estaba empezando a envejecer. -Por supuesto. Tengo una “appy” en unos cuarenta minutos, así que me estoy preparando para ir a eso.

Callie se deslizó en la silla al lado de Arizona. Echó una mirada a Teddy de nuevo, fijándose en lo que ella vio en la expresión de Teddy. Luego sonrió a Arizona. Te sientes bien al respecto?

Arizona se puso tensa, enojada de que Callie preguntara. Era un procedimiento simple, y Callie nunca había puesto en duda sus habilidades antes. La idea de que Callie pudiera haber intuido su inquietud,  muy real por cierto, sólo molestaba más a Arizona. -Honestamente, Calliope?.  Es un “Appy”. La hago en mis sueños.

Callie parpadeó. -Por supuesto. Lo siento.

Teddy se aclaró la garganta y echó su silla hacia atrás. -Bueno, tengo un montón de cosas que poner al día, así que...

-No hay problema. Arizona le sonrió. -Fue un gusto hablar contigo.

-Espero que podamos hacerlo de nuevo pronto. Teddy le dio un guiño significativo. -Cuando no estés en  camino a la sala de operaciones.

Arizona, inclinó la cabeza y observó a Teddy retirarse de la cafetería,  luego se volvió de nuevo a Callie, reprimiendo una mueca de dolor al ver el dolor grabado en el rostro de Callie.

-Yo no estaba dando a entender que tú no puedes manejar un “Appy”…, dijo Callie en voz baja. …-Es sólo que esta es tú primera intervención después de todo lo que pasó, y pensé que podrías tener algunos sentimientos al respecto.

Callie ciertamente conocía el corazón de Arizona. Callie estaba tratando con todas sus fuerzas de tener cuidado con ella, para hacer lo correcto en cada momento, y la verdad esta había estado haciendo un trabajo increíble, generalmente. Pero Callie no parecía del todo cómoda al permitirle fingir que todo estaba normal. En este momento, más que en cualquier otro momento desde el ataque, Arizona necesitaba fingir. Tenía que ser el cirujano que había hecho una carrera exitosa, no la mujer que había sido violada.

-Estoy bien. En serio.  Odiando ver la tristeza que causó en los ojos de Callie, Arizona, se inclinó sobre la mesa y tomó la mano de Callie. -Lo siento. Hablar con tipo de Teddy me tiró fuera. Yo no quería tener la conversación que estaban teniendo justo antes de ir a cortar a un ser humano pequeño.

Asintiendo con la cabeza, la boca de Callie se estremeció. -Así que te salvé de eso?

Arizona le dio la más soleada sonrisa que pudo. -¿Por qué crees que te ganaste ese gran beso?

-Yo pensaba que era porque soy “hot”.  Callie le guiñó un ojo, y por un momento todo se sintió exactamente como antes. El coqueteo, la insinuación. La atracción. -Y te gusta cómo me veo en mi traje de médico azul marino.

La sonrisa de Arizona se volvió más fácil de sostener. -Eso, también.

-Bueno, sé que es un poco como desearte suerte para manejar una bicicleta, pero... Callie levantó la mano de Arizona a los labios y le besó los nudillos. -Buena suerte en el Appy. Vas a ser impresionante, y Jackson Avery será impresionante para haber permanecido en la misma mesa que tú.

Arizona,  frotó el pulgar por la barbilla de Callie. Ella sabía que el corazón de Callie estaba en el lugar correcto, mucho más por desearle suerte en algo tan rutinario, intuyendo que a Arizona le resultaba incómodo. Probablemente porque sentía que ella lo necesitaba.

-Gracias. Lo agradezco. Arizona, se echó hacia atrás y se levantó. -En ese sentido, debo ir a prepararme.

Callie se levantó. -¿Te acompaño?

-Claro. Arizona, esperó a que Callie se pusiera delante de ella, a continuación, la mantuvo a su lado. Cuando la mano de Callie se posó en la parte baja de la espalda, suavemente guiándola hacia adelante, Arizona, se tensó luego se obligó a relajarse. Fue un toque familiar de Callie, pero Arizona estaba en el borde. Y la sensación de tener a alguien detrás de ella sólo empeoró las cosas.

