Tema musical de esta historia

miércoles, 18 de julio de 2012

"Little Earthquakes" - Capítulo XII


Disculpen si encuentran algún errorcito en la traducción, después lo corregiré, sin embargo ya tenía un sobregiro de un día y sé que muchos esperan pacientemente cada semana la publicación de un nuevo capítulo de esta hermosa historia. ¡Enjoy!

……


CAPÍTULO DOCE

El teléfono de Arizona sonó cuando abrió la puerta de su apartamento. Buscó el teléfono en su bolso y entró, dejando a Callie  cerrar la puerta detrás de ellas. Todo el día había estado con ganas de pasar esta tarde a solas con Callie, esperando que pudieran hablar de todo lo que había ocurrido entre ellas en los últimos dos días, y lo último que quería era tratar con el mundo exterior. Comprobó la pantalla de su teléfono, Arizona, se quejó. Especialmente en lo que se refería a la parte del mundo exterior.

-¿Quién es?, Callie le tocó el brazo de Arizona, pero no hizo ningún intento para mirar por encima del hombro. -¿Todo bien?

-Es mi padre. Congelada con la indecisión, Arizona se quedó mirando la foto pequeña de su padre que brillaba en la pantalla. Ella no había hablado con sus padres desde la violación. Su único esfuerzo en la comunicación había sido un correo electrónico rápido una semana atrás para asegurarles que ella aún estaba viva después de que su padre dejó un mensaje preguntando por ella en su buzón de voz. Por lo general, hablaban por lo menos cada dos semanas, dependiendo del horario de trabajo de Arizona. Pero ella no había tenido el valor de hacer una llamada telefónica, sin saber cómo parecer normal, cuando su vida estaba en conmoción.

-¿Tú no vas a responder?, preguntó Callie  cuando el teléfono dejó de sonar.

La preocupación en la voz de Callie hizo sentir aún más culpable a Arizona por dejar la llamada en el buzón de voz, sin contestarla. Sin embargo, la idea de hablar con su padre le provocó un malestar en el estómago. -No sé qué decirle a él.

-Podrías empezar con “Hola'". Callie le dirigió una sonrisa simpática. -Él es tu padre, cariño. Estoy segura que te echa de menos.

-Pero esta noche es nuestra noche, dijo lastimeramente Arizona. -Realmente tenemos que hablar de nosotras. Puedo devolver la llamada a mi padre mañana.

-¿Puedo hacer la cena, mientras lo llamas?, No sé tú, pero yo definitivamente necesito comer antes de cualquier conversación seria.

Arizona, frunció el ceño. Odiaba admitirlo pero Callie sabía que ella quería evitar lo inevitable. En algún momento tendría que hablar con sus papás otra vez, pero ¿por qué tenía que ser esta noche? -No quiero decirles lo que pasó.

-Entonces no lo hagas. Callie acunó la cara de Arizona en sus manos y la besó tiernamente. –Es tú decisión decirles o no. Pero tus padres te aman, cariño, y si sigues evitándolos, se preocuparán por encontrarte.

Callie estaba en lo cierto, por supuesto. Y si sus padres se preocupaban lo suficiente, podrían darse cuenta de que había algo más en el aislamiento repentino de Arizona que un horario de trabajo ajustado. Suspirando, Arizona, dijo: -Está bien. Voy a devolverle la llamada

-Yo no estoy tratando de forzarte a nada. Callie se frotó los pulgares sobre las mejillas de Arizona y luego se retiró. -Creo que te sentirás mejor una vez que hayas hablado con ellos.


Arizona lo dudaba, pero no lo dijo en voz alta. -No has hablado con tu padre, últimamente, tampoco

-Eso es porque él y mi madre están de vacaciones en una isla remota con un acceso limitado al mundo exterior, dijo  Callie. -Una vez que regresen a la tierra de los teléfonos celulares, puedes estar segura que lo llamaré 

-Sólo porque él va a aparecer en el hospital si no lo haces

-Cierto. Callie sonrió. -Pero también porque él es mi padre.

Asintiendo con la cabeza, Arizona miró el teléfono en la mano con una mezcla de temor y anhelo. Echaba de menos hablar con ellos. Sin embargo, por más cerca que estuviera, Arizona nunca había sido el tipo de persona que compartiera los detalles íntimos de su vida con ellos. La conversación siempre se mantenía  en un nivel relativamente superficial.

Compartir con ellos y hablarles acerca de su violación era algo bastante personal.

-Oye, vas a estar bien.  Tu padre te ama no importa lo que pase. Callie hablaba en voz tan baja, que los ojos de Arizona de inmediato se llenaron de lágrimas.

Arizona, asintió con la cabeza porque sabía que era verdad. Pero también sabía que su padre la había criado para ser cierto tipo de persona, alguien más fuerte de cómo ella sentía en estos momentos. -¿Sí siente mí debilidad?, ¿Qué pensará cuando lo sepa?, Yo no lo quiero defraudar.

-Esto es algo que te sucedió. No fue tu culpa. Callie agachó la cabeza para capturar la mirada de Arizona. -Y tengo la sensación de que él estaría orgulloso de cómo te has manejado. En respuesta al resoplido de auto-burla de Arizona, Callie, dijo: -Sé que en los últimos días han sido desiguales, pero todavía estoy más orgullosa de ti lo que puedas imaginar.

Secándose las lágrimas que se derramaron por las palabras de Callie, Arizona hizo un gesto hacia la puerta de su dormitorio. -Necesito un poco de privacidad, si voy a hacer esto.

-Adelante. Callie le dio un beso en la frente a Arizona a su paso en su camino a la cocina. -La cena debe estar lista en aproximadamente una hora y media.

