Tema musical de esta historia

martes, 22 de mayo de 2012

Little Earthquakes - Capítulo IV


CAPITULO CUATRO

Cuando Callie volvió a su apartamento a empacar algunas cosas para una estancia prolongada en casa de Arizona, fue como entrar en otro mundo. Durante los últimos dos días, su universo entero había sido de Arizona: su dolor, su miedo, la culpa y las sombras que estaba tratando de ocultar tan difícilmente. Ahora, de pie en la puerta de su sala de estar, Callie vio moverse sensualmente a Cristina Yang contra el cuerpo de Owen, ambos se acariciaban en el sofá. La prueba de que el mundo seguía girando.

Era algo tan normal y Callie se sorprendió al sentirse incómoda. Ella lo miró sin decir nada, no era capaz de encontrar el humor apropiado para interrumpir. Para su alivio, Owen giró la cabeza, vio a Callie, y de inmediato agarró la mano de Cristina antes de que pudiera completar su viaje entre las piernas.

-Cristina. Owen estaba sin aliento.

Cristina siguió la mirada de Owen y saltó hacia atrás como una adolescente que había sido sorprendida por su madre. -¡Oh, Callie. Hola.

A Callie le dio una ola de vergüenza. -Hola.

-Yo no te oí entrar" Cristina se alisó la ropa mientras Owen tomó una almohada para ponerla por encima de su regazo. -Lo siento.

-No, lo siento. Callie entró en la habitación, pensando en correr junto a ellos directamente a su dormitorio. -Sólo vine a tomar un par de cosas. Voy a estar fuera en un minuto.

-Whoa. Cristina levantó la mano de Callie cuando pasaba por allí. -Espera un minuto. Espera.

-¿Cómo está Arizona?" dijo Owen.

Callie se detuvo delante del sofá. Se volvió hacia Owen y Cristina, armándose de valor para la conversación. Se merecían una actualización, incluso si Arizona no estaba contenta con la idea de que se hablara de ello. Aunque Callie no estaba segura de que sería capaz de mantenerse fuerte si ella tenía que decir todo en voz alta. -Ella está...  bien. Si lo hace bien. Ustedes saben, tan bien como podría esperarse.

Owen asintió con la cabeza. -¿Has oído algo de la policía todavía?

-No van a tener los resultados de la prueba de ADN sino hasta dentro de dos a tres semanas. Y no tienen idea de quién lo hizo. Además de Cristina y Meredith, no hubo testigos. Arizona no pudo conseguir una buena mirada en él, tampoco. Así que no hay mucho para seguir adelante.

-Me gustaría haber sido más ayuda. Cristina frunció el ceño. -Simplemente estaba demasiado oscuro. Para el momento que nos dimos cuenta de que algo estaba pasando, él ya estaba corriendo.

Callie se obligó a mantener la calma, para no dejar que su mente completara los detalles de aquella noche, como lo había estado haciendo sin descanso desde que Arizona, contó su historia a la detective Mendoza. Era difícil pensar en el hombre que hirió de Arizona, imaginar lo que le hizo a ella. ¿Tenía alguna idea de la devastación que causó? ¿Había alguna parte de él que le importara?

Probablemente no. Callie apretó los puños de sus manos mientras luchaba con la ira que se levantó en su pecho. Que alguien hubiera tratado la cosa más importante en su vida como si fuera basura era incomprensible. Que Callie no pudiera hacer nada para quitar el dolor de Arizona- era más que exasperante.

-Vamos a cruzar los dedos para que encuentren una coincidencia para el ADN, dijo Owen. -Así la policía podría atrapar al hombre que hizo eso.

-Y tirar la llave, murmuró Cristina.

-Sí, vamos a esperar, dijo Callie. Ella no sabía qué iba a hacer si lo atrapaban. ¿Podría sentarse en silencio en un tribunal con el hombre que golpeó Arizona en la cara y luego la sujetó y la violó? Era difícil imaginar no tratar de causarle algún dolor. La prisión era demasiado buena para él. Callie prefiería la idea de una muerte lenta. Incluso que era menos de lo que merecía. -Bueno, yo lo haré saber lo que escuchemos.

Cristina miró a Callie con verdadera preocupación, algo  que parecía casi extraño en su cara normalmente impasible. -Entonces, ¿cómo es ella, físicamente? Los moretones  deben ser bastantes desagradables por ahora. Yo sé que ella tiene que estar adolorida

-Del dolor etás en realidad un poco mejor hoy. Le va mejor. Callie se encogió de hombros. O por lo menos ella está poniendo una cara valiente. Pero los moretones... No tienes razón. Bueno.