Callie  quitó la mano. -Lo siento.

El pecho de Arizona le dolió al percibir el sentimiento de culpa en la voz de Callie. -No tienes porqué .Ella se acercó a Callie, chocando con la cadera. -Por favor, deja de preocuparte por mí.

Callie no dijo nada. Entraron en el ascensor, el cual fue abandonado por suerte, y Callie apretó el botón de su piso. Entonces ella juntó sus manos en frente de su estómago y se quedó mirando la puerta del ascensor.

Arizona, suspiró. Ella estaba haciendo un trabajo terrible para actuar normal. Además de eso, sintió un dolor de cabeza. -Yo no quiero que esto sea un mal día. Sólo tengo que pasar este Appy.

Dándole una mirada de soslayo, Callie dijo: -¿Preferirías que yo no vaya a observar? Tengo que preguntarte, pero no yo quiero ponerte nerviosa

A Arizona le costaba decidir cómo se sentiría con la idea de que Callie viera la cirugía desde la sala de observación. Por lo general, le resultaba reconfortante de cierta manera, incluso sexy. A la vieja Arizona le encantaba tener los ojos de Callie sobre ella en cualquier circunstancia. Pero la idea de que Callie viera a la nueva Arizona luchando por mantener su desempeño era intimidante.

Por desgracia, admitirlo significaría reconocer que algo andaba mal.

-No, por favor. Arizona, sonrió más a Callie, meciéndose sobre sus talones. -Me gusta cuando me ves patear el culo.

-Cool. La mano de Callie rozó la de ella. –Incluso te  voy a comprar el almuerzo cuando termines.

-Te he entrenado bien.  La puerta del ascensor se abrió, y Arizona hizo un gesto a Callie para que saliera adelante. –Después de usted  Dra. Torres.

Callie salió primero, y luego dio la vuelta y esperó a Arizona para reunirse con ella. –Vas a ser impresionante, Dra. Robbins.

-Siempre. Arizona, sonrió, levantándose una poco para a besar a Callie en la mejilla. -Nos vemos más tarde.

Callie le disparó la sonrisa sexy que siempre provocaba que las rodillas de Arizona se tambalearan, pero hoy simplemente no tenían el mismo efecto que de costumbre. Arizona estaba flaqueando de todos modos. Haciendo un guiño, le dio unas palmaditas a Callie en el fondo y abrió la puerta de la habitación. Entonces ella entró a la prueba más importante de sí misma con la frente en alto.

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Arizona, se puso sobre su paciente de ocho años de edad, mirando su apéndice infectado en el monitor que muestra la vista desde el laparoscopio que se había colocado a través del puerto umbilical. Miró a través de la mesa a Bailey, quienla miró a los ojos, claramente esperando el próximo movimiento de Arizona. El Dr. Jackson Avery se cernía a su lado izquierdo, estirando el cuello para mirar la imagen en la pantalla.

La cirugía no  había hecho más que empezar, pero hasta el momento, Arizona estaba complacida. Ella había hecho la primera incisión, sin dudar, y ahora que el laparoscopio se encontraba en su lugar, el instinto hacía tiempo que había tomado el poder. Sosteniendo la pinza de Babcock  Endo en su mano derecha y una pinza de 5 mm en la izquierda, se sentía totalmente en control. Este era el lugar donde ella había realizado lo que la hizo especial, dentro de la sala de operaciones, ella seguía siendo la Dra. Arizona Robbins. Cirujana.

Arizona, miró a Callie, quien le sonrió desde la sala de observación. Incluso con su observación se sentía  bien. El brillo familiar de amor y apoyo de Callie envalentonó a  Arizona, restaurando la confianza perdida y haciendo que todo se sintiera normal otra vez.

Arizona, se dirigió a Avery y sonrió. -Doctor Avery, ¿qué debo hacer ahora? Dime lo que se ve en el monitor, por favor.