-Está bien. Arizona, esperó a que Callie llegara a la puerta de la cocina antes de llamar su atención: -Gracias, Calliope.

Callie le dedicó una sonrisa que convirtió en jalea las rodillas de Arizona. -Te amo.

-Sé que lo haces. Arizona, esperó a que Callie desapareciera en la cocina antes de marcar el número de su padre. Entró en el dormitorio y cerró la puerta, mantuvo la respiración, incluso hasta que oyó que él le respondía. En el momento antes de hablar, sintió una opresión en el pecho.

-Oye, chica. Su padre parecía encantado de que ella le estuviera devolviendo la llamada, eso alegró a Arizona. -Cuánto tiempo sin hablar.

-Hola, papá. Consciente de que su voz sonaba tan nerviosa como ella se sentía, Arizona, hizo un intento por calmarse. -Sí, lo siento. La vida, ya sabes, a veces se interpone en el camino.

-¿Has estado muy ocupada en el trabajo?"

-Siempre. Arizona, se sentó en el borde de su cama y cerró los ojos. No contarle lo que había pasado no era lo mismo que mentir. En realidad no. Sin embargo, se sentía mal en el fondo por no hacerlo. -¿Cómo están tú y mamá?

-Oh, estamos bien. Fuimos a jugar golf fin de semana pasado y tu madre me ganó otra vez. Ella se asegura de mencionarlo por lo menos una vez al día. El amor que sentía él por su madre era evidente, a pesar de su tono áspero. -Ella no está aquí ahora, fue a la tienda, pero debe estar de vuelta pronto.

-Está bien, dijo en voz baja de Arizona. Era más fácil hablar sólo con uno de ellos. Ella no estaba segura de que hubiera podido manejar el coro alegre, burlón de sus voces en el otro extremo de la línea. El sonido de la voz de su padre evocó una sensación de normalidad y seguridad que amenazaba con acabar con el autocontrol que Arizona intentaba conservar. -Me comprometo a llamar de nuevo pronto.

Su padre titubeó un instante y Arizona, cerró los ojos, sabiendo que no estaba haciendo un buen trabajo de actuar como ella. No fue una sorpresa del todo cuando lo escuchó preguntar: -¿Arizona, está todo bien?

El labio inferior de Arizona comenzó a temblar. Tratando de forzar un poco su frescura normal en su voz, dijo: -Sí. Todo está bien.

-¿En serio? Debido a que no suenas bien. Su padre suavizó sus palabras en un tono que Arizona, sabía que estaba reservado sólo para ella. -¿Cómo están las cosas con Calliope?

Incluso el sonido de su nombre en los labios de su padre, hizo sonreír a Arizona. -Las cosas están bien. Estamos bien.

-Me alegro de oír eso. Su padre hizo una pausa, entonces agregó: -Tú sabes que puede hablar conmigo sobre cualquier cosa?, ¿verdad?"

Ella realmente debía sonar terrible paraqué él hubiera preguntado eso. Pero el coronel Daniel Robbins no era un hombre que renunciara, por lo que Arizona supo que tendría que decirle algo. -Lo sé, papá. Yo sólo estoy... ha sido algo duro y bastante estresante. Pero cada vez estoy mejor.

-¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? Su voz sonaba tan amorosa, tan preocupada, que desató una ola de emoción que le quemó la garganta y le picó los ojos. ..-O tu mamá?

-Yo no lo creo. De repente, Arizona, anheló uno de sus abrazos de oso, la seguridad de ser capturada dentro de su abrazo protector, pero ella nunca lo admitiría en voz alta. Ella era una mujer adulta y eso era un deseo ridículo. -Sin embargo, gracias.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

 Arizona tragó saliva y dijo: -Claro

-¿Tú no tienes problemas de salud, ¿verdad?, Quiero decir… se lo dirías a tu madre o a mí si se tratara de algo así, ¿verdad?. Ahora su voz sonaba preocupada, que no era en absoluto lo que Arizona hubiera querido. Él la amaba y se preocupaba por ella, así que dejarlo preocupado preguntándose si ella estaba bien, no era justo. Después de la muerte de Tim, ella sabía que sus padres se aferraban a ella con más de fuerza.

-No hay problemas de salud, dijo Arizona, aunque al decirlo, su próxima prueba del VIH pasó por su mente. La mayor probabilidad es que fuera negativa, por lo que se sentía segura de decirle que ella estaba físicamente sana. No, sus problemas eran casi en su totalidad de naturaleza mental y sexual en este momento. Tomando la decisión de hacerle saber lo suficiente como para asegurarle que estaba bien, ella dijo: -Papá… fui asaltada el mes pasado. Una noche, después de salir del trabajo. Pero estoy bien. Te lo prometo.  Sólo...  que sigo lidiando con las consecuencias.

Su padre empezó a hablar, pero se le quebró la voz. Se aclaró la garganta y luego dijo, con voz temblorosa: -¿Te duele?

Arizona, se mordió el labio y trató de decidir cómo responder. Ella no creía que podía usar la palabra “No” con él. -Sí.

-¿Y atraparon al sujeto? Ahora se oía la ira por debajo de su conmoción y el dolor. -¿Él está en la cárcel?

-No, murmuró Arizona. –La policía no lo pudo encontrar. No había mucha evidencia y yo... Avergonzada, ella jugaba con su cabello y se movió incómoda. -No tuve una buena mirada en él.

-Cariño, no sé qué decir."Por primera vez desde el funeral de Tim, su padre sonaba como si fuera a llorar. -¿Cómo estás? ¿En serio?

