CAPITULO VI
Arizona, se escondió en un rincón de la cafetería del
hospital el viernes por la mañana, estaba preocupada por la apendicetomía
laparoscópica que tenía que realizar en poco más de una hora. Hacía mucho
tiempo que algo tan rutinario como una apendicetomía le causaba ansiedad, así
que ella se sentó con su malestar mordiendo sus labios en silencio y trató de
entender a dónde se había ido toda la confianza en sí misma.
Ella sabía el procedimiento. Ella era la estrella de
rock auto-proclamada de pediatría, apendicetomías
laparoscópicas, incluidas. Hoy ella estaría enseñando al Dr. Jackson Avery
quien la asistiría en la operación, una oportunidad que normalmente habría
disfrutado. Debería haber sido algo bueno, exactamente lo que quería, volver a
trabajar en su sentido más puro.
Sin embargo, esta sería su primera cirugía desde el
ataque. No parecía posible que sólo habían pasado siete días desde la última
vez que le operó a un ser humano pequeño, pero al mismo tiempo, le parecía toda
una eternidad. Arizona, apenas recordaba cómo se sentía tener el control, sentirse
segura de sí misma.
Sentirse así por qué algo tan simple como una apendicetomía
era desalentador. Hace siete días todo el sentido de sí misma había sido
robado. No era sólo por haber sido
golpeada y violada. Tampoco se trataba simplemente de la constatación de
que ella era tan vulnerable a la violencia al azar y sin sentido como cualquier
otra persona. La peor parte de lo que pasó, lo que le torció el estómago en
nudos cuando pensaba en coger un bisturí, era que ella había perdido la seguridad de que
podía manejar cualquier cosa, sin importa lo difícil que fuera. Durante su
carrera había realizado cirugías que no
habían tenido éxito, había salvado a niños que otros médicos habían
desahuciado. Pero cuando Arizona más necesitó rescatarse a sí misma, había sido
impotente.
Ahora ella no tenía el poder. Incluso ahora, con las
pesadillas, la depresión y la ansiedad, sentía que se caía a pedazos y no había
nada que pudiera hacer para evitar que sucediera. Sólo estaba fingiendo que
estaba bien, lo cual no era cierto. Lo único que estaba haciendo era tratar de
reprimir el miedo y la ira, cuando los olores y el contacto inesperado y al
azar amenazaban con desencadenar el pánico en cualquier momento, Arizona ya no
creía en su capacidad para enfrentar en cualquier situación y tener éxito.
Eso era algo que un cirujano no debe sentir.
Arizona, sabía que no podía controlar todos los
factores en cada cirugía, y que el riesgo de perder a un paciente siempre estaba latente, pero sabía como
cirujano, que más allá de sus habilidades, lo único que tenía era el control sobre su
actitud. Necesitaba confianza, algo que nunca le había faltado… hasta ahora. Sentir de pronto su pérdida era
duro y terrible.
Hoy ella tenía que cortar a un pequeño niño y extirpar
su apéndice infectado. Algo que había hecho tantas veces antes, pero cada
cirugía era diferente. Cada una lleva a un cierto grado de riesgo. Sin la misma
facilidad y confianza que ya no tenía fuera de la sala de operaciones, se
preguntó cómo podría desempeñarse dentro de una.
Tal vez Callie estaba en lo cierto. Tal vez ella se
estaba forzando demasiado.
-Arizona?
Sorprendida, Arizona se llevó una mano al pecho,
sintiendo como su corazón se aceleró debajo de su palma y la adrenalina inundó
su cuerpo. Es evidente que el instinto de lucha que le había fallado en el
estacionamiento estaba ahora a toda marcha. Mirando hacia arriba, forzó una
sonrisa a Teddy Altman, que estaba junto a la mesa con una taza de café en la
mano.
-Lo siento. Los ojos de Teddy brillaron con pesar.
-Pensé que me habías visto.
-Oye, dijo de Arizona en su brillante voz. Supuso que Teddy
ya sabía lo que había sucedido, pero ella se condenaría si dejaba que su inquietud
se notara. -Bienvenida de nuevo.
Además de Callie, Teddy era su mejor amiga en el
hospital. Ella se había ido la semana pasada, para asistir a una conferencia en
San Francisco. Técnicamente Teddy había vuelto ayer, pero Arizona había evitado
activamente la socialización desde que había regresó al trabajo dos días antes,
así que no había buscado a Teddy, incluso sabiendo que ella estaba en el
edificio. Ella no había querido descubrir la misma mirada en los ojos de Teddy
que había visto en todos los demás. Ella no creía que pudiera soportarlo.
Sin embargo, el aspecto de Teddy era diferente.
Percibió empatía en lugar de simpatía. Teddy señaló la silla frente a Arizona. -Parece que no quieres
ser molestada, pero ¿puedo?
Arizona, asintió con la cabeza. Ahora era obvio que
Teddy sabía. Estaba escrito en su rostro. Pero no le molestó con Teddy, como le
pasó con los demás. Y de repente, Arizona, estaba feliz de tener a su amiga en
el pueblo.
Teddy sacó la silla y se sentó. Entonces abrió la boca
para hablar, vaciló y dio a Arizona, una sonrisa tensa, incómoda.
-Veo que has tenido tiempo para ponerte al día con los
chismes. Arizona, le devolvió la sonrisa, pero era débil y ella lo sabía. Así
que dejó que se desvaneciera. -Estoy bien.
Teddy sacudió la cabeza y dejó la taza de café sobre
la mesa. -Lo siento mucho, Arizona.
-Sí. Arizona, pasó la uña en el borde de su propia
taza, rompiendo el contacto visual. -Yo también.
La mano de Teddy aterrizó en la mesa contigua a la
suya. Hizo una pausa, y luego apretó los dedos alrededor de la muñeca de
Arizona, suavemente. Teddy murmuró: -Yo te prometo que hace más fácil.