Avery cambió la mirada de la cara de Arizona para el monitor detrás de ella. Él parpadeó, y luego movió la cabeza como si tratara de ver a su alrededor. Arizona volvió a mirar el monitor, lo que garantizaba que la posición de la cámara dentro del paciente era aceptable. Ella no entendía las dudas de Avery y se preguntó si había algo que debería estar haciendo o si simplemente necesitaba un momento para ordenar sus pensamientos.

Ella captó el movimiento de Avery con el rabillo del ojo cuando él dio un paso detrás de ella. Ella abrió la boca cuando él chocó contra su espalda, presionando las caderas de ella contra la mesa por un instante antes de que él saltara rápidamente para poner distancia.

Aunque fugaz, el tacto de Avery evocó recuerdos de otros toques que ella no había querido: Dedos que se deslizan sobre sus labios. Crueles manos apretando sus pechos. El pánico y la indignación se levantó en la garganta de Arizona, incluso mientras luchaba por mantener la calma. Su corazón latía terriblemente, y sus manos empezaron a temblar.

Ella sabía que el Dr. Jackson Avery no había tenido intención de hacer daño. Más que eso, Arizona, sabía que tenía que permanecer concentrada y terminar su cirugía. Pero tan pronto como se dio cuenta de que el recuerdo había sido activado, todo el miedo y la ansiedad de la mañana la inundó de nuevo y ella no podía hacer nada para detener la reacción de su cuerpo.

-Lo siento", dijo Avery. Yo estaba tratando de obtener una mejor visión en el tracto gastrointestinal. Se puso de pie demasiado cerca de ella. Arizona, podía sentir el calor de su cuerpo sobre ella. Podía olerlo, un aroma claramente masculino que le revolvía el estómago.

-Dra. Robbins.  La voz de Bailey, normalmente calmada y en control, se quebró intuyendo el temor de Arizona. -¿Estás bien?

Arizona aspiró aire, tratando desesperadamente de calmar sus manos. Tenía dos pinzas en el interior de su paciente a través del cuadrante superior derecho e inferior izquierda del cuadrante intestinal. El temblor no era una opción. Pero la presencia de Avery la puso nerviosa. Ella necesitaba que se fuera.

-Apártese, doctor Avery. Arizona, apretó las pinzas, pero no podía quedarse quieto. –Usted ya hizo lo suficiente

-Pido disculpas, Dra. Robbins." Avery dio un paso de distancia, pero no se marchó. -Yo fui torpe. No voy a dejar que vuelva a suceder.

Arizona quitó por un momento los ojos de sus manos aún temblorosas y los clavó en Avery con una mirada fría. -Fuera de mi OR. Ahora.

Claramente herido, Avery asintió con la cabeza. -Sí, señora. Se acercó a la puerta, quitándose los guantes después de retirar su máscara. Nadie habló cuando él salió de la habitación.

Avergonzada, Arizona, le devolvió la mirada a sus manos, temiendo que no se habían acallado. Todo lo que había temido que pasara estaba sucediendo. La violación la estaba afectando incluso aquí, en una situación en la que no podía permitirse el lujo de mostrar debilidad. Y todo el mundo en el quirófano, lo podía ver. El anestesiólogo, las enfermeras, los técnicos. Bailey. El estómago de Arizona le dio un vuelco cuando levantó los ojos hacia la ventana de la sala de observación, donde Callie la miraba desde la primera fila.

-Dra. Robbins. La voz de Bailey arrancó su atención lejos de la preocupación en el rostro de Callie.  Arizona, se encontró con los ojos de Bailey, temiendo lo que iba a leer ahí. Bailey llegó lentamente sobre la mesa y colocó las manos sobre Arizona, estabilizando las de ella. Dra. Robbins, tómese un momento.

Estaba poniendo en peligro a su paciente. Era un cirujano con manos temblorosas y no podía controlar sus propias emociones. Estaba dejando que su vida personal interfiera con su trabajo, algo que nunca había pasado antes.

Ella estaba fallando.

-Dra. Robbins. ¡Arizona!.  Bailey apretó suavemente las manos. -Tú eres el mejor cirujano en el hospital para llevar a cabo este procedimiento en este paciente. Usted puede hacer esto. Simplemente tome un momento y respire

La cadencia suave de la voz de Bailey penetró en los pensamientos de Arizona, acallándolos por fin. Arizona, levantó la mirada de nuevo a la sala de observación y miró a los ojos de Callie, ella tenía su mano apretada contra la ventana, y su rostro irradiaba confianza hacia Arizona

-Tú puedes hacer esto, Callie articuló, haciéndose eco de las palabras de Bailey.

