Tema musical de esta historia

martes, 19 de junio de 2012

"Little Earthquakes" - Capítulo VIII


CAPITULO VIII

Arizona, entró en su apartamento con las piernas de goma, pasándose una mano por su cabello humedecido de sudor con una media sonrisa en su rostro. ¿Quién hubiera pensado alguna vez que iba a salir a correr? Y sobrevivir? Mientras que Teddy había sido lo suficientemente amable para intercalar su trote de una hora de duración, con algunas interrupciones para caminar, Arizona, quedó aún más impresionada con ella misma. Había superado sus propias expectativas.

 Adolorida, Arizona, con la sensación de que ella podía haber saltado unos cuantos pasos por extralimitar sus carreras tan pronto después del ataque, pero este era un dolor bueno, un dolor sano. Así que dio la bienvenida a ellos, sobre todo porque parecía anular gran parte de la ansiedad que había sentido durante las últimas dos semanas. Teddy tenía razón acerca de las endorfinas. Se sentía tan suave como no se había sentido en mucho tiempo.

-Estoy de vuelta, gritó Arizona desde el vestíbulo, lanzando sus zapatos a continuación, peleando con  los calcetines de los pies. -Y estoy sudando.

-Me encanta Arizona sudorosa, fue la respuesta más profunda de Callie en el interior del apartamento.

Sonriendo, Arizona entró en la sala para encontrar a Callie reclinada en el sofá con un libro grueso. Este había sido uno de los secretos mejor guardados de Callie: la mujer era un lector. No de revistas médicas ni de revistas tampoco, sino de novelas de misterio, policiales, incluso algunas de romance, ocasionalmente. A pesar de que rara vez tenía tiempo para dedicarse a lo que Arizona sabía que Callie había considerado como un placer culpable, cuando surgió la oportunidad Callie la agarró con ambas manos. En cuanto a Arizona, estaba preocupada, había algo muy sexy en su ratón de biblioteca.

Arizona se dobló hacia abajo, jadeando en busca de aire, poniendo sus manos sobre las caderas, ella se detuvo y fingió no darse cuenta de la forma en que Callie se quedó mirando su pecho.

-¿Teddy se dio un plazo para su dinero? Callie esbozó una sonrisa tonta con su propia broma. -Por así decirlo.

Arizona, puso los ojos, inclinándose para besar la frente de Callie. -Ella trató de tomarlo con calma para mí, aunque tú no lo creas.

-¿Te sientes bien?

-En realidad, sí. Muy bien

Callie sonrió. -Eso es super

Arizona le dio a Callie un leve toque en las costillas. “Súper” era una palabra que Callie no utilizaba a menos que quisiera burlarse de Arizona. Emocionada de que finalmente estaban llegando a un punto donde las bromas se sentían naturales,  Arizona no pudo evitar besar a Callie de nuevo. En la mejilla, esta vez. -Sí, lo fue, “super”.

Callie arrugó la nariz, -Sí, definitivamente estar sudorosa

Riendo, Arizona, se apartó. -Sugerencia tomada. Voy a la ducha.

-Probablemente será mejor.

Arizona, le sacó la lengua, después vio su teléfono celular en la mesa de café. Lo había dejado en casa durante su carrera, apagado para que no molestara a Callie. Normalmente, ella estaba accesible en todo momento del día, pero por una vez había querido una hora sin interrupciones externas, sin recordatorios de la vida real.

Y sabía que si alguien realmente la necesitaba, podía llamar  a Callie, quién a su vez llamaría a Teddy. Aún así, la ilusión de una ruptura había sido agradable.

Una vez encendido el teléfono, Arizona, vio que tenía un nuevo mensaje de voz. Esperaba que la llamada no hubiera sido del hospital, porque quería desesperadamente terminar su sábado de relax en el sofá con Callie. Tal vez incluso con un poco de mimos.

El corazón de Arizona saltó a la garganta cuando empezó a escuchar y escuchó la voz de la detective Mendoza. “Este mensaje es para Arizona Robbins. Es la detective Janis Mendoza del Departamento de Policía de Seattle llamando para informarle que no hubo coincidencias con los resultados de la prueba de ADN en la muestra de semen que nos proporcionó en el hospital. Por desgracia, no hemos podido encontrar un mach contra la base de datos estatal o nacional. Eso significa que estamos en esencia en el mismo punto con nuestra investigación. Sé que puede no ser la noticia que quería escuchar y lo siento por eso. Por favor, sepa que su caso sigue siendo una prioridad y si algo más surge, yo se lo haré saber inmediatamente. Mientras tanto, no dude en llamarme si tiene alguna pregunta. O si recuerda algo más que pudiera ayudar. Le deseo un buen fin de semana. Hasta luego".

Arizona, colgó el teléfono. En el espacio de un minuto, su estado de ánimo se había ido, pasando de la alegría al vacío frío. No estaba segura de cómo se sentía acerca de la noticia, todo lo que sabía con certeza es que no era bueno. Arizona se sorprendió cuando Callie se acercó para pararse frente a ella, luego se apartó cuando vio que con su mano le iba a tocar el brazo.

Callie se apartó rápidamente. -¿Qué pasa?