Arizona, parpadeó con fuerza, maldiciendo en voz baja
cuando una lágrima se deslizó por un ojo. Odiaba la implicación de la
declaración de Teddy, incluso más de lo que odiaba ponerse tan emocional antes
de la cirugía. Limpiándose la cara con una servilleta, Arizona se encontró con
la mirada de Teddy. -Me hubiera gustado que no supieras lo que se siente.
-Sí, bueno... fue hace mucho tiempo.
Arizona, bajó la mirada hacia la mano de Teddy en la
muñeca. -No puedo hablar de esto ahora mismo, Teddy. Realizaré una cirugía en
cuarenta y cinco minutos.
-Entiendo. Sólo quería que supieras que si tú necesitas
hablar, estoy aquí para ti. Tengo una idea de lo que estás pasando, y... es una
mierda.
Teddy la estaba haciendo flaquear. La última cosa que
Arizona necesita ahora era comenzar a llorar. Realmente, estoy bien. Estoy mejor.
Los moretones se curan, el dolor más o menos ha ido. Estoy bien.
-Puedo ver que no estás bien, Arizona, lo cual es
totalmente normal. Y tú tendrás que hablar de ello, en algún momento.
-Ahora no. Arizona le dio una mirada suplicante a
Teddy. Si ella no dejaba esto así , Arizona, se disolvería. allí mismo, en el
acto. ¿Y cómo iba a enfrentar a su paciente, entonces?. - ¿Por favor?
-Por supuesto. Teddy le sonrió un poco. -Lo siento, yo nunca
quise molestarte. Esto es sólo yo tratando de cumplir con mi parte de esta cosa
de la amistad en conjunto.
-Te lo agradezco. Arizona, deseando obtener la parte
alegre de su voz. -En verdad...
-Hey, chicas.
Arizona, se enderezó en la silla ante el sonido de la
voz de Callie, retirando su mano de la Teddy y secándose los ojos con rapidez.
No quería que Callie viera lo mal que estaba. En este momento ella necesitaba
desesperadamente transmitir fuerza, no sólo para ella sino también para su
paciente y sus padres. La gente contaba con ella para ser el cirujano capaz, el
cirujano “kickass” que era, y eso significaba que no podía dejar que eso se
revirtiera. Si Callie se percataba que ella estaba fuera de balance, sería
todo. Ocultar sus sentimientos a Callie, era prácticamente imposible.
-Oye, Calliope, dijo Arizona. Pudo ver que Callie
estaba preocupada por lo que había interrumpido, tal vez incluso un poco
indecisa, pero Arizona estaba feliz por el cambio de enfoque. Queriendo
demostrar a Teddy cuán bien estaba, Arizona tomó la parte delantera de la
camisa de aseo personal de Callie y tiró de ella hacia abajo para un beso largo
y persistente. Callie plantó una mano en la mesa, presumiblemente para mantener
el equilibrio. Cuando Arizona se apartó, ella se aseguró de mostrar a Callie
sus hoyuelos. -Te extrañé.
La mirada de Callie se lanzó a la cara de Teddy y
luego a Arizona. -Yo también te extrañé. ¿Todo bien?
Tanto insistir en que se encontraba bien la estaba
empezando a envejecer. -Por supuesto. Tengo una “appy” en unos cuarenta
minutos, así que me estoy preparando para ir a eso.
Callie se deslizó en la silla al lado de Arizona. Echó
una mirada a Teddy de nuevo, fijándose en lo que ella vio en la expresión de
Teddy. Luego sonrió a Arizona. Te sientes bien al respecto?
Arizona se puso tensa, enojada de que Callie preguntara.
Era un procedimiento simple, y Callie nunca había puesto en duda sus
habilidades antes. La idea de que Callie pudiera haber intuido su inquietud, muy real por cierto, sólo molestaba más a
Arizona. -Honestamente, Calliope?. Es un
“Appy”. La hago en mis sueños.
Callie parpadeó. -Por supuesto. Lo siento.
Teddy se aclaró la garganta y echó su silla hacia
atrás. -Bueno, tengo un montón de cosas que poner al día, así que...
-No hay problema. Arizona le sonrió. -Fue un gusto
hablar contigo.
-Espero que podamos hacerlo de nuevo pronto. Teddy le
dio un guiño significativo. -Cuando no estés en camino a la sala de operaciones.
Arizona, inclinó la cabeza y observó a Teddy retirarse
de la cafetería, luego se volvió de
nuevo a Callie, reprimiendo una mueca de dolor al ver el dolor grabado en el
rostro de Callie.
-Yo no estaba dando a entender que tú no puedes
manejar un “Appy”…, dijo Callie en voz baja. …-Es sólo que esta es tú primera
intervención después de todo lo que pasó, y pensé que podrías tener algunos
sentimientos al respecto.
Callie ciertamente conocía el corazón de Arizona.
Callie estaba tratando con todas sus fuerzas de tener cuidado con ella, para
hacer lo correcto en cada momento, y la verdad esta había estado haciendo un
trabajo increíble, generalmente. Pero Callie no parecía del todo cómoda al
permitirle fingir que todo estaba normal. En este momento, más que en cualquier
otro momento desde el ataque, Arizona necesitaba fingir. Tenía que ser el
cirujano que había hecho una carrera exitosa, no la mujer que había sido
violada.
-Estoy bien. En serio.
Odiando ver la tristeza que causó en los ojos de Callie, Arizona, se
inclinó sobre la mesa y tomó la mano de Callie. -Lo siento. Hablar con tipo de
Teddy me tiró fuera. Yo no quería tener la conversación que estaban teniendo
justo antes de ir a cortar a un ser humano pequeño.
Asintiendo con la cabeza, la boca de Callie se
estremeció. -Así que te salvé de eso?
Arizona le dio la más soleada sonrisa que pudo. -¿Por
qué crees que te ganaste ese gran beso?