Arizona tomó una respiración profunda,  a continuación, exhaló. Tenía que hacer esto. Para el niño pequeño en su mesa. Para ella. Llegando a lo más profundo, obligó a sus manos firmes, aliviada cuando su cuerpo finalmente obedeció a su mente. Entonces coincidiendo con la mirada de Bailey, le dijo: -Estoy bien, doctora Bailey.

Bailey soltó las manos. -Sí que lo estas. Sus ojos marrones miraron hacia el monitor. -Y para responder a su pregunta, lo que vas a hacer ahora es utilizar la pinza en el cuadrante inferior izquierdo para crear una ventana mesentérica detrás de la base del apéndice.

-Correcto. Empujando su mente lejos de la profunda humillación que sentía por su ataque de pánico, Arizona, hizo exactamente lo que dijo Bailey. Ella no podía cambiar lo que había sucedido, pero seguro como el infierno que podría tratar de salvar su reputación, terminando lo que ella había iniciado.

Habría un montón de tiempo para pensar en su fracaso más tarde, cuando la vida de un niño no estuviera en juego.

#

En la sala de lavado después de su éxitosa-aunque débil-apendicectomía, Arizona no podía mirar a los ojos a Bailey. Se quedaron de lado a lado en la pileta de lavar, y aunque Bailey no había dicho una palabra desde que salieron de la sala de operaciones, Arizona, sabía que no iba a escapar sin algún tipo de conversación. Pese a la política de Bailey de no discutir temas personales en el trabajo, era en serio acerca de la cirugía. Después de que Arizona había dejado caer la pelota en el quirófano, Bailey seguro tendría una opinión.

-Sólo tienes que decirlo. Arizona, secó sus  manos y se volvió hacia Bailey, que levantó una ceja. -Yo sé que tienes algo que decir, así que dilo de una vez. Metí la pata. Me entró el pánico. Puse la vida de mi paciente en riesgo. Fui injusta con el doctor Avery. Con un nudo en la garganta, Arizona, se quedó viendo un punto en la pared por encima del hombro de Bailey y trató de mantenerse unida. Nada de lo que Bailey dijera podría ser tan malo como lo que Arizona ya había pensado. -Dígalo.

-Creo que tienes que dejar de golpearte  a ti misma. Bailey entró en la línea visual de Arizona para captar su mirada. -Usted tuvo un lapsus momentáneo. Lo resolvió. El paciente está bien.

Arizona, se mordió el labio. Ahora que su paciente estaba cerrado y en camino a la sala de recuperación, la turbulencia que había dejado de lado antes resurgió, torciéndola en nudos. -Yo no pertenezco allí. Si no puedo mantener la calma cuando estoy dentro del abdomen de un niño pequeño, no tengo nada que hacer en un quirófano.

Bailey puso su boca en una línea tensa, y Arizona podría ver que ella no tenía una respuesta a eso. Porque era cierto. -Tal vez usted sólo tiene que tomar algo de tiempo libre. ¿Tiene alguien, un profesional con quien pueda hablar?

Un nudo en la garganta de Arizona, amenazaba con estrangularla. Ella no quería hablar más del tema. Hablar de ello era demasiado doloroso. Demasiado humillante. Hablar de ello lo hacía real.

-No hay vergüenza en nada de esto, Dra. Robbins. Ha sido una semana. Sólo una semana. Esto acaba de suceder. Y tiene que lidiar con eso."La cara de Bailey fue tan suave como Arizona, nunca la había visto. La mujer que odiaba tratar con cosas de la vida personal se había ido. En su lugar parecia un amigo de confianza. -Así que lidiar con eso. Porque eres uno de los mejores cirujanos malditos en este hospital, y me niego a dejar que usted decida que usted no pertenece a un quirófano. Esto es exactamente a donde perteneces. Y pronto volverás allí, mejor que nunca. Bailey esbozó una sonrisa. -Ojalá usted me pudiera enseñar la técnica laparoscópica, ya que es impresionante.