Haciendo un esfuerzo para hablar, dijo, -Era un mensaje de la detective Mendoza. Los resultados de ADN llegaron, pero no fueron capaces de encontrar una coincidencia con la base de datos de la policía. Arizona, se encogió de hombros. -Así que supongo que sólo tienen que esperar que él viole a otra mujer. Tal vez ella pueda ser capaz de dar una mejor descripción.

La mandíbula de Callie se tensó. -No es tu culpa, Arizona. Él le atacó por detrás.

No había nada que Callie pudiera decirle para hacerla sentir mejor. En este momento ella sólo quería estar sola, para decidir lo que estaba sintiendo. Sacudiendo la cabeza, Arizona, dijo: -Voy a tomar esa ducha ahora.

-Oye, murmuró Callie, -¿Estás bien?

La semana pasada se había demostrado que hablar con Callie la ayudaba, pero en estos momentos Arizona no tenía nada que decir. -No sé cómo me siento todavía, sólo quiero ir a bañarme y estar a solas durante unos minutos.

-Está bien. Callie dio un paso atrás, pero sin romper el contacto visual. -Voy a estar aquí si quieres hablar.

-Tal vez podamos ver una película o algo así después que yo me bañe

Callie le dirigió una sonrisa con cuidado. -Eso estaría bien.

La vieja Arizona, probablemente habría invitado a Callie a unirse a ella en la ducha. La nueva Arizona se sentía demasiado vulnerable estar desnuda frente a  Callie en estos momentos. Todo lo que quería hacer era retirarse a la soledad y lamerse las heridas. -Estaré de vuelta en pocos minutos.

-Tómate tu tiempo.

Arizona, entró en el cuarto de baño con la cara de piedra. Cerró la puerta y abrió la ducha, con la mente casi en blanco, mientras trataba de asimilar la noticia. No había cambiado nada, en realidad. Cinco minutos antes, no se sabía nada del hombre que le había cambiado para siempre. Ella todavía no lo sabía. ¿Entonces por qué se sentía como si el mundo se estuviera desmoronando a su alrededor?

Despojándose de sus ropas, Arizona se metió en la ducha, exhalando cuando el agua caliente golpeó contra sus músculos flojos. Deseó poder recuperar el equilibrio y la satisfacción que  había sentido tan sólo unos minutos antes, pero se había ido. A medida que el adormecimiento en su mente se desvaneció, un derroche de emociones en conflicto comenzaron a luchar por el dominio.

Por un lado, estaba asustada. Su violador estaba todavía ahí, tal vez incluso en busca de su próxima víctima. Las posibilidades de que la atacara de nuevo eran escasas, pero el saber que él estaba en las calles la hacia sentir insegura. Ansiosa, se dio cuenta de que había una parte de ella que había contado realmente con la idea de que la prueba de ADN podría conducir a su captura.

Luego hubo frustración. Debido a que no había sido capaz de proporcionar una descripción detallada a los policías, el ADN había sido su única esperanza real de que pudieran hacer un arresto. Ninguna coincidencia significaba que no estaba en el sistema, pero ciertamente no quería decir que no violaría de nuevo. Arizona, se acordó de su ira, el placer enfermizo en su voz cuando él la tocó, y no tenía ninguna duda de eso no había cambiado. Un hombre así no cambia. Especialmente si piensa que ha salido impune con su crimen.

Otra mujer podría ser lastimada, así como ella. Si Arizona hubiera podido conseguir una mejor visión de él, si ella sólo se había centrado en sus rasgos de esos breves momentos que él la tenía en la espalda, tal vez ella podría haber dado algo a la policía para seguir adelante. Ahora era casi seguro que necesitaban que él atacara a otra mujer para poder tener alguna posibilidad de atraparlo. La sola idea le dio ganas de vomitar, provocado por un sentimiento de culpa intenso e incapacitante.

Debajo de todo eso, Arizona, sentía algo más, un insignificante alivio. Tal vez esto significaba que no tendría que soportar un juicio. Un arresto significaría declarar, volver a contar su historia a una sala llena de extraños.  Si la policía atrapaba al hombre ella que sabía que tendría que hacerlo. No sólo para sí misma, sino para todas las mujeres que podría perjudicar si no estaba encerrado. Pero si la policía no lo capturaba, era sólo una violación más que ella no tendría que sufrir. Uno de los retos que ella no tendría que enfrentar.

Arizona, alzó una mano temblorosa y limpió su rostro, las lágrimas calientes se mezclaban con agua aún más caliente. Se concentró, tratando de llorar en silencio, no quería que  Callie la escuchara. Sabía que su cuerpo simplemente necesitaba una manera de liberar todos los sentimientos que se agitaban en su interior, y por una vez ella no quiso detener el llanto. La decisión de que iba a darse un minuto para llorar, era buena. Arizona, presionó las palmas de sus manos contra la pared de la ducha, bajó la cabeza y se disolvió en silenciosos sollozos.

Era muy posible que su violador se fuera de esta experiencia ileso, él sólo seguiría adelante con su vida. Mientras tanto, Arizona, había sido destrozada, y cada día era una lucha para seguir adelante, para recuperar lo que había perdido, para encontrarse a sí misma de nuevo.