-Mejor.

-¿Tienes pesadillas?... Algo acerca de la forma en que su padre le hizo la pregunta, como si ya supiera la respuesta, le llamó la atención. …-¿Flashbacks?, ¿Ansiedad?, ¿Cambios de humor?

-Sí, dijo en voz baja Arizona. -Todas las anteriores.

-¿Estás hablando con algún terapeuta?

Si estuviera tan mortificada por lo que tener esta conversación  con su padre, Arizona habría reído entre dientes al oír esa pregunta salir de su boca. El Coronel Daniel Robbins, dechado de fuerza y  honor, le estaba preguntando si ella estaba viendo a un psiquiatra. -No a un profesional, no. Calíope me ha estado ayudando. Ella ha sido increíble, la verdad. Y mi amiga Teddy en el trabajo, ella ha estado allí cuando he necesitado hablar.

-¿No eres demasiado orgullosa para ver a un terapeuta, ¿verdad?. El toque de rudeza había vuelto a su voz, relajando ligeramente. De alguna manera que era más fácil que escucharlo tan emocional.

-No soy demasiado orgullosa, no. Arizona no sabía cómo explicar su renuencia a buscar ayuda profesional. -Soy fuerte, papá. Puedo salir de esto sin eso.

-El TEPT es un asunto serio, señorita. Asombrado de su diagnóstico por teléfono, Arizona, se enderezó y escuchó. -Si necesitas ayuda, yo quiero que la obtengas. Sin argumentos.

-¿Quién dice que tengo trastorno de estrés post-traumático?

Cuando su padre volvió a hablar, su voz era firme. -Tal vez tú no te hayas dado cuenta. Pero a mí me parece que lo tienes. Y no hay razón para avergonzarse por eso. Es una reacción natural al haber tenido tu vida y tu seguridad amenazada. Es un trauma.

-Lo sé. Arizona, se apoderó de la colcha junto a su muslo para detener el temblor de su mano.

-Después que volví de Vietnam fui a ver a un terapeuta por un tiempo. Sonando como si pudiera sentir su sorpresa, él dijo: -Yo nunca he dicho eso antes. En ese entonces lo llamaron el síndrome post Vietnam. Ahora es el trastorno de estrés postraumático. Y le sucede hasta a los mejores. ¿De acuerdo?"

-Está bien, le susurró Arizona. El haber admitido algo así, arrojó sobre Arizona una nueva luz sobre su padre estoico, ella instintivamente supo que esta conversación no había más fácil para él de lo que fue para ella. Rara vez hablaba de ese momento en su vida, así que ella sabía lo que significaba haberlo compartido con ella ahora.

-No tienes idea de cuántos hombres y mujeres jóvenes que he visto llegar a casa de la guerra, totalmente cambiados por la experiencia: asustados, incapaces de funcionar a causa de lo que habían visto, o lo que habían hecho. Los soldados que murieron cerca de ellos, sentirse perseguidos toda la noche, cuando iban a dormir…  Hizo una pausa y luego dijo con voz tensa: …-mujeres soldados que habían sido violadas.

Arizona, se dobló por la cintura, pero no dijo nada. Él lo sabía.

El Coronel vaciló, como si estuviera esperando a ver si se confirmaban sus sospechas, cuando Arizona no dijo nada, el agregó: -Lo qué te ha pasado es tan traumático como lo que pasó con esos soldados. No hay vergüenza en la lucha para superarlo

Arizona, luchó por mantener la voz firme. -Yo sólo pensé en ser más fuerte que esto.

-Tú eres fuerte, Arizona. Tú eres la persona que yo crié para serlo. El orgullo en su voz permitió a Arizona relajarse lentamente. Él ahora lo sabía y aún la amaba. Más que eso, él creía en ella. -Nunca confundas la fuerza con la terquedad. Si necesitas ayuda, busque ayuda. Por favor.

-Lo haré, papá. Arizona, resopló y se secó los ojos. -Te lo prometo.

-Esa es mi chica.

Arizona se quedó mirando la puerta de la habitación, el anhelo por la calidez de los brazos de Callie, era la única cosa que sabía que iba a hacerla sentir mejor. -Te amo, papá.

-Te quiero, también, pequeña. Siento mucho lo que te ha pasado.

-Yo también

-No fue tu culpa. Lo sabes, ¿verdad?

Arizona finalmente perdió su batalla contra las lágrimas. -Lo sé. Calliope me dice lo mismo.

-Yo sabía que me gustaba Calliope por alguna razón.

Riendo, Arizona cogió un pañuelo de papel fuera de su mesa de noche y se secó los ojos. -Me gusta por muchas razones. Ella es muy especial.

-Bueno, no puedo esperar para reunirme con ella, finalmente.

Más temprano que tarde, Arizona pensó. "Yo también".

-Ella es “la elegida”, “la única”?

Emocionada una vez más por la aceptación firme de su padre, acerca de su sexualidad, Arizona, dijo, -Definitivamente.

-Bueno. Eso hace a tu viejo sentirse mucho mejor por no estar allí para abrazarte en estos momentos. Dile a Calliope que yo quiero que te de un abrazo de mi parte después de colgar el teléfono. ¿De acuerdo?

-Lo haré. Eso era casi tan bueno como uno de esos abrazos de oso. -Gracias, papá.

-Por supuesto. Hizo una pausa y luego dijo: -Voy a decirle a tu madre acerca de esto cuando llegue a casa. ¿Está bien?

-Eso está bien. Honestamente, Arizona, estaba muy agradecida por la idea de no tener que repetir esta conversación, una vez más. -Sin embargo, asegúrate que ella sepa que estoy mejor. No quiero que ella se preocupe.