Con los ojos ardiendo, Arizona, asintió con la cabeza rápidamente. Tenía que salir de allí antes de que ella comenzara a sollozar. -Gracias, Dra. Bailey. Lo voy a... tomar en consideración.

-Sí, hágalo

Arizona, giró sobre sus talones y salió corriendo de la sala de lavado. Ella mantuvo la cabeza baja, porque no quería encontrarse con los ojos de nadie. El día hasta ahora había sido una montaña rusa, y Arizona, podía sentir que estaba a punto de romperse con el estrés. Si ella se iba a derrumbar una vez más, ella quería hacerlo lejos de todas las miradas indiscretas.

En el pasillo fuera del cuarto de lavado, Arizona, se topó con algo sólido. Aullando por la  sorpresa, ella levantó las manos para protegerse, inmediatamente los bajó  cuando se dio cuenta de que las manos de Callie se acunaron en sus hombros, para mantenerla en sus pies.

-Yo no te vi, murmuró Arizona. -Me asustaste.

-Lo siento. Callie la soltó y dio un paso atrás, dejando a Arizona una sensación fría con su ausencia. -Yo te estaba esperando. Te prometí el almuerzo.

-No tengo hambre. Arizona, puso una mano sobre su estómago, asqueada por la idea de tratar de comer algo. -Yo sólo... necesito estar sola por un tiempo.

Callie puso una mano sobre el brazo de Arizona y tiró de ella a través de la sala de examen vacía. Una parte de ella, quería sacar las manos de Callie , no estaba lista para otra conversación sobre el estado de su salud mental. Pero ella no quería hacerle daño. Así que la siguió.

Tirando de ella en el interior, Callie cerró la puerta y se volvió hacia Arizona, con un aspecto familiar de  simpatía. Esa mirada. Y eso fue el colmo. La ira se encendió profundamente en el vientre de Arizona, ira por el ataque, por las cicatrices físicas y emocionales que habían causado, por la forma en que dejó su cuerpo fracturado de una manera que sentía imposible de arreglar, y ella arremetió contra la única persona que sabía que no se lo merecía. -¿QUÉ PARTE DE “YO QUIERO ESTAR SOLA”, NO PUEDES ENTENDER?

Callie se estremeció. –Yo... yo… sólo quería decirte que yo me di cuenta que tuviste un mal momento allí, pero lo hiciste muy bien. Fue una belleza de cirugía.

-¡Fue un puto desastre! Arizona, sabía que era probablemente una exageración. Después de todo, ella había conseguido superarlo sin dañar a su paciente. Pero ella se puso furiosa: consigo misma, con el hombre que la había atacado, con Avery, incluso con Callie,  por haber visto su ataque de pánico. Estaba enfadada con el mundo maldito. -No te atrevas a ser condescendiente conmigo. No me digas que lo hice bien cuando no lo hice. Eso no me ayuda. No ayuda nada.

-No voy a ser condescendiente. Lo que sí te puedo decir es que estás siendo demasiado dura contigo misma. Todo el cuerpo de Callie se había tensado. -Cálmate, Arizona. Respira.

-No me digas qué hacer, escupió Arizona. -No tienes idea de lo que es esto. Nadie la tiene. Ella se volvió y agarró la manija de la puerta, odiando la forma en que estaba hablándole a Callie, sin desear nada más que huir. De espaldas a Callie, Arizona, dijo, -Déjame en paz. Permíteme lidiar con esto por mí misma.

La mano de Callie se estrelló contra la puerta al lado de la cabeza de Arizona, impidiendo abrirla. Ella, podía sentir el calor del cuerpo de Callie en la espalda y aspiró aire, esperando que el miedo tomara el relevo. Se sintió aliviada cuando casi todo lo que sintió fue frustración. Girando alrededor, dio un paso hacia adelante, forzando a Callie  a retroceder.