No era bueno empezar a describir. Era difícil mirar a la cara de Arizona. Estaba magullada e hinchada, casi irreconocible por los golpes que había recibido. Lo peor eran sus ojos. Ellos estaban vacíos, increíblemente tristes. Sabiendo que el hombre había utilizado sus manos para hacerle eso a ella, usando su cuerpo, hacía que Callie quisiera destruir el mundo. Le daban ganas de gritar y llorar y romperse por completo.

Pero no podía. Ella era la roca de Arizona en esta situación. Si se permitía desmoronarse, quien estaría allí para recoger los pedazos de Arizona?  No había nada que hacer, excepto ser fuerte.

-Daría cualquier cosa por diez minutos a solas con el chico. La voz de Owen era áspera, y Callie parpadeó, al ver una oscuridad detrás de su mirada que envió escalofríos por su espina dorsal. No era difícil imaginar lo que Owen podría lograr en esos diez minutos. Agradeció el pensamiento.

-Yo también, dijo Callie. -Confía en mí. Ella miró por el pasillo a la puerta de su habitación, haciendo un gesto torpe. -Así que de todos modos, me quedaré en casa de Arizona por un tiempo, creo. Ella quiere estar allí ahora mismo y yo quiero estar con ella, así que..." Callie se aclaró la garganta. -De todos modos, ustedes pueden volver a lo que estaban haciendo. En su dormitorio, de preferencia. Al menos hasta que me vaya.

Owen hizo una mueca. -Lo siento de nuevo.

-No. Callie se acercó a la puerta de su dormitorio. -El sexo es una buena cosa. Una cosa sana. Así que los dejo." Sabiendo que sonaba como un idiota, ella hizo una mueca y sacudió la cabeza. –Nos vemos

Callie se precipitó en su dormitorio, cerrando la puerta detrás de ella. Ella estaba agradecida por el escape. Tan agradable como  fue a ver a sus amigos, hablar  de Arizona fue difícil. Todo era todavíamuy reciente, tan fresco. Y aunque Owen y Cristina le preguntaron por la preocupación, el conocimiento de que Arizona no quería que la gente hablara de ella lo hizo mucho más difícil para Callie. Callie no quería decir o hacer nada que dañara a Arizona, no cuando ya estaba en tanto dolor.

Empacando su maleta más grande con la ropa y otros artículos esenciales, Callie estaba lista para irse en menos de quince minutos. Aunque eran unos diez minutos más de lo que había querido tomar. Estar lejos de Arizona, era una tortura. A pesar de la insistencia de Arizona para que recogiera sus cosas, Callie odiaba dejarla sola. Ahora que el impacto inicial del ataque se estaba desvaneciendo, Arizona, estaba agitada. Durante las últimos treinta y seis horas había oscilado entre un profundo silencio y el miedo tumultuoso, la ira y la tristeza, a menudo dentro de un lapso de cinco minutos. Era obvio que no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, y peor que eso, culparse a sí misma por ello.

Eso es lo que realmente rompió el corazón de Callie. Nada de lo que decía parecía aliviar la auto-recriminación de Arizona, la aceptación sombría que ella se merecía de alguna manera lo que pasó porque ella había caminado hasta el coche sola. No había palabras mágicas que Callie pudiera decir, nada que pudiera hacer convencer a Arizona para perdonarse a sí misma. La única manera que Callie sabía que podía ayudar era mantenerse cerca. Estar allí. Y eso es lo que estaba decidida a hacer.

Cuando Callie dio un paso atrás en la sala de estar, Owen y Cristina se habían ido. La puerta del dormitorio de  Cristina estaba cerrada, y aunque Callie no podía oír ningún ruido, se imaginó que estaban haciendo exactamente lo que ella le había dicho que hicieran. Era una especie de consuelo, en cierto modo: Normal. Esperanzador.

Saliendo lo más silenciosamente que pudo, Callie cerró con llave la puerta del apartamento detrás de ella. Luego se volvió y miró con nostalgia a la puerta de Mark. Ella realmente debería regresar. Ir  a estar con Arizona. Llamar a la puerta de Mark sería egoísta. No importa lo mucho que deseaba ver a su mejor amigo.