-Yo pensaba que era porque soy “hot”. Callie le guiñó un ojo, y por un momento todo
se sintió exactamente como antes. El coqueteo, la insinuación. La atracción. -Y
te gusta cómo me veo en mi traje de médico azul marino.
La sonrisa de Arizona se volvió más fácil de sostener.
-Eso, también.
-Bueno, sé que es un poco como desearte suerte para
manejar una bicicleta, pero... Callie levantó la mano de Arizona a los labios y
le besó los nudillos. -Buena suerte en el Appy. Vas a ser impresionante, y
Jackson Avery será impresionante para haber permanecido en la misma mesa que
tú.
Arizona, frotó
el pulgar por la barbilla de Callie. Ella sabía que el corazón de Callie estaba
en el lugar correcto, mucho más por desearle suerte en algo tan rutinario, intuyendo
que a Arizona le resultaba incómodo. Probablemente porque sentía que ella lo
necesitaba.
-Gracias. Lo agradezco. Arizona, se echó hacia atrás y
se levantó. -En ese sentido, debo ir a prepararme.
Callie se levantó. -¿Te acompaño?
-Claro. Arizona, esperó a que Callie se pusiera
delante de ella, a continuación, la mantuvo a su lado. Cuando la mano de Callie
se posó en la parte baja de la espalda, suavemente guiándola hacia adelante,
Arizona, se tensó luego se obligó a relajarse. Fue un toque familiar de Callie,
pero Arizona estaba en el borde. Y la sensación de tener a alguien detrás de
ella sólo empeoró las cosas.
Callie quitó la
mano. -Lo siento.
El pecho de Arizona le dolió al percibir el
sentimiento de culpa en la voz de Callie. -No tienes porqué .Ella se acercó a Callie,
chocando con la cadera. -Por favor, deja de preocuparte por mí.
Callie no dijo nada. Entraron en el ascensor, el cual
fue abandonado por suerte, y Callie apretó el botón de su piso. Entonces ella
juntó sus manos en frente de su estómago y se quedó mirando la puerta del
ascensor.
Arizona, suspiró. Ella estaba haciendo un trabajo
terrible para actuar normal. Además de eso, sintió un dolor de cabeza. -Yo no
quiero que esto sea un mal día. Sólo tengo que pasar este Appy.
Dándole una mirada de soslayo, Callie dijo: -¿Preferirías
que yo no vaya a observar? Tengo que preguntarte, pero no yo quiero ponerte
nerviosa
A Arizona le costaba decidir cómo se sentiría con la idea
de que Callie viera la cirugía desde la sala de observación. Por lo general, le
resultaba reconfortante de cierta manera, incluso sexy. A la vieja Arizona le
encantaba tener los ojos de Callie sobre ella en cualquier circunstancia. Pero
la idea de que Callie viera a la nueva Arizona luchando por mantener su
desempeño era intimidante.
Por desgracia, admitirlo significaría reconocer que
algo andaba mal.
-No, por favor. Arizona, sonrió más a Callie,
meciéndose sobre sus talones. -Me gusta cuando me ves patear el culo.
-Cool. La mano de Callie rozó la de ella. –Incluso te voy a comprar el almuerzo cuando termines.
-Te he entrenado bien. La puerta del ascensor se abrió, y Arizona
hizo un gesto a Callie para que saliera adelante. –Después de usted Dra. Torres.
Callie salió primero, y luego dio la vuelta y esperó a
Arizona para reunirse con ella. –Vas a ser impresionante, Dra. Robbins.
-Siempre. Arizona, sonrió, levantándose una poco para
a besar a Callie en la mejilla. -Nos vemos más tarde.
Callie le disparó la sonrisa sexy que siempre
provocaba que las rodillas de Arizona se tambalearan, pero hoy simplemente no
tenían el mismo efecto que de costumbre. Arizona estaba flaqueando de todos
modos. Haciendo un guiño, le dio unas palmaditas a Callie en el fondo y abrió
la puerta de la habitación. Entonces ella entró a la prueba más importante de
sí misma con la frente en alto.
#
Arizona, se puso sobre su paciente de ocho años de
edad, mirando su apéndice infectado en el monitor que muestra la vista desde el
laparoscopio que se había colocado a través del puerto umbilical. Miró a través
de la mesa a Bailey, quienla miró a los ojos, claramente esperando el próximo
movimiento de Arizona. El Dr. Jackson Avery se cernía a su lado izquierdo,
estirando el cuello para mirar la imagen en la pantalla.
La cirugía no había hecho más que empezar, pero hasta el
momento, Arizona estaba complacida. Ella había hecho la primera incisión, sin
dudar, y ahora que el laparoscopio se encontraba en su lugar, el instinto hacía
tiempo que había tomado el poder. Sosteniendo la pinza de Babcock Endo en su mano derecha y una pinza de 5 mm en
la izquierda, se sentía totalmente en control. Este era el lugar donde ella había
realizado lo que la hizo especial, dentro de la sala de operaciones, ella
seguía siendo la Dra. Arizona Robbins. Cirujana.
Arizona, miró a Callie, quien le sonrió desde la sala
de observación. Incluso con su observación se sentía bien. El brillo familiar de amor y apoyo de
Callie envalentonó a Arizona,
restaurando la confianza perdida y haciendo que todo se sintiera normal otra
vez.
Arizona, se dirigió a Avery y sonrió. -Doctor Avery, ¿qué
debo hacer ahora? Dime lo que se ve en el monitor, por favor.
Avery cambió la mirada de la cara de Arizona para el
monitor detrás de ella. Él parpadeó, y luego movió la cabeza como si tratara de
ver a su alrededor. Arizona volvió a mirar el monitor, lo que garantizaba que
la posición de la cámara dentro del paciente era aceptable. Ella no entendía las
dudas de Avery y se preguntó si había algo que debería estar haciendo o si
simplemente necesitaba un momento para ordenar sus pensamientos.