“¡Ese hijo de puta de mierda!”.

No había nada de justo en esto. Él era el que había cometido un delito, y Arizona estaba pagando el precio. Físicamente, mentalmente, emocionalmente. ¡Sexualmente!. Arizona no podía escapar de las repercusiones de las acciones de ese hombre, mientras que al mismo tiempo, él no sufriría las consecuencias en absoluto.

Arizona, se enderezó, obligándose  a detener sus lágrimas. Frotándose la cara con fuerza con ambas manos, agarró una botella de gel de baño y roció una porción generosa en sus manos. Ella se pasó una esponja con espuma por su cuerpo:  brazos, pecho, estómago. Arizona, dudó un momento, luchando con la simple tarea de limpiar entre sus piernas. Desde la violación, realmente no se había tocado allí, por miedo al dolor que pudiera sentir si lo hacía. No era miedo a la incomodidad física sino al malestar psicológico de explorar el lugar donde habían ocurrido las más violentas lesiones invasivas y eso era demasiado difícil de manejar para ella.

Era como sí su vagina ya no le perteneciera. Algo que le había traído tanto placer en el pasado ahora parecía intrínsecamente ligado a lo peor, al momento más humillante de su vida. Había dejado su huella en ella, incluso después de que los moretones se desvanecieron y sanaron los cortes. Nadie podía verlo, pero eso no quería decir que no estaba allí. Y cerró su cuerpo a todo, incluso a ella misma.

Una sacudida inesperada de ira se apoderó de Arizona. No era justo. Más que eso, que no era correcto. ¿Si ese hombre podría salir de esta ileso, por qué no iba a hacerlo ella?

Arizona tomó una respiración profunda y deslizó su mano por su abdomen, llegando a su tope cuando las puntas de sus dedos rozaron la parte superior de sus rizos adornados. Ella tenía una opción aquí: recuperar su cuerpo o dejárselo a él. Para el miedo y la vergüenza.

La vieja  Arizona había amado su vida, su carrera, a Callie, su perspectiva de un día soleado y la pasión por nuevas experiencias. Ella había soñado con viajar. Cosas tontas como gatitos podían alegrar su día. Ella iba a bailar con sus amigos. Pero lo que más amaba se estaba quedando con Callie, dejando de pasar horas disfrutando de sus cuerpos. Desde la violación, ninguna de estas cosas eran verdad hoy. Pero ella quería que fueran. Quería volver a ser la vieja Arizona.

Si ese hombre iba a salir de esta, por lo que lo haría ella. Arizona no podía cambiar lo que pasó, siempre sería una parte de ella, pero podría muy bien exigir su vida de regreso. El fuego que avivó Teddy al hablar con ella, estalló en la intensidad adecuada.

Arizona no le permitiría ganar. Ella no podía.

Deslizando su mano entre sus piernas, Arizona, se tocó con ternura. Casi sorprendida que los suaves pliegues se sintieran tan familiares, poco a poco se relajó cuando el contacto no suscitó ningún dolor. Ella apretó los pies separados en el piso de la ducha y trazó sus dedos sobre sus labios. Los puntos de sutura habían comenzado a disolverse, y ya no dolían para caminar o para orinar. Ella ciertamente no estaba preparada para cualquier tipo de penetración, pero el toque suave de sus propios dedos era totalmente tolerable.

Es curioso cómo algo tan simple se sintiera tan parecido a una victoria. Arizona, se lavó a sí misma lentamente, tomándose  el  tiempo para reconectar su mente con su cuerpo. Dado que la violación había producido una desconexión casi total. Antes, ella había amado a su cuerpo. Se había tocado a menudo por placer. Callie la había alentado a hacerlo. Ese sentimiento de ser dueña de su cuerpo y su sexualidad había hecho de Arizona un ser confiado y en control de su placer. Este era el primer paso para encontrar su camino de regreso a un lugar donde el hombre no tenía un control sobre ella.

Después de un par de minutos de explorar con calma, Arizona, agarró una botella de champú y se lavó el cabello. Estaba lista para salir y volver a Callie, extrañamente excitada por la conclusión de sus pensamientos. Ese hombre no acabaría con ella. Simplemente no lo haría.

Cuando salió de la ducha, Arizona se secaba con la toalla, resistiendo la tentación de alejarse del espejo de cuerpo entero que colgaba en la parte de atrás de la puerta del baño. Ella había evitado deliberadamente la visión de su desnudez desde la noche del ataque. Ya no. Dejando caer la toalla, Arizona tuvo a la vista su cuerpo desnudo. Decidida a mantener el control de sus reacciones, se concentró en tomar respiraciones lentas, incluso mientras miraba su reflejo.

Era difícil ver sus pechos desnudos sin recordar la aprehensión, el dolor opresivo de aquellas manos sobre ellos. O los golpes que sus dedos habían dejado, que apenas se habían desvanecido. Pero estos eran los mismos pechos que siempre había considerado sus mayores activos físicos, los pechos de Callie no había sido capaz de dejar en paz la primera vez que hicieron el amor. Se podían asociar con tanto placer, y sólo una instancia de dolor. Enderezando por la espalda, Arizona pasó la mano por la curva de uno, luego el otro. Este era su cuerpo.