La culpa se deslizó en el vientre de Callie a la sola idea de tener tiempo para sí misma lejos de Arizona. Claro, ver a Mark probablemente haría que se sintiera mejor. Sin embargo, sus sentimientos deberían estar en segundo lugar, por lo menos en estos momentos. Aunque Callie sabía lo que debía hacer, aún así no fue suficiente para dar media vuelta y marcharse.

Aun a sabiendas de que Arizona, estaba esperando por su regreso, Callie anhelaba el hombro de Mark. Ella sólo necesitaba unos pocos minutos. Tiempo suficiente para hacer una broma, darle un abrazo... o cualquier cosa de las que el hacía para hacerla sentir mejor. Desde la noche del viernes no había hecho nada más que reprimir sus propias emociones, sabiendo que si lo permitía, ella no sería capaz de dar a Arizona, el apoyo constante que necesitaba. Callie sintió que Mark podría proporcionarle un alivio temporal y un poco de la fuerza que se le estaba agotando. Tal vez incluso darle un lugar donde ella pudiera dar rienda suelta a lo que sentía sin preocuparse por un momento por las consecuencias.

Dejando atrás la culpa, Callie puso su maleta a la puerta de Mark y llamó. Ella tendría suerte si él estaba allí. Más suerte si estuviera solo. Justo cuando estaba decidiendo que había sido una mala idea intentarlo siquiera, el  bloqueo de la puerta se desactivó.

Mark abrió la puerta sin camisa. Por supuesto. -Callie.

-Hola. La voz de Callie se rompió el puro placer de verlo. Se aclaró la garganta, deseando no disolverseen llanto. -Oye, dijo de nuevo, esta vez más estable. -Siempre andas sin camisa, o es que acabo de tener suerte?

-Bueno, nunca se sabe cuando una hermosa mujer puede llamar a tu puerta. Mark dio un paso adelante y se reunió con Callie en un fuerte abrazo. -Me alegro de verte. ¿Cómo está Arizona?

-Whoa. Callie se desligó de los brazos de Marcos, acariciando su pecho desnudo. -¿Y  que tal si usted se pone una camisa en primer lugar y entonces si vamos a ponernos al día?"

Mark se encaminó a su sillón, cogiendo una camisa que había sobre el respaldar. Él la tiró por encima de su cabeza y levantó las manos. -Mejor?

-Mucho. Callie puso su maleta en su apartamento y la apoyó contra la pared. Luego se sentó en el sofá y suspiró. -Siento caerte así, sin avisar,  vine a mi casa para conseguir algunas cosas, y pensé en decir hola.

-Por supuesto. Mark vino a unirse a ella en el sofá. -Me alegro de que estés aquí. Él inclinó la cabeza, y estudió lo ojos de Callie. -¿Cómo lo estas llevando, Torres?

Callie abrió la boca para contestar, pero se detuvo, horrorizada cuando sus ojos se llenaron de lágrimas y amenazaban con extenderse.

-Que mal, ¿eh?

Callie sacudió la cabeza. Los sentimiento eran una cosa, caerse en pedazo era otra. No había tiempo para eso ahora. Ella respiró hondo, luego exhaló. -Estoy bien.

-No me vengas con eso. La voz de Mark era amable pero insistente. –Tú sabes que puedes ser honesta conmigo. No es por eso que estás aquí?

Callie soltó un bufido, dándole a Mark una mirada de soslayo. Él la conocía muy bien así que no tenía mucho sentido pretender con él. -Arizona estámuy dañada, Mark. Ella está herida y triste y se culpa a si misma, y no hay nada que yo pueda hacer. Trato de conseguir que coma algo. Traigo sus analgésicos. Mantengo su mano. Hablo con ella, pero hay tantas cosas que ella no está me diciendo. Nunca me he sentido tan impotente en toda mi vida, lo odio.

Marcos le tocó la rodilla a Callie. -Tengo la sensación de que no te estas dando suficiente crédito. Tú eres una persona increíble, Callie y tú amas a Arizona, más de lo que alguna vez has amado a alguien. Estoy seguro de que estás ayudando. Sólo por estar allí.

-Tú deberías verla, murmuró Callie. Apretó los puños sobre los ojos que le picaban, obligándose a darle la espalda a su emoción. Daba miedo verla tan cerca de la orilla. Si ella se cae, alguna vez podrá encontrar su camino de regreso?  -Ella no se parece a sí misma. No actúa como ella. Esa luz en sus ojos? Se ha ido. El se la llevó.

-Ella va a estar de vuelta.

A Callie le dolía la garganta por el esfuerzo de retener las lágrimas. -Espero que sí.