Ella captó el movimiento de Avery con el rabillo del
ojo cuando él dio un paso detrás de ella. Ella abrió la boca cuando él chocó
contra su espalda, presionando las caderas de ella contra la mesa por un
instante antes de que él saltara rápidamente para poner distancia.
Aunque fugaz, el tacto de Avery evocó recuerdos de
otros toques que ella no había querido: Dedos que se deslizan sobre sus labios.
Crueles manos apretando sus pechos. El pánico y la indignación se levantó en la
garganta de Arizona, incluso mientras luchaba por mantener la calma. Su corazón
latía terriblemente, y sus manos empezaron a temblar.
Ella sabía que el Dr. Jackson Avery no había tenido intención
de hacer daño. Más que eso, Arizona, sabía que tenía que permanecer concentrada
y terminar su cirugía. Pero tan pronto como se dio cuenta de que el recuerdo había
sido activado, todo el miedo y la ansiedad de la mañana la inundó de nuevo y
ella no podía hacer nada para detener la reacción de su cuerpo.
-Lo siento", dijo Avery. Yo estaba tratando de
obtener una mejor visión en el tracto gastrointestinal. Se puso de pie
demasiado cerca de ella. Arizona, podía sentir el calor de su cuerpo sobre
ella. Podía olerlo, un aroma claramente masculino que le revolvía el estómago.
-Dra. Robbins. La
voz de Bailey, normalmente calmada y en control, se quebró intuyendo el temor
de Arizona. -¿Estás bien?
Arizona aspiró aire, tratando desesperadamente de
calmar sus manos. Tenía dos pinzas en el interior de su paciente a través del
cuadrante superior derecho e inferior izquierda del cuadrante intestinal. El temblor
no era una opción. Pero la presencia de Avery la puso nerviosa. Ella necesitaba
que se fuera.
-Apártese, doctor Avery. Arizona, apretó las pinzas,
pero no podía quedarse quieto. –Usted ya hizo lo suficiente
-Pido disculpas, Dra. Robbins." Avery dio un paso
de distancia, pero no se marchó. -Yo fui torpe. No voy a dejar que vuelva a
suceder.
Arizona quitó por un momento los ojos de sus manos aún
temblorosas y los clavó en Avery con una mirada fría. -Fuera de mi OR. Ahora.
Claramente herido, Avery asintió con la cabeza. -Sí,
señora. Se acercó a la puerta, quitándose los guantes después de retirar su máscara.
Nadie habló cuando él salió de la habitación.
Avergonzada, Arizona, le devolvió la mirada a sus
manos, temiendo que no se habían acallado. Todo lo que había temido que pasara
estaba sucediendo. La violación la estaba afectando incluso aquí, en una
situación en la que no podía permitirse el lujo de mostrar debilidad. Y todo el
mundo en el quirófano, lo podía ver. El anestesiólogo, las enfermeras, los
técnicos. Bailey. El estómago de Arizona le dio un vuelco cuando levantó los
ojos hacia la ventana de la sala de observación, donde Callie la miraba desde
la primera fila.
-Dra. Robbins. La voz de Bailey arrancó su atención
lejos de la preocupación en el rostro de Callie. Arizona, se encontró con los ojos de Bailey,
temiendo lo que iba a leer ahí. Bailey llegó lentamente sobre la mesa y colocó
las manos sobre Arizona, estabilizando las de ella. Dra. Robbins, tómese un
momento.
Estaba poniendo en peligro a su paciente. Era un
cirujano con manos temblorosas y no podía controlar sus propias emociones.
Estaba dejando que su vida personal interfiera con su trabajo, algo que nunca había
pasado antes.
Ella estaba fallando.
-Dra. Robbins. ¡Arizona!. Bailey apretó suavemente las manos. -Tú eres el mejor cirujano en el hospital para llevar a cabo este procedimiento en este paciente. Usted puede hacer esto. Simplemente tome un momento y respire
-Dra. Robbins. ¡Arizona!. Bailey apretó suavemente las manos. -Tú eres el mejor cirujano en el hospital para llevar a cabo este procedimiento en este paciente. Usted puede hacer esto. Simplemente tome un momento y respire
La cadencia suave de la voz de Bailey penetró en los
pensamientos de Arizona, acallándolos por fin. Arizona, levantó la mirada de
nuevo a la sala de observación y miró a los ojos de Callie, ella tenía su mano
apretada contra la ventana, y su rostro irradiaba confianza hacia Arizona
-Tú puedes hacer esto, Callie articuló, haciéndose eco
de las palabras de Bailey.
Arizona tomó una respiración profunda, a continuación, exhaló. Tenía que hacer esto.
Para el niño pequeño en su mesa. Para ella. Llegando a lo más profundo, obligó
a sus manos firmes, aliviada cuando su cuerpo finalmente obedeció a su mente.
Entonces coincidiendo con la mirada de Bailey, le dijo: -Estoy bien, doctora
Bailey.
Bailey soltó las manos. -Sí que lo estas. Sus ojos
marrones miraron hacia el monitor. -Y para responder a su pregunta, lo que vas
a hacer ahora es utilizar la pinza en el cuadrante inferior izquierdo para
crear una ventana mesentérica detrás de la base del apéndice.
-Correcto. Empujando su mente lejos de la profunda humillación
que sentía por su ataque de pánico, Arizona, hizo exactamente lo que dijo
Bailey. Ella no podía cambiar lo que había sucedido, pero seguro como el
infierno que podría tratar de salvar su reputación, terminando lo que ella
había iniciado.
Habría un montón de tiempo para pensar en su fracaso
más tarde, cuando la vida de un niño no estuviera en juego.