-Ella es tu madre. Por supuesto, que va a preocuparse. Pero yo le recordaré lo fuerte que eres.

Arizona, podía oír la sonrisa en su voz:  -¿Podrías hacer eso por mi?

-Por supuesto

Arizona volvió a mirar a la puerta del dormitorio. -Papá, no me gusta haber volcado todo esto sobre ti y colgar, pero Callie estaba preparando la cena y sospecho que estará lista en cualquier momento.

-No es un problema. Gracias por llamarme, pequeña. La próxima vez no dejes pasar tanto tiempo entre las llamadas, ¿de acuerdo?

-Está bien. Arizona, se dejó caer de nuevo sobre el colchón, de repente con alivio. Se sentía como si un peso aplastante se hubiera levantado de sus hombros. -Me alegro que hayamos hablado

-Yo también.

Arizona aprisionó sus fosas nasales ante una oleada de emoción. –Dale un beso a mamá de mi parte. Y felicítala también por su victoria en el golf.

Él soltó un bufido. –Buenas noches, cariño. Voy a hablar contigo pronto.

-Adiós. Arizona, apagó su teléfono y lo tiró a un lado. Luego apretó los talones de las manos en sus ojos, absorbiendo todo lo que había sucedido. Durante semanas había estado temiendo tener que hablar con cualquiera de sus padres, y ahora que todo había terminado, ella realmente se sentía mejor.

Un punto para Callie.

Se oyó un golpe suave en la puerta. Arizona, se sentó y dijo: -Adelante

Callie se asomó con cautela en el interior. -¿Aún estas al teléfono?

-Lo acabo de colgar

Callie entró en la habitación con una botella de agua y un plato de sus tomates rellenos de México, un plato que había consolidado el amor de Arizona hacia todas las cosas, y las mujeres latinas. Arizona, sonrió a la vista, deseando tener más hambre. Aunque la conversación con su padre la había hecho sentirse mejor, su estómago aún estaba revuelto por la ansiedad residual.

Tal vez sabía que había llegado el momento para otra conversación seria.

-¿Cómo te fue? Callie se sentó en la cama a su derecha, poniendo el plato y el agua en su mesita de noche antes de volver su atención a Arizona. -¿Mejor de lo que pensabas?

Asintiendo con la cabeza, Arizona, dijo: -Papá me dijo que te pidiera que me abraces

-Yo puedo hacer eso. Callie abrió los brazos y Arizona cayó en ellos, aferrándose con fuerza. -¿Significa eso que le dijiste lo que pasó?

-Sólo dije que me habían asaltado. Arizona, hundió la cara en el cuello de Callie e inhaló. -Pero creo que se imaginó el resto.

-¿Estás bien?

-Sí. Me alegro de haberlo hecho, la verdad. Al presionar los labios en la garganta de Callie, Arizona, le dio un suave beso. -Él quiere asegurarse de que estoy recibiendo ayuda. En realidad me sugirió ver a un terapeuta. Dice que el trastorno de estrés postraumático es algo “serio”.

Callie calmó la mano que había estado usando para acariciar el cabello de Arizona. -De hecho, lo es. Se echó hacia atrás, mirando a los ojos de Arizona. -No creo que ver a un terapeuta sea una mala idea. Para las dos.

-¿Quieres ir a la terapia?

-He estado pensando en ello. Tratando de no causarle algún disgusto, Callie buscó la cara de Arizona antes de elegir sus palabras. -En lugar de improvisar en esta cosa de la recuperación en conjunto, tal vez sería bueno tener una guía profesional.

Arizona lo pensó por un momento. Un par de semanas atrás, ella había confiado en que podría abordar el proceso de recuperación por su cuenta, pero mucho había ocurrido desde entonces. Y el consejo de su padre significaba mucho para ella, sobre todo si él había sufrido síntomas similares después de sobrevivir al combate. En cierto modo se sentía ridículo comparar sus cinco minutos de ataque al mes de duración de su período de servicio, pero se supone que temer por la vida y sufrir una lesión violenta era suficiente para traumatizar a alguien, aunque eso hubiera durado cinco minutos o cinco años. Al menos, su cerebro y su cuerpo parecían pensar que sí.

Sin embargo, la idea de contar su historia a otra persona, aun desconocido, era singularmente inquietante. Lanzando la mirada hacia abajo en la alfombra, Arizona, dijo, -No me gusta mostrar mis grietas. Especialmente para alguien que no conozco

-Yo sé que no te gusta. Callie levantó la cara de Arizona por la barbilla, obligándola a hacer contacto visual. -Pero tal vez te ayudará.

Si su padre podía hacerlo, Arizona sabía que ella también podía, sin sentirse menos para él. Y si eso es lo que se necesitaba para salir de esta cosa con su relación intacta, ella estaba feliz de ir a terapia. -Está bien. Voy a hacer una cita.

-Y yo estoy dispuesta a acompañarte. Callie sonrió con alivio. -Va a ser bueno. Ella cogió el plato de tomates rellenos, y un tenedor, para ofrecerlo a Arizona. -Ahora a comer algo.

Arizona, puso una mano sobre su estómago. -Yo no tengo…

…-mucha hambre. Poniendo los ojos, Callie pinchó un bocado saludable y la llevó a la boca de Arizona, tan cerca que el aroma fresco le inundó los sentidos. -Come.

Arizona abrió la boca y permitió a Callie darle de comer. Callie sonrió a su pequeño ruido de satisfacción. --¿Bueno?