-Ella es fuerte, Callie. Ella va a salir de esto. Contigo. La mano de Mark cayó sobre su espalda y la atrajo hacia su pecho. -Anda, déjalo salir.

Callie sacudió la cabeza, incluso mientras se acomodaba en su regazo. -Tengo que volver.

-En primer lugar ocupate de ti, déjalo salir, dijo Mark. Él le acarició tiernamente por la espalda. -Entonces podrás hacerse cargo de ella.

Exhalando con voz temblorosa, Callie le susurró: -Yo no sé cómo. Ella tiene pesadillas. No puedo tenerla en la cama sin asustarla. Ella apenas ha comido nada desde el viernes, y no puedo...  no puedo hacerlo mejor .

Mark apretó los brazos alrededor de Callie, pero no dijo nada. Ella escuchó latidos de su corazón debajo de la oreja, agradecida por su ritmo constante. Su sólida presencia hacía difícil recordar por qué tenía que ser tan fuerte.

-No puedo creer que esto le haya sucedido a ella... Callie se dio cuenta de que las lágrimas brotaban de sus ojos cuando sintió la humedad de la camisa de Mark en contra de su cara. – …A nosotras.

-Yo sé, murmuró Mark en su pelo. -No es justo. Arizona es la persona más dulce del mundo. Ella no se merece esto. Y tú tampoco."

La rabia y el dolor de Callie finalmente salieron y sollozaba en el pecho de Marcos, demasiado cansada como para mantenerlas dentro por más tiempo. Estas fueron las lágrimas que había querido liberar desde el primer momento cuando Owen le contó lo sucedido. Las que no se había permitido. Mark sólo la abrazaba en silencio, manteniendola a salvo, mientras  las ondas de la ira y la tristeza se derramaban en los ojos de Callie.

Cuando por fin dejó de llorar, minutos más tarde, Mark metió un mechón de pelo detrás de la oreja. -Te sientes mejor?

Callie se sentó y se pasó el dorso de su mano por la cara, riéndose de la gran mancha húmeda sobre el pecho de Mark. -Lo siento, te hice poner una camisa y lo único que conseguí fue mojarla.

Mark le dio una sonrisa diabólica, un brillo familiar en los ojos. -No sería la primera vez…

-No,  dijo Callie, pero ni siquiera trató de reprimir su sonrisa. Increíble la forma en que él siempre se las arreglaba para aclarar su estado de ánimo. -Me siento mejor, en realidad.

-Bien.

A pesar de la incomodidad leve en su descomposición, Callie se dio cuenta de que sentía con unos diez kilos menos. Más importante aún, ella estaba lista para ser fuerte para Arizona de nuevo. Callie se  dio unas palmadas en los muslos y exhaló. -Wow. Sí, eso es mucho mejor, si te digo la verdad. Ella agarró la mano de Mark y se la apretó. -Gracias. No sé qué haría sin ti.

-Bueno, usted tendría un hombre menos devastadoramente guapo en su vida.  Mark sonrió luego se puso serio con rapidez. -Tú va a estar bien, Callie?

-Sí. Callie exhaló. -Sí, yo voy a estar bien. Por Arizona.

-Supongo que deberías regresar…

-Definitivamente. Callie miró su reloj. Ella había estado con Mark poco más de diez minutos. -No me gusta dejarla sola.

-Entiendo. Marcos se levantó y le tendió la mano. Él la atrajo hacia sus pies, dándole una palmada en la espalda. –Ve a cuidar de ella. Asegúrate de que coma algo.

Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero las palabras le dieron a Callie un flash de inspiración inesperada, y ella sonrió a Mark. -Lo haré.

-Llámame, ¿de acuerdo? Si necesitas hablar?.  Mark la acompañó hasta la puerta, pero le tomó la mano antes de que pudiera abrirlo. -Cuando tengas que hablar. Cuando sientas que necesites ventilarte, yo soy tu hombre.  Incluso dejaré que me pegues si es necesario. Ya sabes, si eso ayuda.

Callie alzó una ceja. ¿En serio?

-Bueno, no muy duro.

Riendo, Callie se inclinó y besó en la mejilla a Mark. -Gracias, Mark.

-Como sea, se quejó Mark. Con una evidente sonrisa, hizo rodar la maleta de Callie a la puerta y la abrió para ella. -Te veré luego, ¿de acuerdo?

-Sí, lo harás.