Arizona, dejó caer la mirada hacia el plano liso del estómago, el parche de cabello recortado entre sus muslos. Ella iba a pelear por esto. Ella aceptó que no vendría al instante o fácilmente, pero iba a pelear por eso, definitivamente.

Cualquier otro resultado significaría dejarle ganar.

Durante su carrera, Arizona, había pensado más acerca de cómo empezar poco a poco. Ahora tenía una idea, y estaba segura de que no habría mejor momento. Agarrando un cepillo y un par de cintas para el cabello, Arizona, se envolvió en una toalla y fue en busca de algo que ponerse, nerviosa pero emocionada por la posibilidad real de comenzar a sanar.

#

Callie se sentó en el sofá mirando sin ver su libro, tratando de no hacer obvio el hecho de que su atención estaba pegada a la puerta del baño. Ella había dejado de leer veinte minutos antes, casi inmediatamente después de recoger su libro. Ella sabía que Arizona estaba molesta, probablemente  sufriendo a solas en la ducha, ya pesar de que Callie estaba decidida a darle su espacio, eso no significaba que no iba a preocuparse por su cada segundo que estaban separadas.

Cuando oyó el sonido de la apertura de la puerta del baño, Callie alzó la vista y vio a Arizona de puntillas envuelta sólo en una toalla. No queriendo ser pillada mirando, ella bajó la mirada rápidamente y no se movió otra vez hasta que vio a Arizona entrar en la habitación y cerrar la puerta detrás de ella. Callie exhaló, cambiando toda su atención a la puerta del dormitorio. Lo único que podía hacer era esperar y ver si Arizona realmente tenía la intención de incorporarse al sofá para ver una película.

A pesar de que había pasado la mayor parte de los últimos veinte minutos preocupándose por Arizona, Callie también se había tomado su tiempo para sentir la emoción propia del correo de voz la detective Mendoza. Era muy simple. Estaba enojada, cabreada, enfurecida. No sólo por que la no coincidencia de ADN significaba que violador de Arizona era libre para disfrutar de su vida y muy posiblemente para violar a otras mujeres, sino también por poner a Arizona en una posición en la que se culpaba por no ser capaz de describir mejor al hombre que la había herido.

Callie no podía imaginar lo difícil que habría sido obtener una visión clara de un hombre que repetidamente le daba puñetazos en la cabeza, en la oscuridad, antes de empujar la cara en la hierba y cometer la violación. Que Arizona se hubiera dado cuenta de detalles como su raza y el hecho de que él tenía la cabeza llena de cabello era notable. Callie no sabía lo que ella hubiera sido capaz de deducir si hubiera tenido miedo por su vida de esa manera.

Pensar en lo que Arizona había vivido sólo alimentó la ira de Callie. Ese hombre podía irse sin un rasguño después de hacer lo que había hecho, entonces la fe de Callie se estremeció-su fe en la justicia, en lo que era justo y correcto, su fe en Dios.

La puerta del dormitorio se abrió y Arizona salió al pasillo, mostrando más piel de la que Callie había visto en las últimas semanas. Callie respiró hondo, sorprendida por la elección de vestimenta de Arizona. Desde el ataque Arizona sólo había usado las camisas de manga larga y los pantalones de pijama, con el cuerpo cubierto en todo momento. Ahora llevaba una camiseta y calzoncillos de color rosa, que revelaron la longitud de sus piernas desnudas. Luchando por actuar con normalidad, Callie le dio la sonrisa más tranquila de la que fue capaz.

-Hola. La voz de Callie salió de tono alto, cualquier cosa menos tranquila.

-Hola. Sonriendo tímidamente, Arizona, se acercó al sofá y se dejó caer junto a Callie con un suspiro de tranquilidad. -No sudorosa más.

-Oh.  Callie no estaba segura de cómo responder. Todo lo que le vino a la mente parecía demasiado coqueto o simplemente tonto. -Bien.

-Estoy bien, Calliope, en serio. Arizona, sonrió, cerrando la distancia entre ellas para darle a Callie un suave beso en los labios. –El baño ayudó.

Preocupada de que ella estuviera simplemente volviendo a tocar el tema de “Estoy bien”, Callie se echó hacia atrás y buscó la cara de Arizona. -¿Estás segura?

Arizona, asintió con la cabeza. Había un fuego en sus ojos que Callie no había visto y que parecía ser para siempre. –Estoy siendo positiva. He decidida a no permitir que ese hijo de puta gane.

-Está bien que te hayas molestado por el correo de voz, dijo Callie tentativamente. A pesar de que Arizona parecía manejar las noticias de la Detective Mendoza mejor de lo que Callie había esperado, quería ser prudente con sus palabras, para dar a Arizona el permiso para desahogarse, para trabajar a través de la misma rabia y frustración que Callie sentía. -Es decepcionante.

-Así es, tienes razón. Una sombra cruzó el rostro de Arizona por un instante antes de que Callie viera como  voluntariamente se la quitaba de encima. -No me gusta la idea que pueda salirse con la suya, y me gusta menos aún que  el debe estar pensando que puede hacérselo a otra persona. Pero esas son cosas no las puedo controlar. Lo que sí puedo hacer es asegurarme de que salir de esto también: intacta.