-No lo hagas. Arizona, miró a Callie. Ella sabía que Callie no era el objetivo apropiado para toda esta rabia y dolor, pero se sentía bien dejarlo salir. Esa rabia se había estado construyendo desde hace una semana, envenenándola. Ahora que había soltado el estricto control sobre sus emociones, ella saboreó la libertad de darle rienda suelta. -Si tú me amas, entonces déjame sola de una puta vez.

Al principio, Callie se echó hacia atrás como si hubiera sida golpeada. Entonces su rostro se ensombreció. -¿Sabes qué? No.  Por primera vez en siete días, un fuego reconocible quemaba los ojos de Callie. -Yo te amo, Arizona, así que no voy a hacer caso omiso de esto. Tú estás sufriendo y estás enojada y estás asustada y eso es saludable. Todo eso es saludable. Lo que no es saludable es que pretendas hacerme pensar que todo está bien. Así que no te dejaré hacerlo. Ya no, no más.

-Maldita sea, Calliope. Arizona, se llevó las manos a la cabeza, apretando los dedos contra las sienes. Ella sabía que Callie ya lo había dicho. No habría más fachadas, no más jugar a ser actores. Pero ella se tambaleaba al borde de un colapso total en un lugar donde no se sentía segura. Dónde no tenía privacidad. Eso era demasiado. -No aquí. No ahora.

-Sí, aquí y ahora. Dime lo que pasó allí. Dime por qué estás tan enojada contigo misma. Callie exhaló, y Arizona, vio que le temblaban las manos, también. -Haciendo caso omiso no harás que desaparezca.

Arizona, se mordió los labios hasta hacerse daño. Pero estaba demasiado cansada para seguir luchando. Así que lo dejó salir. -Avery tropezó conmigo y me vine abajo. Me temblaban las manos, Calliope. Perdí el control,  cuando yo estaba dentro de ese niño. Pude haberlo matado.

-Pero no lo hiciste.

-Pero lo podría haber hecho. Lágrimas calientes se extendieron por sus mejillas, pero Arizona no se molestó en borrarlas. No tenía sentido. -¿Cómo hubiera vivido conmigo misma si lo hubiera hecho?

-Tú no te puede castigar por algo que no sucedió, dijo Callie. "Sí, entraste en pánico. Pero luego lo superaste. Y luego, pateaste el culo

Arizona, negó con la cabeza. Tanto Bailey y Callie estaban siendo demasiado tolerantes, demasiado comprensivas. Como cirujano, sus asuntos personales no tenían lugar en la sala de operaciones. -Es de mi carrera de lo que estamos hablando. Mi reputación. ¿Sabes lo que demostré hoy? Que si un hombre me toca, cualquier hombre, me voy a asustar de todos. ¿Sabes cuántos cirujanos hombres hay? Anestesiólogos? Enfermeros? Los hombres van a tocarme, Calliope, y si cada vez que eso ocurra me pongo a temblar porque yo estoy pensando en aquel hombre...  en cómo me tocó, me besó el cuello, y folló conmigo...

Arizona podría ver el horror de Callie  que intentaba con todas sus fuerzas tratar de ocultar, pero en lugar de lamentar sus palabras, sintió un cierto grado de satisfacción. Ahora ella estaba llena de rabia, y ella quería que Callie estuviera enojada también. Para que le enseñara algo que no fuera la fuerza tranquila que había sida tan buena en mantener. Arizona quería alguna señal, saber que Callie estaba tan dañada por todo esto como lo estaba ella.

-No te sentirás así para siempre, querida. Te lo prometo. Tú vas a mejorar. Sólo se necesita tiempo. Callie dio un paso hacia adelante provisional, pero no cerró la distancia entre ellas. No tocó a Arizona. Viendo la duda en sus ojos, Arizona se dio cuenta que a Callie le asustaba cómo podría reaccionar ella ante el contacto físico.

Eso le dolia más que casi cualquier cosa. Tal vez incluso más que la propia violación.

-Ni siquiera me puedes tocar, susurró Arizona. -No puedes acurrucarte detrás de mí en la cama o poner tu mano en mi espalda sabiendo que yo puedo pensar en él. Tienes miedo de acercarte a mí, porque tú sabes que yo estoy jodida. Porque tú sabes que todo me asusta.