#

Callie volvió al departamento de Arizona una hora y media después de su partida. Se había tardado más de lo que pensaba, pero esperaba que la bolsa de papel marrón en sus manos podría ganar su perdón. Si lo que había dentro no hacía feliz a Arizona, Callie no sabía que lo haría.

Arizona estaba todavía sentada en el sofá, donde Callie le había dejado, viendo algo en la televisión. Incluso desde la puerta, Callie podía ver la mente de Arizona trabajando.  Odiaba imaginar lo que su pareja estaba pensando.  No quería imaginar, pero no pudo evitar que su mente le suministrara una larga lista de posibilidades. Desde el ceño levemente fruncido en el rostro maltrecho de Arizona, Callie sabía que era algo pesado.

Con la esperanza de rescatar a Arizona de cualquier tormento que ella estuviera pasando, Callie dijo: -Hola, cariño.

Arizona se sorprendió un poco. -Oh. Ella se iluminó. -Calliope.

Fue breve, sólo duró un instante, pero el corazón de Callie se disparó al ver la verdadera alegría en los ojos de Arizona. -Lo siento, me tomó tanto tiempo. Pero te he traído un regalo.

Arizona, negó con la cabeza, chequeando en la muñeca el reloj que Callie sabía que todavía estaba en su mesita de noche. Ella no había vestido o salido desde la noche del viernes. -No, está muy bien. No pasó mucho tiempo en absoluto. Intermitente, como si volviera  después de un largo viaje mental, Arizona silenciando la televisión con un clic del control remoto, dijo: -Todo va bien?

-Sí. Callie se encogió de hombros, se quitó la chaqueta y después fue a sentarse en el sofá al lado de Arizona. Puso la bolsa de papel sobre la mesa. -Hablé con Owen y Cristina por un par de minutos. Cristina quería saber cómo estabas, le dije que el dolor fue mejor hoy.

-Así es.

Callie decidió pasar por alto el resto de la conversación. No quería traer a colación el tema de la policía o el atacante de Arizona. No cuando estaba a punto de introducir la idea de la cena. Hablar de la violación mataría cualquier apetito que Arizona pudiera tener. -Entonces me detuve a ver a Mark durante diez minutos. Callie comprobó la reacción de Arizona. -Yo odiaba estar lejos de ti más tiempo, pero fue bueno verlo.

Arizona, asintió con la cabeza, buscando los ojos de Callie antes de levantar la mano para trazar la línea de la mandíbula de Callie. -Me alegro de que lo hayas hecho. ¿Te ayudó?

Un poco avergonzada de admitir exactamente lo mal que había tenido que llorar las cosas, Callie se encogió de hombros. -Fue bueno. No hablamos mucho.

Arizona, dejó caer su mano y su mirada, recogiendola en la rodilla al fondo de su pijama. -Yo sé que dije que no quiero que la gente habla de mí, dijo, "y así es, pero…, Ella se encogió de hombros. -Tú puedes hablar, Calliope. Tú tienes que hablar, y yo confío en ti para saber lo que está bien decir. Y a quién decírselo.

-Sé que Mark no es precisamente tu persona favorita.  Callie apoyó la cabeza en la parte de atrás del sofá. Con cuidado, levantó la mano y acarició un mechón del cabello rubio de Arizona. -Lo siento por eso.

Arizona, negó con la cabeza. -Él es tu mejor amigo. No me gusta que haya dormido contigo, y él puede ser... bueno, Mark, pero… Otro encogimiento de hombros. -Yo sé lo valiente que estás tratando de ser para mí. ¿Tienes alguna idea de lo mucho que aprecio eso?"

-Un montón? Callie vio la oportunidad de que ella pudiera acercarse al lado juguetón de Arizona, y bateó sus pestañas delicadamente. -Racimos?

-Precisamente. Racimos.  Arizona se acercó más, acurrucándose contra el pecho de Callie. Callie la envolvió en un abrazo suave, feliz de tenerla tan cerca. -Yo soy patética si admito cuánto me alegro de que estés de vuelta?

-No por lo que a mí respecta. Besando el pelo de Arizona, Callie echó un vistazo a la televisión y sonrió. -Las chicas de oro, ¿eh?

-Es la sopa de pollo.

El corazón de Callie estaba tan lleno de amor que sentía como que podría estallar. -Lo sé. Funciona?

Arizona inhaló, luego dudó. Volvió el rostro y besó en la pendiente de la mama de Callie a través de su camiseta. El contacto fue inocente, simplemente Arizona lo hizo en busca de una conexión, Callie, simplemente apretó su abrazo.