Callie parpadeó, animada por la fuerza y la honestidad en la voz de Arizona. Levantada por su determinación obvia, a la vez su propia ira se disipó, y fue reemplazada por un sentido muy real de orgullo hacía Arizona. -Eres increíble, dijo Callie en voz baja. -¿Tú sabes que lo eres, verdad?

Arizona, sonrió, mientras sus mejillas se sonrojaron -Cállate.

-No, tú lo eres. Entre su fiera actitud nueva y la relativa falta de ropa, tomó todo de la voluntad de Callie para no darle un beso a Arizona que fuera más allá de los picotazos provisionales que habían compartido durante las últimas dos semanas. -Espero que no suene condescendiente decir que estoy orgullosa de ti.

-No, en absoluto. Arizona, sonrió. –Estoy sintiendo una especie de orgulloso por mí misma, también.

-Bien. Callie se echó hacia atrás, devolviéndole la sonrisa a Arizona. -¿Quieres elegir una película?

-En realidad, pensé que tal vez podríamos hacer algo más.

Curiosa acerca de lo que Arizona tenía en mente, Callie alzó una ceja. -Está bien. Lo que tú quieras.

Arizona, levantó un cepillo y dos cintas para el cabello. -¿Quiero trenzas?

Callie tragó saliva, sorprendida de que su garganta pudiera estar tan seca, tan rápidamente. Sus pensamientos estaban mezclados, por lo cual era difícil para ella saber cómo reaccionar. Arizona, se veía tan bonita en trenzas, y la idea de verla de nuevo hacía que el corazón de Callie se emocionara con  anticipación. Pero hacerle trenzas significaba tocar su cabello, incluso tirar de el y ese era el número uno en la lista de activación de Arizona. Durante la semana pasada Callie había tenido cuidado hasta el punto de paranoia de no tocar el cabello de Arizona y ciertamente mucho menos tirar de él.

Callie se dio cuenta de que Arizona le frotaba el brazo, con los ojos azules llenos de compasión. -No entres en pánico, Calliope. Yo sé lo que te estoy pidiendo que hagas. Teddy me dijo que debía empezar poco a poco. Con el tiempo vamos a querer hacer el amor. Trenzar mi pelo es empezar poco a poco.

Si Callie pensó que era difícil respirar antes, ahora se sentía casi imposible. No podía creer que Arizona acababa de mencionar el sexo. Era tan pronto. Demasiado pronto.

-Relájate, cariño, dijo Arizona, apretando el brazo de Callie suavemente. -Y confía en mí. No puedo prometer que no me voy a asustar, pero puedo prometerte que me voy a comunicar. Si es demasiado, te lo diré. Vamos a trabajar en esto juntas.

Asintiendo con la cabeza, Callie intentó recordar lo que Addison había dicho acerca de lo que debía hacer para ayudar a Arizona a permanecer en el momento: “Habla con ella. Comunícate”. Callie trató de disminuir su ansiedad, exhalando lentamente. Era ella la que debía ayudar a Arizona a través de esto, no al revés. No podía permitir que el miedo de asustarla, le impidiera hacer lo que Arizona le pedía que hiciera. No cuando ella estaba claramente decidida a enfrentarse a uno de sus desencadenantes.

-Yo puedo hacer eso.  Callie trató de mostrar lo que esperaba fuera una sonrisa tranquilizadora. -Me encantaría hacer eso.

-Bien. Arizona, entregó a Callie el cepillo y los lazos para el cabello, luego le dio una sonrisa de anticipación nerviosa. -Sólo tienes que hablar conmigo, ¿ok? Te quiero aquí conmigo.

-Lo haré. Callie intentó sonar más segura de lo que ella misma se sentía. -Eres adorable en trenzas. Estoy emocionada de volver a verlas.

-Yo también. Tomando una respiración profunda, Arizona se volteó y se puso de espaldas a Callie. Luego miró por encima del hombro, a los ojos de Callie, y entonces se volteó de nuevo. -Mi mamá me trenzaba el cabello todo el tiempo cuando yo era una niña. Me encantaba

Callie no pudo evitar sonreír al pensar en la pequeña Arizona con su cabello trenzado. -No estoy segura de que puedo entender ese nivel de ternura. ¿Tienes alguna foto?

-A lo mejor. La sonrisa de Arizona llegó a través de su voz. -Hazlo bien y yo la busco para enseñartela

Echando un vistazo al cepillo para el cabello por un momento, Callie levantó la mano y luego vaciló. -Yo voy a cepillar tú cabello, ¿de acuerdo?

Arizona, asintió con la cabeza. -Gracias por la advertencia.

Cuando Callie tocó con el cepillo el cabello de Arizona, las palabras comenzaron a burbujear en su garganta. Ella sabía que tenía que seguir hablando, así que le dijo: -Mi mamá me trenzaba el cabello  también, pero yo lo odiaba, no porque no me gustaba trenzas. Yo odiaba estar sentada durante tanto tiempo, solía sentir que tardaba una eternidad.

Entre risas, Arizona, dijo, -Ya me puedo imaginar a una traviesa e inquieta Calliope. Posiblemente, hiciste de la vida de tú madre un infierno con todas tus travesuras  ¿no?"