-Sólo estoy tratando de ser respetuosa…

-ESTAS SIENDO MARAVILLOSA, PERFECTA, gritó Arizona con ironía en su voz. Arizona sentía que sus ojos le ardían por todo el llanto, pero ya no podía parar. Ahora que todos esos sentimientos estaban saliendo, ya no había forma de embotellarlos hacia el interior. -Soy yo. No estoy bien.  Fue un alivio finalmente admitirlo en voz alta. Decir las palabras. Sollozando, Arizona dijo otra vez. -Yo no estoy bien, Calliope.

Callie dio un paso adelante y tiró a Arizona en sus brazos, abrazándola con fuerza. En lugar de sentirse atrapada, el fuerte abrazo fue un consuelo para Arizona. De repente, estuvo segura que los brazos de Callie eran lo único que evitaba que se separaran sus costuras.

-No estoy bien, murmuró Arizona. -Quiero estar bien, pero no importa lo mucho que finja, no lo estoy. Y no sé cómo estar bien de nuevo.

Callie trató de calmarla, frotando las manos arriba y hacia abajo varias veces, poco a poco Arizona comenzó a tranquilizarse. -Yo sé, nena. Vamos a averiguarlo, ¿de acuerdo? Juntas. Te prometo que tú vas a estar bien otra vez.

Arizona, se aferró a los hombros de Callie, parpadeando de nuevo, recordando lo que había pasado en la sala de operaciones. El espectáculo que hizo de sí misma. -No puedo estar en un quirófano hasta entonces.

-Tú  sabes que eso se pueden arreglar.

-Teddy y Bailey creen que yo tengo que hablar de lo qué pasó. Pero he hablado de eso,  ya basta. Con la detective Mendoza, contigo.  Arizona, sollozó, enterrando la cara en el pelo oscuro de Callie. -Hablar de eso me hace sentir mal.

-Si tú tuvieras que lidiar conmigo por algo como esto, ¿qué me dirías?.  El corazón de  Callie latía con fuerza contra el pecho de Arizona. -¿Tú crees que yo debería hablar de eso? O botella para arriba y estofado sobre él?

-No es justo, dijo el Arizona. -No es lo mismo

-¿Por qué no?

Se encogió de hombros, Arizona, murmuró, -Simplemente no lo es.

-Para que lo sepas, yo creo que vale la pena intentarlo, yo creo que Teddy y Bailey tienen razón. Creo que es necesario hablar de ello.

-¿Cómo va a ayudar? Arizona se secó los ojos sin salir del círculo cálido de los brazos de Callie. -Cada vez que pienso sobre lo que pasó, cada vez que hablo de ello... me duele. No quiero pensar más en eso.

-Pero tú estás pensando en ello, aun cuando no quieras. Tal vez si hablamos de lo sucedido, le quitarías algo de su poder sobre ti." Callie le acarició la cabeza y Arizona cerró los ojos, tratando de no recordar la forma en que el violador tenía el puño de su mano en el pelo antes de golpear su cara contra el suelo. Callie se dio cuenta y detuvo la caricia. –Por ejemplo, justo ahora, no me digas que algo no te afectó en este momento. Dime lo que estabas pensando cuando te toqué el pelo.

Arizona, negó con la cabeza, inquieta por poner palabras a los destellos violentos de su memoria. Quería decirle a Callie que estaba bien, pero sabía que eso no iba a funcionar nunca más. –Él…

Te amo, Arizona. Yo no quiero asustarte. No quiero provocar algo desagradable. Pero para poder ayudarte, y para que tú te ayudes a ti misma debes decirme cuáles son tus desencadenantes, a medida que los descubres. Luego podremos trabajar a través de ellos juntas. ¿de acuerdo?

No tenía mucho sentido. Pero por mucho que ella no quería hablar sobre la forma en que las caricias amorosas de Callie a veces agitaban el miedo más profundo de su intestino, la verdad es que Callie merecía saberlo. Si lo supiera, tal vez Arizona no tendría que seguir haciendo frente a las consecuencias de sus bien intencionadas demostraciones físicas de afecto.

Se armó de valor, y finalmente Arizona, dijo, -Cuando me di cuenta de que realmente iba a suceder, traté de escapar. Pelee con todo lo que tenía. Él me dio un puñetazo en la cabeza y se volvió sobre mí, y cuando traté de gritar...

Las manos de Callie estaban temblando contra la parte posterior de Arizona. -Dime.

-Él me agarró del pelo y tiró de él con tanta fuerza que trajo lágrimas a mis ojos. Luego me apretó la cara en la hierba. Yo no podía respirar. Arizona aspiró profundamente para tratar de tranquilizarse. -A veces, cuando me tocas el cabello, me haces recordar. Y siento la anticipación de nuevo. Saber qué va a pasar, y a veces se me hace muy difícil pensar en ti para distraerme del dolor que está viniendo.

Ahora el corazón de Callie golpeó violentamente contra el pecho de Arizona.  Arizona abrió los ojos y acercó su rostro al de Callie, presionando sus mejillas juntas. Ella no podía decir si la humedad que sentía eran sus propias lágrimas, o las de Callie.

-Está bien, le susurró Callie. -Así que por ahora, voy a tratar de no hacer nada de eso para ti. Y si  hago otra cosa que te moleste…

-Yo te lo diré. Arizona, se echó hacia atrás para poder mirar a los ojos de Callie. Vio que sus  mejillas estaban llenas de lágrimas. -Te lo prometo.

-Y tú piensas hablar con alguien? Callie tocó el lado de la cara de Arizona, y Arizona se apoyó en la caricia. -Incluso si tú no quieres hablar conmigo. Sólo tienes que encontrar alguien en quien puedas confiar y hablar de ello. ¿De acuerdo?

Arizona, asintió con la cabeza. -Está bien.

-Sé que no estás segura de cómo puede eso ayudar, pero ¿qué pasa con Owen Hunt? Se despertó asfixiando a Cristina, por el amor de Dios. Luego se metió en la terapia y mira dónde está ahora.

Arizona, pensó en la oferta de Teddy por la mañana para escuchar cuando Arizona estuviera dispuesta hablar. Ella no era exactamente un profesional, pero al parecer tenía cierta experiencia con la recuperación de un asalto sexual. Era un comienzo, por lo menos. -Yo te prometo que voy a hablar con alguien.

-Bien. Callie dio un paso atrás, fuera del espacio personal de Arizona. -Si quieres ir a estar sola, lo entiendo. Gracias por hablar conmigo.

Arizona, se mordió el labio, sintiendo como el pecho se lleno de una nueva emoción. Esta vez no fue el miedo. O la ira. Mirando a su pareja increíblemente hermosa, y la adoración en sus ojos, incluso después de todo lo que ella había lanzado sobre Callie ese día, Arizona, fue abrumada profundamente, por el amor, el amor que arrasa con todo. Ella nunca había sentido algo así, por nadie. Más allá de la autoflagelación y la desesperación que el incidente con Avery había evocado, percatarse de sus profundos sentimientos hacia Callie, fue la sensación más curativa que podía imaginar.

Sin importar lo que había pasado, Callie la amaba. Ahora Arizona creía en ella. Ahora sabía que Callie hablaba en serio cuando dijo que había llegado para quedarse.

-No, yo no quiero estar sola. Arizona cerró la distancia entre ellas, tomando la mano de Callie. -Además, me prometiste el almuerzo.

La alegría en el rostro de Callie hizo que la idea de comer fuera apetecible. -El cielo es el límite, cariño. Yo incluso puedo saltar hasta el  pudín de chocolate.

A pesar de todo, Arizona finalmente sintió un pequeño rayo de esperanza. Alguna medida de indulto. Sin la carga de tener que esconderse más de Callie. Por primera vez en una semana, el peso que Arizona había estado llevando sobre sus hombros se alivió. Por lo menos con Callie, no tenía que fingir. No podía.

“¡Qué alivio!”, pensó.

-Pudín de chocolate, ¿eh?. Arizona le dio a Callie una sonrisa genuina, con hoyuelos y todo. "Tal vez el día se podía salvar aún”.

 Esta historia continuará…

Capítulo publicado originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/1536.html