-Estoy teniendo un tiempo difícil para no pensar, Arizona dijo por fin-. -Acerca de las ETS, el VIH, el embarazo. Cómo todavía me duele al orinar.

Callie cerró los ojos. Fue una cosa muy buena que ella había dejado todas sus lágrimas en casa de Mark. Esto la habría roto con seguridad. -El anticonceptivo de emergencia hace que el embarazo no sea un problema. Tú estás tomando antibióticos, el análisis de sangre inicial, parecía limpio. Vamos a cruzar el puente del VIH cuando lleguemos a él en seis semanas, pero ambas sabemos que la posibilidad de infección es mínima.  Al abrir los ojos, Callie la miró y le dio a Arizona una sonrisa tranquilizadora. -Estás bien. Vamos a pasar por todo lo que viene juntas. Pero tú estás bien.

Arizona, le devolvió la sonrisa a medias. Señaló en la bolsa de papel marrón. -¿Qué tienes ahí?

-Oh. Callie vio la cara de Arizona. -La cena. ¿Tienes hambre?

Suspirando, Arizona asintió con seriedad. -Voy a comer algo.

Callie se liberó de Arizona y se inclinó hacia adelante, agarrando la bolsa. Ella sacó un recipiente de plástico y la puso sobre la mesa de café. Entonces ella se echó hacia atrás y estudió la reacción de Arizona.

La boca de Arizona hizo una mueca. -¿Es eso lo que yo creo que es?

-Si usted piensa que es su favorito de hummus de pimiento rojo asado, entonces sí. Callie reveló la bolsa de pan integral de pita que completó el bocado más querido de Arizona. -¿Le interesa?

En lugar de ver la sonrisa que había querido sacar, Callie vio con horror como los ojos de Arizona se llenaron de lágrimas. -Te amo, Calliope.

-Esto se supone que te hace feliz, dijo Callie, acunando el rostro magullado de Arizona en sus manos. -No para provocar lágrimas.

-Son lágrimas de felicidad, dijo Arizona, a pesar de que la mirada de gran intensidad emocional en su rostro apenas sugería alegría. -Me siento tan afortunada de tenerte.

-Es sólo el hummus.

-No, no lo es.   Arizona tomó el recipiente de plástico, finalmente esbozando una sonrisa. -Es todo.

Sintiendo que esta era su oportunidad de conseguir que Arizona comiera algo, Callie abrió la bolsa de pan de pita y pescó uno. -¿Quieres que caliente esto para ti?

Arizona, negó con la cabeza, tomando el pan de Callie. -Está bien así.

Callie observó en silencio como Arizona resquebrajó el recipiente de hummus y recogió un poco con el pan de pita. Ella lo metió en la boca y masticó lentamente, y luego cerró los ojos con una sonrisa de satisfacción. Incluso negro y azul, su rostro era la viva imagen de la satisfacción.

-Oh, esto es bueno.  Arizona inspiró y rápidamente arrancó otro pedazo de pan de pita, para sumergirlo en el hummus con entusiasmo. -Esto es perfecto.

-¿Sí?

-Sí. Arizona, se tomó un descanso y le dijo a Callie señalando hacia el recipente del hummus. -Toma un poco.

-En un minuto,  dijo Callie. En este momento ella simplemente quería ver a Arizona disfrutando de algo. Ya habían pasado dos días desde que vio por última vez a Arizona tan feliz, pero bien podría haber sido para siempre.  A Callie se le hinchó el corazón. -Me alegro de que esto haya sido una buena opción.

-Tú me conoces bien. Dijo Arizona sonriendo, luego hizo una mueca. Ella levantó la mano para tocarse el corte en el labio inferior. -Será bueno cuando sonreír deje de doler.

-Sí, así será. Callie sonrió a pesar de la punzada en el pecho al ver el dolor de Arizona. Ella quería mantener el estado de ánimo mientras fuera posible. -Tú tienes una hermosa sonrisa.

Inclinando la cabeza, Arizona, se sonrojó y tímidamente le tocó su cara. -No por el momento.

-Tú no podrías ser más impresionante, Arizona. Callie arrancó un pedazo de pan de pita y le dio un mordisco saludable al hummus, con la esperanza de animar a Arizona para seguir comiendo. -Incluso cubierta de hematomas, eres la cosa más hermosa que he visto nunca.

-Estás tratando de hacerme feliz otra vez.