-Lo hice. Pero sin importar lo que yo hiciera, para mis padres yo siempre era su pequeña princesa. Callie pasó el cepillo por el cabello de Arizona con suavidad, haciendo una mueca cuando ella quedó atrapada en una maraña pequeña. -Lo siento.

Arizona exhaló. -Está bien. Callie la vio apretar las manos en puños y luego relajarse. -Me encantaba tener mi pelo trenzado, ese era el único tiempo madre-hija que compartía con mi mamá. No es que yo fuera una chica muy femenina, porque yo no lo era. Pasaba la mayor parte de mi tiempo corriendo afuera con Timothy, trepando a los árboles y recolectando insectos.

Callie arrugó la nariz. -¿Bichos? ¡Buahh!.

-Los bichos eran “cool". Arizona, se detuvo un momento y luego se corrigió: -Menos las arañas. Las arañas no son muy cool.

-De acuerdo. Callie sacó el cepillo del cabello y se mordió el labio mientras pensaba en su próximo paso. -Voy a empezar una trenza ahora. Suavemente, le tocó el brazo izquierdo a Arizona. -De este lado. ¿De acuerdo?

-Está bien. Arizona, se volteó a medias, casi como si ella fuera a mirar por encima del hombro de nuevo. Luego, a mirando había adelante con una exhalación temblorosa, preguntó: -¿Estoy haciendo todo bien?

-Tú estás enfrentando dos cosas a la vez aquí, dijo Callie en voz baja. -El cabello, y tener a alguien detrás de ti.

-Yo sé que tú no me harás daño.

-Tienes razón. Callie puso la mano en el hombro izquierdo de Arizona, sintiéndola un poco tensa, luego Arizona se movió para que ella pudiera reunir una sección gruesa de su cabello rubio. Entonces Callie comenzó a decir: -Cuando yo era niña, solía pensar en la persona con quien iba a casarme. Yo siempre supuse que sería un hombre, por supuesto. Pero cuando pensé en esta persona, nunca se trató de género. Se trataba de todas las cosas que quería que esta persona fuera.

-¿Cómo qué? La voz de Arizona salió un poco sin aliento, ella no quería que Callie parara de hablar, entonces Callie prosiguió:

-Algo así como fuerte, valiente… -Y divertido. Sin duda necesitaba a alguien divertido. Callie sonrió cuando notó que los hombros de Arizona se relajaron y ella se inclinó un poco hacia atrás como si quisiera estar más cerca. Torciendo el cabello de Arizona en una trenza floja, Callie se tomó un momento para recordar el marido ideal con él que había fantaseado en su niñez. -Esta persona me haría sentir hermosa con sólo mirarme. Me haría sentir cálida, segura y amada todo el tiempo, y el se sentiría feliz por el hecho de saber que yo estaba en su vida.

-Él suena bien. El humor de Arizona llegó a través de su tono ligero, facilitando los pensamientos de Callie. Lo que a Arizona le había estado preocupando momentos antes parecía haber pasado, hecho que fue notorio cuando  ella agregó: -Y si alguna vez lo encuentro, le daré una patada en el culo aún si te llega a mirar de lado.

Callie casi tiró el cabello de Arizona en respuesta lúdica, algo que solía hacer todo el tiempo. Deteniéndose  a sí misma justo antes de dar un paso en falso, Callie rió en su lugar. –Pero sí eres tú. Tú eres todo lo que siempre quise. Además de un montón de cosas que yo ni siquiera sabía que quería.

¿Cosas como alegre?

-Exactamente como alegre. Callie se rió entre dientes y se trasladó al otro lado de la cabeza de Arizona sin avisar primero. Ella se sintió complacida cuando Arizona no reaccionó en absoluto con el cambio súbito en la posición. -Yo no podría haber imaginado a alguien como tú cuando yo estaba soñando con esta alma gemela perfecta. Y sin embargo, la encontré de todos modos.

Arizona, agachó un poco la cabeza, pero Callie sintió que no era porque se sintiera incómoda, ella intuyó que su compañera estaba luchando con una sonrisa de satisfacción. -Yo sólo quería encontrar a una chica con grandes tetas.

Callie rió, sorprendida. -¿Qué? ¿En serio?

-Me gustan mucho: tetas.

-Bonito, dijo Callie, sacudiendo la cabeza, riendo ante la confesión inesperada de Arizona. -Bueno, ¿cuando apilan para arriba?

-Son increíbles. Arizona llegó a un nuevo cambio, encrespando sus dedos alrededor de los pies de Callie y dándoles un apretón. -Pero tú eres más que tetas para mí, Calliope.

Callie se disolvió en una risa impotente. Toda la emoción de las últimos dos semanas de clase se desbordó en la diversión histérica al ver el giro que la conversación había tomado. Eso era sinceramente lo último que esperaba oír de Arizona en ese momento. -Espero que sí.

-Tu culo es tan espectacular.  Arizona, vaciló un instante, como si esperara que el repique de la risa fresca de Callie fuera  a apagarse. -Así como tus grandes ojos marrones. Y tú sonrisa. Tu corazón. La forma en que me amas. La forma en que me haces sentir, sobre mí, sobre mi futuro, acerca de la vida en general.

Callie se estremeció al escuchar esas palabras. En ese momento Callie terminó la segunda trenza y la ató. Entonces puso su mano sobre el hombro de Arizona y susurró: -Todo listo.

-¿Sí? Arizona se volvió hacia Callie, dándole una sonrisa brillante que le recordó a Callie, aquella que Arizona le dedicó la primera vez que se conocieron, provocando un dolor en su pecho. -¿Cómo se ven?

-Te ves preciosa. Callie se mordió el labio y tocó la mejilla de Arizona con la palma de su mano. -Te amo tanto, Arizona. Lo hiciste muy bien.

-Tú también, lo hiciste muy bien. Arizona, parecía verdaderamente radiante en una  forma que simplemente había estado presente desde la violación. -Y te amo, también.

Con miedo a romper el hechizo, Callie  acarició el pulgar sobre el labio inferior de Arizona. -Lo digo en serio, ya sabes. Tú eres lo mejor que me ha pasado en toda mi vida, incluso mejor que la cirugía.

-Stop, susurró en voz baja Arizona y le  besó la punta del pulgar a Callie. Arizona tenía los ojos brillantes.

-No, es cierto. Si tuviera que elegir entre tú y la cirugía, te elegiría a ti, siempre.

Arizona, puso una mano sobre el corazón Callie, llamando su atención con un ligero toque entre el pliegue de sus senos. -¿Sabes qué? Yo también.

Con esfuerzo, Callie arrastró su mirada de nuevo a la cara de Arizona. Ambas coincidieron en una sonrisa de complicidad. -Supongo que esto es real, entonces. Nosotras.

-Supongo que sí. Arizona se acercó más, tomando las manos libres de Callie y entrecruzando sus dedos. -¿Sabes qué extraño?

-¿Qué? Callie se lamió los labios, casi con miedo a la respuesta. El calor en la mirada de Arizona le dio a entender a Callie lo que estaba sintiendo, sin embargo, ella no estaba segura de que  estuvieran preparadas para hacerle frente todavía.

-Besarnos.

Callie, tragó saliva y movió su mirada desde los ojos brillantes de Arizona a su boca, y después la miró de nuevo a los ojos. -Yo también. Pero…

Arizona, llevó los dedos a los labios de Callie, para detener su protesta. -¿Por favor?

¿Estás segura?.  Callie buscó en la cara de Arizona cualquier atisbo de malestar. Tenía miedo de que Arizona se estuviera presionando demasiado lejos, demasiado rápido. Trenzar el pelo había salido bien, pero no había sido, sin reductores de velocidad. Besos profundos llevarían  la intimidad a un nivel completamente nuevo. -Eso podría ser... un montón.

-¿Para que?

Callie quería decirlo con honestidad, pero no lo hizo. Lo último que quería era que Arizona pensara que no la deseaba. Debido a que ella la deseaba. Desesperadamente. Ella no quería hacer nada para asustar a Arizona o borrar cualquiera de los progresos que habían hecho hasta el momento. -Para nosotras dos.

Arizona, llevó la mano a ambos lados y acunó la cara de Callie, mirándola fijamente a los ojos. -Me comprometo a comunicarme contigo. No voy a hacer nada que yo no esté dispuesta a hacer. Pero si no empiezo a besarte ahora mismo, Calliope, creo que podría explotar.

La cuestión era que Callie sabía exactamente lo que quería decir. Después de la intensa experiencia de comenzar a recuperar la confianza de Arizona, con ese amor profundo corriendo a través de su cuerpo, le estaba tomando a Callie toda su fuerza de voluntad para no tomar a Arizona contra el sofá y besarla apasionadamente. Si Arizona no quería resistir el deseo cada vez mayor entre ellas, por qué seguir luchando en contra?

-Está bien, dijo Callie. -Pero tú me dirás si tienes que parar. Y vamos a hacerlo bien y despacio. Y…

Arizona, se inclinó hacia delante y capturó la boca de Callie en un beso ardiente. Jadeando por la sorpresa, Callie abrió los labios, luego gimió cuando Arizona introdujo su lengua adentro. El gemido fue sucedido por otro más cuando Callie sintiendo el sabor familiar de Arizona, vibró ante la presión caliente del cuerpo de Arizona contra el suyo. Callie flexionó sus manos a los costados, y rápidamente se sentó sobre ellos, no confiaba en los dedos para no ir vagando sobre las curvas de Arizona.

Rompiendo el beso brevemente, Arizona murmuró: -Esto es bueno, y luego continuó, en otra serie de besos vertiginosos.

Fue bueno. De hecho, era mejor que bueno. Fue alucinante. Consciente de que las cosas parecían ir en aumento rápidamente, pero demasiado lejos para tratar de frenar a Arizona, Callie cayó hacia atrás contra los cojines del sofá cuando Arizona empujó su pecho con ambas manos. Antes de que se diera cuenta Arizona estaba en la cima de ella, besándola sin aliento.