#
En la sala de lavado después de su éxitosa-aunque
débil-apendicectomía, Arizona no podía mirar a los ojos a Bailey. Se quedaron
de lado a lado en la pileta de lavar, y aunque Bailey no había dicho una
palabra desde que salieron de la sala de operaciones, Arizona, sabía que no iba
a escapar sin algún tipo de conversación. Pese a la política de Bailey de no
discutir temas personales en el trabajo, era en serio acerca de la cirugía.
Después de que Arizona había dejado caer la pelota en el quirófano, Bailey
seguro tendría una opinión.
-Sólo tienes que decirlo. Arizona, secó sus manos y se volvió hacia Bailey, que levantó
una ceja. -Yo sé que tienes algo que decir, así que dilo de una vez. Metí la
pata. Me entró el pánico. Puse la vida de mi paciente en riesgo. Fui injusta
con el doctor Avery. Con un nudo en la garganta, Arizona, se quedó viendo un
punto en la pared por encima del hombro de Bailey y trató de mantenerse unida.
Nada de lo que Bailey dijera podría ser tan malo como lo que Arizona ya había
pensado. -Dígalo.
-Creo que tienes que dejar de golpearte a ti misma. Bailey entró en la línea visual de
Arizona para captar su mirada. -Usted tuvo un lapsus momentáneo. Lo resolvió.
El paciente está bien.
Arizona, se mordió el labio. Ahora que su paciente
estaba cerrado y en camino a la sala de recuperación, la turbulencia que había
dejado de lado antes resurgió, torciéndola en nudos. -Yo no pertenezco allí. Si
no puedo mantener la calma cuando estoy dentro del abdomen de un niño pequeño,
no tengo nada que hacer en un quirófano.
Bailey puso su boca en una línea tensa, y Arizona
podría ver que ella no tenía una respuesta a eso. Porque era cierto. -Tal vez
usted sólo tiene que tomar algo de tiempo libre. ¿Tiene alguien, un profesional
con quien pueda hablar?
Un nudo en la garganta de Arizona, amenazaba con
estrangularla. Ella no quería hablar más del tema. Hablar de ello era demasiado
doloroso. Demasiado humillante. Hablar de ello lo hacía real.
-No hay vergüenza en nada de esto, Dra. Robbins. Ha
sido una semana. Sólo una semana. Esto acaba de suceder. Y tiene que lidiar con
eso."La cara de Bailey fue tan suave como Arizona, nunca la había visto.
La mujer que odiaba tratar con cosas de la vida personal se había ido. En su
lugar parecia un amigo de confianza. -Así que lidiar con eso. Porque eres uno
de los mejores cirujanos malditos en este hospital, y me niego a dejar que
usted decida que usted no pertenece a un quirófano. Esto es exactamente a donde
perteneces. Y pronto volverás allí, mejor que nunca. Bailey esbozó una sonrisa.
-Ojalá usted me pudiera enseñar la técnica laparoscópica, ya que es
impresionante.
Con los ojos ardiendo, Arizona, asintió con la cabeza
rápidamente. Tenía que salir de allí antes de que ella comenzara a sollozar. -Gracias,
Dra. Bailey. Lo voy a... tomar en consideración.
-Sí, hágalo
Arizona, giró sobre sus talones y salió corriendo de
la sala de lavado. Ella mantuvo la cabeza baja, porque no quería encontrarse con
los ojos de nadie. El día hasta ahora había sido una montaña rusa, y Arizona,
podía sentir que estaba a punto de romperse con el estrés. Si ella se iba a
derrumbar una vez más, ella quería hacerlo lejos de todas las miradas indiscretas.
En el pasillo fuera del cuarto de lavado, Arizona, se
topó con algo sólido. Aullando por la sorpresa, ella levantó las manos para
protegerse, inmediatamente los bajó cuando se dio cuenta de que las manos de
Callie se acunaron en sus hombros, para mantenerla en sus pies.
-Yo no te vi, murmuró Arizona. -Me asustaste.
-Lo siento. Callie la soltó y dio un paso atrás,
dejando a Arizona una sensación fría con su ausencia. -Yo te estaba esperando.
Te prometí el almuerzo.
-No tengo hambre. Arizona, puso una mano sobre su
estómago, asqueada por la idea de tratar de comer algo. -Yo sólo... necesito
estar sola por un tiempo.
Callie puso una mano sobre el brazo de Arizona y tiró
de ella a través de la sala de examen vacía. Una parte de ella, quería sacar
las manos de Callie , no estaba lista para otra conversación sobre el estado de
su salud mental. Pero ella no quería hacerle daño. Así que la siguió.
Tirando de ella en el interior, Callie cerró la puerta
y se volvió hacia Arizona, con un aspecto familiar de simpatía. Esa mirada. Y eso fue el colmo. La
ira se encendió profundamente en el vientre de Arizona, ira por el ataque, por
las cicatrices físicas y emocionales que habían causado, por la forma en que
dejó su cuerpo fracturado de una manera que sentía imposible de arreglar, y
ella arremetió contra la única persona que sabía que no se lo merecía. -¿QUÉ
PARTE DE “YO QUIERO ESTAR SOLA”, NO PUEDES ENTENDER?
Callie se estremeció. –Yo... yo… sólo quería decirte
que yo me di cuenta que tuviste un mal momento allí, pero lo hiciste muy bien.
Fue una belleza de cirugía.
-¡Fue un puto desastre! Arizona, sabía que era
probablemente una exageración. Después de todo, ella había conseguido superarlo
sin dañar a su paciente. Pero ella se puso furiosa: consigo misma, con el hombre
que la había atacado, con Avery, incluso con Callie, por haber visto su ataque de pánico. Estaba enfadada
con el mundo maldito. -No te atrevas a ser condescendiente conmigo. No me digas
que lo hice bien cuando no lo hice. Eso no me ayuda. No ayuda nada.
-No voy a ser condescendiente. Lo que sí te puedo
decir es que estás siendo demasiado dura contigo misma. Todo el cuerpo de
Callie se había tensado. -Cálmate, Arizona. Respira.