-¿Está funcionando?  Callie rozó a Arizona con su dedo del pie. -Un poco?

-Sí.  Arizona, miró  el pan en la mano, luego, lentamente, le dio otro mordisco. -No me di cuenta del hambre que tenía hasta que empecé a comer esto.

Aliviada, Callie se permitió caer en un cómodo silencio mientras comían. Esperó a que Arizona hubiera comido lo suficiente para llenarse  antes de volver a hablar. –Algo más que te levanta además de las chicas de oro? Callie miró a la televisión, asombrada de cómo el espectáculo siempre parecía estar en el. -Porque yo sé que sí

-Derek Shepherd llamó mientras estabas fuera, dijo en voz baja  Arizona. Se secó las manos y luego se sentó contra los cojines del sofá, buscando la mirada de Callie. -Me animó a tomar un tiempo libre, si lo necesito.

-¿Qué le dijiste?.  Callie sabía que Arizona quería volver a trabajar, pero personalmente pensaba que era demasiado pronto. Más aún porque Arizona quería mantener su vida privada, y en este momento su aparición lo que lograría sería alimentar los rumores. No había suficiente maquillaje en el mundo para cubrir los cortes y las contusiones en su rostro. Y el dolor era aún evidente en cada paso que daba.Sin saber exactamente cómo, todo el mundo vería que estaba herida. -Tal vez tomar una o dos semanas no sería una mala idea.

Arizona le dio una mirada que no dejó ninguna duda acerca de su deseo de regresarse a sí misma a una rutina normal. -Le dije que estaría en la mañana del miércoles.

Esos eran dos días menos de lo que Callie había pensado que Arizona debería manterse alejada. Todavía no era tiempo suficiente, en opinión de Callie, pero estaba contenta de saber que Arizona no tenía intención de volver al día siguiente. -Oh. Bueno! Voy a dar una llamada a Derek y decirle que voy a estar fuera hasta el miércoles, también.

 Arizona, negó con la cabeza. -Tú no tienes que hacer eso. En serio.

La reacción inicial de Callie fue sentirse herida. ¿Acaso Arizona no la quería cerca? -¿Qué?

-Yo puedo ser yo misma. No hay necesidad que tú permanezcas conmigo.

-¿No me quieres aquí?.  Callie se preparó para la respuesta de Arizona. Desde ese momento en la sala de examen, cuando Arizona no estaba segura de que quería a Callie para pasar la entrevista de la policía, Callie casi había estado esperando que Arizona la rechazara. Hasta el momento, Arizona se había inclinado sobre ella sin falta. Pero eso no significaba que podía suceder. "Si no quieres, esta bien. Puedo ir a trabajar. Pero pensé...

Los ojos azules de Arizona se habían ampliado, y Callie supo que Arizona había visto más en sus palabras de lo que Callie tenía la intención de revelar. -Te quiero conmigo, Calliope. Es que odio que tomes tiempo libre en mi cuenta.

Frunciendo el ceño, Callie intentó dar sentido a eso. -¿Por qué? Tú eres la mejor razón para tomar tiempo libre, en cualquier circunstancia.

-Bueno, esto no es exactamente un viaje de fin de semana a Napa, por lo que…

-Hola. Callie interrumpió a Arizona, levantando sus manos y  llevándolas  a los labios para colocar un suave beso en los nudillos. -Esto es realmente una de las situaciones de “en las buenas y en las malas” para mi. Nosotras, quiero decir. No estoy aquí sólo para fines de semana en Napa. Quiero estar todos los días contigo. No importa lo que traigan esos días.

Arizona, parpadeó, mientras una lágrima se asomaba cayendo de cada ojo. -Maldita sea, susurró mientras se secaba la cara con el dorso de su brazo. -Lo siento.

Callie sacudió la cabeza. Estas eran lágrimas de felicidad, definitivamente. Era evidente por la luz que se vislumbraba en la mirada de Arizona. –Si tú todavía no lo sabes, lo estoy diciendo ahora. Estoy aquí. Yo no me voy a ir a ninguna parte. Y yo haría cualquier cosa por ti.

-Yo lo sé. Yo sólo estoy... aún acostumbrándome a eso, murmuró Arizona. -Estoy bastante segura de que nunca he estado con una mujer que se habría quedado conmigo a través de algo como esto antes.

 -Tus ex novias eran estúpidas. Yo se conservar algo que vale la pena cuando lo veo.