Bueno era un eufemismo. Arizona tragó. -Delicioso. Ella tomó el tenedor de Callie y se llevó otro bocado a la boca. –Tú cuidas bien de mí.

-Lo intento. La sonrisa de Calliese desvaneció. -Ojalá hubiera cuidado mejor de ti ayer por la noche.

-Tú no eres la único que se arrepiente de anoche, dijo en voz baja Arizona. Ella siguió comiendo sobre todo para aplacar a Callie, pero el recuerdo de su encuentro loco de celos minó el poco apetito que tenía. -Yo fui una perra total.

-Stop, murmuró Callie. "Las dos cometimos errores, ambas dijimos o hicimos cosas que lamentamos. Arizona tomó otro bocado, pero para masticar realmente necesitaba hacer un verdadero esfuerzo. -Entiendo porque lo que sucedió la otra noche te hace sentir insegura. Fue insensible de mi parte salir y dejarte sola después de eso. Sobre todo para estar con Mark.

-Te lo agradezco. Arizona, dejó el tenedor, con la esperanza de que Callie se conformara con lo que había conseguido que comiera. -Pero no importa si estás con Mark. Yo confió en tí, y por eso no tengo excusas por haber hecho ese tipo de acusaciones.

-Gracias. La expresión de Callie se volvió culpable. -Pero el punto es que yo nunca debería haber salido en absoluto. No anoche.

-Disculpa aceptada, dijo Arizona. -Lo siento por sacar mis inseguridades en ti. A través de todo este asunto tú has sido increíble. Honestamente: Te has puesto al día con tanto y estás tan comprometida para  ayudarme a superar todo esto, para estar conmigo. Yo no podría pedir nada más.

-Estoy comprometida contigo… Callie parpadeó y miró hacia abajo en el plato, que puso a un lado. Su respiración se enganchó como si estuviera luchando por no romper a llorar. …-Incluso si me da miedo a veces.

La respiración de Arizona quedó atrapada en la vulnerabilidad desnuda que se reflejó en la voz de Callie. De repente se sintió como el protector y no el protegido. Quería hacer todo lo necesario para sanar el dolor y el miedo que emanaba de Callie, quien de repente se veía tan dolorosamente sin protección después de semanas de casi inquebrantable fuerza. El deseo de cuidar de Callie y la facultad de Arizona de desviar la atención de su propio dolor le dio un nuevo propósito, y la idea de que ella podría ser la más fuerte, por una vez, fue casi embriagadora.

Tomando la mano de Callie, Arizona, dijo, -Está bien tener miedo. Esto es una cosa de miedo.

-Sí, lo es. Callie se mordió el labio y se le encendió la nariz.

Arizona sabía que las lágrimas de Callie llegarían pronto y trató de no moverse, para no asustarla ni inhibirla en su deseo de llorar. A lo largo de toda esta prueba, el estoicismo de Callie sólo se había roto un puñado de veces, por lo general cuando las emociones propias de Arizona fueron muy altas. Quería profundamente que Callie se sintiera lo suficientemente segura como para permitirse aflorar todos estos sentimientos. Si Callie no los mostraba pronto, sin duda podría explotar por la tensión acumulada.

-Lo siento por lo que pasó en la cama, dijo en voz baja Arizona. El pedido de disculpas desató las lágrimas de Callie, que goteaban sobre su camiseta en un abrir y cerrar de ojos. -Sólo puedo imaginar cómo debes haberte sentido. Lo asustada que debes haber estado

-Yo no lo habría hecho por mí. Callie parecía tan perdida que a Arizona lo único que se le ocurrió fue agarrar su cara y cubrirla de besos. Cualquier cosa para quitarle el dolor que la sostenía en sus garras. -Esto no es sobre mí.

-Claro que lo es. Arizona no iba a dejar que Callie se retractara de lo que había dicho esa noche. El reconocer que Callie también tenía su propia lucha por lo que había pasado, era la lección más importante que Arizona había tomado de todo el lío. –Tú también eres parte de esto. Tenías razón cuando me dijiste que debería haber pensado en ti. A partir de ahora, lo haré.

-Yo sé que tú no pensaste que iba a suceder. Callie hizo contacto visual brevemente antes de cambiar su atención a sus manos unidas. -Y yo quería tener sexo, también. Aunque yo no estaba segura de que estábamos listas, pero no supe cómo decir que no.

-No todo fue malo, ¿verdad?" Arizona dio a Callie una sonrisa tentativa. -La parte de lamer fue bueno.

Callie sonrió con timidez, y se reunió con la mirada de Arizona. Me gustó esa parte. Y sentirme conectada contigo. Tener intimidad. Ella se puso seria. -Casi todo excepto hacer revivir lo que él te hizo.

-Me gustó esa intimidad, también. Colocándose más cerca, Arizona tomó la otra mano de Callie y la apretó. -Yo necesito eso. No quiero dejar de tratar de encontrar esa parte de lo que somos. Incluso si eso significa que no me toques por un tiempo. Todavía yo puedo tocarte. Y yo... Arizona maldijo el calor que viajó a su cara. -Yo podría tocarme…a tu lado.

-¿Crees que estarías bien con eso? La voz baja y gutural de Callie,  envió un susurro de placer a través del cuerpo de Arizona. -¿Tocarme a mí misma?

-Creo que vale la pena intentarlo. Con la esperanza de aligerar el ambiente, Arizona, sonrió y dijo: -Voy a ser honesta contigo, Calliope, creo que yo podría usarte para tener un orgasmo.

Callie se estremeció y trazó una línea en la mandíbula de Arizona. -Y a mí me encantaría verte venir. Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Callie se puso tensa. -¿Te parece bien que diga eso?