-No me digas qué hacer, escupió Arizona. -No tienes idea
de lo que es esto. Nadie la tiene. Ella se volvió y agarró la manija de la
puerta, odiando la forma en que estaba hablándole a Callie, sin desear nada más
que huir. De espaldas a Callie, Arizona, dijo, -Déjame en paz. Permíteme lidiar
con esto por mí misma.
La mano de Callie se estrelló contra la puerta al lado
de la cabeza de Arizona, impidiendo abrirla. Ella, podía sentir el calor del
cuerpo de Callie en la espalda y aspiró aire, esperando que el miedo tomara el
relevo. Se sintió aliviada cuando casi todo lo que sintió fue frustración.
Girando alrededor, dio un paso hacia adelante, forzando a Callie a retroceder.
-No lo hagas. Arizona, miró a Callie. Ella sabía que
Callie no era el objetivo apropiado para toda esta rabia y dolor, pero se
sentía bien dejarlo salir. Esa rabia se había estado construyendo desde hace
una semana, envenenándola. Ahora que había soltado el estricto control sobre
sus emociones, ella saboreó la libertad de darle rienda suelta. -Si tú me amas,
entonces déjame sola de una puta vez.
Al principio, Callie se echó hacia atrás como si
hubiera sida golpeada. Entonces su rostro se ensombreció. -¿Sabes qué? No. Por primera vez en siete días, un fuego reconocible
quemaba los ojos de Callie. -Yo te amo, Arizona, así que no voy a hacer caso
omiso de esto. Tú estás sufriendo y estás enojada y estás asustada y eso es
saludable. Todo eso es saludable. Lo que no es saludable es que pretendas
hacerme pensar que todo está bien. Así que no te dejaré hacerlo. Ya no, no más.
-Maldita sea, Calliope. Arizona, se llevó las manos a
la cabeza, apretando los dedos contra las sienes. Ella sabía que Callie ya lo
había dicho. No habría más fachadas, no más jugar a ser actores. Pero ella se
tambaleaba al borde de un colapso total en un lugar donde no se sentía segura.
Dónde no tenía privacidad. Eso era demasiado. -No aquí. No ahora.
-Sí, aquí y ahora. Dime lo que pasó allí. Dime por qué
estás tan enojada contigo misma. Callie exhaló, y Arizona, vio que le temblaban
las manos, también. -Haciendo caso omiso no harás que desaparezca.
Arizona, se mordió los labios hasta hacerse daño. Pero
estaba demasiado cansada para seguir luchando. Así que lo dejó salir. -Avery
tropezó conmigo y me vine abajo. Me temblaban las manos, Calliope. Perdí el
control, cuando yo estaba dentro de ese
niño. Pude haberlo matado.
-Pero no lo hiciste.
-Pero lo podría haber hecho. Lágrimas calientes se
extendieron por sus mejillas, pero Arizona no se molestó en borrarlas. No tenía
sentido. -¿Cómo hubiera vivido conmigo misma si lo hubiera hecho?
-Tú no te puede castigar por algo que no sucedió, dijo
Callie. "Sí, entraste en pánico. Pero luego lo superaste. Y luego,
pateaste el culo
Arizona, negó con la cabeza. Tanto Bailey y Callie
estaban siendo demasiado tolerantes, demasiado comprensivas. Como cirujano, sus
asuntos personales no tenían lugar en la sala de operaciones. -Es de mi carrera
de lo que estamos hablando. Mi reputación. ¿Sabes lo que demostré hoy? Que si
un hombre me toca, cualquier hombre, me voy a asustar de todos. ¿Sabes cuántos
cirujanos hombres hay? Anestesiólogos? Enfermeros? Los hombres van a tocarme,
Calliope, y si cada vez que eso ocurra me pongo a temblar porque yo estoy
pensando en aquel hombre... en cómo me
tocó, me besó el cuello, y folló conmigo...
Arizona podría ver el horror de Callie que intentaba con todas sus fuerzas tratar de
ocultar, pero en lugar de lamentar sus palabras, sintió un cierto grado de
satisfacción. Ahora ella estaba llena de rabia, y ella quería que Callie
estuviera enojada también. Para que le enseñara algo que no fuera la fuerza
tranquila que había sida tan buena en mantener. Arizona quería alguna señal,
saber que Callie estaba tan dañada por todo esto como lo estaba ella.
-No te sentirás así para siempre, querida. Te lo
prometo. Tú vas a mejorar. Sólo se necesita tiempo. Callie dio un paso hacia
adelante provisional, pero no cerró la distancia entre ellas. No tocó a Arizona.
Viendo la duda en sus ojos, Arizona se dio cuenta que a Callie le asustaba cómo
podría reaccionar ella ante el contacto físico.
Eso le dolia más que casi cualquier cosa. Tal vez
incluso más que la propia violación.
-Ni siquiera me puedes tocar, susurró Arizona. -No puedes
acurrucarte detrás de mí en la cama o poner tu mano en mi espalda sabiendo que
yo puedo pensar en él. Tienes miedo de acercarte a mí, porque tú sabes que yo
estoy jodida. Porque tú sabes que todo me asusta.
-Sólo estoy tratando de ser respetuosa…
-ESTAS SIENDO MARAVILLOSA, PERFECTA, gritó Arizona con
ironía en su voz. Arizona sentía que sus ojos le ardían por todo el llanto,
pero ya no podía parar. Ahora que todos esos sentimientos estaban saliendo, ya no
había forma de embotellarlos hacia el interior. -Soy yo. No estoy bien. Fue un alivio finalmente admitirlo en voz
alta. Decir las palabras. Sollozando, Arizona dijo otra vez. -Yo no estoy bien,
Calliope.