Entonces la mano de Arizona se coló en el borde de la camiseta de Callie, deslizándola sobre el vientre para cubrir su pecho. Callie gimió en la boca de Arizona, incapaz de creer lo bien que se sentía al ser tocada. Arizona, apenas dudó antes de dejar caer sus dedos dentro de la copa de sujetador de Callie, acariciando la piel desnuda de su pecho hasta que la punta se endureció dolorosamente. Aprovechando el pezón de Callie entre sus dedos, Arizona, se quejó en voz baja y retorció la carne de una manera que envió un rayo de placer directamente al clítoris de Callie.

Levantando las caderas en la búsqueda inconsciente de una mayor fricción, Callie  llevó las manos a la cara de Arizona y tomó el control del beso sin pensar. Luego las llevó a un lado a descansar en la parte alta del pecho de Arizona, de modo que la palma apenas tocó el suave oleaje de un seno.

Arizona inhaló  rápidamente y rompió el beso. Sintiendo el cambio en el estado de ánimo inmediatamente, Callie apartó las manos y las levantó por encima de su cabeza para que no tocar nada de Arizona. Claramente avergonzada, Arizona quitó la mano del sostén de Callie, y la sacó debajo de su camiseta con una disculpa murmurada.

-No, lo siento. Callie se maldijo por haber perdido la pista de lo que estaba haciendo. -Demasiado, demasiado pronto.

Arizona, negó con la cabeza, presionando la frente contra la de Callie. -Yo soy la que se dejó llevar. Su voz estaba llena de vergüenza. -Yo quería más de lo estaba preparada realmente. No era mi intención llevarte a eso.

-Hola. Callie inclinó la cabeza, esperando  que Arizona  se echara hacia atrás para poder mirarla a los ojos. ---No me llevaste. Y ni se te ocurra pedir disculpas por tener que detenerte. He disfrutado cada segundo de eso.

Con la cara roja, Arizona le dio una sonrisa tímida. -Yo también. Excepto tal vez el último segundo o dos.

-¿Qué pasó?. Callie se incorporó cuando Arizona se sentó aliviada hacia atrás, dando a ambas un pequeño respiro.  -¿Te asustaste?

Arizona, negó con la cabeza. -No. No se. Me di cuenta de lo rápido que se estaban moviendo las cosas y me di cuenta... Ella suspiró profundamente, claramente molesta. -Yo sabía que no estaba lista para más.

-Esta bien amor, yo no espero que tú estés lista en estos momentos. Callie le dirigió una sonrisa con cuidado. -Honestamente, me sorprendió que querías hacerme lo que hiciste.

Una esquina de la boca de Arizona se levantó en una sonrisa medio tonta. -No te sorprendas nunca de cuanto te deseo. Yo siempre te deseo.

-¿Sí? Es asombroso cómo escuchar esas palabras sencillas, dulces de Arizona, la hacían sentir tan bien.

-Oh, sí. De repente teniendo problemas para cumplir con los ojos de Callie, Arizona se pellizcó ligeramente la rodilla con su uña. -¿Tú... todavía me deseas?

Sabía la respuesta sin pensar, pero queriendo elegir sus palabras cuidadosamente, Callie titubeó y luego dijo: -Oh, Dios, nena. Sí. Siempre. Siempre.

Arizona, parpadeó rápidamente, se limpió los ojos brillantes con una mano temblorosa, y luego se encontró con la mirada de Callie, con una sonrisa acuosa. -Está bien. ¿Quieres ver esa película ahora?

-Absolutamente, respondió Callie

-¿Y puedo elegir?

Algo en el tono de Arizona hizo que Callie se preguntara si había cometido un error en la oferta. –Ummm... seguro

-Annie.

Callie puso los ojos. -¿Cuántas veces has visto esa película, cariño?

-Al menos una vez menos de lo que se necesita.  Arizona, rebotó hacia arriba y hacia abajo un poco y Callie sonrió, encantada de ver su recuperación tan rápida de un momento en el que fácilmente se podría haber descarrilado su estado de ánimo. La semana pasada, probablemente lo habría hecho. Un signo inequívoco de progreso. -Vamos...  chicos lindos, grandes canciones, Carol Burnett, y un perro de color marrón, peludo. Eso es más o menos todos los ingredientes necesarios para la mejor película musical de todos los tiempos.

Callie no podía fingir no estar encantada por el entusiasmo de Arizona. -Como he dicho, es tu elección. Eso sí, no trates de hacerme cantar durante toda la película, ¿de acuerdo?

Arizona se burló. -Lo que sea. Vamos a ver si puedes tratar de resistir.

-Game On.

-Hola. La cara de Arizona se suavizó cuando se inclinó para envolver sus brazos alrededor de Callie con fuerza. Callie llevó las manos y las colocó en la parte posterior de Arizona, cuidando de mantener un toque de luz y de no ser amenazante. -Gracias por hoy, murmuró  Arizona en su oído. -Sé que esto requiere valentía de tú parte, también.

Encogiéndose de hombros, Callie le dio un beso en la mejilla. -Cueste lo que cueste. Ella se apartó, pero no rompió el contacto visual, quería que Arizona pudiera  ver lo mucho que significaba lo que decía. –Yo haría y haré cualquier cosa por ti.

Y eso era una promesa que Callie tenía toda la intención de mantener.


Esta historia continuará…


Capítulo publicado originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/2223.html