Arizona, besó  la comisura de la boca de Callie. -Sí.

Descansando un poco, Callie fue a hablar, pero se detuvo. Una lucha interna se reflejaba a lo largo de su rostro, como si quisiera decir algo, pero no estaba segura de que debería. Arizona, esperó a que lo pensara, hasta que pareció que Callie  había decidido no decir nada en absoluto.

-Dime lo que estás pensando. Arizona, ahora se sentía lista para hacer frente a cualquier tema. Todo con tal de quitar la incertidumbre de Callie. -Sea lo que sea.

Callie se lamió los labios nerviosamente. -¿Hay algo más que debería saber sobre lo que pasó? Ella apretó los dedos alrededor de la parte posterior del cuello de Arizona hasta que sus frentes quedaron juntas. -Sé que no te gusta hablar de ello, pero si hay incluso una posibilidad de que haya algo que pudiera desencadenar... algo que yo no sé ... yo quiero evitarlo.

En esa sala de guardia ayer con Teddy, Arizona había decidido no guardarse nada. Permitir que Callie se estableciera completamente en su interior. Callie ya conocía la mayor parte de lo que pasó, pero Arizona quería jugar a lo seguro, por lo que miró a la cara de Callie y obligó a su mente de nuevo a llevarla a aquella noche mientras  permanecía firmemente anclada en la seguridad de sus hermosos ojos marrones.

-Me abordó por la espalda cuando fui a abrir la puerta del coche. Callie se estremeció. Arizona, inhaló preparado para contar la historia completa de principio a fin, por primera vez. -Todo sucedió en cámara lenta. Me arrastró en la hierba y me pegó hasta que dejé de tratar de levantarme…

-Tú no tienes que hacer esto ahora, le susurró Callie. -No tenemos que hacer esto

-Lo sé. Arizona suspiró y  dijo, -Pero creo que debemos hacerlo.

-Entonces estoy escuchando"

Arizona, reunió sus fuerzas antes de continuar. -Él quería que yo supiera lo que iba a hacer. Me di cuenta que disfrutaba hacerme sentir miedo, que me iba a dañar. Cuando traté de cerrar los ojos, me dio una bofetada. Cuando le rogué que me dejara ir, me dio otra bofetada de nuevo. Me llamó puta y me dijo que me iba a follar. Y a mí me entró el pánico, me entró el pánico y traté de escapar, porque sabía... Yo sabía que... que si podía alejarme de él, si podía correr de nuevo a la playa de estacionamiento, el me dejaría ir. Pero él me golpeó y se puso encima sobre mi estómago, así que no pude defenderme. Traté de gritar y él me agarró del pelo y  empujó mi cara en la tierra...

Arizona, respiró hondo, y Callie se agarró a sus manos de nuevo, con fuerza. Ella no dijo nada, pero su apoyo silencioso permitió a Arizona seguir hablando.

…-Él me dijo que me quedara tranquila o que realmente me haría daño. Y yo le creí. Así que sólo me rendí. Me quedé allí y traté de pensar en ti. Tratado de no sentir cuando rasgó mis bragas o me abrió las piernas o cuando llegó debajo de mí para agarrar mis pechos. Por un momento pensé... tuve miedo de que me iba a penetrar analmente, y cuando me di cuenta de que no, me sentí aliviada. Y fue entonces cuando él me tocó y sintió que yo estaba mojada. Me llamó una puta asquerosa, y... me comenzó a violar

-Dios mío, susurró Callie, con las manos temblorosas. -Arizona

Ahora que había empezado a hablar, Arizona, sólo quería salir de esto. Para decirle a Callie de una vez por todas. Para no dejar nada sin palabras. Tal vez si Callie sabía, le quitaría algo del poder que estas memorias tenían sobre ella. No tenía mucho sentido, pero valía la pena intentarlo, por lo menos.

-Él me tapó la boca con la mano. Él olía a tabaco. Me hizo tanto daño, Calliope. Yo sentí que él me estaba destrozando. Y se sentía como que iba a ser para siempre. Yo estuve tan contenta cuando finalmente eyaculó. Ni siquiera pensé en la posibilidad de la transmisión de una enfermedad, lo único que podía pensar era que tal vez él se levantaría y me dejaría en paz ahora que lo había hecho. Pero no lo hizo. Él me besó en el cuello y me tocó el pecho y mantuvo su movimiento en contra de mí, y me dijo que esperaba que yo hubiera quedado embarazada, y si Meredith y Cristina no se hubieran presentado a continuación... La voz de Arizona se rompió. …-Creo que tal vez lo habría hecho de nuevo.

Fue entonces cuando Arizona se dio cuentas  que Callie estaba sollozando. Sus hombros temblaban y frotaba con sus pulgares círculos frenéticos en manos de Arizona, como si ella quisiera desesperadamente ofrecer comodidad, pero no sabía cómo hacerlo. Arizona, apartó las manos y colocó sus brazos alrededor de Callie, apretando tan fuerte como pudo.

-Y eso es todo. Extrañamente, el pecho de Arizona se sentía más ligero por haber desahogado toda la historia. De principio a fin. Ahora Callie sabía todo. Independientemente de lo que había sucedido, ya no había más secretos entre ellas. -Eso es lo que pasó. Toda la cosa.

-Yo daría cualquier cosa por tener esos recuerdos a distancia. Las manos de Callie se detuvieron en la parte posterior de Arizona, apretándola. -Voy a hacer todo lo que pueda para no traerlos de nuevo.

-Si sucede, sucede. Una sensación de paz envolvió a Arizona y besó la mejilla de Callie, con la esperanza de calmar su emoción persistente. -Todo irá bien. Te lo prometo.