Callie dio un paso adelante y tiró a Arizona en sus
brazos, abrazándola con fuerza. En lugar de sentirse atrapada, el fuerte abrazo
fue un consuelo para Arizona. De repente, estuvo segura que los brazos de Callie
eran lo único que evitaba que se separaran sus costuras.
-No estoy bien, murmuró Arizona. -Quiero estar bien,
pero no importa lo mucho que finja, no lo estoy. Y no sé cómo estar bien de
nuevo.
Callie trató de calmarla, frotando las manos arriba y
hacia abajo varias veces, poco a poco Arizona comenzó a tranquilizarse. -Yo sé,
nena. Vamos a averiguarlo, ¿de acuerdo? Juntas. Te prometo que tú vas a estar
bien otra vez.
Arizona, se aferró a los hombros de Callie,
parpadeando de nuevo, recordando lo que había pasado en la sala de operaciones.
El espectáculo que hizo de sí misma. -No puedo estar en un quirófano hasta
entonces.
-Tú sabes que eso
se pueden arreglar.
-Teddy y Bailey creen que yo tengo que hablar de lo
qué pasó. Pero he hablado de eso, ya
basta. Con la detective Mendoza, contigo. Arizona, sollozó, enterrando la cara en el
pelo oscuro de Callie. -Hablar de eso me hace sentir mal.
-Si tú tuvieras que lidiar conmigo por algo como esto,
¿qué me dirías?. El corazón de Callie latía con fuerza contra el pecho de
Arizona. -¿Tú crees que yo debería hablar de eso? O botella para arriba y
estofado sobre él?
-No es justo, dijo el Arizona. -No es lo mismo
-¿Por qué no?
Se encogió de hombros, Arizona, murmuró, -Simplemente
no lo es.
-Para que lo sepas, yo creo que vale la pena
intentarlo, yo creo que Teddy y Bailey tienen razón. Creo que es necesario
hablar de ello.
-¿Cómo va a ayudar? Arizona se secó los ojos sin salir
del círculo cálido de los brazos de Callie. -Cada vez que pienso sobre lo que pasó,
cada vez que hablo de ello... me duele. No quiero pensar más en eso.
-Pero tú estás pensando en ello, aun cuando no quieras.
Tal vez si hablamos de lo sucedido, le quitarías algo de su poder sobre
ti." Callie le acarició la cabeza y Arizona cerró los ojos, tratando de no
recordar la forma en que el violador tenía el puño de su mano en el pelo antes
de golpear su cara contra el suelo. Callie se dio cuenta y detuvo la caricia.
–Por ejemplo, justo ahora, no me digas que algo no te afectó en este momento.
Dime lo que estabas pensando cuando te toqué el pelo.
Arizona, negó con la cabeza, inquieta por poner
palabras a los destellos violentos de su memoria. Quería decirle a Callie que
estaba bien, pero sabía que eso no iba a funcionar nunca más. –Él…
Te amo, Arizona. Yo no quiero asustarte. No quiero
provocar algo desagradable. Pero para poder ayudarte, y para que tú te ayudes a
ti misma debes decirme cuáles son tus desencadenantes, a medida que los
descubres. Luego podremos trabajar a través de ellos juntas. ¿de acuerdo?
No tenía mucho sentido. Pero por mucho que ella no
quería hablar sobre la forma en que las caricias amorosas de Callie a veces agitaban
el miedo más profundo de su intestino, la verdad es que Callie merecía saberlo.
Si lo supiera, tal vez Arizona no tendría que seguir haciendo frente a las
consecuencias de sus bien intencionadas demostraciones físicas de afecto.
Se armó de valor, y finalmente Arizona, dijo, -Cuando
me di cuenta de que realmente iba a suceder, traté de escapar. Pelee con todo
lo que tenía. Él me dio un puñetazo en la cabeza y se volvió sobre mí, y cuando
traté de gritar...
Las manos de Callie estaban temblando contra la parte
posterior de Arizona. -Dime.
-Él me
agarró del pelo y tiró de él con tanta fuerza que trajo lágrimas a mis ojos.
Luego me apretó la cara en la hierba. Yo no podía respirar. Arizona aspiró
profundamente para tratar de tranquilizarse. -A veces, cuando me tocas el
cabello, me haces recordar. Y siento la anticipación de nuevo. Saber qué va a
pasar, y a veces se me hace muy difícil pensar en ti para distraerme del dolor
que está viniendo.
Ahora el
corazón de Callie golpeó violentamente contra el pecho de Arizona. Arizona abrió los ojos y acercó su rostro al
de Callie, presionando sus mejillas juntas. Ella no podía decir si la humedad
que sentía eran sus propias lágrimas, o las de Callie.
-Está
bien, le susurró Callie. -Así que por ahora, voy a tratar de no hacer nada de
eso para ti. Y si hago otra cosa que te
moleste…
-Yo te lo
diré. Arizona, se echó hacia atrás para poder mirar a los ojos de Callie. Vio
que sus mejillas estaban llenas de
lágrimas. -Te lo prometo.
-Y tú
piensas hablar con alguien? Callie tocó el lado de la cara de Arizona, y Arizona
se apoyó en la caricia. -Incluso si tú no quieres hablar conmigo. Sólo tienes
que encontrar alguien en quien puedas confiar y hablar de ello. ¿De acuerdo?
Arizona,
asintió con la cabeza. -Está bien.
-Sé que
no estás segura de cómo puede eso ayudar, pero ¿qué pasa con Owen Hunt? Se
despertó asfixiando a Cristina, por el amor de Dios. Luego se metió en la
terapia y mira dónde está ahora.
Arizona,
pensó en la oferta de Teddy por la mañana para escuchar cuando Arizona
estuviera dispuesta hablar. Ella no era exactamente un profesional, pero al parecer
tenía cierta experiencia con la recuperación de un asalto sexual. Era un
comienzo, por lo menos. -Yo te prometo que voy a hablar con alguien.
-Bien.