Arizona,  se echó a reír. Inclinándose, ella le dio un pequeño beso en la mejilla a Callie. -Yo también

Callie inspiró, rodeada por el olor de Arizona y le encantó. Quemaba en deseos para envolver sus brazos alrededor de Arizona, pero vaciló, no quería asustarla. -¿Puedo abrazarte?

-Más te vale.

Callie serpenteó sus brazos alrededor de la cintura de Arizona, sosteniéndola con ternura. Ella apretó los labios en el cabello de Arizona y cerró los ojos. -Esto es bueno.

Arizona, entregada en el abrazo de Callie. -Sí, lo es. Su dedo trazó las letras en el frente de la camiseta de Callie.  -Eres tan cuidadosa conmigo.

Era difícil de leer el tono de Arizona. Callie pensó por un momento y luego preguntó: -¿Es eso algo malo?

-No, es dulce. Agradable. Arizona, acarició con su mano un lado del pecho de Callie, y Callie inhaló en silencio, esperando que Arizona no se diera cuenta como esa pequeña caricia la afectó. -Espero que no dure mucho tiempo, sin embargo.

Callie se apoyó en los cojines, tirando a Arizona con ella. -Esto dura mientras dura. Vamos a tu ritmo.

Descansando la palma de su mano plana sobre el pecho de Callie, Arizona, dijo: -Yo no quiero ser frágil.

-Lo sé.

-Yo no soy frágil.

-Lo sé.  Callie besó la parte superior de la cabeza de Arizona. –Tú no debes preocuparse por eso ahora mismo. Sólo han pasado dos días. Ni siquiera has sanado todavía.

-Sólo quiero volver a la normalidad, murmuró Arizona, recogiendo sus rodillas hacia arriba. -Estoy cansada de sentirme así.

-Entiendo. Pero sé paciente contigo misma, ¿de acuerdo?.  Callie enlazó sus dedos con los de Arizona, manteniendo sus manos sobre el corazón de Callie. -Algo te sucedió a ti. Algo aterrador y doloroso y traumático. Está bien que necesites tiempo para recuperarte. Está bien ser frágil por un tiempo.

Arizona no dijo nada, se limitó a mirar sus manos juntas y mantuvo la respiración. Callie podía sentir su mente trabajando. Deseó poder apagarlo por sólo una noche, para dar a Arizona, un descanso de sus pensamientos.

En todo el tiempo que habían estado juntas, Callie nunca había visto a Arizona volverse para adentro. Ella sabía que ahora había cosas que Arizona guardaba para si misma, recuerdos o preocupaciones que Arizona consideraba demasiado privadas para compartir. Callie también sabía que era un privilegio que ella la dejara entrar. Así que ella no quería empujar.

Más que nada, Callie quería que Arizona pudiera confiarle a ella todos sus demonios. Sea lo que fuera que no quería decir en voz alta. Peor que los golpes, incluso peor que el vacío en los ojos de Arizona, era el conocimiento de que Arizona había elegido sufrir sola. Que había partes que ella no quería compartir con Callie. Las cosas que ella pensaba que eran demasiado terribles para que Callie las conociera, así que en vez de compartirlos decidió cargar con el peso de esos secretos por su cuenta.

No queriendo arriesgarse a destruir el estado de ánimo de Arizona, Callie no dijo nada. Hacía sólo dos días, y no quería forzar a Arizona para hablar. Así no era cómo iba a ganarse la confianza de Arizona.

Callie acarició el brazo de Arizona con su mano libre, disfrutando de la cercanía de sus cuerpos. Esto era lo más íntimo que habían compartido desde el ataque. Callie casi contuvo el aliento en un esfuerzo por permanecer inmóvil, temerosa de moverse para que no provocar el pánico o el malestar. Ella no quería que el momento llegara a su final.

Después de un par de minutos, la respiración de Arizona se hizo más lenta y más profunda, evidenciando que se había quedado dormida. Callie no se sorprendió. El sueño de Arizona en las últimas dos noches había sido irregular a lo sumo, así que ahora que su estómago estaba lleno era lógico que finalmente sucumbiera  a su agotamiento. Otro de los éxitos. La cena y el sueño. Callie no podía haber pedido un mejor final para el día de Arizona.

Los ojos de Callie veian que ahora ella era capaz de relajarse por primera vez ese día. Moviéndose lentamente para no despertar a Arizona, tomó el control de la televisión que estaba muda y pusó el volumen muy bajo, lista para su propia dosis de sopa de pollo.


Esta historia continuará…


Capítulo en inglés publicado originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/1169.html