Callie sollozó. -Ojalá pudiera ser tan fría al respecto.

-Yo sé que significa algo diferente para ti que a mí. Y lo agradezco. Arizona, se echó hacia atrás con una sonrisa tentativa. -Todo lo que puedo decirte es gracias por ser lo suficientemente valiente para quedarte conmigo a pesar de esto.

Acompañando una sonrisa con su respuesta, Callie dijo: -No hay opción. Yo nunca voy a dejarte ir.

-Eso es un alivio... Arizona  sonrió ampliamente…-Sobre todo porque yo le dije a mi padre que eres la única.

Callie sonrió con timidez, secándose los ojos con una esquina de la colcha. -Lo siento por haberme roto en este momento.

-No. Arizona, capturó la cubierta del calcetín de Callie con los dedos en su mano y la apretó suavemente. –Tú tenías todo el derecho a llorar, tenías que hacerlo, de lo contrario ibas a reventar.

Callie sacudió la cabeza y resopló risa. -Dios, estoy cansada de todo el llanto.

-Yo también Arizona, se arrastró hasta el otro lado de la cama y se acostó, abriendo los brazos en una invitación silenciosa. Callie se encontró inmediatamente en su regazo y apoyó la mejilla en el pecho de Arizona. Sonriendo satisfecha, Arizona besó la coronilla de su cabeza. -No más llanto por el resto de la noche, ¿ok? O discutir. O cualquier otra cosa estúpida como esa.

-¿Sólo amarnos unos a otros?

La cadencia de la voz de Callie tiró de la panza de Arizona. Ella puso los dedos en la barbilla de Callie y levantó su cara, inclinándose para lavar sus labios sobre los de ella. Después de un momento se apartó.

-Sólo amarnos unos a otros.

Callie dudó brevemente antes de acercar la boca de nuevo. Ese beso fue más profundo, aunque no había nada exigente al respecto. Arizona, se rodó un poco para que ella pudiera moverse al lado de Callie, dejando que sus pechos se rozaran al igual que el resto de su cuerpo, generando entre ambas una sensación de seguridad. Callie acunó la cara de Arizona, y alternó picotazos rápidos y  ligeros con exploraciones largas y persistentes, que rápidamente terminaron en mutuos gemidos que salían de sus bocas que se rozaban.

Sabiendo que sería un error dejar que las cosas fueran mucho más lejos, Arizona colocó su espalda en el colchón al lado de Callie. Ella exhaló con fuerza y se llevó una mano de Arizona para hacerla descansar sobre su corazón.

-¿Estás bien?. El temblor en la voz de Callie hizo sonreír a Arizona.

Arizona, volvió la cabeza para atrapar la mirada de Callie. -Muy bien. Sorprendentemente, incluso a pesar de haber revisado la totalidad de su ataque, Arizona, se sintió segura. Y con esperanzas. Y desesperada por que la intimidad que entre ella y Callie se acababa de restablecer continuara. Después de las últimas cuarenta y ocho horas, Arizona, necesitaba esa conexión más que nunca.

Y por el deseo que se reflejaba en los ojos de Callie, Arizona, sabía que no era el única.

-Tenemos que tener cuidado, le susurró Callie.

-Lo sé. Arizona, se inclinó, para apenas hacer contacto con los labios de Callie. -Estoy cansada de estos malos recuerdos. Es por eso que me empujó con tanta fuerza. Porque quiero desesperadamente hacer nuevos recuerdos.

-Lo entiendo.

-Pero vamos a tomar pequeños pasos para llegar allí. Esta vez de verdad. Arizona capturó el labio inferior de Callie entre los dientes, tirando con suavidad.

-Besar es bueno. Callie gimió cuando Arizona continuó con su labio superior. -Muy bueno.

Era. Pero Arizona se dio cuenta de que quería más. Vacilante, ella murmuró: -¿Y si te digo que quiero tocarme?

-¿En serio?... Callie se puso tensa y su respiración se recogió. …-¿En este momento?

-Sí.

-¿Es una buena idea?-… Callie dio marcha atrás, buscando su rostro. …-Esta noche ha sido muy intensa ....

Arizona, se obligó a concentrarse en el temor evidente de Callie. –Tú no tienes que estar conmigo si no te sientes cómoda… Ella sonrió, con la esperanza de que Callie quisiera acompañarla a pesar de la agitación de la noche. …-Pero realmente quiero probar. Para mí.

-Muy bien. La expresión de Callie se suavizó. -¿Quieres que me quede?

-Sí. De repente, tímida, Arizona, pasó el dorso de la mano por la mejilla de Callie. -¿Tal vez tú podrías besarme un poco?

-Yo puedo hacer eso.

Pero cuando iban a hacerlo, Arizona, la detuvo con la mano en el pecho. –Sí esto te hace sentir incómoda me lo dices y nos detenemos ¿Ok?.

Callie se rió entre dientes. -¿Esa no debería ser mi línea?

Arizona sonrió: -Lo mismo va para mí. Si resulta ser demasiado, te lo diré. En el momento en que se convierta en demasiado. Arizona quería hacer entender a Callie que estaba tomando en serio esta situación y lo importante que era para ella, no hacerle daño de nuevo. -Esto no será como la última vez. Todo lo que tienes que hacer es mirar."

-Y besarte, dijo Callie en voz baja. -No te olvides de esa parte.

Arizona, retiró la mano del pecho de Callie. -Nunca podré olvidar esa parte.

El primer beso de Callie fue casi casto, sólo la suave presión de sus labios en una esquina de la boca de Arizona. Entonces la otra esquina. -Te quiero mucho, cariño.

-Te amo, también. Arizona, encontró el botón de sus pantalones vaqueros cuando regresaba los besos suaves de Callie. Lo abrió con su pulgar suavemente y tiró abajo su cierre, deslizando su mano entre sus bragas con cautela deliberada. Cada onza de su concentración estaba en la reacción de su cuerpo a la sensación de ser tocada, y en mantener su mente firmemente en el presente. -He echado de menos esto.

-Tanto como yo. Callie se separó de la boca de Arizona para contemplar su cuerpo. Ella se atragantó, mientras emiraba a Arizona la parte de sus piernas y el encuentro de sus labios con los dedos.

Arizona, gimió. Ella estaba mojada.

Arizona se encontró con los ojos de Callie. -¿Eso fue un ruido feliz?"

-Muy feliz. Sacudida por lo aliviada que estaba al sentir la excitación que había sido tan difícil de alcanzar ayer por la noche, Arizona, se rió en voz alta. -Esto va a funcionar

-¿Sí? Callie remontó la punta de su lengua por el labio inferior de Arizona. –Te sentirás bien bebé, quiero cuando te sientas bien.

Arizona, se acarició suavemente a lo largo de sus labios, luego rodeó su clítoris hinchado con las yemas de los dedos. Era más fácil tocarse de lo que había sido dejar a Callie hacerlo. No había incertidumbre sobre lo que podría suceder a continuación. Ella podía moverse a su propio ritmo. Completamente en control.

Ella se centró en el olor de Callie, en sus labios, y en el calor de su cuerpo descansando a su lado. Ella estaba a salvo con Callie. Ellos estaban haciendo nuevos recuerdos, donde los viejos no tenían lugar aquí en la cama con ellas. Excitada por el placer del movimiento rítmico de su mano, Arizona gimió en la boca de Callie. -Tú me enciendes, Calliope Torres. ¿Lo sabías?

Callie sonrió. -Bien.

-¿Estás encendida?, dijo Arizona jadeando.

Callie se quejó en una explosión de sonido, como si hubiera intentado y no hubiera podido suprimirla. -No tienes ni idea.

-Tal vez tú debes tocarte también… Tomando la iniciativa, Arizona barrió la lengua en la boca de Callie. …-Si quieres.

-Yo ... Callie se estremeció. -Sí. Yo quiero.

Arizona, puso su mano sobre Callie, guiándola hasta la cintura. Ella se quedó allí mientras Callie rápidamente se desabrochaba, y luego se retiró cuando se sumergió en las bragas con un ahogado gemido.

-Estás tan caliente, murmuró Arizona. El movimiento del brazo de Callie y el sonido de su respiración entrecortada entusiasmó a  Arizona hasta alturas de vértigo. La presión aumentó en la boca del estómago, y cada golpe de sus dedos sobre su clítoris envió ondas de choque de placer haciendo eco a lo largo de todo su cuerpo. -Dime lo que estás haciendo.

La mejillas de Callie se volvieron color rosa -Frotando mi clítoris.

-¿Y cómo se siente?"

-Increíble, se atragantó Callie. Ella aplastó su boca a la de Arizona, justo a tiempo para ahogar un grito de placer.

Arizona regresó el beso de Callie y aumentó la velocidad de sus dedos sobre su propio clítoris. Por primera vez desde la violación sentía edificar un orgasmo y sabía sin duda que ella sería capaz de llegar al orgasmo. Parte de ella quería hacer que durara, pero la parte más grande era que anhelaba experimentar ese momento de la liberación, que le recordara que su cuerpo todavía era capaz de traer su gran alegría.

Callie rompió el beso. -Yo voy a venir.

Jadeando, Arizona, dijo: -Lo sé. Déjame oírte.

Callie echó atrás la cabeza y levantó las caderas de la colchoneta cuando ella llegó con un ronco gemido. La visión de la cara de Callie mientras cabalgaba las olas de placer fue todo lo que necesitó Arizona para enviarla directo al borde del placer. Arizona, gimió cuando sintió su orgasmo a través de todo su cuerpo, maravillada por las violentas contracciones de su vagina y la humedad abundante que salía de ella.

Todo era placer y no hubo ni una pizca de vergüenza.

Tan pronto como ella contuvo el aliento, Arizona se echó a llorar, rodando a su lado y cuando sintió como Callie la arrastrada hacia ella con sus brazos fuertes. -Oye, murmuró en voz baja Callie, mientras que con las dos manos frotaba la espalda de Arizona con movimientos tranquilizadores. -Esta noche no hay más llanto, ¿recuerdas? Sólo amarnos unos a otros.

Riendo entre lágrimas, Arizona, dijo: -Son lágrimas de felicidad. Eso está bien, ¿verdad?

Callie apretó su abrazo. -Sí. Eso está bien.

-Yo he venido, le susurró de Arizona. -Y no hubo nada que temer al respecto.

-Fue muy bonito. Al igual que tú. Mientras llenaba de besos la frente de Arizona, Callie le susurró: -Me siento tan cerca de ti ahora mismo. Gracias. Esto era exactamente lo que necesitaba.

Emocionada, Arizona hundió sus dedos en el cabello de Callie y cerró los ojos para disfrutar del cálido resplandor de su mutua satisfacción. Era sólo un pequeño paso, por cierto, y todavía tenían mucho camino por recorrer, pero Arizona se sentía complacida de una forma en que no se había sentido en las últimas semanas.

Estaban finalmente rumbo a casa....


Esta historia continuará…


Capítulo publicado originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/3130.html