Callie dio un paso atrás, fuera del espacio personal de Arizona. -Si quieres ir
a estar sola, lo entiendo. Gracias por hablar conmigo.
Arizona,
se mordió el labio, sintiendo como el pecho se lleno de una nueva emoción. Esta
vez no fue el miedo. O la ira. Mirando a su pareja increíblemente hermosa, y la
adoración en sus ojos, incluso después de todo lo que ella había lanzado sobre
Callie ese día, Arizona, fue abrumada profundamente, por el amor, el amor que
arrasa con todo. Ella nunca había sentido algo así, por nadie. Más allá de la
autoflagelación y la desesperación que el incidente con Avery había evocado, percatarse
de sus profundos sentimientos hacia Callie, fue la sensación más curativa que
podía imaginar.
Sin importar
lo que había pasado, Callie la amaba. Ahora Arizona creía en ella. Ahora sabía
que Callie hablaba en serio cuando dijo que había llegado para quedarse.
-No, yo
no quiero estar sola. Arizona cerró la distancia entre ellas, tomando la mano
de Callie. -Además, me prometiste el almuerzo.
La
alegría en el rostro de Callie hizo que la idea de comer fuera apetecible. -El
cielo es el límite, cariño. Yo incluso puedo saltar hasta el pudín de chocolate.
A pesar
de todo, Arizona finalmente sintió un pequeño rayo de esperanza. Alguna medida
de indulto. Sin la carga de tener que esconderse más de Callie. Por primera vez
en una semana, el peso que Arizona había estado llevando sobre sus hombros se
alivió. Por lo menos con Callie, no tenía que fingir. No podía.
“¡Qué
alivio!”, pensó.
-Pudín de
chocolate, ¿eh?. Arizona le dio a Callie una sonrisa genuina, con hoyuelos y
todo. "Tal vez el día se podía salvar aún”.
Esta historia
continuará…
Capítulo publicado originalmente en: http://fictitiouschick.livejournal.com/1536.html
Miki-comment: Estoy comenzando a escribir una nueva
historia, otro fanfiction de Callie y Arizona, creo que se llamará “Epidemia” y
tal parece que será mucho más largo que “No te rindas, nunca te rindas…” el
cual ya finalicé de escribir, aun cuando su publicación sigue su proceso
semanal en mi otro blog: http://mikitrobbinson.blogspot.com/ . Además, estoy haciendo algunas investigaciones para
tratar de escribir mi propia versión de lo que hubiera sido mi deseado episodio 8x25 de la season finale de
Grey´s Anatomy. Por ello, les confieso que estoy haciendo un esfuerzo increíble
para seguir con la traducción de esta historia, que me sigue fascinando, no
importa cuántas veces la lea y cuanto tenga que sumergirme en ella de nuevo
para efectuar su traducción. Por eso me encantaría leer sus comentarios acerca
de este relato. Necesito alimentarme de ellos para recuperar mi energía, saber
que el esfuerzo, sigue valiendo la pena y las horas de sueño que me está
llevando.
Por cierto, mientras más me adentro en el relato, más
me enamoro de Callie Torres, yo quiero una Callie Torres para mi, ha, ha…
¿ustedes no?.
Me está encantando la historia! sigue traduciéndola por favor!! muy buen trabajo! Gracias
ResponderEliminarMuchas Gracias por tu comentario, eso es justo lo que necesito, saber que efectivamente hay personas interesadas en leerla. Gracias
EliminarClaro que hay quienes te leemos, cada semana espero la traducción del siguiente capitulo. Muchas Gracias por el tiempo que dedicas. Saludos. :)
ResponderEliminarIta
¡YAY!, eso es genial. ¡Gracias por tu comentario!
EliminarIgual lo leo cada semana, solo que hoy aun no esta en capitulo 7. Tambien leo "Nunca te rindas" igual de bueno que este. Gracias!
ResponderEliminarHola, me demoré un día más, pero ya está publicado el Capítulo VII de "Little Earthquakes" en Español. Muchas Gracias por seguir ambas historias.
EliminarMe encanta!! Muchas gracias por la traducción, por el otro relato de "No te rindas, nunca te rindas.." eres genial, cada martes y viernes estoy al pendiente para leer ambos relatos ^^ y eso de que estas a punto de escribir otro..siemplemente AWESOME!! :D
ResponderEliminarMuchas gracias por seguir las dos historias, me encanta la receptividad que han tenido ambas, especialmente porque "No te rindas, nunca te rindas..." es el primer fanfiction que escribo. Y sí, ya comencé a escribir el segundo, ya voy por el capítulo Ocho y me encanta, va a ser mucho más largo que el primero y viene con un toque adicional: el fanfiction que estoy escribiendo tiene tres protagonistas: Callie Torres, Arizona Robbins y... y la Música... Los primeros capítulos son algo dramáticos, de hecho, debo confesar que solté unas cuantas lágrimas al escribir algunos, pero a partir del capítulo 9 ó 10 la historia toma un giro muy divertido y de nuevo, más adelante otra vez drama. Va a ser una montaña rusa, como el logo de Shonda Rhimes. :0) Cuando publique el último capítulo de No te rindas, pienso incluir un pequeño adelanto de la próxima historia. Por cierto, es definitivo, se llamará "Epidemia". Bye, Ah y gracias de nuevo
Eliminar:O me has dejado sin palabras! Lo esperaré con ansias ^^ Por cierto cuantos capítulos tiene "No te rindas, nunca te rindas..." ¿? Leí hoy el que publicaste y me ha encanto, se me cruzan un monton de cosas que pueden suceder, a esperar y ver que pasa con Callie, vida o muerta? :O a esperar! :)
EliminarHola, si la verdad ese capítulo me encantó escribirlo. Respondiendo a tu pregunta "No te rindas, nunca te rindas" tiene trece capítulos. Gracias por seguir ambas historias.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar